Una mamada inesperada
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Para celebrar el cumpleaños de mi suegra, entre los hijos alquilaron una parcela con piscina para pasar unos días, y estar toda la familia junta celebrando el cumpleaños.
Un día que estábamos disfrutando de la piscina, en una de las zambullidas que dio mi cuñada la parte baja del bikini se le bajó, dejándola desnuda de cintura para abajo. Aunque fue a penas unos segundos, pude ver su delicioso culo, pues estaba de espaldas a mí. Mi polla se empezó a poner dura, por lo que salí de la piscina y fui al servicio para disimular hasta que se me bajara.
El servicio estaba fuera de la casa, cerca de la piscina pero detrás de la casa. Cuando salía del servicio, aun empalmado, pasaba mi cuñada y notó el bulto de mi entrepierna, que casi quería romper mi bóxer. Me miró y guiñó un ojo, antes de entrar en el servicio. Dejó la puerta entreabierta, no se si queriendo o sin querer, y pude ver su coño depilado cuando se sentó a orinar. Cuando me vio, sonrió picarona, y después de terminar, salió y agarrándome de la mano me llevó a la parte más alejada y me pasó la mano por mi polla, mientras se mordía el labio inferior.
Sin tiempo a reaccionar, se agachó, bajó mi bañador y mi polla saltó como un resorte, agarrándola con su mano y dándole un beso en el glande, para acto seguido, metérsela en su boca y comenzar a subir y bajar, haciéndome una deliciosa mamada, que me hizo venir a los pocos minutos, llenándole la boca con mi lechada, la cual se tragó entera, y no dejó de chupar hasta que me la dejó limpia.
Se puso de pie, y dándome un beso en la polla, se fue a la piscina, meneando su culo. Yo aun no reaccionaba, aunque si me subí el bañador y volví a la piscina.
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