Amigos con derecho a roce y penetración profunda

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Tomás era un chico de 18 años, alto, muy delgado, pelo negro y ojos marrones. Aunque en un principio le había costado aceptarlo, Tomás era homosexual. Unos meses atrás se lo había dicho a su mejor amigo, Luís del que estaba enamorado. Luís le quería mucho como amigo y no le costó en absoluto aceptarlo, incluso cuando pasados los días Tomás le contó que además de ser gay estaba enamorado de él.

Desgraciadamente para nuestro protagonista, Luís tenía novia. Una mujer de bandera de la cual estaba completamente enamorado. Sin embargo, la amistad que unía a Luís y a Tomás permitía que los dos chicos tuviesen una confianza excepcional dormían juntos en alguna ocasión y hablaban de sexo sin problemas.

Una noche Luís fue a cenar y a dormir a casa de su amigo. Como estaban solos Tomás -auque le resultaba incómodo- le dijo si, por favor, podía retocar una película porno gay que había descargado y no cabía en un CD. Luís aceptó, era muy tolerante y no sentía ningún tipo de asco hacia esas escenas.

– ¿Y de dónde la has bajado? – le preguntó.

– De aquí -contestó Tomás señalando una dirección del explorador- Aunque normalmente para hacerme pajas no uso películas suelo entrar a leer relatos en PeruCaliente.com porqué es más difícil que me pillen.

Tomás le enseño la página y le dijo que ya se conocía todos los relatos gays de la web, y que comprobaba con frecuencia si había uno nuevo. Los dos amigos empezaron a navegar por la página y leyeron primero un relato hetero y luego uno gay. Luís iba con tejanos ero Tomás sólo llevaba unos pantaloncitos de pijama y se percibía con facilidad la tienda de campaña. Pero aunque el calentón que tenía era grande Tomás se calmó por miedo a destruir la amistad que había entre ellos.

Fueron pasando las horas, los dos salieron de fiesta y regresaron sobre las 2 de la madrugada a casa de Tomás. Ambos se quitaron la ropa y aunque no solía hacerlo nunca cuando estaba en casa de Tomás, Luís se quitó los calzoncillos para dormir sólo con un pantalón de pijama. En esos instantes en que el pene de Luís estuvo liberado, Tomás no pudo evitar echarle una mirada y pensar en lo grande que era a pesar de su flacidez. Como Tomás tenía una cama de matrimonio iban a dormir juntos. Luís excitaba a Tomás de un modo increíble, con un solo abrazo Tomás ya notaba que su pene empezaba a levantarse. Pero se contenía éste era su pensamiento para evitar sobar, más de lo que sobaba ya, a su amigo. Cómo era verano los dos estaban sin camiseta. Uno al lado del otro. Tomás se acercó a la oreja de su amigo y le dijo:

– Tío, sobre lo que el otro día hablamos… Yo te quiero mucho, pero no te preocupes sé que no puedo tenerte y lo acepto. Si tu quisieras yo haría cualquier cosa por ti, te querría como nadie. Pero sé que no quieres nada y sólo puedo darte las gracias por ser tan especial.

Luís en ese momento se sentía confuso, por un lado recordaba a su novia, pero a su lado estaba Tomás que se le ofrecía sin tapujos, cariñosamente y sin pedirle ni exigirle nada. Tomás le dio un apretón de manos y le besó la mano, se hizo a un lado -a su rincón de la cama- y trató de no pensar. Luís con cariño empezó a rascarle la espalda a su amigo con un solo dedo, con suavidad. Tomás suspiró ligeramente, le hacía cosquillas y le resultaba agradable. Sin saber muy bien porqué, Luís se acercó a su amigo y empezó a soplarle por el cuello y por la espalda sin dejar de acariciarle. Tomás estaba muy confuso, pero no podía aguantar, se giró y le dió un beso en los labios, un pico, suave, tímido. Quedaron los dos en silencio mirándose.

– Lo siento – la voz de Tomás deshizo el silencio.

Luís volvió a acercarse a su amigo y le besó, su beso fue más fuerte, sin timidez. Poco a poco se empezó a hacer furioso, como el de dos amantes. Tomás se recostó en la cama y Luís se puso encima de él, pero sin apoyar su peso en él, con los brazos y piernas sosteniéndole. Tomás estaba muy excitado y con fuerza giró a su amigo para colocarse encima. De la boca empezó a bajar mordisqueando primero la barbilla, luego el cuello y seguir bajando. Se entretuvo en el pecho bien formado de Luís, con esos pectorales duros. Luís respondía a los lametones acariciando por donde podía a su amigo, que bajaba inexorable hacía su zona más íntima. Cuando Tomás llego al ombligo se paro levantó la cabeza y miró a su amigo.

– ¿Estas seguro?.

– Sí.

Ante la convicción que mostraba su amigo él siguió lamiendo el ombligo y bajo por los pelos -el caminito de la felicidad- hasta su pubis. Le quito los pantalones y vio que su pene no estaba del todo erecto, simplemente morcillón. Empezó a soplarle con suavidad y a acariciarlo lo que hizo que pronto reaccionara.

Ahora que la poya de Luís había alcanzado su máxima expresión Tomás lamió con su lengua los 17 cms -como hacia tiempo le había explicado Luís- de carne dura y caliente. Lamió con fruición el glande y se lo introdujo todo en la boca. Gimieron. Poco a poco las piernas de Luís se iban abriendo para facilitar el trabajo y Tomás comía con vehemencia aquella tranca larga, gorda y dura. Sin previo aviso Luís empezó a girar, manteniendo su espalda sobre la cama, y poco a poco quedó frente al pantalón de su amigo, que mostraba una tienda de campaña increíble. Luís retiró el pantalón y el miembro erecto de su amigo apareció justo encima de su boca. Lo tenía más pequeño, unos 15 cms y más delgado. Pero no importaba Luís -llevado ya por el subconsciente- se lo metió en la boca y chupo como un aspirador. Tomás detuvo su felación, Luís le estaba dando tanto placer con sus labios y su lengua que apenas podía sostenerse con los brazos. Haciendo un esfuerzo por soportar el placer sin desmallarse empezó a lamer con fuerza todo lo que se encontraba en su camino, pene, ano, nalgas, todo. Ahora era Luís el que creía que se desmallaba. Pero Tomás no tenía intención de hacer que se terminará todo, no todavía. Se levantó y agarró con los labios la poya de Luís y lo sentó en la cama. Entonces se tiró enfrente y separó las piernas.

– Adelante – fue lo único que dijo.

Luís no se lo pensó dos veces y subiendo un poco la piel de su pene para obtener líquido preseminal lo colocó en la entrada del agujero de Tomás. Apretó. Entro sin problemas, aquel enorme falo le entró con facilidad, estaba tan excitado que no le dolió en absoluto. Luís se dejo llevar entonces y empezó un mete saca intenso, primero lentamente pero luego más deprisa, hasta que estuvo a punto de terminar y entonces frenó, quería más. Dándose cuenta de ellos, su amigo se puso a cuatro patas y espero a que, como si fuese un perro le diesen por culo. Y su espera no fue corta. Luís empezó a metersela de nuevo y el va y ven continuó. Ahora Tomás iba moviendo sus caderas para provocarle más placer a su amigo.

Cuando llevaban 5 minutos volvieron a cambiar de posición, y se pusieron sentados cara a cara, uno sobre la cama, el otro sobre la increíble herramienta de Luís. Tomás empezó a votar mientras besaba a su amigo, y esta vez no duró demasiado. Tomás se corrió con fuerza encima de Luís y siguió votando.

Finalmente se cansó de votar y se volvió a estirar, pero en vez de follarle Luís empezó a lamerle el pene que empezaba a levantarse dado la enorme excitación que producía en su amigo. Éste no perdió el tiempo y empezó a lamerle los huevos y el ano a su amigo que no pudo resistirlo más y se corrió en toda la cara de Tomás. Entonces Tomás empezó a lamer el semen que había en el pecho de Luís mientras éste lo masturbaba consiguiendo que se corriese otra vez encima suyo y doblándole las rodillas del placer.

Después de la intensa sesión Se acabaron de lamer el uno al otro para limpiarse. Tomás y Luís no volvieron a hablar del tema y continuaron siendo tan buenos amigos como siempre, amigos con derecho a roce.

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AlfredoTT
AlfredoTT
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