Esa noche me convertiría en prostituta por error
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Habíamos llegado a La Rotonda por algunos contactos de Esteban, mi marido. La Rotonda debía su nombre justamente a eso, una enorme e interminable rotonda en cuyo centro se emplazaba la más grande plaza municipal, y en derredor, en la periferia, con avenidas radiales que desembocaban en el exterior del gran círculo, se levantaban los más modernos, exquisitos y sofisticados complejos de apartamentos, que en general eran ocupados por la sociedad más pudiente de la ciudad.
La Rotonda era centro neurálgico, todo empezaba y todo terminaba ahí y era punto de referencia obligado.
En ese entorno podías encontrar absolutamente todo, centros comerciales, lugares de esparcimiento, sitios recreativos y prácticamente podías olvidarte que existía un ejido urbano más allá de ese entorno privilegiado
Esteban, con apenas treinta y seis años era ya gerente de producción de una afamada empresa internacional en el rubro alimentos, y si bien estaba fijo en la sucursal local, era normal que le tocara cada tanto desplazarse de un sitio a otro para supervisar o revisar temas puntuales.
Por mi lado, había abandonado mis estudios contables, un poco defraudando a mis padres, pero con veintiocho años a cuesta, quería darle otra impronta a mi vida, y así estaba terminando lo que me gustaba, lo que hacía en paralelo, mis estudios de fitness y todas las prácticas habituales de un gimnasio
Vivíamos en el semipiso A, del piso ocho en la torre cuatro, así se denominaban, complejo de edificaciones gemelas que daba un toque muy estructurado al todo el sector, con una vista hacia el centro de la rotonda.
Nuestro apartamento era muy bonito, en tonos de grises claros y pasteles que junto a la iluminación natural que ingresaba por los amplios ventanales le brindaba un toque muy relajado. Los amoblamientos en tonos oscuros le otorgaban al mismo tiempo un cambio de colores para cortar la monotonía de los claros.
La impecable vista del dormitorio, al ser lateral daba en nuestro caso, al dormitorio gemelo de la torre cinco, separados por unos treinta metros y disponíamos en todo el entorno de amplios balcones donde podías respirar aire puro, desayunar, ver un atardecer, tomar sol, e incluso improvisar una cena romántica
Esteban y yo estábamos muy a gusto, eran nuestros primeros años de pareja y tan solo me deprimía la inevitable soledad cuando el tenía que viajar fuera de la ciudad
Volviendo a la vista que nos daba el dormitorio, hacia el dormitorio de la torre gemela, sin quererlo, como de casualidad, Esteban y yo, camuflados en la oscuridad y a través de los cortinados, nos transformamos en fisgones de lo que noche a noche sucedía en el octavo A de la torre cinco.
Natasha, la chica que ahí vivía se transformaría en eje central de la historia, ella era muy extrovertida, sus cortinados siempre estaban abiertos y las luces encendidas, era como que no le importaba la intimidad, por el contrario.
Descubrimos que ella era prostituta, todas las noches, cada noche, llegaba a visitarla un caballero distinto, y desde nuestro lado podíamos ver como hacía el amor, poses, formas, juegos.
Además ella tenía toda una batería de lencería erótica, y siempre solíamos verla como a una mujer sexi, caliente, a veces me inspiraba para intentar algo parecido con mi marido, pero no estaba a su altura, Natasha parecía ser única, y en verdad me excitaba que mi esposo tuviera la pija dura por su culpa
Todo lo que veíamos sobre esa chica desconocida, lo confirmaría no mucho tiempo después, compartiendo de casualidad uno de los gimnasios que estaba en el complejo, y fui yo quien se acercó a hablarle, pues lógicamente yo la veía a ella, pero para ella, yo era una completa desconocida
Natasha en verdad se llamaba Laura, pero había cambiado su nombre a uno que se ‘ajustara’ más a su profesión
Entonces conocí a la mujer detrás del personaje, donde era una chica como todas, muy bonita, por cierto, y nos hicimos un tanto amigas en el camino de ida y vuelta al gimnasio, hablábamos mucho y ella me contó todo sobre su vida, cosas extravagantes, excitantes y me pareció increíble como las vestimentas y el maquillaje podían mostrar dos caras opuestas de una misma persona
Tenía veintiséis en esos días y me dijo que su trabajo era ‘vip’, no lo hacía con cualquiera, ella elegía con quien hacerlo, era más importante la compatibilidad que el dinero, le gustaba el sexo en demasía, pero con el hombre apropiado.
Natasha hablaba con naturalidad de lo que ella llamaba trabajo, tenía algunos clientes ya fijos, como por ejemplo Dante Palozza, un empresario de astilleros que se codeaba con las esferas políticas del país, y lo nombro a él porque supe a quien se refería cuando me lo nombró, lo había visto varias veces a través de los cortinados de mi cuarto, un hombre apuesto, bien musculado, de cabellos entre rubios y castaños, y de alguna manera, había llamado mi atención.
Me comentó de los ingresos que tenía, y bueno, era mucho dinero, también me dijo que había venido del interior por unos estudios de medicina que habían quedado pausados en el tiempo por lo que ella llamaba, ‘su nueva profesión’, y también decía que haciendo lo que hacía, obtenía mucho mas dinero y mucho mas placer que estando encerrada en un consultorio medico, ya habría tiempo para eso, cuando la juventud comenzara a abandonarla y su cuerpo ya no fuera lo que era
También, obviamente, le conté parte de mi historia, de mi vida, y como nosotros veíamos todo lo que ella hacía al otro lado, con sus amantes de turno, incluso le hablé de Esteban, mi pareja.
Natasha se reía de todo, me decía que el exhibirse desnuda con sus amantes de alguna manera era más redituable, los clientes se lo pedían, incluso algunos pagaban un plus por el juego, ella sabía que podían verla desde los apartamentos cercanos, aunque el nuestro fuera el que tuviera la mejor vista, también en algún momento me desafió a que yo lo hiciera con los cortinados abiertos y que probara la sensación, cosa que no sucedería, obviamente
Esteban estaba al tanto de todo, sabía que nos cruzábamos en el gimnasio, que hablábamos, incluso ellos se conocieron también, y a él le llamó la atención que de día, sin maquillaje, vestida con un jean, fuera tan diferente a lo que veíamos por la noche.
A veces jugábamos en la intimidad con ella, que la metíamos en nuestra cama, o que yo lo veía por la ventana a él con ella, y también, por qué no, que yo estuviera con ella mientras el solo miraba, Natasha me despertaba deseos lésbicos, pero no pasaba nada de ahí, solo fantasías.
No me molestaba la situación, no tenía miedos de fantasmas de infidelidades, a mi esposo no le agradaban ‘las putas’ como él la llamaba despectivamente, fueran de calle o de elite, eran lo mismo, solo putas y él no pagaba por sexo
Y así siguieron nuestros días, jugando juegos indiscretos y una tarde, cuando estaba en casa sola y aburrida, solo fui a tomar una ducha, Esteban estaba en uno de esos viajes de negocios, y no tenía nada mejor que hacer, salí del baño envuelta con un toallón, fui al cuarto, me senté de lado en la cama, a secarme los cabellos, tarareaba una canción que rondaba en mi cabeza y pensaba que prepararía de cena, mi mirada perdida pasó por el ventanal, la noche estaba llegando y el sol se había ido, sin querer miré al frente, y sin querer detuve mi mirada, ella estaba bailando con cadencia, con las luces ya encendidas, tenía una minifalda ceñida en color negro y medias de red muy llamativas, alcancé a ver sus finos tacos brillando, también un top de red que hacía juego con las medias, pero que transparentaba sus pechos en forma muy rica, tenía peluca, siempre cambiaba su aspecto y honestamente envidié el sexual contorneo de sus curvas
Vi que a un lado, estaba su cliente, el mismo Dante Palozza, con un traje celeste muy formal, con sus cabellos húmedos, lo veía de lado pero su fisonomía era inconfundible, él se llenaba la vista con el baile de Natasha, tenía un vaso en su mano derecha, adiviné wiski
Me acerqué un poco a la ventana, quería tener mejor vista, apagué las luces de mi cuarto para que la oscuridad me protegiera, pero me animé a correr las cortinas
Dante ya había tomado intervención en el juego, mi vecina estaba recostada sobre un sillón y él estaba enterrado entre sus piernas, mordí mis labios e inconscientemente estaba acariciando el nacimiento de mis pechos, por sobre el toallón que cubría mi cuerpo
Era todo muy rico, Natasha ahora lo cabalgaba y veía su rico culo moverse, mientras él le comía las tetas, dejé caer el toallón al piso para quedarme completamente desnuda frente al vidriado, me sentí expuesta, a pesar de la oscuridad, tal vez alguien pudiera observarme y me supo demasiado excitante, ellos seguían cogiendo como animales al otro lado y yo ya había metido mis dedos en mi conchita jugosa apretando el clítoris con la palma de mi mano, y me morí en deseos
Me llenaba la vista con la perfección del cuerpo de ese hombre, es que era muy bonito, y mi mente me llevó a sentirme en lugar de mi vecina, imaginé que me lo hacía a mí, que yo era su puta, que estaba con su boca entre mis piernas, y yo entre las suyas, imaginé su semen caliente bañando mi sexo y ya no podía con todo
Me tiré sobre la cama, cerré mis ojos y dejé que la historia terminara a mi antojo
Después de orgasmo que había tenido, mis piernas estaban temblando, el rubor había invadido mi rostro y mis pezones estaban adoloridos, no fui consciente de cuanto los había apretado en el calor del juego
Recobré el ritmo normal de mi respiración y mi pulso, cerré las cortinas con la duda infinita si en verdad ella me había visto, o él, o cualquiera que se asomara por casualidad en algún piso del frente, y solo ya no me resultó grato, no se, ya me había enfriado y me sentí mal por lo que había hecho
Fui por mi cena al comedor principal, ahí ya no tenía vista al dormitorio de mi vecina, y ahí era como vivir otra vida, fui al balcón, tomé unas copas de vino mirando la nada misma, mientras un viento fresco acariciaba mi rostro
Llegó la hora de ir a la cama, en la soledad del cuarto y antes de dormir, me di cuenta que ese día nacía una vida paralela y secreta, Esteban jamás se enteraría la manera tan rica que había descubierto para divertirme en su ausencia
Las charlas que tendría en los días siguientes con mi vecina, me darían la tranquilidad de que ella ignoraba todo lo que pasaba de mi lado y mi promiscuidad se mantenía en orden, al menos en ese momento, y me empeñaría en que así continuara, me había transformado en una voyerista sin cura
Por mi parte, había conseguido empleo en ese mismo gimnasio, había pasado de alumna a profesora, de pagar a recibir una paga, y no era mucho dinero, pero al menos me daba un ingreso y me mantenía ocupada
Ese cambio en mi vida fue que un poco me alejó de mi vecina, los horarios ya no coincidían, no podíamos hablar mucho y era más el tiempo que me pasaba de fisgona que el que podíamos estar juntas
Al menos teníamos nuestros WhatsApp que nos mantenían en charlas que eran muy nuestras
Y así conocería su departamento, la primera vez que cruzaría de la torre cuatro a la cinco, fue solo casual, Estaban no estaba y ella tenía su agenda en blanco, así que era solo compartir unos mates y algunas facturas de ocasión
El departamento de Natasha era igual al nuestro, pero diferente, decorado con colores estridentes, fuertes, llamativos, el rojo predominaba, como así también había espejos por doquier, era raro, excitante
Hablábamos de todo como siempre, mate de por medio, pero ella notó que mis pensamientos estaban en otro lado
Se paró, me tendió la mano y me dijo
Vení, acopañame, te quiero enseñar algo
Natasha me llevó a su dormitorio, me fue raro, era ese lugar que tantas veces había visto desde el otro lado, y ahora, al mirar por su ventanal solo veía mi departamento
Fuimos sobre un enorme placar de hojas corredizas que daba a la pared, a un lado de la cama, corrió las dos centrales hacia los lados y fue como descubrir un tesoro
Había cuatro cajoneras enormes, sobre la misma, la superior tenía muchas cabezas de maniquí con pelucas, rubias, morenas, pelirrojas, cabello corto, cabello largo, cabellos rizados, cabellos lacios, parecía una exhibición
También había una interminable paleta de colores de maquillajes, y un espejo de fondo hacía las veces de sitio donde reflejarse
Por debajo, en el piso, estacionados como coches, los calzados menos esperados, en general con tacos finos y altos, desde zapatos abiertos, zapatos cerrados, botitas, botas a la rodilla y botas por encima de las mismas, en negro, en plateado, en rojo, en blanco, en opaco, en brillante, en animal print, dios, cuánto dinero que había ahí abajo!
Ella miraba mis ojos de asombro mientras yo miraba todo lo que había por ahí, que envidia! entonces riendo dijo
Preparada?
Abrió el primero de los cajones, prolijamente acomodados uno contra otro, se ubicaban todos los implementos sexuales que pudieran imaginar, esposas, látigos, mordazas, disfraces, lubricantes, juegos, antifaces, lo miré con asombro, pasé mi mano lentamente por encima de cada uno, para tocar cada detalle, y tratar de usar mis sentidos en cada instante
Llegaría el turno del segundo cajón, y del tercero, eran los sitios de lencería, imposible de describir, separados por colores, podía encontrarse tangas, bodys, polleras, medias, porta ligas, mitones, y mis ojos no daban crédito a tanto
El último cajón reservaba un arsenal de consoladores, vibradores, plugs anales, arneses, bolas chinas, masajeadores y todo juguete sexual que pudieran imaginar, tamaños, colores, materiales, la miré y le dije
Tenes todo un sex shop acá! que envidia!!!!
Pero ella aun no terminaba, cerró todo, y fue por una de las dos puertas laterales, ahí guardaba todos sus vestidos, largos, cortos, a media pierna, ajustados, holgados, transparentes, blancos, rojos, negros, azules, verdes, coloridos, y solo me quedaba conocer el otro extremo, la otra puerta, pero ella me dijo que ahí solo tenía las cosas para la mujer del día a día
Había sido demasiado por esa tarde, nos despedimos con un beso en la mejilla y con la promesa de que ella me enseñaría muchos jueguitos para potenciar mi relación de pareja
Un poco por esos caminos siguieron nuestras vidas en La Rotonda, mi relación de pareja, la vida en el gimnasio, mi relación de amistad con esa chica, mis días de voyerista en la oscuridad y nuestras visitas cruzadas, porque a veces era ella quién pasaba por mi departamento a charlar un poco, hasta que llegaría esa noche en que me convertiría en prostituta por error
Esteban había viajado el viernes, regresaría el lunes, otro fin de semana de aburrimiento, así que el sábado por la tarde, me encontraría golpeando las puertas de departamento de mi amiga
Hablamos, como siempre lo hacíamos, salió el tema de su trabajo y palabra va, palabra viene, me tomó de la mano y me llevó a su pieza, entonces dijo
Vamos a jugar un poco, que te parece?
Corrió las hojas centrales del placar y me sentó frente al espejo, me miró a la cara, pensó un poco, miraba las pelucas y tomó una morena, y dijo
Alguna vez estuviste de morena? con esos ojos verdes que te cargas seguro te quedará muy bien
Me encogí de hombros, la dejé tomar la decisión, recogió mis cabellos morenos y con un poco de trabajo puso esa peluca en mi cabeza, frunció los labios y se dio por satisfecha, me miré al espejo, ella me miraba al mismo tiempo
Luego abrió la paleta de colores, me maquilló un poco los cachetes, luego buscó un verde del tono de mis ojos y me pintó los párpados, siguió con mis pestañas, el rímel negro, y por último un rojo fuego brillante para mis labios, me estaba transformando, y el rostro que me devolvía el espejo no era el mío, yo estaba en silencio, ella era una maestra, yo apenas su alumna
Luego tomó mis manos para pintar mis uñas, y no dudó con hacer lo mismo con las de mis pies, en el mismo rojo brillante de los labios
Parate, – dijo – sacate la ropa esa, dale…
Yo dudaba y apuró
Dale tonta, vamos a ponerte en juego!!!
Me saqué la remera y las calzas que tenía, me quedé en ropa interior, ella apuró
Dale nena, no seas monja de convento! sacate todo queres? no vas a tener vergüenza de mí! todas las noches me estás mirando como cojo con mis clientes, así que dale…
Tenía razón, al menos en ese punto tenía razón
Terminé por desnudarme y sentí su mirada sobre mis pechos
Que lindas tetas que tenes, – me dijo – sana envidia, sana envidia…
Empezó a sacar vestidos uno tras otro, y los ponía sobre mi cuerpo, como presentándolos a ver como lucían, hasta que después de dudarlo un tanto optó por uno blanco y brillante
Tu piel morena resaltará con este vestido, ya lo verás
Me lo puse, apenas cubría mis nalgas, lo justo, era apretado por las caderas y por la cintura, pero muy suelto y escotado por arriba, haciendo que mis pechos se sintieran libres por debajo de la tela, amenazando con escapar en el menor descuido.
Me dijo entonces que podía elegir alguna tanga pero no me pareció correcto, era su ropa interior y hubiera sido demasiado, entendió el punto, entonces fuimos por las botas
Unas negras de cuero, por arriba de las rodillas, con finísimos tacos que me regalaban veinte centímetros, me sentí altísima! haciendo equilibrio y aprendiendo a caminar para no matarme en el intento
Me llevó frente al espejo de pie, me paró al frente y ella por detrás, preguntó
Y? que te parece?
No tenía palabras, esa mujer no era yo, nunca me había visto así, estaba muy puta, estaba muy llamativa y sentí un ego enorme invadirme, estaba en los zapatos de mi vecina, literal y no podía dejar de pavonearme frente al espejo.
En eso, ella dijo exaltada
Por Dios! mirá la hora! que tarde se hizo!!!! esperame por favor, me voy a dar una ducha! en cinco hablamos!
Quise responderle, pero Natasha no parecía escucharme y en un abrir y cerrar de ojos había desaparecido de mi vista y se había internado en el baño
Me quedé sin hacer nada, debía volver a ponerme mis ropas pero en verdad estaba muy excitada con esta desconocida que me devolvía el espejo y en esos pensamientos tocaron el timbre de entrada
Busqué a mi vecina, con la mirada, la llamé, pero nada, y el timbre volvió a sonar con insistencia, fui a atender y para mi sorpresa al abrir la puerta, el mismo Dante Palozza estaba presente
Hola! – dijo interponiendo su pie para que ya no pudiera volver a cerrarla –
Hola! – respondí tímidamente –
No me dejas pasar?
No no, no soy Natasha… ella…
Ya me dí cuenta que no sos Natasha, pero está bien, no hay problema, como te llamas? me gustas…
No, soy Nanci, pero yo no soy…
Hola Nanci, me llamo Dante, que bonita que sos… Natasha no me dijo nada
No, es que yo solo… me mal interpretas, yo no soy como ella…
Dante me había confundido, obvio, estaba en casa de una puta vestida como puta y no encontraba palabras para deshacerme del embrollo, además, él ya se había colado, había cerrado la puerta y se ponía peligrosamente a mi alcance, y lo peor, yo no tenía fuerzas para evitarlo, porque ese hombre…
Es que tengo que irme – dije tratando de cortar el juego –
Donde tienes que irte? quédate, puedo pagarte muy bien y me gustan las sorpresas
Dante estaba tan cerca que no pude, o no quise evitar que colara una mano bajo el vestido y notara que no tenía ropa interior, y que mi vagina estaba calentita y jugosa
Reculé por instinto tratando de apartarlo de mi lado, pero el avanzó conforme a que yo le cedía terreno, hasta acorralarme para volver a acariciarme la conchita y besarme profundamente, ya no pude resistirlo, no supe si era el ambiente, como estaba vestida, el porte de ese hombre, mi juego de prostituta o una combinación de todo, lo cierto es que sus labios sabían a miel y sus dedos a gloria
Así nos sorprendería Natasha, y se sorprendería a si misma al vernos, ella ya se había duchado y se había cambiado de esa manera llamativa como yo siempre la veía, y comprendí que, en ese momento, la partida se haría entre tres personas, ella dijo
Hola Dante, veo que ya conociste a mi amiga, y veo que ya estuvieron jugando
A ver con que me sorprenden entonces – retrucó el – conoces mis gustos
Dante se retiró lentamente y se acomodó a un lado, ella puso música suave, vino sobre mí, muy pegada y con su mirada intentó adivinar si yo estaba cómoda, si estaba bien, entonces me aferró por la cintura y pegó sus labios a los míos, y volvió a tantear la situación, me sabía muy erótico, y era una fantasía vivida muchas veces en mi cabeza, invadió mi boca con su lengua y supe que no habría retorno, nos besamos, acaloradamente, me sentía hervir por toda la situación, coló las manos bajó el vestido atacando mis pechos desnudos y a mis nalgas al mismo tiempo, no podía distinguir si Natasha solo actuaba o en verdad ella también tenía algún interés conmigo
Fuimos al dormitorio y pude contemplar el ventanal del mío, al otro lado, en penumbras, y si mi marido estuviera ahí? agazapado, observándome sin saber quién era yo?
Todo era demasiado retorcido, demasiado perverso, ella y yo nos revolcábamos como dos perras mientras él, a un lado comenzaba a desnudarse para sumarse al juego, solo era todo deseo contenido
Mi vecina se fue perdiendo lentamente entre mis pechos, sus labios sabían a fuego y tenía una fantasía muy marcada con la situación de que alguna vez una mujer me regalara sexo oral
Ella me arrancó un suspiro interminable cuando la sentí besar mi conchita, mientras Dante se sumaba al juego para meterme su verga en la boca y llenar con mis pechos sus manos
Y me sentía muy a gusto, muy perra con todo el juego, y un orgasmo perverso se me escapó en ese momento
Ella volvió a subir, recostada sobre mí, frente a frente, son su rostro tan pegado el mío que pude sentir en mi nariz su aliento a concha, a mi concha, y nuestros miradas se fundieron en una
La tomé con fuerzas cuando Dante se la empezó a coger y disfruté su ceño fruncido, sus gemidos, mientras llenaba mis manos con sus ricas curvas, la sentía rozar su vulva con la mía, sus filosos pezones parecían lastimar a mis pechos sedientos de placer
Llegaría mi turno, y la pija del cliente de turno se incrustó en mi sexo, solo que ella ahora acallaba mis gemidos felinos con interminables besos que se me hacían demasiado calientes, y fue cuando Dante empezó a intercambiar a su antojo entre su sexo y el mío
Cambiamos algunas posiciones, todo era nuevo para mí, todo era loco, pero no esperaba que mi vecina lo incitara para que me la diera por detrás, era muy perra, y Dante me aferró por las caderas para dármela por el culo, solo empecé a gemir, mientras Natasha había quedado a un lado, masturbándose con una pija de juguete que en algún momento había tomado de entre sus cosas sin que yo lo notara
Y todo fue muy loco porque perdí noción de las cosas que estábamos haciendo, cosas que en mi vida había soñado realizar y el tiempo pasó demasiado rápido
Lo mejor llegaría al final, y entiendo que lo que pasó estaba ya en la cabeza de mi vecina, todo fue demasiado perfecto como para que solo sea casual, había quedado recostada cuando Dante vino por detrás de mi cabeza, poniendo su linda verga, sobre mi rostro, sentí sus bolas golpear en mi frente, y su glande meterse en mi boca, Natasha vino sobre mí, nuevamente, empezó a besarme, aunque el sexo de nuestro amante se interpusiera entre nuestros labios, también le besaba la pija, y entre ambas lo compartíamos, era muy rico
De pronto, sentí su sabor a hombre en mi boca, me empezó a llenar con sus jugos, y el semen solo inundó poco a poco mi hueco, ella seguía besándome en un eterno beso blanco, con mis manos apretaba las caderas de Natasha contra las mías, buscando que nuestras intimidades se rozaran, incluso le metí un dedito por el culo y terminamos en orgasmos cruzados con besos con sabor a hombre
Al momento de terminar, de recobrar mi eje y entender lo que había sucedido, a unos metros, Dante, ya se había cambiado y antes de retirarse abrió la billetera y sacó varios billetes para acomodarlos sobre la mesa, nos miró y dijo
Suficientes?
Cuando quedamos a solas sentí mi mente confusa, es que me había gustado, y demasiado, aun miraba por el ventanal hacia mi departamento y trataba de entender cual de las dos era en verdad yo, si la que vivía a un lado o la que estaba al otro.
Natasha me sacaría del letargo, puso varios billetes en mi mano y me dijo
Mitad y mitad, es lo que corresponde, te lo ganaste
Hoy mi vida está partida al medio, a un lado, al otro, para Esteban, mi marido, sigo siendo esa misma persona de la que él se enamoró, y sigo teniendo la misma vida de todos los días, pero por dentro… por dentro siento fuego, siento esa locura, y cada vez que me cruzo con ella, solo recuerdo esa otra mujer que me animé a ser… e intento saber si quiero que vuelva a aparecer, porque el placer de esa noche, aun me cuesta encontrarlo
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