Lo que se hereda (2) “Sexo anal en todas las poses”
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Me apretó contra él y fue la furia de su lengua dentro de mi boca que me decía lo que me deseaba o su estilo de macho que se coge a su hembra.
No quería quedarme atrás en la pasión desenfrenada y trate de seguir la intensidad de sus besos ahogantes y babosos. Me arrojó a la cama y se desnudó en menos de 5 segundos , muy poca panza y de músculos firmes por ser tan trabajador; no sacó un segundo sus manos de mi cuerpo y su boca empezó a recorrer mi erizado cuerpo.
Me lamió los muslos en sus partes internas saltando a mis pies y chupar los dedos de los mismos uno por uno y no paré de retorcerme ante esa nueva experiencia. Finalmente se arrojó a mi húmeda, inflamada y afiebrada vagina; fue cuando desaceleró el uso de su lengua escarbando mis labios hasta hacerme saltar el clítoris. Era un lamedor de conchas espectacular, sentí como los flujos se me caían sin previo aviso al tiempo que le rogaba que me dejara chuparle la pija, me penetró de una, empujó sin piedad, me tomó de las nalgas y ahí comprobé que no me hacía el amor; me cogía, para él era una hembra que le sacaba el antojo y a su vez quería que gozara de su condición de macho. Se movía muy bien, me la sacaba hasta el glande y volvía a entrar hasta que en una quedó bien adentro y siguió rítmicamente dentro de mi hinchándose.
Me miró fijamente, me escupió la cara y con su lengua repartió la saliva por todo mi rostro. Me babeó toda y sentí el calor de su pecho en mis senos los cuales también lamió con gran maestría. Cuando volqué mi torrente de líquido vaginal entendí a mamá (la cual no nombramos para nada), ese hombre no te trataba como una mujer, eras hembra y su consigna pasaba por ser digna de usar para su necesidad sexual. Me descargó una buena cantidad de semen en el estómago quedando a mi lado con los dedos entrelazados en un dejo de ternura agradable. Unos pocos minutos después de una charla banal me apronté para ir a lavarme y en una muestra de cariño, le bese la pija, aún tibia y babosa con mis flujos y sus últimas gotas de semen.
Sentí como latían sus venas dentro de mi boca y empezaba a crecer de nuevo; dada su edad me sorprendió la inmediatez de su futura erección, cuando me disponía a seguir al baño me tomó del brazo y me pidió me sentara arriba de él. Con su leche chorreando por mis muslos le hice caso; lo monté y empecé a cabalgarlo, me tomó de las tetas y me pidió lo bese, empezamos con una literal chupada de lenguas y hasta que no sentí su leche dentro de mí no paramos.
Al otro día cuando me desperté no estaba y me dirigí al baño para asearme. Lo ví venir por la ventana de la cocina mientras preparaba el desayuno. Me dijo que había puesto un cartel en la tranca de la granja para evitar las visitas consoladoras pos duelo. Me impresionó como miraba fijo a los ojos y por primera vez en lo que recuerdo lo vi sonreír lleno de vida. Me tomo de la cintura girando mi cuerpo y puse mis manos sobre la bacha.
Empezó a lamerme el cuello mientras con el dedo lubricaba y agrandaba mi ano. Tuve cierto escozor pero aposté a que mi mentiroso ruego lo apiadara. “No se si voy a poder”- susurré con miedo. “Tranquila, papi te va a tratar bien, te va a gustar”. Y entonces fue cuando lo sentí como lentamente entraba…me abrió las piernas y pidió que relajara las nalgas, y su bombeo fue abriendo camino en mi culo. Sentí sus jadeos de placer y empecé a llorisquear entre el dolor y el desafío de aguantarme esa pija en el culo.
Al cabo de unos minutos hubo un embate feroz y hasta morboso dado que no cesó a mis súplicas de piedad, y fué cuando en un momento agitado apoyó su sudoroso pecho en mi espalda, mientras musitaba, “Que rico, me cagaste la pija” Fue cuando por el olor me dí cuenta de que me había hecho defecar y en medio de la sensación de haber sido humillada no sé como me empecé a orinar…esa era su forma de amar, por momentos se excitaba con lo bizarro y cuando me miré en el vidrio de la ventana supe que a mi también me gustaba.
Me dí vuelta y tomé el control, lo giré y arrodillada le chupé el culo refregando mi cara en sus transpirados pendejos cargados de olor a mierda, le metí el dedo en el culo y me lo chupé, el jadeaba de placer.
Me levante y de los pelos lo hice hincar; le oriné la cara para después besarlo y recibir el suyo en mi boca. eramos 2 reverendos degenerados que solo nos importaba sacarnos las ganas denigrando al otro.
Me comuniqué con mi esposo diciéndole que en par de días volvería, fueron 2 días ardientes sin descanso ni piedad, andábamos desnudos por la casa, ya que por suerte los perros eran buenos alcahuetes para visitas inesperadas, era un constante manoseo con palabra soeces, él me decía chupa pija y yo le preguntaba que precisas mi rompedor de culo.
Me practicó el sexo anal en TODAS las poses y muchas veces me volvió a hacer defecar. Vuelta a la ciudad tuve la intención de dejar a mi marido pero tambien me corrió el miedo de que mi padrastro se cansara de cogerme. Por ende ahora trato de convencerlo de que venda la granja y se venga a vivir con nosotros en un departamento del fondo de casa.
Necesito que me cojan así….
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