Disfrutando en la playa con mi marido
Una de las muchas veces que mi marido y yo fuimos a la playa, yo estaba sentada en mi silla, con las piernas bien abiertas y el bikini metido entre mis labios. Mi esposo había ido a traerme el bronceador. Mientras estaba ahí, veía cómo los hombres pasaban mirándome los labios partidos y los pezones apenas cubiertos por mi diminuto brasier. Y, conforme pasaban y me veían, me estaba poniendo muy caliente… y no precisamente por el sol.
Decidí bajarme el bra y mojarme los pezones, que ya estaban bien duros por la excitación. Me los pellizcaba, y mi panocha empezaba a escurrir ese delicioso néctar que vuelve locos a los hombres. Justo en eso, venían seis hombres caminando. Cuando me vieron, comenzaron a hablar entre ellos. Solo escuché que uno dijo: “Se me hace que esa puta quiere verga.” Y yo pensé: Ojalá se animen.
Se acercaron con sus vergotas ya bien duras, me saludaron mientras yo seguía torciéndome los pezones, y me preguntaron si estaba sola. Les contesté que no, que mi esposo había ido a traerme el bronceador. Uno de ellos dijo: “Yo traigo mucho si quieres”, y se sacó una vergota deliciosa. Le dije: “Pero necesito para todo mi cuerpo.” Y todos rieron: “Te damos todo el bronceador que necesites.”
Dos de ellos me pusieron a mamarles la verga mientras los otros me abrían más las piernas y me metían los dedos, que sacaban completamente escurriendo. Luego fueron cambiando, hasta que mamé todas las vergas. Después, me bañaron de mecos: en la cara, las tetas y las piernas. Cuando terminaron, les limpié la verga a todos, y se fueron.
En eso vi que mi esposo venía, y yo me estaba embarrando los mecos por la cara y las tetas. Cuando llegó, me besó bien rico y me dijo: “Ya veo que te dieron suficiente bronceador.” Y le respondí: “Sí, amor. ¿Me ayudas con las piernas?” Y él me dijo: “¡Claro que síiiiii!”
Espero les guste.
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