Una amistad excitante lleno de sexo y pasión

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Llegué a su casa como siempre lo hacia, acababa de salir del colegio puesto que lleva el uniforme. Toque el timbre y su hermano me abrió, me dejo pasar, me saludo y dijo que lo despertara. Luego, tras de mí, cerro la puerta y se fue. Tuve una sensación extraña, si bien ya varias veces nos habíamos quedado solos en su casa esta vez fue raro. Lo busque, subí la escalera y abrí la puerta de su habitación; estaba tendido sobre su cama, durmiendo. Tenía puesto su vaquero favorito, estaba descalzo y sin remera. Era noviembre afuera hacia calor pero en ese cuarto estaba muy agradable el clima; me quede durante unos segundos observándolo

Hacia ya como cinco años que nos conocíamos, éramos amigos, pero recién durante el último año nos convertimos en mejores amigos. Yo tenía 18 pero él era un poco mayor, tenia 22. Me quede mirándolo, era un tipo con experiencia y era realmente sexy. Lo recorrí con la mirada primero sus pies luego subí por su pantorrilla, él estaba boca abajo por lo que después fue su trasero. Era realmente carnoso y bien formado, pensé -me encantaría poder tocarlo, masajearlo entre mis manos-, luego fue su espalda, amplia espalda y ¡esos brazos! Pensaba en cada vez que él me abrazaba, yo me hacia la indiferente, pero en mi interior quería que durara por siempre. Luego sus manos, que eran grandes y fornidas; me puse a imaginar como se sentirían sobre mi cuerpo.

En ese momento escucho decir:

– ¡Che! Tan lindo no soy.

Volví en mi y como por arte de magia conteste:

– Si sois bien bonito, pero en realidad pensaba con que despertarte. Estaba entre almohadonzazo o un vaso con agua.

– Claro, claro, deja de pensar bobadas y correteé que voy al baño – contesto.

Deje mi bolso en un rincón y me senté en su cama, me quede colgada con una idea “pero… y si no me creyó, habré sonado convincente”. Que vergüenza, pensé y sentí que la cara se me ponía bordo. Normalmente no me pongo colorada, pero esta vez por seguridad me mire en el espejo. Nada fuera de lo normal, mi sonrisa de siempre.

Era mayor y tenia experiencia, yo no nunca nada. Eso era algo que el no sabía. En realidad nunca hablábamos de eso, había una inmensa confianza pero siempre tuve pudor al hablar de esos temas. Él no tenía ningún compromiso, ni problemas para hablar de sexo. Lo había intentado varias veces, llevando la conversación para esos rumbos pero yo siempre la desviaba, me daba pudor hasta pensarlo. Pero esa tarde despertó en mí una sensación que yo nunca antes había sentido. En eso reacciono y veo a través del espejo, estaba parado en la puerta observándome. Me di vuelta lo mire a los ojos, con una mirada desafiante y dije:

– Pensando en la venganza

– Ja, ja, ja – contesto.

Nos sentamos y empezamos a charlar, eran las 5 de la tarde y entre cosas pasaron dos horas. Estaba yo zapeando en la tele, cuando ésta queda en una película, donde los protagonistas estaban en una escena de sexo, en pleno acto. No sé que me dio, normalmente ese tema me da demasiado pudor, pero lo dije:

– Que se siente.

-¿Qué cosa? – contesto-

– Que se siente, tener relaciones.

Durante un segundo me quedo mirando con sus ojazos negros bien abiertos, estaba realmente desconcertado. Esa pregunta, hecha por mí, era algo que no se esperaba.

– ¿A que se debe la pregunta?- dijo.

– No se me dio curiosidad, simplemente eso-.

En ese momento entendí lo que acababa de preguntar, di vuelta la cara y volví a sentir la misma sensación de colores en mi rostro.

– No, no te pongas así, esta bien puedes preguntar solo que me llama la atención que me estés preguntando eso.

Se había dado cuenta que me estaba muriendo de la vergüenza e intentaba calmarme.

– Cuando te dieron un beso…- en ese momento me di vuela y mi cara debe haber sido un poema porque el continuo diciendo.

– No me digas que tampoco

– No – respondí, implorando que la tierra me tragara.

– Pero nunca ningún chico – agrego.

Hubo un silencio.

– No enserio, pero no me mires así – agregué tomando coraje.

– No, no – respondió – es que no puedo entender como nadie lo ha intentado contigo.

– Intentado ¿qué?- dije con cara de incrédula.

– Darte un beso ¿qué pensabas?.

– ¿No se dímelo tú?- respondí con sarcasmo.

Mire sin querer el despertador encima de su repisa eran las 9.00pm.

– Tengo que llamar – dije.

– ¿Té quedas a cenar?- pregunto.

– ¡Vale! – conteste.

Mientras llamaba, escuche que cerraba la puerta con llave, ¿qué pasa?, pensé.

– Sabes que el otro día entraron ladrones en la casa de la vecina – me grito desde la cocina.

– ¿Y esta bien?- pregunte.

– Si, si no paso nada grabe.

– ¿Me acompañas a casa luego?.

– Seguro – me grito desde su cuarto.

– Tengo una idea – dijo.

– ¿En que estas pensando ahora? – le reté.

– ¿Jugamos? – contesto con vos de inocencia.

– ¿Ah, qué?- pregunte como si nada mientras volvía al cuarto.

– ¿Confías en mi? – dijo.

– ¿Y eso, a que se debe? – pregunte.

– Dale ¿confías? – me miro con esos ojazos negros, me estiro su mano y realmente no pude negarme. – Quiero saber cuanto resistís- agrego.

– ¿Con qué? – pregunte.

– Ya vas a ver, las reglas son – dijo – No hablar, no lastimar, te conozco no me arañes y…

– Si te digo basta me haces caso – lo interrumpí.

– Esta bien, pero tienes que confiar en mi y dejarte llevar sino no vale.

– Ok – respondí.

Encendió el equipo de audio y puso música lenta, tomo mi mano y con un leve gesto me invito a bailar.

– No se como hacerlo – dije.

Llevo mis brazos a su cuello y rodeándome con los suyos, me susurro al oído.

– Déjate llevar por la música, yo te guió – y así fue.

Bailamos por toda la habitación a mí me parecía algo divertido, puesto que no me lo tomaba muy enserio, sin embargo estaba nerviosa y entre tanto me reía. Luego de un rato, supongo que al comprobar que yo no me quedaba quieta y estaba muy nerviosa, se separó se coloco detrás de mí. Sujeto mis manos, por la espalda y comencé a sentir que me ataban.

– ¿Que haces? – le dije fuertemente.

– Vas a confiar o no, prometo no haré nada que no quieras.

Me dio un poco de miedo esa frase, pero lo dejé. Reconozco que me ataba con suma dulzura y no muy fuerte pero después…

– No digas nada, déjate llevar por la música- me dijo al oído.

Me vendo los ojos, me daba muchos nervios esa situación, aunque confiaba en él. Comencé a sentir la música y me ayudo un poco a relajarme. Lo primero que él hizo fue pasarme un pañuelo de seda por el cuello, cosa que me dio muchas cosquillas he hizo que soltara una risa, -shhh- me susurro. Después, Ups!- dijo, se le había caído el pañuelo, sentí como él bajaba a buscarlo. Pero… no subió, sino que se quedo en mis pies, apoyado en mis zapatos. Eso me puso más nerviosa ya que yo estaba de pollera y él a mis pies. Comencé a sentir que, con una suavidad y una dulzura increíble recorrería mis piernas con las yemas de sus dedos. Me dio un escalofrió, yo estaba muerta de miedo. Pero me quede quieta, no me moví, ni emití sonido alguno. Recorrió de abajo a arriba mis piernas y al llegar a la base de la pollera, ¡continuo por debajo! Yo estaba paralizada, muerta de miedo, aterrada; creo que hasta temblaba, pero en el fondo era una sensación agradable. Él recorrió de lado la curva de mis muslos, hasta llegar a mi cintura y al borde de mis bragas.

Seguía aterrada pero empecé a sentir calor por todo mi cuerpo. Luego recorrió el borde de mis bragas desde la cintura hasta mis entre piernas, yo sentía que de a poquito la temperatura me subía, y los nervios me aumentaban. Él iba a… Pero retrocedió, con la misma suavidad, dejo mi pollera en su sitio y se paro. Yo sentía unos nervios menos, pero en realidad ¿me había dejado?… En eso siento que había comenzado de nuevo, pero esta vez desde la base de mi pollera, comenzó a subir por mi cintura, mis nervios y esa sensación también regresaron. Recorrió mis muslos con sus fornidas manos, luego me tomo la cintura. Sentía como si estuviera su aliento en mi cara, ¡lo estaba! Me rozo con sus labios, yo paralizada, no podía moverme pero deseaba que me besara. Sin embargo no lo hizo, se coloco detrás de mí y con sus manos casi sin tocarme comenzó a recorrer mi vientre, ya estaba hecha un nervio pero sin embargo esa sensación placentera cada vez sé hacia mas fuerte. Llego a mi busto y los recorrió muy lentamente, casi sin tocarlos pero yo lo sentía igual. Los recorrió por fuera, luego mis pezones y suavemente los acaricio, los sentía mas firmes de lo normal.

Continuo, hasta el escote de mi camisa, muy lentamente comenzó a desabrocharme uno a uno los botones. Sentía su rostro muy cerca de mi cuello y su aliento en mi oreja, era una sensación totalmente sensual, nunca me había pasado nada igual. Siguió con los botones pero, solo desprendió tres. Con sus manos tomo el cuello de mi camisa y la abrió muy lentamente, corriéndola con sus dedos entre mis pechos, hasta abrirla por completo. Continuo, recorriendo el borde de mi sostén y mis pechos los sentía hinchados, mis pezones querían salirse, lentamente con sus dedos los fueron liberando, empezó a acariciarlos yo sentía que rápidamente la temperatura del cuerpo me subía, los nervios se perdían entre tantas sensaciones.

Luego sus labios se apoyaban sobre mi cuello, empezaba a besarme. Sus besos eran suaves y concisos, se fue acercado a mi cara; comenzó a recórrela con los labios llego a los míos. Suavemente comenzó a besarme; yo no sabia que hacer ya que nunca había besado a nadie, pero él hizo todo. Me beso lentamente, luego introdujo su lengua en mi boca, buscando la mía, cuando se rozaron me perdí en esa sensación. Hacia movimientos con la lengua que realmente, yo no sabia que se podían hacer, pero era una sensación tan placentera que me deje llevar. Mis nervios se desvanecían, pero mi cuerpo estaba ardiendo. Quería que me soltara para yo acariciarlo, pero no quería que dejara de besarme. Intente liberarme, pero no puede. Él me rodeo con sus brazos e impidió que me moviera, tomo mis manos y las apretó con fuerza. No sé cuanto duro ese beso pero yo quería que siguiera para siempre. Se separo de mí y me dejo ahí sola ardiendo y con ganas de él. Debe haber pasado dos segundos pero yo sentí que fue una eternidad. Sentía como si, me estuviera observando, ahí sola, parada en su habitación. Imaginaba que el se yacía sentado y me recorría con su mirada.

En eso me rodeaba nuevamente con sus brazos pero de nuevo estaba detrás de mí. Sentí como con sus manos me recorría el vientre y me acariciaba el busto, luego con una de ellas recorrió mi cadera y la paso por dentro de mi pollera, suavemente buscado mi pelvis, la acaricio yo me sentía excitada. Metió sus dedos dentro e mi braga tocándome por dentro. Busco mi clítoris, y con su dedo lo acaricio de manera tal que me un escalofrío recorrió mi cuerpo. Era una sensación que me hacia gritar, pero recordé que no debía hablar y me contuve. Esos movimientos eran deliciosos, yo no sabia que hacer con mi cuerpo, estaba ardiendo y deseaba sus labios. Luego su dedo fue en busca de mi vagina. Esta estaba húmeda y dilatada, la acaricio y la dilato aun más, introdujo sus dedos en ella. Empezó a meterlos y sacarlos y mi cuerpo estaba que estallaba yo quería gritar, no me podía contener. Su otra mano estaba en mi busto y masajeaba mis senos; comencé a jadear, sin poder resistirlo más.

En ese instante sentí que todo su cuerpo estaba sobre el mío y que su pene rozaba mis manos. Empecé a palparlo, estaba enorme mucho más grande de lo que yo me imaginaba, muy hinchado, como queriendo salir de sus jeans. Empecé a tocarlo, era incomodo por las ataduras; mientras jadeaba le desabroche el cinturón intentando abrirle el cierre, del pantalón. Yo seguía jadeando cada vez con mas fuerzas, con mas ganas era una sensación increíble. Lo sentía detrás de mí excitado por mi excitación, mientras jadeaba y sentía. En ese momento tuve mi primer orgasmo, con mi mejor amigo y sin haberlo pedido. Enseguida de eso se detuvo, a mi se me escapo un -no- con voz de cansancio y desilusión. Me soltó y apoyo su dedo en mis labios, diciendo -shhh-. Yo lo tome con mis labios y lo chupe, era increíble lo que estaba haciendo. Me volvió a besar, fue otro profundo beso, como el anterior solo que esta vez desde el principio él me tenia en sus brazos fuertemente apretada, por suerte, ya que no me mantenía en pie, a esas alturas no sé ni lo que sentía.

De repente se separo y sentí que volvió a agacharse, comenzó nuevamente a subir por mis piernas, estas ves con su mano completa y tomándome con firmeza, pero con esa extrema dulzura que lo caracterizaba. Al llegar a mi pollera, continuo hasta mis muslos, muy suavemente pero con firmeza los acariciaba y masajeaba. Era una sensación tras otra, quería desatarme y besarlo, pero me dejó. Luego tomo el borde de mi braga y lentamente comenzó a quitármela. Recorrió con ella toda mi pierna, sentía su aliento en mis piernas, hasta llegar al suelo. Yo accedí a quitármela levantado un pie y luego el otro, sin que él me lo hubiera pedido. Pero se alejo y volvía a sentirme sola en la habitación, pensé que había vuelto a contemplarme estaba a medio desvestir. Imaginaba que me miraba mientras olía mis bragas, eso me excitaba. Me recorría con sus ojos, viéndome parada sola en la habitación, de manos atadas y vendada. De vuelta con miedo, pero estas ves con mi cuerpo cansado y excitado. Con mi camisa medio abierta descubriendo mis senos, a medio salir de mi sostén, sabiendo que estaba con mi pollera pero sin bragas, ésta idea de verlo excitado mirándome, me excitaba aun más.

En ese momento me tomo de nuevo por la cintura, pero esta vez me recostó en una silla. Yo no entendía, aunque fue realmente bueno, mi cuerpo estaba cansado. Sentí que me quitaba los zapatos, luego las medias, esta vez con la boca. Comenzó a besarme las piernas y volví a tomar temperatura. Las abría con sus labios, era increíble como besaba todo mi cuerpo, luego me besaba la pelvis, estaba devuelta completamente húmeda y dilatada. Su lengua se poso en mi clítoris, se movía, por dios como ¡movía la lengua! Tenia gana de gritar de nuevo y comencé a jadear, pero esta vez mas fuerte, mientras sus manos recorrían mi vientre, luego mi busto, mis pezones estaban firmes hinchados, querían salirse. Me sostuve de la silla no lo podía controlar mas y comencé a gritar cada vez con mas fuerza era increíble, le pedía más. Lo quería solo para mí en esa posición por el resto de mi vida. En ese momento tuve mi segundo orgasmo, fue largo he intenso.

Luego me dejo, yo estaba exhausta, pero había sido estupendo. Me destapo los ojos y me vi en el espejo, estaba atada a una silla, con cara de cansancio pero satisfecha. Con la camisa medio abierta y mi busto fuera de ella. La pollera recogida y mis piernas abiertas, veía mi pelvis por el espejo. Era una sensación extraña, verme así, me dio mucha vergüenza, pero él estaba a mi lado y me susurraba al oído

– Eres hermosa, no sé porque nadie lo había intentado antes contigo – yo reí.

– Desátame – le pedí, el enseguida accedió.

Mis muñecas estaban dolidas pero había valido la pena. Me coloque la pollera en su sitio y me arregle el sostén y la camisa. No sabia que hacer y me estaba dando vergüenza, mucha, más que antes. Solo dije:

– Gracias – sonó estúpido creo, pero él respondió.

– Es un placer – yo me sonreí.

– ¿Ya te vas? – pregunto sentado en su cama observándome.

– ¿No sé? – conteste.

Realmente no sabia que hacer y me volvió a dar miedo, esta vez sentía que iba a quedar como una niñita, si salía corriendo. Pero si lo besaba, talvez él pensara que yo no.

– No sé que hacer – se me escapo – que estúpida – agregue.

Me miro fijo, se paro y me envolvió con sus brazos.

– Porque, ¿no te gusto? – pregunto mirándome con sus penetrantes ojos.

– Claro que sí – conteste.

Interrumpiéndome dijo dulcemente.

– ¿Quieres continuar?.

Agache mi cabeza, él la levanto y dijo:

– No hay porque tener vergüenza, confías en mi ¿no?.

En ese momento me beso, fue un beso apasionado, creo que más aun que los anteriores pero estas ves tenia mis manos libres para recorrer su cuerpo. Con mis manos recorría su espalda, esa espalda que tantas veces soñé tocar, luego su trasero. El que realmente deseaba aprisionar entre mis manos. Era un beso increíble y su trasero era aun más sensual de lo que yo imaginaba. Mientras con sus manos, nuevamente me levantaba la pollera y tocaba mi trasero. Con sus manos, esas, que realmente disfrutaba y tanto había deseado, recorrían y masajeaban todo mi cuerpo. Seguía tocándome con firmeza, era realmente excitante. Prosiguió hasta mí entre pierna y luego las piernas. Las abrió lentamente tocándome por debajo intentando llegar nuevamente a mi vagina. Yo mientras metía mis manos por debajo de ese vaquero, tan sexy que traía, intentando mentarme dentro de él.

De repente, tome la iniciativa; lo solté, me separe. Quedo desconcertado, pero no hizo nada. Dude un segundo, pero proseguí, di un paso hacia atrás lo mire a los ojos mientras terminaba de desabotonarme la camisa. Luego, lentamente me la quite, recorría su cuerpo con mi vista, él estaba excitado se notaba, era extremadamente sensual. Intento tocarme pero no lo deje, me acerque. Me di la vuelta y quede de espaldas sobre él, coloque mis manos en su trasero y muy lentamente le fui quitando el pantalón, mientras me agachaba rozaba con mi cuerpo el suyo. Se lo quite completamente y luego comencé a subir de la misma manera. Al pararme por completo, quedo mi trasero apoyado sobre su pene, que estaba grande e hinchado pero aprisionado por su bóxer. Comencé moverme suavemente sobre este, mi trasero. Haciendo así su excitación aun mayor, mientras me quitaba completamente el sostén. Tome sus manos y las puse sobre mi vientre, ya sabia que hacer. Entonces comenzó a recorrerlo nuevamente, a tocarme los senos, los pezones, estos se endurecían, la temperatura me subía, la excitación aumentaba.

Con mis manos volví a su trasero pero esta vez intentaba quitarle el bóxer. Su pené se endurecía aun más, estaba grande, duro, nuestra temperatura se elevaba. La tensión entre nosotros era aun mayor y en ese preciso instante. Se oye un ruido de cerradura, nos paralizamos por un segundo. Luego un nuevo intento de abrir la puerta. Él, sin dudarlo dos veces, se separa toma mis cosas, me tapa con una manta, diciendo:

– Metete en el baño arréglate y seguirme la corriente.

Entre al baño, cerré la puerta y me recosté contra esta; tuve un suspiro largo y profundo. Solté las cosas y quede parada frente al espejo, me mire nuevamente. Tenía en la cara una expresión mezcla de susto y de cansancio. Me observe lentamente estaba casi desnuda a excepción de la pollera, mis pechos y pezones volvían lentamente a la normalidad, la respiración también se normalizaba. Comencé a pensar en lo que acababa de pasar, era increíble. Nunca se me hubiera ocurrido que algo así iba a pasar justo hoy y de esta manera, menos con él. Por más que muchas veces lo hubiera soñado y fantaseado, nunca había pensado que en realidad pasaría. Se escuchó desde afuera:

– Ah mamá, esta en el baño. Justo se estaba por ir.

– Decirme ¿comieron?.

– No, no andaba con hambre.

– Esta bien decirle que no me quedo a saludarla porque tengo mucho sueño y me voy a dormir.

– Esta bien mama, hasta mañana.

– La vas a acompañar ¿no?.

– Sí claro.

– Bueno, cuando vuelvas cierra con llave, hasta mañana.

Mientras escuchaba esa conversación, yo me vestía rápidamente, quería salir de ahí, quería. No sé que quería pero mis nervios de nuevo aumentaban. Termine de vestirme, me lave la cara, mire en el espejo e intente poner cara de que nada había pasado. Era difícil ya que solo pensar en lo que había pasado me recorría una sensación por el cuerpo que… Respire profundamente y salí del baño. Mire a mí alrededor, todo el cuarto estaba normal medio despelotado. Pero nada fuera de lo común, como si no hubiera pasado nada. Miro por la puerta, él estaba en la cocina arreglando no sé que cosa, con su vaquero puesto y una remera negra. Me acerque y pregunte suavemente:

– ¿Tu madre?.

Él respondió con un tono firme, como para que lo escucharan.

– Se acostó y te dejo recado, que la disculpes esta con sueño y saludos.

Mirándome a los ojos, con una mirada de picardía dijo

– ¿Ya estas lista? te acompaño.

Salimos de la casa, caminamos una cuadra sin decir palabra alguna. Yo realmente no sabia que hacer, pero él…

– ¿Estas bien? – me sorprendió su pregunta, -¿Cómo te sentís?.

– Bien – respondí.

– Te gusto, te parece que me excedí

Eran preguntas estúpidas por supuesto que estaba bien, claro que no se había excedido, había sido la sensación más espectacular que yo había sentido, pero no eran respuestas para dar en la calle. Hubo un silencio, yo no respondía, el insistió.

– ¿Segura que estas bien?.

Increíblemente yo conteste:

– Si

Pero quedo inconcluso el sorprendido, no menos que yo por ese comentario, se sonrió diciendo.

– No esperaba menos de vos sabia que ibas a entender.

– ¿Entender que? – pregunte. El no contesto, pero yo no insistí.

Caminamos unas cuadras más, en silencio y entramos en el parque. Yo recordaba lo que acababa de pasar, sus manos, su olor, su piel, su boca. Como me tocaba, pensarlo siquiera, me hacia temblar. Era una noche preciosa, pero corría una brisa fría y yo sin querer, me estremecí. Dándose cuenta, me envolvió con sus brazos, yo pensé por favor acá no. Probablemente mi cara debió reflejar ese pensamiento, porque él me susurra al oído, con voz suave y sensual.

– No te preocupes, no voy a hacer nada que no quieras, ni que te ponga incomoda.

Me volví a estremecer, esta vez me apretó más fuerte y luego me soltó. Seguimos caminando, yo lo miraba de reojo. Era cómico, acababa de hacer algo fantástico conmigo. Sin embargo caminaba con sus manos en los bolsillos, su cabeza gancha y esa manera tan peculiar pero sensual que tenia de caminar. Había que reconocerlo todo en él era sexy, no había nada que me desagradara. Sumándole a eso su sensual y dulce manera de hablar, la manera en que me tocaba y sus besos, por dios su ¡lengua! Era increíble, me dio como cosa verlo así, creo que pensaba que yo, no sé. Pero de repente por mi cabeza paso la idea de que, -y si la espera que le diga que seamos novios o ¿algo así?-. Yo no quería novio ni nada semejante, él era mi amigo y ahora él era mí… ¿Qué era él?, ¿Que pretendía? Increíblemente los dos a la vez dijimos:

– ¿Y ahora? – nos miramos y reímos.

Habíamos llegado a la puerta de casa, pero la pregunta no tenia respuesta.

– Novios – volvimos a decirlo a la vez, reímos y él hizo con una mano un gesto como diciendo te dejo hablar.

– No te ofendas, fue increíble, pero nosotros ya lo habíamos hablado, somos excelentes amigos. De ahí a novios, no sé; vos ya sabes lo que yo pienso de eso.

Él me mira tenia en su rostro una cara de satisfacción como si le hubiera sacado una peso de encima.

– Que bueno que lo entendiste, por un segundo me hiciste pensar que había estado errado en lo que hice.

– No creo – respondí con una mueca de picardía.

– Mira que vos no estuviste nada mal para ser tú…

– ¡Me están esperando! – le interrumpí con cara de decirlo fuerte y te mato.

– Esta bien pero antes ¿Me puedo despedir?.

Mientras lentamente se acercaba, cuando de repente dije:

– ¡No!.

Él retrocedió enseguida y quedo desconcertado.

– A menos que quieras que piensen que somos novios, no lo hagas – dije suavemente.

– Tienes razón – me susurro apoyado en la baranda – pero quedo inconcluso – dijo rozándome con su mano la entre pierna.

Luego me dio un beso en la mejilla y se marcho. Entre a casa, mire el reloj, eran las 4.00 de la mañana, todos estaban dormidos. Me incorpore fui hasta el cuarto, solté el bolso y me tire sobre la cama. No podía creer lo que había pasado, era increíble. Todavía tenía en el cuerpo su olor y la sensación de su piel, pero estaba tan cansada que enseguida quede dormida. Sin saberlo nuestra relación cambiaria radicalmente.

Annkaxia
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AlfredoTT
AlfredoTT
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