Mi marido me mira con ganas y mucho morbo

Marcelo y yo, María, somos un matrimonio al que nos encanta fantasear cuando hacemos el amor. Nuestra fantasía preferida fue siempre pensar que estábamos haciéndolo con otro hombre y a él le encanta verme acabar y gozar. A mí siempre me excitó esta fantasía pero cuando me decía si quería hacerla realidad, yo siempre contestaba que no sabía, que no quería, que no necesitaba a otro hombre. Mi marido siempre me insistía con que le encantaría verme hacer el amor con otro hombre pero yo siempre le decía que no.

Sucedió que una noche me invitó a bailar y me llevó a uno de esos lugares de intercambio de parejas (yo me enteré de lo que era cuando estaba adentro). Él me dijo que no me obligaba a nada, que me amaba con todo su corazón y que me traía sólo para que viera, mirara (como tanto me gusta).

Había parejas que intercambiaban el baile entre ellas, se abrazaban y besaban y muchas se retiraban a un lugar apartado. Ante mi curiosidad le pregunté qué era y me contestó que no sabía. Entonces nos levantamos y fuimos a ver. ¡Dios mío!. Había un montón de parejas haciendo el amor en una serie de camas una al lado de la otra y yo me quedé fascinada mirando fijamente.

Comencé a excitarme de una manera que jamás había sentido mirando películas pornográficas ¡aquello sí que fue excitante!. No es lo mismo una película que verlo en directo. Al pasar un rato nos fuimos a casa y le hice el amor como una tigresa insaciable. Lo volví loco y fantaseamos con que nosotros estábamos allí.

Dos semanas después volvimos a ir. Me insistió en realizar un trío pero yo volvía a contestar lo mismo. Nos sentamos a una mesa y pedimos algo de tomar. Mirábamos a las parejas bailar y ya me empezaba a calentar. Se nos acercó un hombre y preguntó si se podía sentar a charlar con nosotros diciendo que se llamaba Miguel. Marcelo le dijo que sí pero yo no estaba muy convencida ¡y encima se sentó a mi izquierda, al lado!.

Durante la charla me comenzó a parecer simpático; además estaba re-fuerte ¡era divino!, del tipo latino aunque de pelo rubio y contextura física fornida. Cuando en un momento se fue al sanitario, Marcelo se puso muy mimoso conmigo y me preguntó si Miguel me gustaba para fantasear con él; entre mimos y un poco de vergüenza le dije que me parecía lindo, que estaba fuerte y que me gustaría fantasear con él. Con cara de pillín me preguntó si me gustaría que concretáramos nuestra fantasía… ¡Hay mi dios!… ¡No! le dije otra vez. Entonces me propuso que al menos dejara que me besara, unos mimos pondrían fuego a nuestro deseo… “no sé”, le contesté… “Dale, no seas malita, si a vos te gusta aunque sea un poquito… ¡dame algo de celos, déjame verte aunque sea besar a otro hombre!”. “No sé, va a pensar mal… contesté y me quedé como apichonada.

Miguel volvió al rato del sanitario y se sentó otra vez a mi lado. Marcelo comenzó a meterme mano entre las piernas y le preguntaba a Miguel si yo le gustaba y cosas así… En verdad, la situación me estaba poniendo a mil, pero yo tenía una vergüenza bárbara…

La charla siguió subiendo de tono hasta que Marcelo le hace un gesto que en su momento no logré ver. Miguel se me acercó y me dio un beso muy suave en la boca que yo no esquivé ¡me encantó!… Comenzó a besarme en los labios y yo no me resistía; miraba a Marcelo de reojo y su calentura era tan evidente que me convenció de besar a Miguel en forma liberal, sin ataduras y con confianza. Mientras nos besábamos, Mi marido me daba besitos en la mejilla derecha y seguía metiendo mano hasta que sentí la mano de Miguel en mi pecho derecho…

La situación iba tornándose morbosa al mil por mil. Después salimos a bailar los tres, pero sin tocarnos, sólo me acariciaron la espalda. Me excitaba mucho la situación de estar besándome con otro hombre al lado de mi marido, me estaba mojando toda.

Marcelo propuso que nos fuéramos a otro lado… Nos subimos al auto y el muy degenerado (menos mal) nos llevó a un hotel alojamiento, donde después de pedir algo de tomar al servicio de habitaciones y charlar fumando un cigarrillo para ir tomando mayor confianza, me desabroché el cinturón y me acerqué a Miguel quien me empezó a quitar los tirantes del body. Cuando me los había bajado por debajo del pecho, dejándome las tetas al aire, me empezó a besar y yo empecé a desabrocharle la camisa y los pantalones y a quitárselos mientras lo miraba a Marcelo con esa mirada que tanto lo excita… Marcelo me quitó la pollera, las medias y la bombacha. Cuando estuve desnuda me volví hacia Marcelo y le desabroché la camisa mientras Miguel me besaba por la espalda y me acariciaba los pechos. Le pregunté si le gustaba y me contestó que estaba excitadísimo, que me deseaba más que nunca. Cuando desabroché la camisa y los pantalones a Marcelo, me volví hacia Miguel y lo terminé de desnudar. Me asaltó la curiosidad al ver su pija que era un poco más grande que la de mi marido; se la agarré con la mano y lo besé en la boca. Miguel y yo nos tumbamos en la cama, empezando a acariciarnos y besarnos.

Mi marido se terminó de desnudar y se incorporó a la cama. Entonces les dije que se sentaran en el borde de la misma. Yo me bajé, me arrodillé en el medio de los dos y comencé a chuparle la pija a mi marido mientras con otra mano acariciaba la de Miguel. Luego pasé a chupársela a Miguel mientras lo miraba a Marcelo “de esa forma que tanto le gusta”. Primero le pasaba la punta de la lengua por su glande, lo recorría y le daba besos y humedecía con la lengua (lo miraba a Marcelo que ya para ese entonces estaba como descontrolado por la excitación). Fui subiendo por todo su tronco y comencé a chuparle la cabeza, metiéndome la pija de Miguel en la boca. Así intercambiaba con uno y otro, un ratito cada uno hasta que mi marido me agarró y me dijo: Vení guachita, dame un beso con esa boca con gusto a pija de otro hombre… Nos dimos un beso enorme, húmedo y profundo y yo le refregué la lengua hasta la garganta. Me recostó dulcemente en la cama y mis dos hombres se pusieron uno de cada lado mío. Los dos me acariciaron, me besaron, me chuparon la vagina, las tetas, los pezones, la boca, el cuello; en un determinado momento en que Miguel me chupaba la conchita y yo le chupaba la pija a mi marido tuve un orgasmo fuertísimo y duradero; Marcelo me abrazó fuerte y me dijo que era hermosa y que me amaba con todo su corazón. Me relajé mientras me besaba y Marcelo me preguntó si me gustaría que Miguel me la metiera, le contesté: ¿a vos te gustaría que me la meta…? y me respondió que sí; entonces le dijo a Miguel que me penetrara, que me metiera esa pijaza. Al mismo tiempo me puse a chuparle la pija otra vez a mi marido. Cuando Miguel comenzó a penetrarme yo continué chupándosela a Marcelo. El placer que sentí es indescriptible. Miguel me comenzó a coger cada vez más rápido y tuve otro orgasmo. Luego cambiamos de posición: Marcelo me la metía y yo se la chupaba a Miguel mirando de reojo a mi marido que estaba como enloquecido. Así acabé más fuerte que antes y Marcelo se controló para no hacerlo todavía.

Luego cambiamos otra vez. Me puse como perrito y Miguel me la empezó a meter desde atrás mientras Marcelo me besaba los pechos y me acariciaba el clítoris. Le decía a mi marido: mirá cómo me coge ¿te gusta?, mirá qué divino. Acabé 2 veces más mientras gritaba como loca: ¡métanme esas pijas, cójanme!, ¡ay que divino, llenen mi concha de leche!…

Miguel acabó toda su leche adentro de mi concha. Marcelo como desesperado me dio vuelta y comenzó a chuparme la concha llena de leche (mientras, Miguel se fue a lavar y volvió al rato). Estando acostada y con mi marido chupándome la concha yo comencé a chuparle la pija a Miguel. Marcelo me montó y me dijo que se sentía hermoso cogerme la concha llena de leche de otro hombre. Yo me sentía volar con dos hombres a mi servicio, me sentía con poder… y un placer que parecía volar por las nubes.

Cuando me cogía Marcelo yo seguía mamándole la pija a Miguel. Cuando acabó mi marido dentro de mi conchita, yo acabé de una forma tan fuerte como nunca lo había hecho antes. Nos recostamos y estuvimos otro rato besándonos, acariciándonos, relajándonos…

Al cabo de un tiempo Marcelo y yo fuimos al baño juntos. Nos besamos y acariciamos llenos de felicidad. Me preguntó si quería volver a coger con Miguel y con cara de pillina le dije que sí. Me dijo que también quería verme gozar pero con 2 condiciones: La primera, que antes le chupara la pija y le diera otro beso como antes ¡eso lo excita tanto!; la segunda, que yo le dijera que quería que me la metiera otra vez.

Volvimos al cuarto, me recosté al lado de Miguel y comencé a chuparle esa pija hermosa que tanto me hizo gozar. Lo miraba a mi marido de la forma que tanto le gusta que hasta casi tengo otro orgasmo por la situación, pero me lo guardé para más adelante. Agarré a mi marido y nos besamos en la boca con frenesí, pero muy dulcemente…

Le dije a Miguel que me la metiera, que quería que me cogiera otra vez y me la metió con las piernas levantadas mientras yo me masturbaba acariciando el clítoris. Le decía que a Marcelo le gustaba ver cómo me cogían y me masturbaba. Le dije a Marcelo que me acariciara el clítoris y me chupara las tetas mientras Miguel me cogía. Al hacerlo le preguntaba a Marcelo si le gustaba ver cómo me cogía otro hombre, a lo que me contestó que le encantaba, que se sentía feliz, que le daba un morbo tremendo ver cómo me penetraba otro hombre y todavía mejor cómo me lo cogiera yo a él. Entonces acosté a Miguel y me le monté encima. Agarré su pija y me la metí de un solo empujón toda adentro; mirá, le decía a Marcelo. Mientras me lo cogía a Miguel, miraba a mi marido con esa cara de puta relajada que pongo y lo vuelve tan loco. Me puso la pija en la boca y el placer fue indescriptible…

Al llegar a casa Marcelo y yo nos acostamos en la cama y fumando un cigarrillo comentamos todo lo que sentimos. Dije cosas que jamás había imaginado decir. Hasta le dije que me gustaría volver a repetir la experiencia no una, sino varias veces pero que también me encantaría verlo a él hacer el amor con una mina. Hablando nos calentamos tanto que hicimos el amor toda la noche quedando dormidos a la madrugada estando desnudos y abrazados.

Desde aquella experiencia estamos más unidos que antes y nuestras relaciones han crecido en intensidad.

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AlfredoTT
AlfredoTT
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