La limpiadora del hotel
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Me alojé en una modesta pensión. El día lo pasaba trabajando. Salía después del desayuno y volvía para cenar. De acuerdo con mi jefe, quedamos en que yo pagaba la mitad de la factura, pues me quedé el fin de semana. El sábado, que no trabajaba, me desperté tarde, después de una noche de copas. Me levanté sobre las 11:30 de la mañana, me fumé un cigarrillo y me dispuse a ducharme.
Cuando salí de la duche, me di cuenta que no había cogido la ropa interior, por lo que salí desnudo y me llevé la sorpresa. Frente a mí, de espaldas, estaba la limpiadora agachada remetiendo las sabanas de la cama. En esa postura, y dado que el uniforme le quedaba apretado, se le notaba un delicioso culo muy bien formado. mi polla empezó a reaccionar. Muy despacio, volví al baño y cogí la toalla para liármela en la cintura. Cuando salí me encontré de frente con la limpiadora.
.- UPS, perdone… Comentó cortada… No sabia que estaba aun en la habitación.
.- No se preocupe… Contesté… Yo tampoco la oí entrar.
.- llamé, pero no contestó… Explicó más calmada… Por eso entré.
.- Con el ruido de la ducha, no me enteré… Comenté… Voy a coger la ropa y la dejo seguir en la habitación.
Mientras hablábamos, me fijé en su cuerpo. La blusa del uniforme le estaba un poco ajustada, por lo que se le notaban dos buenos pechos y el pantalón se le pegaba a sus piernas torneadas y en su entrepierna se notaba el triangulo del monte de Venus. Mi polla estaba a punto de estallar, y formaba un bulto en la toalla, que no pasó desapercibido por la chica, pues notaba como lo miraba de reojo. Cogí la ropa y me metí de nuevo en el baño.
Salí al rato, ya vestido, y la chica continuaba recogiendo la habitación. Volví a recrearme en sus curvas y como se le marcaba el culito con el uniforme. Uf, me entraban ganas de bajarle el pantalón y penetrarla allí mismo.
.- Ya terminé en el baño… Comenté… Voy al balcón a fumar y así no estorbo.
.- Vale… Contestó ella… Ahora termino con el baño.
Salí al balcón y mientras fumaba recordaba la silueta bien formada de la chica. 1´70 de altura, pelo moreno y como dije antes, dos buenos pechos y el pantalón se le pegaba a sus piernas torneadas y en su entrepierna se notaba el triangulo del monte de Venus. De pronto escuché como un grito. Entré en la habitación y fui al baño de donde sonó el grito.
Cuando entré, me encontré a la chica de la limpieza, totalmente empapada, pues abrió el grifo de la ducha, sin darse cuenta de que estaba en posición de ducha y le cayó el agua, dejando su ropa empapada y más pegada aun a su cuerpo, por lo que sus pechos parecían querer reventar la blusa del uniforme.
.- Perdona… Me excusé… Dejé el grifo en posición de ducha.
Le acerqué una toalla.
.- Gracias… Comentó, mientras cogía la toalla… No se preocupe, tenía que haberme dado cuenta.
Mientras se secaba, con la ropa puesta, no pude apartar mi vista de sus pechos, cuando los subía con sus manos para pasar la toalla. Yo salí del baño y ella se quedó secándose. Dejó la puerta entreabierta y por la ranura pude ver como se desnudaba, quitándose el uniforme y quedándose en ropa interior. Así confirmé que tenía un culo delicioso, pues las bragas negras se le metían entre las nalgas y unos pechos de infarto. Mi polla quería salir de su escondite, pues iba a reventar mi pantalón. Salió del baño liada en la toalla.
.- Tengo que llamar, para que me traigan un uniforme seco… Comentó, algo cortada por la situación.
.- Claro, no te preocupes… Comenté, sin dejar de mirar el escote… No puedes seguir trabajando así mojada.
Mientras llamaba, yo disimuladamente miraba su entrepierna por debajo de la toalla, notando un delicioso coño, con un bosque de pelillos negros cubriendo los labios vaginales. Mi polla estaba a tope y se me notaba el bulto en la entrepierna.
.- Me traen el uniforme limpio en 30 minutos… Comentó, colgando ej teléfono… Gracias por dejarme llamar.
.- No podía dejar que siguieras así… Contesté.
Se levantó y se abrió la toalla, dejando ver su cuerpazo con la lencería color carne, que al estar aun mojada, dejaba transparentar su bosque de pelillos negros y sus rosados pezones. Parece que se dio cuenta de mi erección, pues ni apartaba la mirada de mi entrepierna. Sin pensarlo me acerqué a ella y abrazándola por la espalda comencé a pasar por su cuello con suaves besos. Intentó hacer como que se apartaba, pero la atraje hacia mí, colocando mis manos sobre sus pechos, sin dejar de besar su cuello. Ya no había marcha atrás.
Se dejaba acariciar por mis labios y mis manos. Le di la vuelta y sin dejar de besar su cuello, bajé mis manos a su culo, metiéndolas por las bragas. Su reacción fue colocar la mano sobre mi polla, por encima de la ropa, notar mi erección, y comenzar a desabrochar el pantalón, dejando salir mi polla como un resorte, que estampó contra su vientre. La cogió entre sus manos, y colocándose de rodillas, comenzó a lamer desde el glande a los huevos y viceversa, hasta que se la metió en su boca y comenzó a subir y bajar con sus labios, mientras lamia con su lengua.
Estuvo un tiempo subiendo y bajando con sus labios, mientras acariciaba mis huevos, hasta que sin poderla avisar solté varias descargas de leche que le inundaron la boca y que tragó relamiéndose. La aupé, la coloqué sobre la cama y quitándole las bragas, bajé por su vientre besando cada centímetro, hasta llegar a su coño y jugar con mi lengua entre sus labios vaginales, recorriéndolos de arriba a abajo y viceversa, hasta llegar a su clítoris y succionarlo con mi lengua, mientras le iba metiendo un dedo o dos en su coño.
Cuando llegó al orgasmo, me incorporé y me coloqué encima de ella, apunté con mi polla a su coño y la penetré suavemente hasta casi la mitad de mi polla, de una sola vez. Soltó un gemido y continué empujando hasta clavársela entera, comencé el bombeo suavemente disfrutando de su coño mojado y caliente. Cuando noté que me iba a correr, saqué mi polla y solté toda mi lefa en los pelitos de su coño.
La coloqué boca abajo, y con mi polla aun dura, y apuntando a su ojete le metí mi polla en el culo, bombeando hasta que solté una nueva corrida dentro, mientras jugaba en su coño con mis manos haciéndola llegar al orgasmo. Esperé hasta que mi polla se salió sola, ya fláccida por la corrida, volví a colocarla boca arriba y quitándole el sujetador, comencé a besar, lamer chupar y mamar sus deliciosas tetas, se incorporó y volvió a cogerme la polla para mamármela y volver a inundar su garganta con mi corrida, aunque menos por las folladas anteriores.
Se recompuso la lencería, y sonó como llamaban a la puerta. Yo me escondí, mientras ella abría y le daban un uniforme seco y limpio. Cuando cerró la puerta, la agarré, la llevé al sofá, mientras acariciaba su culo, la coloqué boca arriba y bajándole las bragas, comencé a comerle el coño, chupando su clítoris y mordisqueándolo, hasta que llegó al orgasmo inundando mi boca con sus jugos.
Se vistió con el nuevo uniforme, y guiñando un ojo salió de la habitación.
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