Follando con mi nueva vecina

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Era agosto y hacía calor en Madrid, había llegado hace una semana a la ciudad procedente de mi tierra por motivos de trabajo. Conseguí encontrar un apartamento a buen precio en un edificio bajo con dos vecinos por planta.

Los apartamentos estaban recién reformados y contaban con un aseo que daba a un patio interior que al abrir la ventana hacía que entrara fresquito. Ese mismo patio se usaba para tender la ropa y observé como en el tendedero de enfrente había tangas, sujetadores y ropa de una chica joven, o eso deduje. Pensé, tengo que pasar a presentarme como vecino nuevo, por cortesía. 😁

Me había apuntado a un gimnasio cercano y cogí mi ropa de deporte para dirigirme a él, al salir a la calle sentí una bofetada de calor. Era la primera vez que iba al gimnasio y al entrar me apunté a unas clases de tonificación dirigidas que comenzaban una hora más tarde por lo que entré en la sala de las máquinas y me puse a hacer un poco de pesas.

Al echar una ojeada a la sala vi que un par de aparatos más allá había una bonita chica morena de pelo largo de unos 25 años, llevaba unos leggins que le marcaba un culazo espectacular con sus nalgas bien definidas, un culo firme y apretado de los que apetece agarrar con tus manos y en los que no me importaría meter mi polla bien adentro. Llevaba puesto un top que moldeaba sus pechos de tamaño justo, ni grandes, ni pequeños, mmmm tan redonditos. Y su vientre que mostraba el ombligo con un piercing, como me pone un ombligo como ese pensé. Madre mía, me estaba poniendo cachondísimo y notaba como mi pene crecía allá abajo y se hacía cada vez más gordo y grande.

La chica levantó la vista y se me quedó mirando fijamente, me sonrojé y desvié mi mirada. Me di la vuelta y cambié de máquina estaba totalmente empalmado y puse una toalla disimuladamente sobre mi entrepierna, hacía tres meses que no había tenido relaciones sexuales fuera de alguna paja para aliviarme de vez en cuando. Y la verdad es que la chica era un auténtico monumento.

Así transcurrió la hora previa a mi primera clase, yo lanzando miradas furtivas a esa chica que me ponía mucho y desviando mi vista cuando ella se giraba hacia mí. Llegó el momento de la clase, estábamos unas 10 personas y cual fue mi sorpresa cuando aparece por la puerta esa diosa sexual, toda sudada y más apetecible que nunca al marcarse más su figura. Al pasar junto a mi lado vi que tenía unos preciosos ojos azules y me guiñó uno sonriendo. Yo me quedé cortado, pero ahora venía lo mejor.

Se subió a la tarima y se presentó como Silvia, la profesora de tonificación. Tierra trágame pensé. Ella se giró hacia mí y se echó a reír. Venga arriba, abajo, empezó su clase gritando. Al finalizar la clase se acercó a mí y me dijo: ¿qué te ha gustado?. Yo, respondí: sí, la clase ha estado muy bien, me llamo Juan. Ella continuó: yo me refería a mi cuerpo, por cómo me mirabas. Yo enrojecí y le dije: perdona, es que… Ella riendo dijo: tranquilo, me pasa mucho y hay mucho baboso por ahí. Yo le dije: no era mi intención. Ella, poniendo la mano sobre mis labios me dijo: no te preocupes, te propongo algo. Nos damos una ducha, pero por separado ¿eh?, jajajaja y me invitas a un café. Está hecho – le dije. Se me venía a la mente la imagen de su cuerpo desnudo en la ducha y yo a su lado y empezaba a empalmarme de nuevo.

Tomamos un café en la cafetería de enfrente y charlamos un poco, le conté que hacía poco que había llegado a la ciudad y ella me dijo que era de allí y que me podía enseñar un poco aquello. Creamos un pequeño vínculo de amistad, era muy maja y agradable. Me dijo que tenía que irse y nos despedimos, de vuelta a casa aproveché para hacer la compra en el supermercado de la calle de al lado. No se me iba de la cabeza esa cara con esos preciosos ojos, esos labios carnosos que tenía que hacer unas mamadas espectaculares, sus pechos duros y firmes, su culo apretado, estaba realmente cachondo y la polla me iba a reventar los pantalones.

Al llegar a casa me dirigí al cuarto de baño para abrir la ventana porque hacía un calor insoportable o era yo el que estaba acalorado, noté como entraba aire fresco del patio interior. Me di una ducha fría para ver si me quitaba a Silvia, de mi cabeza. Aproveché para depilarme porque siempre me gusta ir bien rasurado sobre todo ahí abajo en verano. Con los tocamientos mis 19 cm de pene emergieron libres de ataduras como un ariete duro y firme que requería la atención de mi mano urgentemente. Comencé a acariciarme, saqué un bote de lubricante y me masajeé la polla con movimiento acompasados, empezando despacio y luego aumentando la rapidez. Buuuuffff, estaba que echaba humo, la veía en mi mente y deseaba follarme ese precioso cuerpo, tan deseable.

Estaba en éxtasis cuando levanté mi cabeza y vi en la ventana de enfrente a Silvia, la monitora buenorra del gimnasio, sentada en el inodoro con su mano bajo una amplia camiseta que llevaba tocándose el coño y los pechos, gimiendo con cara lasciva, mirando hacia mí. Di un respingo y me tapé con una toalla. Me agaché y cerré la ventana de golpe. Que vergüenza madre mía. Resulta que la chica de mis fantasías sexuales era mi vecina y yo masturbándome frente a ella en la ventana.

Al momento sonó el timbre en la puerta, me puse un albornoz y al mirar por la mirilla vi que estaba allí con una camiseta blanca y unas chanclas. No sabía que hacer, abrí la puerta y comencé a decir: lo siento, no es lo que parece… No me dejó terminar, Silvia se abalanzó sobre mí y me besó los labios, me empujó y cerró la puerta tras de sí. Guardé el equilibrio como pude para no caerme y me apoyé en la pared. Ella abrió mi albornoz y lo dejó caer al suelo, mi pene comenzó a hincharse y acoger su tamaño de combate a velocidades vertiginosas. Gordo, rosado y duro. Silvia lo agarró con su mano y me lo masajeó haciendo que diera un respingo de placer. Por Dios, Silvia, que haces – le dije.

Quiero comerte ese pollón y que me revientes con él Juan. Y encima recién depiladito, aún me apetece más – decía. Se agachó y metió mi pene entre sus labios, unos labios carnosos que se deslizaban por mi miembro duro de arriba abajo en movimientos acompasados y que con pequeñas succiones hacía que temblara de gusto. Agarró mis testículos y los apretó mientras con la otra mano masajeaba mi miembro y chupaba y succionaba con más y más velocidad. Aaaaggg, para por favor, voy a correrme – le dije. Pues eso quiero que hagas, que me llenes toda la boca de leche bien caliente – me dijo. Buuuuffff, no aguanto más, aaaaaahhh – le dije y me corrí en toda su boca, un gran chorro de leche blanca y espesa llenó su boca escurriendo por esos carnosos labios y manchando el suelo. Ella riéndose se tragó todo y se relamía con la lengua. Mmmmmm, exquisito – me decía con esos preciosos ojos azules en los que me perdía. Tuve un intenso orgasmo y me apoyé en la pared para no desfallecer. Menuda mamada me hizo, creo que sólo conseguí aguantar cuatro o cinco minutos, ya había precalentado en el baño antes, jajajaja.

Ella se quitó la camiseta y me mostró su cuerpo completamente desnudo, no llevaba nada debajo. Comenzó a acariciar su coño con una mano mientras con la otra me magreaba la polla para que siguiera bien tiesa y no bajara mi erección. La cogí le la mano para que se levantará y fuimos a la habitación, ella no dejaba de tocarse el coño y me decía: quiero esa pollota aquí, soy una nena muy mala. Buuuuuff, como me ponía la tía y qué bien masajeaba las pollas.

La tumbé en la cama y comencé a besarla, le aparté ese largo pelo negro que tenía y le besé el cuello, fui bajando poco a poco a sus pechos, esos pechos con esos pezones en punta, tan firmes, los mojé con la punta de la lengua, para soplar después. Silvia dio un pequeño respingo y se agitó. Lamí sus pezones y seguí bajando por su vientre plano hasta llegar hasta su ombligo y meter la punta de mi lengua en él y jugar con su pierceing. Veía como su vientre subía y bajaba por la excitación. Fui descendiendo a su pubis, su coño estaba muy húmedo por la excitación, sus labios abiertos e hinchados pedían a gritos una polla. Fui a retirar la cabeza y ella la agarró con fuerza aplastando mi cara en su coño.

Yo me reí y le dije: tranquila nena mala, que tengo que poder respirar. Buuufff, me has puesto muy perra, cabrón, necesito que me heches un buen polvo porque voy a reventar – me dijo. Jajajaja, me reí. Comencé a lamer su coño, a pasar mi lengua por entre sus labios, de abajo hacia arriba, en movimientos acompasados, despacio al principio y luego más rápido, metía un poco la lengua en su coño chorreante de placer. Succioné su clítoris. Ella se masajeaba los pezones y gemía de gusto, estaba super excitada. Fóllame Juan, por favor, no aguanto más – me gritó.

Me puse sobre ella con mi pollón bien gordo y duro, totalmente recuperado de la gran mamada previa recibida y jugué con él entre sus labios vaginales penetrando poco a poco su coño con la punta de mí rabo. Sentía como era recibido con placer en ese agujero caliente, estrechito y muy muy lubricado con sus flujos vaginales. Comencé a deslizarlo dentro y fuera, despacio al principio, más y más rápido cada vez, según iba adaptándose mejor su vagina a mi polla. Llenando toda su cavidad y sintiendo como abrazaba su vagina mi pene. Silvia, gemía y gemía de place y me susurraba guarradas al oído. Fóllame, así bien, joder que gorda y dura la tienes, hacía tiempo que no me follaban tan bien, mmmmm, me encanta Juan, fóllame, fóllame – me susurraba en plan lascivo.

    Estuve como siete u ocho minutos bombeando ese coño necesitado de una buena polla gorda. Yo también necesitaba de un buen polvo. Ya no aguantaba más e iba a correrme otra vez, estaba desentrenado de los meses de abstinencia porque suelo tener bastante aguante. Buuuf, voy a correrme nena, no aguanto más – le dije. Pues yo ya me estoy corriendo – me dijo ella. Y al sentir como apretaba su vagina alrededor de mi polla y como sus fluidos escurrían por entre mis piernas, estallé en una explosión de semen y solté toda la leche de golpe en su interior, temblando de placer y dando un grito que lo tuvieron que oír en el resto del edificio.

    Estuvimos un buen rato con la respiración agitada recuperándonos del orgasmo tan intenso que habíamos tenido, yo con mi polla en el interior de su coño y con nuestros cuerpos desnudos en contacto, sus pechos sobre mi pecho, su vientre en contacto con el mío. Uuuufff, nos hacía mucha falta nene – dijo Silvia. Yo solo acerté a decir – mmmm. A lo que los dos nos reímos y nos besamos intensamente. Follas muy bien – me dijo. Pues tú, me superas chica, eres espectacular – le dije. La alumna supera al maestro – me dijo y volvimos a reír de nuevo.

    Ese fue el primer polvo de una larga lista de situaciones con una vecina que conocí cuando tenía 30 años, ella contaba con 25 pero me daba mil vueltas en el tema y me dio los mejores polvos de mi vida, adentrándome en situaciones que nunca había vivido, tenía la mente muy caliente y me retaba a hacer de todo. Decía que yo le daba la caña que necesitaba y que tenía la polla que mejor llenaba su coño y más placer le daba, jajajaja. Ahora me rio, pero han sido unos años geniales de buen sexo.

Decirme si os gusta, ya os iré contando más si queréis, os aseguro que es verídico, podemos escribir una enciclopedia del porno, jajajaja. De hecho, la tengo ahora a mí lado y nos reimos al recordar estos años locos…

By: Juan Le 😂

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AlfredoTT
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