Juegos en la oscuridad que termina en sexo

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Me había comprado una bonita casa en la parte “rica” de la ciudad, aunque era la más pequeña de la zona por que allí había auténticos palacios como el de mi vecino César con el que nunca había tratado por ser una persona bastante ocupada e inaccesible, lo único que sabía de él es que era un hombre de negocios de unos cuarenta años muy atractivo. Pensando en ello, de repente se me ocurrió, se lo pediría prestado a mi vecino, a él le sobraba el dinero. Firmaría cualquier documento que me pidiera con tal de que me diera los 12.000 euros.

Para empezar usé las técnicas femeninas más comunes: me vestí con una camisa y falda bastante sexy, me puse unos zapatos de tacón altos, me maquillé y arreglé el cabello y por último me di unos sutiles toques de perfume. La verdad es soy bastante atractiva, mi pelo es del color del fuego, mis ojos de un verde intenso, mis labios carnosos, mi piel blanca y suave, mis pechos redondos y firmes con unos altivos pezones de color canela, mi sexo es ligeramente rosado con unos hermosos y sensuales labios adornados en su parte superior con un minúsculo triángulo de vello rojizo y un culo hermoso y duro. Seguro que conseguiría mi propósito.

Me dirigí a su casa, tuve que esperar unos 15 minutos antes de poder ver a César. Una vez expuesto mi problema y mi petición me dijo que me daría lo que pedía si me prestaba a un sencillo y divertido juego. Lo único que le pregunté es si ese juego era peligroso, me tranquilizó diciéndome que no, que incluso me podría gustar.

Nos dirigimos hacia el sótano de la casa, lo único que había en él era unas cadenas con esposas que colgaban del techo, un foco de color rojo y frente a las cadenas cinco sillones de piel, cerca de éstos había una mesa toda llena de pequeños cajas de las que no pude ver su contenido.

Cesar me cogió de las manos, elevándolas hasta introducirlas en las esposas, me tapó los ojos con un antifaz y me dijo que a partir de este momento no podía hablar. Oí salir a alguien del sótano, empecé a pensar si había hecho bien aceptando el juego, pero ya no había marcha atrás. Me quedé sola allí unos 20 minutos, al cabo de los cuales oí abrirse la puerta y sentí el sonido de las pisadas de varias personas entrando en la habitación. De repente de nuevo silencio. Se abrió un cajón y alguien se acercó a mí, por el olor de su perfume adiviné que se trataba de la joven criada que me había recibido al llegar. Con unas tijeras empezó a cortar mi falda, después la camisa, podía casi oír los rápidos y excitados latidos del corazón de aquellos desconocidos. La doncella me había dejado el sujetador y las braguitas negras además de los zapatos. Me quedé así durante unos minutos. Estaba muy nerviosa pero la situación me excitaba.

De repente noté que alguien tiraba de la punta de mi sujetador a la altura de mis pezones y la recortaba con las tijeras, al contacto con el metal me dio un escalofrío que hizo que mis pezones se pusieran tan tiesos que asomaban por el recorte del sujetador. Después hicieron lo mismo con mis braguitas, dejando a la vista parte de mi sexo. Empecé a oír como bajaban las cremalleras de sus pantalones y los imaginé masturbándose mientras miraban mis pezones duros y mi rajita. Durante unos minutos nadie me tocó.

Al cabo de un rato alguien se acercó a mí, sentí unas manos grandes y cálidas que me dieron la vuelta, quedé de espaldas a los sillones, empezó a acariciarme las piernas suavemente hasta que llegó a mis braguitas, entonces me las cortó y las sentí deslizarse por mis muslos. Mis nalgas quedaron expuestas a las excitadas miradas de “los desconocidos”, empecé a notar distintas manos que me las tocaban, me daban palmaditas y me las pellizcaban. A mí alrededor oía jadeos y respiraciones agitadas. Aquellas manos estuvieron manoseando mi culo durante un rato, después me dieron de nuevo la vuelta dejándome de cara a los sillones y se alejaron de mí. Ahora podían contemplar todo mi sexo. De repente unas manos frías me quitaron el sujetador dejando mis pechos al descubierto, estaba completamente desnuda ante ellos y mi corazón latía con fuerza.

Alguien abrió una caja y se acercó a mí con algo que emitía un zumbido, algo que acercó a mis pechos y empecé a sentir en los pezones algo parecido a un aleteo de mariposa, aquella sensación me excitó tanto que noté como mi sexo empezó a mojarse. Mientras mis pezones eran acariciados con aquella cosa, una cálida lengua empezó a lamer suavemente mi húmeda rajita de arriba abajo, de abajo a arriba. Estaba empezando a marearme por la excitación, mi clítoris se puso duro como una roca, me faltaba la respiración, empecé a jadear y a suspirar con ansiedad, cuando estaba a punto de correrme dejaron de acariciarme. Tenía la piel tan sensible que sentía hasta el aire que la rozaba. Mis pechos subían y bajaban con cada respiración. De nuevo empecé a oír sus jadeos mientras se masturbaban observando mi cuerpo y mi excitación.

Después de unos minutos alguien sacó algo de una caja, y se colocó detrás de mí, empezó a lamerme el culo con su lengua. Otros pasos se dirigieron hacia mí, unos fuertes brazos levantaron una de mis piernas y la colocaron sobre sus hombros, empezó a lamerme suavemente la rajita, tenía el clítoris totalmente hinchado. El que tenía detrás me introdujo en el ano un pequeño vibrador que movía de dentro hacia fuera muy despacio y metió su excitado pene en mi sexo. Otro de los desconocidos empezó a tocar mis pechos, me acariciaba alrededor de los pezones y cuando se ponían duros y tiesos me los tocaba y con sus dedos agarraba las puntas haciendo pequeños movimientos circulares, después alejaba sus manos de ellos. De nuevo se acercaba a los pezones sin llegar a tocarlos, cuando yo no lo podía soportar más los chupaba con la punta de su lengua. No había sentido nada igual en mi vida, todos mis agujeritos estaban llenos. Con cada penetración mi clítoris se hinchaba cada vez más y más y aquella lengua no paraba de lamerlo, mis pezones ardían y aquellas manos los rozaban hasta llegar a pensar que no podía existir más placer que este.

Mi boca empezó a pedir que no pararan, que no dejaran de tocarme, que iba a correrme, las manos que tocaban mis pechos empezaron a pellizcarme los pezones con fuerza, la lengua que tenía en mi sexo empezó a lamer mi hinchado clítoris con ansiedad, el pene que tenia dentro de mi vagina empezó a penetrarme más y más rápido y de repente un intenso grito de placer salió de mi garganta, fue un orgasmo fuerte, increíble, el orgasmo más fuerte de mi vida. Sentía un placer tan intenso que mi cuerpo temblaba y mis piernas ya no podían tenerme en pie.

Tuve que desmayarme pues cuando abrí los ojos aparecí en el sofá de mi casa, con una ropa que no era mía y a mi lado un precioso cheque de 12.000 euros.

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AlfredoTT
AlfredoTT
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