Rompí el condón de mi mamá

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Mi madre es una zorrita que siempre ha andado en busca de diversión a través de los placeres del sexo, por lo que sus relaciones estables eran pocas. Sin embargo, hubo una vez que consiguió una pareja que gozaba de una privilegiada posición económica. Mi madre sabia que debía cuidar esta relación, pero sus instintos carnales la traicionaron.

En aquel entonces, mi madre tenía 30 años y como hasta ahora seguía luciendo su cuerpo espectacular, el cual usaba para manipular a muchos hombres. Conoció a un adinerado hombre de 43 años, al cual llamaremos Miguel. Seguramente, él no conocía el pasado de mi madre y termino cayendo en sus encantos.

Al principio tuvieron muchas citas en las que cortejaba a mi madre con costosos regalos y la llevaba a lugares lujosos. Aunque él y yo no nos lleváramos bien, él seguía frecuentando mi casa. Pasaron un par meses y no tardaron en casarse. Tuve que mudarme con mi madre a la casa de Miguel que era espaciosa y muy bonita la verdad. Ahora que vivía en la casa de Miguel, yo estaba subordinado a sus reglas y humillaciones de su parte. Cierto día se me acerco para dejarme en claro que solo se había casado con mi madre por su cuerpo y que solamente la quería para cogerla. Yo ya sospechaba que ese era el motivo por el cual se había casado con ella. Aunque yo le advertí que mi madre era una bandida, él hizo caso omiso a mis advertencias y fue así como comenzó mi nueva vida en ese hogar.

Todas las mañanas escuchaba hasta mi habitación como Miguel se culiaba a mi madre. Oía sus gemidos de puta y el rechinar de la cama. Pero eso solo fue el comienzo. Al parecer, había hecho un trato con mi madre para cogerla cuando él quiera sin importar que yo estuviera presente. Mi madre sabía que yo comprendería, pues vivir en esa casa no era gratis. Miguel y mi madre se volvieron unos auténticos adictos al sexo. No había ni un solo día en el no tuvieron sexo. Ellos tenían sexo solo cuando yo estaba allí con ellos. Lo hacían en cada rincón de la casa como la cocina, el comedor, el jardín e incluso mi habitación.

Miguel no tenia ni una sola pisca de respeto por mi y solo buscaba humillarme a través de las folladas salvajes que le daba a mi madre. Por ejemplo, una noche entraron a mi habitación besándose mientras yo intentaba dormir. Ambos estaban desnudos por completo y se tumbaron en mi cama. Miguel se recostó a mi lado y mi madre comenzó a cabalgar su polla como perra en celo. Yo veía las hermosas tetas de mi madre rebotar al compas de sus saltos sobre la verga de Miguel. Miguel me obligo a ver como se follaba a mi mamá, de lo contrario me mandaría a dormir al suelo.

Mi madre me veía a los ojos muy excitada y se mordía los labios mientras reía. Parecía excitarle demasiado esta situación. Posterior a eso mi madre se colocó en cuatro sobre encima de mí y mirando hacia mis pies. Vino él por detrás y comenzó a penetrarla. Lo único que podía ver era la verga de Miguel entrando y saliendo de la vagina de mi madre con mucha pasión. Tuve que soportar mucho tiempo hasta que él se corrió adentro de ella.

Cuando el saco su pene, salieron unas gotas de semen de la vagina de mi mamá que terminaron cayendo en mi rostro. Fue algo desagradable pero mi madre se acerco a limpiarme con su lengua para tragarse las gotas de semen de Miguel. Finalmente, mi madre se despidió de mi con un beso y pude dormir en paz.

A la mañana siguiente, me senté a desayunar, pero de pronto Miguel comenzó a follarse a mi mamá. Parecía que lo de anoche no había sido suficiente. Mi madre se desnudó y subió una de sus piernas en la mesa para que él pudiera cogérsela. En otras ocasiones, ellos iban de viaje y Miguel me enviaba videos de como se cogía a mi madre, los cuales veía por morbosidad.

Con el pasar de los meses, Miguel fue enamorándose de mi madre y ya no era solo lujuria lo que sentía por ella. Fue ese su gran error, pues mi madre no es una mujer de la que te debas enamorar. Para mi era imposible creer que ella le había sido fiel todo este tiempo. Mi incredulidad me impulso a buscar algo que pudiera delatar a mi madre. Fue así que comencé a espiar a mi madre. Busque entre sus pertenencias y también me fije en sus comportamientos, algo parecía ocultarnos.

Cierto día me encontraba en casa, pero mi madre pensaba que yo no me encontraba. Eso hizo que se me presente mi gran oportunidad. Mi madre llego del gimnasio. Cuando la escuche entrar, no hice ningún ruido para que no supiera que me encontraba ahí. Ella entro a bañarse y yo salí a buscar en su mochila. Estaba nervioso por si ella llegara a descubrirme así que trate de ser rápido. De pronto encontré un condón entre uno de los bolsillos.

Me pareció extraño, pues nunca la veía usar condones cuando follaba con Miguel. Al instante pensé que debía hacerle un agujero con una aguja. Nada de esto era contra mi madre, sino contra Miguel, para darle una lección. Hice todo rápidamente y devolví todo a como estaba. Cuando mi madre salió de la ducha yo ya estaba en mi habitación.

Me quedé pensativo de él porque mi madre traía un condón entre sus cosas y solamente pude deducir que se trataba de un amante. Pero también deduje que Miguel era posiblemente estéril, porque todo este tiempo se cogió a mi madre sin ninguna protección y ella nunca se embarazo. De pronto, ella sale de su habitación y yo me escondo tras la puerta entreabierta para observarla. Ella se encontraba muy bien vestida y arreglada. Al parecer hablaba con alguien por el teléfono, aunque no logre entender mucho.

Al cabo de un rato, se marchó. Un par de Horas después me envía un mensaje en el que me dice que había salido al gimnasio, lo cual yo sabía que era mentira. Justo llegaba Miguel a casa. Él me pregunto por ella y le dije que había salido hace poco. Era una mentira para distraerlo y ya sabia que estaba pasando. No paso mucho hasta que mi madre regreso, pero con una ropa distinta con la que se había ido. Llego con su atuendo de gimnasio que se le veía muy bien y además con el cabello algo humedecido.

Decía estar cansada y que se iba descansar.

Yo traía mucho morbo y curiosidad por saber a dónde se había ido en realidad. Por la noche salí de mi habitación para buscar nuevamente en su mochila de gimnasio. Note que el condón que había encontrado ese día ya no estaba. Pensé que quizás lo había usado o desechado, pero eso no iba a saberlo hasta unos meses después que empecé a notar a mi madre extraña. Ella estaba embarazada, no lo podía creer.

Miguel también empezó a notarlo. No tarde en recordar que tal vez todo esto había sido por mi culpa, pero no me sentía culpable. Miguel y mi madre terminaron divorciándose. Miguel recibió su lección por todo lo que había hecho y no haberme escuchado antes. Mi madre también recibió su merecido por haber sido una zorra infiel, aunque pudo sacar una buena cantidad de pasta de su divorcio.

Luego de eso, volví a mi vida de antes de que mi madre conociera a Miguel, hasta que a mi madre se le cruzara otro pretendiente interesante claro esta.

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