Miguelito, pude ser tuya, pero las mentiras sobresalieron

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¿Cómo empezar este relato? Ok, tengo 30 añitos, y esta historia paso hace 6 años cuando tenia 24 añitos soy toda una baby, vivo en la Riviera Maya, linda, alta de piernas largas, buen culo la verdad, me encanta la lencería que entre más pequeña mejor, me encanta siempre andar bien depiladita, acinturada con tetas ricas, buen tamaño y en su lugar, cabello largo negro y hago de mi vida y mi sexo lo que yo quiera.

  • Hola ¿Vamos a la playa?
  • ¿A qué playa?
  • Yo iba a ir a Xcacel, ¿jalas?
  • Perfecto, pasa por mí.

Quedó en pasar por mi casa en 15 minutos. Hacía mucho que Miguel no me llamaba desde hace un buen tiempo pero ese día no tenía plan y era mejor que quedarse en casa en mi día de descanso, así que un duchazo rápido con depilación incluida, caray, sol, playa, merece un bikini chiquito. No me imaginaba que Miguel estuviera en Playa del Carmen pero ya tendríamos en el coche y en la playa tiempo de ponernos al día de nuestras vidas.

Me estaba esperando fuera del coche. Seguía igual que la última vez pero más delgado, fuerte marcado caray más mamadito. Le sentaban muy bien los kilos de menos que tenía. Los bermudas y su camiseta de tirantes le quedaban geniales. Mira que bien pensé mientras nos abrazábamos y recibí un besito coqueto, un viejo amigo que había mejorado con los años.

Nos subimos al coche. Yo iba con mi vestidito playero, ligero y cortito pero como siempre iba con el bikini más pequeño que tenía por debajo no me importaba que se viera de más. En el trayecto hasta la playa nos fuimos poniendo al día. Miguel había estado un tiempo en la Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey y ahora llevaba 1 mes aquí en Playa vendiendo bienes raíces. Se acordó de mí porque me vio una noche bailando en la Vaquita. Nosotros nos conocíamos desde que ambos vivíamos en la Ciudad de México y estuvimos saliendo algunas veces por allá de amantes desenfrenados e incluso la última vez que nos vimos aquí en Playa antes de que se fuera. De salir y coger mínimo 3 veces a la semana a que pasaran años sin saber de cada quien. Lo cierto es que siempre nos veíamos con otras personas y siempre encontrábamos la oportunidad para escaparnos.

  • Oye, no te molesta que nos alejemos un poco de la gente la verdad me gusta la tranquilidad.
  • Para nada, es mi día de descanso y lo que deseo es no ver gente.

Estacionamos el coche, bajamos y caminamos al acceso más lejano de Xcacel era un día martes y la verdad no había mucha gente ni en la playa principal, extendimos las toallas, yo me quité mi vestido y Miguel su camiseta. Me senté en la toalla como siempre pero él siguió de pie. Saque mi bronceador de mi bolsa, él se sentó al lado mío, en ese momento me quité la parte de arriba del bikini dejando mis tetas al aire, a mis 24 años tengo unas tetas tan lindas que era el momento y le lugar para presumirlas.

Nos pusimos bronceador y nos recostamos. La verdad es que los lentes de sol son maravillosas para estos momentos porque sirven para disimular las miradas y para no sentirme tan observada. Seguimos platicando de todas nuestras locuras y nos metimos al mar. Al ponernos de pie pude apreciar por primera vez bien su cuerpo. Se le notaba el ejercicio y no sé si la dieta pero aproveché ese momento para preguntarle. Me contó que solo hacía ejercicio. Le felicité porque le estaba quedando un cuerpo muy marcado muy sexy.

Después de salirnos del mar nos recostamos en las toallas y nos quedamos medio adormecidos. Lo miraba de reojo, sobre todo cuando se ponía boca arriba. Me estaba gustando su cuerpecito cada vez más. Aun brillaba en su cuerpecito moreno por el agua.

Mis tetas se empezaban a poner rojas. Era momento de ponerme más bronceador pero la flojera me invadía. Miré a Miguelito que estaba en ese momento sentado fumando. Con voz sexy y adormilada le pregunté si me podía poner bronceador, que estaba muy a gusto y no me quería mover. Miguel sin dudarlo agarro el bronceador y me la aplicó por toda la espalda. Me gustaban sus manos y más me gustaban cuando rozaban mis tetas al aplicarme crema en los costados. Vi que algo se ponía medio duro debajo de su bermuda y jejeje eso me empezó a llamar la atención. Pasó a las piernas sin detenerse en el culo. Qué caballeroso jajaja! Como pudo ignorar mi culito con la tanguita que traía, al ponerme entre mis piernas, me rozaba ligeramente mi panocha algo que me prendió inmediatamente. Mi reacción incontrolada fue separar un poco más las piernas algo de lo que pareció no darse cuenta hasta que sus manos empezaban a subir por el inicio de mis nalgas y ahí obtuvo toda mi atención:

  • ¿El culo también? -me preguntó
  • No es muy correcto pero se siente tan bien -le respondí
  • A mí no me importa caray no es la primera vez -me dijo
  • Pues dale con gusto entonces -le contesté

Sus manos llenas de crema se posaron en cada nalga y empezaron a masajearlas más que otra cosa. Las separaba y pasaba un dedo por toda la raja justo hasta donde empezaba mi panocha que se iba humedeciendo de forma muy acalorada. Solo duró un momento pero fue maravilloso. Le di las gracias y él se recostó boca abajo en su toalla. Pude ver por un segundo el bulto dentro de su bermuda y me encantó. Le dije que en un momento más yo le devolvería el favor. Me dijo que tenía una piel muy suave. Aquello parecía que iba por un camino insospechado pero me gustaba la dirección que tomaba que no desconocíamos. Tenía ganas de disfrutar usar es cuerpecito marcado moreno sudado y al lado de mi sin que nadie nos viera.

Me puse de rodillas en su toalla, tocando su cuerpo con ellas, y le eché bronceador en toda la espalda. Se lo extendí despacio pasando por toda su espalda, algunas veces dejaba rozar su espalda con mis tetas, seguí por nuca, brazos y acariciando la parte baja de su espalda su traserito. Miré si alguien se estaba fijando en nosotros pero solo había un chico solitario que parecía dormido. Hacia el otro lado de la playa no había nadie. Hice 4 o 5 pasadas en su pito que ya salía de su bermuda. Que ganas me estaban entrando de agarrarla con la mano y chuparlo como se merece pero me contuve y seguí poniéndole bronceador hasta sus pies.

  • Mmmmm, que gustito, ya no me moveré en un buen rato

Estaba excitada. Entre sus toqueteos y los míos me había puesto extremadamente cachonda, empecé a recordar todo lo que había echo e incluso la última vez que nos vimos que me dio una rica culeada sin dejarlo ponerme las manos encima. Esperaba que se diera la vuelta pero su comentario indicaba lo contrario. Armándome de atrevimiento le dije que se acomodara esa cosa que se le salía de la bermuda o se le quemaría con el sol; el me miró, me sonrió, le pregunté si quería yo se la podía acomodar para que no se moviera como con ironía

  • No es mala idea, pero despacito  me dijo él

Lanzada, tome la bermuda y la jale un poco y con mi otra mano la tome por completo y se la acomodaba, ya traía ese pito bien parado pues se volvía a salir hasta que deje mi mano posada en ese animal, se rio con mi ocurrencia pero noté un gemido en su voz.

  • Si muevo la mano se sale de la bermuda y necesito acomodarla a cada momento…
  • Por mí no te preocupes -me contestó ya insinuando descaradamente que empezara a masajeársela
  • No respondí solo empecé a sobarle ya dentro de la bermuda
  • ¿estamos solos verdad? -me preguntó sin mirarme
  • SI!!! Te parece si nos metemos al mar rápidamente -respondí sin pensar

Él se levantó y se sentó en la toalla. Su animal ya estaba fuera de la bermuda, me dio un besito en los labios.

  • Mejor ve yendo tú, yo voy en un minuto

El agua fría del mar refresco un poco mi calentura que ya no podía disimular. Enseguida entro Miguel, casi corriendo e intentando que no se notara mucho que la traía bien parada. Nos refrescamos rápido. La idea de meternos era para que nuestra piel no supiera a bronceador pero parecía que había sido una mala idea. No se acercaba a mí. Lo noté un poco tenso. Salimos del agua. Su paso era lento. Tenía una expresión diferente en el rostro. Le pregunté qué pasaba.

  • Nada -me dijo
  • Seguro?
  • Bueno, es que estoy saliendo con alguien desde hace un tiempo. No es nada serio todavía pero la chica me gusta mucho y me siento extraño sabes…

Me quedé completamente boquiabierta, estaba muy caliente completamente empapada pero no quería parecer desesperada por que me cabalgaran con locura y frenesí. Llegamos a las toallas, nos sentamos y me ofreció un cigarrillo. Llevaba meses sin fumar pero en ese momento lo acepte. Empezó a pedirme disculpas, a decirme que él no solía comportarse de esa manera bla bla bla. Dejé que soltara todo lo que llevaba dentro y pasamos el resto de la tarde tomando el sol, bañándonos y conversando.

El sol empezaba ya a ocultarse y la playa ya vacía. No quedaba nadie a nuestro alrededor. Me propuso tomar unos tragos. Me puse mi vestidito sin el bikini lo hice completamente a propósito. Aunque intuía que ya no pasaría nada seguía excitada. Guardé el bikini en mi bolsa asegurándome que lo viera. Mi vestido estaba claramente diseñador para llevarlo con un bikini debajo. Medio transparente, tenía un escote no muy atrevido pero sí con mucha holgura, con lo que era muy fácil verme las tetas. Unos botones hasta la cintura lo hacen más sensual todavía. Además era muy cortito.

Nos sentamos, ordenamos algo y claro veía como sus ojos se perdían en mi escote. Estaba apoyada en la mesa, con los brazos separados, permitiendo que mi vestido se separara lo suficiente de mi cuerpo para que tuviera una visión de mis tetas. Nos llevaron las chelas y Miguel se dio cuenta de lo que yo hacía, no perdió tiempo en comentar la jugada. Me hice un poco la despistada hasta que me confesó su afición a esos jueguecitos. Me contó que, cuando vivía en Guadalajara, los practicaba mucho con una chica con la que salió varios meses. Mis ojos y mi expresión debieron expresar a la perfección que me encantaban también esos jueguitos excitantes porque me lo preguntó abiertamente. Mi excitación y calentura regresaron en un minuto, regreso de golpe justo cuando el mesero volvía con nuestras chelas. Después de dejar ver al mesero de nuevo parte de mis tetas, vi una sonrisa en su cara y cierta excitación en sus ojos. No estaba todo perdido todavía y creo podría convencerlo de que me cogiera esa noche.

  • ¿Jugamos? -le pregunté con picardía
  • Puede ser divertido y excitante -me contestó guiñándome un ojo
  • Pues dime cómo quieres que juguemos

Se quedó pensativo mientras sus ojos recorrían mi vestido analizando las posibilidades que ofrecía. Su mirada hizo que sintiera un cosquilleo en el estómago.

  • ¿Por qué no desabrochas un par de botones y vas a pedirle botana? él está más alto que tu

Quería jugar, claro estaba más que excitada!!! Me desabroché los dos botones que me dijo. Ahora mis pechos quedaban casi a la vista sin necesidad de nada más. Reflexioné en ese momento sobre lo raros que son los hombres a veces e idiotas también. Seguro que ese mesero estaba cansado de ver chicas desnudas trabajando en un barcito en Playa del Carmen. Sin embargo parecía que ver algo que se quiere que no se vea al ponerse un vestido le da más valor.

Fui hacia la barra. Ahí estaba el afortunado de pie, mirándome con la discreción mínima para no ser muy descarado pero notaba sus ojos en mis tetas que se movían sin control. Le pedí algo de botana y tardé mucho en encontrar en mi monedero el billete para pagar. Al levantar de nuevo la vista, lo agarre con los ojos bien metidos en mis tetas ya sin descaro ni nada:

-No te detengas, puedes mirar que no me importa siempre que te guste lo que ves

El no dijo nada, solo me lanzó una sonrisa. Yo regresé con mi Miguel y le conté. Su pito estaba durísimo no lo podía contener porque tuvo que acomodarse la bermuda. Seguimos hablando y contándonos cosas de ese estilo que habíamos hecho y me di cuenta que los dos nos estábamos poniendo muy cachondos por fin ahora si lo estaba calentando. Le pregunté si nos íbamos y empezamos a caminar hacia el coche. Yo no me había abrochado el vestido y cuando me comentó el mismo pensamiento que había tenido yo hacía un rato, sobre cómo cambiaba el enfoque entre ver a una chica desnuda o verle las tetas por un vestido atrevido, deje caer el vestido mientras seguía caminando no pude reprimirme más, se dio cuenta de lo que estaba haciendo y lo besé, le di un beso de esos que lo cimbró completamente. Lo agarre por sorpresa pero no tardó en separar sus labios para que jugaran nuestras lenguas y fuera más intenso. Nos besamos mucho tiempo seguido, con nuestros cuerpos pegados pero las manos quietas.

  • Lo siento -le dije-pero son ya me diste dos calentones en una tarde y no aguanto más más
  • No pasa nada, yo ciento lo mismo que tú y me muero de ganas por seguir con esto

Al escuchar eso, yo ya llevaba más de 50 m caminando desnuda volví a besarlo mientras ponía mis manos en su nuca y lo empujaba para que me lamiera las tetas. No fue capaz o no quiso presentar resistencia y me abrazó con sus manos mientras me llenaba de besos, lamidas y pequeños mordiscos, el descendía besando cada centímetro de mi piel hasta notar su aliento en mi panochita entre mis labios. Separé mis piernas y dejé que me lamiera, que disfrutara del sabor de mis jugos que empapaban mi entrepierna. Su lengua separaba mis labios vaginales, iba desde el clítoris hasta la entrada de mi vagina y volvía. Mantenía el equilibrio agarrándome a su cabeza que él parecía interpretar como que no quería que parase. No se detuvo, sino que incluso empezó a usar también sus dedos para darme más placer todavía y mis gemidos eran ya demasiado escandalosos para ese caminito dónde nunca sabías cuándo te podías topar con alguien.

Mi primer orgasmo. El orgasmo llegó demasiado pronto pero no fui capaz de controlarlo. Oleadas de placer se extendían por todo mi cuerpo y las convulsiones que experimentaba le hicieron imposible seguir. Me dejé caer encima de mi vestido y me abracé a sus piernas, exhausta de placer. Tardé un rato en poder levantar la mirada y más en conseguir ponerme de pie. Sus labios brillaban impregnados aun en la humedad de mi excitación que acababa de saborear.

Ahora sí miré a mí alrededor. Seguíamos solos, quise besarlo pero no me dejó.

  • ¿Te sientes culpable de nuevo? -le pregunté todavía desnuda
  • Sí-respondió bajando la mirada al suelo

No iba a forzar más la situación. Mi calentura había quedado bien saciada en un orgasmo increíble y realmente quería que me cogiera pero ya no era una necesidad, solo un deseo. Me puse el vestido de nuevo y, cuando iba a abrochar los dos botones que habían provocado ese instante tan maravilloso para mí, me pidió que no lo hiciera. Accedí contenta a su deseo y me desabroché discretamente un tercer botón cuando reanudamos la caminata hacia el coche.

Llegamos al estacionamiento sin cruzar una palabra aunque noté como su vista se iba a veces hacia mis tetas. Al entrar al caminito en el que habíamos dejado el coche salió una pareja. La mirada que el tipo me lanzó me calentó y me hizo sentir algo en mi entrepierna pero Miguel no dijo ni hizo nada.

Subimos en el coche y me pasé el cinturón entre las para seguir dándole buenas vistas. Volvió a hablarme y volvimos a sentirnos cómodos los dos, rebasamos un tráiler y su conductor echó la típica mirada de vehículo adelantado y tocó el claxon, supongo que agradecido a lo que acababa de ver. Antonio se preguntó por qué le había tocado el claxon y se lo conté.

-Buf, no aguanto más, necesito juegues con mi miembro que ya te lo pide a gritos -me pidió

La verdad es que ya lo deseaba desde la tarde y empecé a acariciar su pitote y su pierna. Nada más rozarlo se le puso durísimo y eso me encantaba me hacía desearlo más y más. Pobre Miguel, pensé. Seguro que lleva dos horas reprimiéndose. Solo podía tocarle por encima de los bermudas pero parecía que era suficiente. Gemía y conducía. Al entrar en Playa y para en el primer semáforo de Centro Maya, se abalanzó sobre mí para besarme. Sin preguntar me llevó a su depa. Metió el coche en el estacionamiento y nada más bajando del coche se abalanzó sobre mí, metiendo sus manos por mi escote abierto, agarrando mis tetas con una pasión y excitación desbordante, su lengua se entrelazaba con la mía. Me fue empujando hasta el ascensor sin dejarme ni siquiera sacar mi bolsa del coche. Sin mirar, me empujó dentro, pulsó el botón de su piso y se arrodilló para hundir de nuevo su cabeza en mi panocha ya empapada otra vez.

Nada más entramos a su departamento sin haber cerrado completamente la puerta mi vestido ya estaba en el suelo ahí estaba yo desnuda empapada y convencida de que me llenaría de placer, me cargo y me llevó hasta su cama. Me dejó caer mientras se desnudaba a una velocidad increíble, dejándome ver su pito completamente parado cabezón y venudo rico como me gustan grandes. Separando mis piernas la puso en la entrada entre mis labios y me penetró lentamente, fue lo único suave. A partir de ahí fue aumentando el ritmo, me cogia como si fuera el última vez. Notaba como sus huevos me golpeaban en la cola, me la metía entera en cada va y ven. Mi concha no dejaba de lubricar más y más hasta que empezó a escucharse el chof, chof de lo empapada que estaba, sus ojos estaban cerrados y su rostro colorado por el esfuerzo, gemía en silencio, yo lo disfrutaba y veía su cara, yo me sentía en la gloria siendo cogida y sentir como me penetraba de esa forma tan salvaje y apasionada.

De repente paró y me preguntó si tomaba pastillas algo así, le dije que no y que ya era muy tarde para preguntarme sobre eso, lo sujete con mis piernas dándole más profundidad, él sabía que se vendría dentro de mí y que de la forma como yo lo jalaba hasta al fondo ahí los quería todos hasta la última gota, así que empezó más fuerte y ahora si gemía con fuerza yo empecé a gemir de la misma forma y estaba teniendo yo un orgasmo explosivo sentía como crecía su pito dentro de mi cada vez más hasta que empecé a sentir sus espasmos dentro de mí… es lo más rico sentir como me deja toda su leche dentro de mi hasta el fondo, le quite mis piernas y le pedí que como siempre que no se saliera hasta que mi vagina expulsara su flacidez.

Todo su lecha ya escurría de entre mis piernas mi calentura empezaba a bajar, quería besarlo y sentir ese beso ahora que ya había descargado su tensión sexual en mí, esperé a que su respiración volviera a un ritmo normal.

  • Cómo estuvo -me dijo
  • Nunca me habían echado tanto leche hasta lo más fondo de mi como hoy-le contesté halagando todo lo que me dejo dentro, orgullosa de haber provocado su reacción y aliviada porque se acordara él al final de cómo me gusta sentirlo y menos mal que no quisiste correrte en mi boca porque creo que me hubiera ahogado, jajaja.
  • ¿lo hubieras hecho?
  • Si me lo hubieras pedido, seguramente, además sabes que me encanta
  • Tomaré nota – añadió mientras se levantaba

Volvió enseguida con una toalla con la que me limpió de una forma muy dulce. Cuando acabó, me dio la espalda un momento para dejar la toalla en una silla y me abracé a él, estuvimos mucho rato así, a mi gustaba. No quería asumirlo pero era lo que sentía. Lo besé en la nuca y pasé mis dedos entre su cabellera. Lo abracé también con mis piernas y besaba despacio sus hombros mientras acariciaba su abdomen marcado. Se dejaba abrazar. Se dejaba acariciar. Y minutos después de este tratamiento, ya tenía otra erección.

Me puse encima de él y me la introduje despacio de nuevo en mi colita que ya estaba húmeda. Lo cogia despacio, dejando que la moviera dentro de mí mientras yo estaba amodorrada arriba de él. Sus manos me sujetaban por las nalgas, levantándome y dejándome caer en su tremenda erección cada vez. Cada movimiento de su lengua en mi boca hacía más y más placentera cada penetración. Ya no había urgencia solo queríamos placer, me encantaba dejarme caer y sentir como se clavaba en lo más profundo de mi cola.

Sin preaviso, me vino el orgasmo. Dos veces seguidas. No me lo podía creer. Esos orgasmos solo los disfrutaba con… con… bueno ya me han leído antes. Lo miré a los ojos… Me gustas mucho (de verdad estaba para comérmelo toda la vida) no pude evitar expresar lo que estaba sintiendo. Su respuesta fue un beso y reanudar sus movimientos. Me dejé llevar moviéndome en círculos, sintiendo su polla en todas las partes de mi coño, sus manos en mi cadera guiándome, su boca en mi oreja lamiendo mi lóbulo y oyendo sus gemidos cada vez más intensos hasta que me contó que iba a correrse y que tenía que salirse. No lo deje, quería que siguiera dentro de mí todo el tiempo y así fue, nuevamente me lleno de su leche espesa rica y que sentía en cada espasmos como se alojaba dentro de mí, me beso agradecido y satisfecho.

Nos quedamos dormidos abrazados. Cuando me desperté ya era de noche. Estaba sola en la cama con la única luz que entraba de la calle. Solo se oía el ruido de la gente que pasaba caminado. Me levanté lentamente, abrí la puerta del cuarto y vi la luz encendida de la sala. Caminé silenciosamente por el pasillo, descalza y desnuda sin hacer ruido y lo que vi no me gusto, me dejó helada.

Mi amante Miguel se estaba cogiendo a una chica en completo silencio. Ninguno podía verme. Me sentí triste y decepcionada, pero no podía pedir más ya que yo sabía de la situación de su chica. Yo había sentido una conexión especial toda la tarde y estaba convencida que él también, a pesar de sus pretextos iniciales.

Vi mi vestido tirado aun en el suelo y las llaves del coche en la puerta, apreté el botón del elevador y estaba yo ahí parada desnuda casi al borde del llanto en un lugar que no era mi casa. Me dio tiempo de meterme el vestido por la cabeza y cuando se abrieron las puertas lo iba bajando por la cintura, iba ocupado. Un chico de unos 18 años cuyos ojos se abrieron como reflectores, mi vestido aún seguía con los tres botones desabrochados.

Me vi reflejada en el espejo del ascensor, despeinada, sin maquillar, descalza, con las tetas casi a la vista. ¿Bajas o subes? Fue lo único que se me ocurrió decir. Lo que tú quieras, balbuceó sin apartar sus ojos de mi súper escote y cuando entre al elevador creo aun traía el vestido en la cintura con el culo al aire. Baje al estacionamiento, sentía la mirada del chavo clavada en mí pero no me encontraba incómoda por lo que no me acomode bien el vestido.

Al llegar abajo me encontré con una puerta cerrada que al llegar no lo estaba y no había más llaves en las del llavero. El chico me preguntó si quería que le abriera la puerta y le dije que sí, que tenía que agarrar mi bolsa para volver a casa. Descalza? Me preguntó mirando a una parte de mi cuerpo que por primera vez no eran mis tetas. Le dijo que no, que iba en coche. Me abrió la puerta y le di las gracias. Me subí en el coche de Miguel y volví a mi casa.

Al meterme en cama le envié el siguiente whatsapp: “tengo tu coche, cuando acabes de cogerte a tu amiguita puedes venir por el”

Espero sus comentarios…

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Alexa
Alexa

Chica loca con la cabeza al reves modelo '94 contadora en la cocina cocinera en el jardin jardinera y en la cama...

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