El amor que buscaba
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Mi madre y mi padre parecían disputarse mi futuro, mamá quería que siguiera la carrera de arquitectura, como ella, decía que modelar los hogares de familias para verlas felices no tenía precio, y en cambio papá, pensaba en la medicina, como él, siempre ninguneaba a mi madre, hacer casas era bueno, pero salvar una vida no tenía precio.
Eran lindos esos días, cuando ella me veía como un arquitecto y él como un prestigioso doctor, sin embargo, como suele suceder, en esos tiempos yo tenía un amor platónico con Priscila, y cuando ella terminó sus estudios secundarios y empezó su carrera para contadora pública, pues ahí fui yo, solo para no perderla.
Y si bien mis padres en un principio no entendían, cuando supieron de Priscila, bueno, imaginen las eternas cargadas que me esperaron por delante.
Como fuera, la carrera me gustaba a pesar de todo, y al final de la historia pude conquistar a esa jovencita que me quitaba el sueño, en unos años pensamos en formar pareja, y ya tenía un empleo en un estudio contable.
Nos casamos, y pronto quedaría embarazada y mi historia se haría la historia de muchos, ahora era padre de familia, tenía responsabilidades, trabajaba mucho para ganarme el pan y mis estudios quedaron pausados en modo eterno.
Fuimos felices, cierto, pero poco a poco nos fuimos distanciando, nuestras flores de amor se fueron marchitando, fue lento, poco a poco, y cuando nos dimos cuenta, Priscila y yo no teníamos ningún sueño por compartir.
Decidimos separar nuestros caminos de común acuerdo, en paz, tengo un bonito recuerdo de esos días y aun nos une nuestra niña, nuestra hermosa hija que hoy en día ya es adolescente.
Cambié de empleo un par de veces, pasé a otros estudios contables y tuve la oportunidad de meterme a una multinacional, como siempre, en la parte contable, y en esa empresa conocería a mi segundo amor, a mi segunda mujer, con la quien intentaría rehacer mi vida.
Mónica era diferente a Priscila, íntimamente sabía que me equivocaba con ella, una mujer asfixiante, demandante, con celos enfermizos más propios de sus inseguridades que de los motivos que yo pudiera darle, y yo me empeciné en cambiarla, pero nunca podría hacerlo.
Nuestra relación se haría tóxica, era como que no podíamos estar juntos, pero tampoco podíamos estar separados, ella ya venía de otra relación de pareja donde había tenido el mismo patrón de comportamiento.
Y solo decidí dejarla, aunque ella no quisiera, aunque ella me odiara, aunque ella tratara de destruirme, hasta logrando que me despidieran de la empresa
Así había llegado a mis cuarenta años, vivía solo, trabajaba en un nuevo sitio y me di cuenta que promediando mi vida no tenía nada en concreto, sentimentalmente había pasado mis días entre dos amores, una hija que veía poco y nada, profesionalmente tenía una carrera a medio hacer, laboralmente no me iba mejor, saltando de lado a lado, siempre haciendo el trabajo duro del cual solo me llevaba migajas, porque todo se lo llevaba el contador de turno que solo ponía su firma y su matrícula a todo mi esfuerzo, y por último, económicamente no me había ido mejor, apenas poseía un discreto monoambiente de medio pelo y una vieja y fiel motocicleta que me llevaba de un lado a otro.
Decidí que era tiempo de cambiar, o al menos tratar de hacerlo, me faltaba un año de estudios y algunas materias más para cerrar esa etapa de estudiante, y una vez que tuviera mi título universitario podría al fin ser el dueño de mi propio destino
Desempolvé mis viejos apuntes, y volví a esa vieja facultad después de muchos años, todo había cambiado, no solo el edificio, los mobiliarios, los colores, la tecnología, también las personas, los chicos de hoy en día pensaban muy diferente a lo que yo pensaba en mis días, ahora todo parecía cuestionarse, ahora todo parecía fluir, ser normal, incluso noté muchos colores de nuevas identidades sexuales, temas prohibidos en mis tiempos
Empecé en turno noche, el único que podía puesto que por la mañana y tarde trabajaba y en verdad todo se hizo cuesta arriba
Mis nuevos compañeros de estudios tenían promedio la misma edad que tenía mi hija, y no tardé en darme cuenta que la brecha generacional era insalvable, parecían hablar otro idioma, las costumbres habían cambiado, a veces no entendía siquiera sus bromas y muchas veces reía por compromiso, mis charlas de otras épocas sabían aburridas, grises y a nadie le interesaba saber de las cosas que había vivido
No tardaría en verme aislado del grupo, solo se dio, no tenía nada que ver con ellos y entendí que mucho de lo moderno solo era de la boca para afuera, por dentro seguían existiendo los mismos prejuicios de mis días y una gerontofobia hacia mi persona se haría más que evidente
Pero no sería el único en esas clases nocturna, Cecilia, una chica trans correría mí misma suerte, y todas las propagandas de igualdades de género se irían a la basura
A ella la miraban como un bicho raro, a diferencia de mi ella jamás había tratado ser parte de la manada, ella llegaba, se sentaba en sitio apartado, presenciaba la clase y solo se iba cuando terminaba
Cecilia, trataba de ocultar lo que era, pero el rumor corrió rápida e inevitablemente, y de alguna manera sentí una empatía con ella, por sentirnos fuera del corral
Honestamente era muy bonita, tenía el trasero más precioso que pudiera recordar, no sé cómo lo hacía, pero era envidia de muchas de las jovencitas de esos días
También tenía un rostro muy femenino y dejaba esos largos cabellos oscuros corriendo por su espalda, y el hecho de saber que ella tenía pene, me despertaba mucha curiosidad, es que nunca me había tocado convivir con alguien así tan de cerca
Una noche ella llegó tarde, cuando la clase estaba ya empezada, y el único sitio libre era a mi lado, al final del salón, ella se sentó casi sin mirarme, sin dirigirme la palabra, y como hacía en cada clase, abrió sus apuntes y prestó atención
Fue cuando me perdí, y empecé a observar la perfección de su rostro femenino, tratando de encontrar los detalles de su masculinidad escondida, y sin quererlo fui indiscreto al punto que ella me dijo casi en un susurro
Cuál es tu problema? me estás incomodando!
Había empezado con el pie izquierdo, me puse colorado por la vergüenza, y solo no supe que decir
Al terminar la clase, antes que se fuera, le pedí disculpas, es que no había sido mi intención incomodarla, entonces ella, ya distendida, me dijo algo como
No hay problemas, somos dos peces fuera de este estanque…
Ella cerró sus apuntes y dando por cerrado el tema pareció dejar el lugar, fue un impulso, solo la tomé del antebrazo y le dije
Me gustaría conocerte, me causas mucha intriga… no se…
Hoy no, – respondió – tal vez algún día…
Y solo se marchó, moviendo esas caderas de lado a lado, y en verdad mi curiosidad en ese momento iba solo por esa ambigüedad sexual que despertaba en mi mucha curiosidad, pero entendí que su respuesta de alguna manera cerraba mis puertas
Pasaría esa semana, y la siguiente, pero a la próxima, ella en algún cruce me diría
Nacho, mañana estaré libre, no tengo planes, será viernes, quieres que vayamos a tomar unas copas?
No lo esperaba, porque era muy bonita y apenas pisaba los treinta, pero no dejaría pasar por alto esa oportunidad
Y ese viernes pensé demasiado, rebobinando una y otra vez, porque mis dos esposas habían sido personas diametralmente opuestas, y había vivido con ellas cosas totalmente diferentes, pero si algún punto en común tenía mis relaciones con ellas, es que, aunque me costara confesarlo, en la cama con ninguna de las dos había sido completamente feliz
Cierto, Cecilia tenía pene, lo sabía, pero no me incomodaba la situación, por el contrario, sentía una rara sensación mezcla de curiosidad, locura y porque no decirlo, deseo
Nunca había estado con nadie de mí mismo sexo, porque en el fondo, para mí, Cecilia seguía siendo hombre, pero solo lo dejé fluir y traté de no vivir en un futuro, si solo iríamos por unas copas
Ese viernes me pondría lo mejor que tenía guardado en mi placar, demasiado para una clase de facultad, incluso fui con mi motocicleta porque mi idea era salir directamente terminadas las clases, pero mi mayor sorpresa sería no encontrarla en el aula
Cruzamos algunos mensajes, me dijo que había preferido no asistir para ponerse bonita para mí, y le dije como un tonto que ella siempre lucía bonita a mis ojos, le dije que estaba en moto, me dijo que pasara a buscarla por su departamento
Se acercaban las diez de la noche y el profesor de turno aun no cerraba la clase, miraba la hora en mi celular en forma constante, solo todo parecía ser adrede, y mi impaciencia pudo más, con una tonta excusa me retiré de clases delante de todos mis compañeros
Pasé por el baño a verme al espejo por última vez y acomodar cada cosa en su lugar, fui por la moto, y con una ventisca fresca pegando en mi rostro fui hacia la dirección que ella me había dado
Toqué el portero de siete B con un poco de insistencia, y cuando su voz me contestó al otro lado sentí mariposas en el estómago
Los diez minutos que ella tardó en bajar se me hicieron eternos, pero al final Cecilia se hizo presente dándome un tibio beso en la mejilla
Lucía espectacular, sus cabellos lacios y renegridos caían suavemente al compás de sus movimientos, sus ojos negros estaban delineados por rímel y su boca enmarcada en un rojo brillante parecía ser un volcán, tenía una remera multicolor ajustada a su torso donde se dibujaban sus pequeños pechos y una campera de cuero moderna, corta a la cintura, más por moda que por necesitad, puesto que la noche se mostraba bastante primaveral, también lucía un pantalón de esos que se llaman engomados, que se adhieren a la piel como si fuera la piel misma, y la perfección de sus caderas y sus piernas me habían dejado con la boca abierta
En su venir de frente a mi lado no pude mirarle el trasero y me odié por ello, pero adiviné que, si su venir era bueno, su ir sería mejor, cosa que comprobaría en poco tiempo más
Se subió a la moto por detrás y se aferró fuerte a mi cintura, y salimos a tomar esas copas que habíamos pactado
En un semáforo al azar en el que nos detuvo la luz roja, tuvimos un altercado con unos chicos que estaban disfrutando la noche, un poco alcoholizados le gritaron groserías a Cecilia por el culo que tenía, y a mí, por lo cornudo que era, asumiendo una relación que aún no existía
Me molesté, pero ella solo se rio por lo bajo y me pidió que solo lo dejara pasar, ‘cosa de pendejos’ me dijo y la luz verde nos dio paso para separar nuestros caminos, y me dejara imaginar el culo de Cecilia con esos pantalones y en la postura natural en la que estaba sentada a mis espaldas
Los tragos de invitación se transformarían en una cena, puesto que yo tenía varias horas sin tirar algo sólido a mi estómago, y aprovechamos ese tiempo para conocernos mejor, a medida que los minutos pasaban más y más me iba perdiendo es su perfección, en su rostro, en sus ojos, en sus palabras, en su perfume, y no solo eso, me extasiaba imaginar todo lo que aun cubrían sus ropas
Cerca de media noche, cuando ya no tenía sentido seguir en ese restaurante, le dije si ahora si quería ir a otro sitio por las copas, pero ella me dijo que tal vez en otra ocasión, que solo quería volver a su casa
Pagué la cuenta, y al fin pude observarle ese culo perfecto al salir del lugar y permitir que ella fuera por delante, y créanme que ni la mejor de las mujeres con la que había salido en toda mi vida cargaba lo que ella cargaba
Al llegar, y bajarse de la moto, me invitó a subir, a tomar esas copas postergadas y no dudé en aceptar su propuesta
Así que subimos los pisos por el elevador en un tenso silencio, donde ella me miraba discretamente a los ojos y marcaba una sonrisa pícara en sus labios
Al ingresar, me dijo que me pusiera cómodo mientras ella iba a la barra por unas copas
La seguí con la mirada, pero ese culo era demasiado perfecto para solo mirarlo, así que fui tras ella y la alcancé sin que lo notara, la apreté contra la barra y refregué groseramente mi sexo sobre su culo dejándole notar cuan duro estaba, ella se sorprendió un tanto, pero noté que le gustaba, y giró su rostro para buscar besarme, la correspondí al tiempo que pasaba una de mis manos bajo la remera para llegar a su sostén, y mejor aún, sobre sus pechos directamente y se dio un momento muy rico, muy único
Cecilia giró sobre su eje y quedamos frente a frente, la tomé por las nalgas y la senté a la fuerza sobre la barra, sus pechos quedaron mi alcance, desnudé su torso y empecé a besarlos y a jugar con ellos, ella jadeaba al tiempo que buscaba bajo mis prendas mi verga que seguía dura en deseos, al tiempo que me masturbaba muy rico
La excitación se sentía en el ambiente entre el roce de nuestros cuerpos, y me di cuenta en ese momento, que Cecilia era lo que siempre había buscado, y que jamás encontraría en ninguna otra mujer
Me separó de su lado un poco a la fuerza, necesitaba quitarse ese pantalón tan adherido a la piel que tan bien le quedaba y solo me quedé observando una tanga hilo dental que desaparecía entre sus nalgas
Veni… – me dijo – cogeme toda, quiero sentirte dentro…
Se acomodó sobre uno de los taburetes de la barra y su enorme trasero quedó rebalsando por todos lados, me acerqué, jugué un poco con mis dedos ensalivados en su culito y me calentó mucho notar la facilidad con la cual se abría y me mordí los labios cuando se la metí hasta el tope con suma facilidad, Cecilia se contrajo en un suspiro y solo fueron minutos mágicos, entrando y saliendo una y otra vez, con amor, con coordinación y ella solo buscaba tornar su rostro a mi lado para buscar que nuestros labios se juntaran
Me llené las manos con sus nalgas y cada tanto se la sacaba para ver su esfínter todo abierto, y ella parecía rogarme
Dale… dale… quiero que me llenes de leche!
Solo no pude retenerlo más y eyaculé todo en su culito, precioso, perfecto
Habíamos terminado por esa noche, se había hecho tarde, le dije que me iría, pero ella me pidió que me quedara a dormir, y sabía que, si esa noche me metía en su cama, seguramente nunca más la dejaría
Nos acostamos completamente desnudos, ella me lo había pedido, se puso de lado para que la abrazara, recostando su cabeza en mi pecho, cruzando una pierna sobre la mía, como solía hacer con cada mujer que había llevado alguna vez a la cama, pero algo me sonó raro, sentir su verga caliente reposando sobre mi pierna izquierda, pero nada más pasaría, el sueño nos vencería
Me despertaría de la manera más dulce que pudiera haberme despertado, al abrir los ojos Cecilia me estaba chupando la pija de una manera increíble, el sol entrando por la ventana me dejaba ver un tono de rojizos en sus largos cabellos oscuros, y el ruido de su respiración agitada era música para mis oídos
Entonces llegaría el principio de algo que sería previsible, algo que yo ya había adivinado y por cierto me causaba mucha intriga, desde esa primera noche en que nos cruzamos en el salón de clases
Los dedos ensalivados que jugaban en mi verga bajaron poco a poco hasta llegar a mi culito, ella empezó a probar suerte sin dejar de chupármela, pasaron unos segundos, unos minutos, y sus falanges superaron mi nerviosa resistencia
Cecilia entonces fue entre mis piernas, arrodillándose sobre la cama, pude ver entonces su generosa verga completamente rasurada sacudiéndose de lado a lado, como un sable, tomó mis piernas desde mis tobillos y las llevó hacia atrás, iba a hacerlo
Sentí su glande incrustarse en mi culito, y me contraje por instinto, entonces ella mientras lubricaba con saliva me dijo
Tranquilo amor, si llegaste hasta acá, por algo será, no te parece?
Me relajé, y en poco tiempo sentía como mi culito se abría todo para recibir el amor de Cecilia, respiré profundo, me dolía, pero me gustaba, era raro, era rico y sería la primera vez en que le comería su sexo con mi cola
Me perdí en el placer, tenía la verga dura, me mordía los labios, cerraba mis ojos para disfrutar
Ella de pronto a sacó y empezó a escupir su semen caliente sobre mis testículos, sobre mi propia pija, sobre mi pubis, sobre mi vientre, incluso llegando a mi pecho
Ella vino a mi lado, con una risa de placer pintada en su rostro, me besó dulcemente y empezó a masturbarme para hacerme llegar, para terminar esa mañana de placer
Hoy nuestro amor está más fuerte que nunca, somos pareja formal y nos amamos a nuestra manera, sin importarnos el entorno, no me molesta que me digan que ‘soy un puto reprimido’, ni mis compañeros de clases, ni ninguna de mis ex, quienes por cierto se mofan de la situación ante la primera oportunidad que tienen, la única que no nos juzga es mi hermosa hija, quien por cierto se lleva de maravillas con Cecilia
Estamos ya terminando nuestros estudios, y aunque un título bajo el brazo aumentará mi estima, lo mejor de la historia es haber tenido la oportunidad de conocer a el amor que buscaba
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