Solo había sido un sueño; pero ese culo es tan real

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Cada vez que me voy encaminando para entrar al metro, mi espíritu vacía todo su contenido, se queda como en blanco sin necesariamente estar completamente vacío. Un solo pensamiento lo ocupa. Un pensamiento que lo llena completamente, lo inunda, que lo estimula, que lo acelera. El corazón también se acelera: bum, bum, bum… me estará esperando?. Esa ha sido una preocupación que ha durado varios meses. Siempre pensando en lo mismo. Cada vez que la veo no salgo de mi asombro. Es tan linda, tan elegante, tan grande, tan sexy, tan llena de vida, tan joven, tan risueña, tan, tan, tan… Yo mismo no lo hubiera creído. Mi alma ni siquiera sospechaba que existía alguien con tantas calidades y cualidades, no, porque hay que ser claros y explícitos.

Las calidades y cualidades de una persona no se pueden apreciar al exterior mas que solamente las que se aparentan o que nuestros ojos detectan en el instante mismo, pero aquellas que están dentro de la misma persona son insondables hasta que no se haya hecho un acercamiento hablado o físico. Pero eso no es nada difícil cuando uno es capaz de hablar y que mejor si habla nuestra propia lengua o aunque sea otra lengua que seamos capaces de servirnos, siempre y cuando haya un diálogo que nos de el pié para ese “aproche” tan estimulante.

No me fue difícil la primera vez hablarle. Claro está que las primeras veces en que nos dimos cuenta de que existía “ese no se qué” que nos atraía, solo nuestros ojos se cruzaban y se hablaban de sensaciones que nos ponía la carne de gallina. Solo de ver la hermosura de ese rostro grande, amplio, generoso, enmarcado en una cabellera “blonda”, bien peinada, larga sobrepasando los hombros, sedosa, brillante. Unos ojazos de mirada fija sin ninguna expresión de la cual nos permitamos deducir que quiere esconderse, más por el contrario, desea llegar hasta el fondo de su destino. Una frente amplia de donde se puede avanzar toda clase de conjeturas de su contenido. La nariz no es pequeña porque forma parte de ese rostro generoso, y los labios forman una boca “gourmande”. Qué boca!!!. Solo de verla las babas son incontrolables. Los pensamientos que puede generar una boca, una simple boca, pero qué boca, son fascinantes. Labios rosaditos, sin ninguna pintura, sin ningún agente conservador o exaltador que resalte su valor, ellos mismos tienen el valor de exaltarse y de expresarse con gran valor. Esa gran boca recorriendo mi piel, milímetro a milímetro, exacerbándome hasta la locura, como una tortura, la libido, la virilidad, la energía, la hombría, pues. No puedo decir que es pequeña, no. Tiene una estatura de una modelo sólida de cinco pies nueve pulgadas y con tacones, uff, hay que levantar la cara para recibir la delicia de su boca.

Nos veíamos de frente sin decir nada, solos nuestras miradas dialogaban el diálogo del amor, de la atracción y de la afinidad. Por momentos mis ojos la recorrían de pies a cabeza, de la cabeza a los pies. Qué piernas tan divinas, sólidas, bien moldeaditas, largas, enormes, blancas. Y que decir de ese vientre planito: Aaahh, la lujuria total. Mis ojos penetraban mucho mas allá de la visión y mi mente acumulaba todos los datos y sus formas y, la imaginación la servía en una bandeja de plata. El triángulo de las Bermudas no es absolutamente nada y se quedó completamente anulado con ese triángulo sexual de esta escultural figura que aniquila absolutamente todo con su sensualidad. La cinturita sosteniendo dos senos medianos, nada extravagante, simplemente dos senos que modelan la forma de mujer. En un recorrido que duraba una eternidad, mi pensamiento se paseaba de arriba hacia abajo y viceversa, gozando con infinito deleite esas formas que hacían a mi cerebro planear a su sabor y antojo. Nuestros ojos ya se habían hablando antes de que nos habláramos y ya se habían bañado en sus propias babas. Ya se habían besado con besos húmedos, con besos mojados, con besos de fuego, lúbricos, libidinosos, cachondos, viciosos, con besos de gran pasión. Las bocas y lenguas de nuestros ojos ya habían recorrido millones de veces cada milímetro de nuestros cuerpos, pero aún no estaban satisfechos de ese enredo ocular.

Para mi no existía mas que su imagen, sus ojos, ella. Me acerqué con la confianza del que ya posee todo lo que tiene delante de sus ojos y, no comprendo todavía por qué, tartamudeando le dije:

– Me, me, lla…, lla…, llamo Carlos.

– Yo soy: Liz, por Lizbeth, me aclaró.

Ah, que nombre tan lindo. Me entró en los oídos con una dulzura que deseaba repetirlo miles de veces: Liz, Liz, Liz en voz alta. No me acuerdo más. Lo que sí me acuerdo es que cada vez que viajábamos juntos dentro del mismo vagón y a veces uno a la par del otro, mis ojos no podían alejarse de sus piernas divinas que ella exponía generosamente ya que su minifalda no era capaz de cubrirlas y, además, para qué, si de todos modos ya estaban destinadas para mí. ¿Y los demás?, Que les aproveche, pero sin tocar por favor. En mi mente ya las había babeado miles de veces y el solo deseo era de poseerlas físicamente. El pensamiento no es que se vuelva una obsesión, sino que proyecta un futuro realizable. ¿Qué pensaba ella?, Lo ignoro completamente, jamás me pasó por la mente preguntárselo y no se lo preguntaré.

Sin preguntas, sin comentarios, sin forcejeos, sin presiones, sin nada, con un paso decidido, caminábamos sin saber a donde, entrelazados en nuestros brazos, sin despegarnos ni un milímetro. Que el mundo se termine aquí, lo importante es estar juntos embriagándonos de esta felicidad que aniquila cualquier contratiempo. O los prejuicios?. Nos valieron.

– Siempre soñé que estaría entre tus piernas desde la primera vez – le dije.

– No me hagas esperar que me muero… hummmm

No pude mas, nada podría compararse con ese momento tan divino de poseer lo que tanto se anhela y de saborearlo como un perro sediento bebiendo en un manantial de abundante corriente. Nada quedó sin que yo no hubiera disfrutado. Ella no pudo contenerse y me correspondía con esa boca que yo ya había disfrutado en mis sueños más íntimos. Esa boca enorme que me recorría ahora, como en aquellos momentos de mi imaginación, de arriba hacia abajo, de abajo hacia arriba y mis ojos eran incapaces de abrirse para ver la escena, estaban completamente cerrados en un goce divino. Después de varios orgasmos no pude contenerme a poseerla, a sentirme dentro de ella, a hacerle saber que de ahora en adelante íbamos a permanecer juntos hasta que la muerte nos separe. Estaba dispuesto a mostrarle que ella el objeto de mi pasión y que debería poseerla millones de veces. Le hice el amor hasta el cansancio, la penetré una y otra vez, y otra vez… orgasmo tras orgasmo. Sus brazos no se desprendían de mí. Sus manos grandes pero delicadas, femeninas, tiernas, me recorrían todo.

– El paraíso nos espera, tú eres mi ángel.

– Tú eres mi hombre, me dijo.

Abrí los ojos y me sentí todo mojado y con otra gran erección: ¡¡¡Solo había sido un sueño!!!

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AlfredoTT
AlfredoTT
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