Parqueadero el espectacular cuerpo de un joven

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Llevaba varios días en la misma rutina, después de terminar las actividades del día iba directamente para el gimnasio, nada podía detenerme. Lo que me llamaba la atención no era precisamente mi rutina de ejercicios, esa ya había dejado de ser mi prioridad. Ahora, me atraía ver el espectacular cuerpo de un joven que había empezado a entrenar a la misma hora. Cada día me quedaba largos minutos sentado en las maquinas de pesas, fingiendo que descansaba cuando en realidad estaba observando a este joven hacer sus ejercicios. Era bastante alto, sus piernas eran largas y delgadas pero bastante fibrosas, su abdomen era plano, yo lo sabia porque él se levantaba su camiseta de vez en cuando frente a los espejos para comprobar lo duro de sus abdominales. Sus brazos también eran largos y delgados, llenos de músculos de atleta. Finalmente, su espalda era ancha y siguiéndola hacia abajo remataba en un culo igualmente pequeño, atlético, duro, redondo. Me encantaba ver su cuerpo, ver como se movía mientras calentaba saltando lazo, ver como sudaba, me imaginaba su olor. Me gustaba ver como apretaba sus dientes y fruncía su linda cara al levantar las pesas, yo fantaseaba pensando que así debería verse al momento de tener un orgasmo.

Total, fueron muchas noches de morbo en las que yo dejaba volar mi imaginación mientras lo observaba. Quería hablarle. Quería, aunque fuera, estrechar su mano para presentarme y, por que no, convertirme en su amigo. Pero era difícil, siempre estaba muy concentrado en sus ejercicios y con los 18 o 19 años que yo suponía que él tenia, le parecería raro que alguien unos años mayor se acercase a hablarle sin ningún motivo aparente. Me iba dando cuenta que no tenía otra opción mas que consolarme con verlo, pero mi verga insistía en endurecerse y hacerme imaginar mil cosas con él cada vez que lo veía y cada vez que lo recordaba, mientras estaba solo en mi habitación, masturbándome.

Muchas veces pasó muy cerca de mí, tanto que podía oler su aroma a sudor. Era lo mas erótico que podría pasarme durante el día. Imaginaba que sería el mismo aroma que yo respiraría si lo pudiera tener algún día entre mis brazos, teniendo el sexo mas salvaje. Me estaba enloqueciendo por él, tenia que hacer algo al respecto. Tenia que hacer algo…

Un día se me ocurrió que podría seguirlo cuando terminara su entreno para ofrecerle llevarlo a su casa en mi carro. Imaginé que por ser tan joven él no tendría carro propio, sería una forma de empezar a hablarle. Esa noche estuve muy pendiente en el gimnasio y, cuando lo vi hacer sus estiramientos finales, empecé yo a hacer lo mismo para que todo pareciera una casualidad. Una vez terminó de estirar, yo esperé diez segundos más y también di por finalizados los ejercicios de ese día, me armé de valor y lo empecé a seguir. Salió de la sala de maquinas y entró en los lockers, yo también. Yo no tenía nada que hacer mas que recoger mis cosas e irme pero, como él al parecer se iba a cambiar, decidí demorarme un poco, pretendiendo que buscaba algo dentro de mi maletín, para poder ver algo mas de ese hermoso cuerpo.

– Estuvo dura la rutina hoy no? – comenté, buscando iniciar una conversación, él me miró un poco extrañado, confirmando primero si estaba hablándole y al darse cuenta de ello respondió:

– Si bastante – en un tono algo seco.

– Pero vos a parte de el entreno en el gimnasio haces mas deporte cierto?

– Si, vengo de entrenar volleyball por tres horas.

– Estas entrenando en alguna selección o para algún torneo en especial?

– Si, para los juegos nacionales, estoy en la selección nacional

– Ah de razón

– De razón que?

– No, es que ahora que te estaba viendo entrenar vi que tenéis un cuerpo súper fibroso. Ahora me doy cuenta por qué es.

– Ah ja ja… si, si, es porque llevo entrenando mucho tiempo, es bastante duro

– Si eso veo… a propósito, me llamo Iván – le dije estirando mi mano.

– Mucho gusto, Guillermo – dijo estirando su mano y estrechando la mía.

– Y ya casi salís?.

– Si ya, me cambio la camiseta, me pongo la sudadera y me voy.

– Y en que andas?

– En bus… esa es la otra parte aburridora porque me espera un viaje de 45 minutos en esos “comodísimos” buses.

– Ja ja… si me imagino que debe bien aburridor eso.

– Bastante

– Y donde vivís?

– En el norte

– Ah pues yo también vivo en el norte – lo cual no era cierto – si queréis te puedo llevar.

– No fresco, me da pena.

– No en serio, no te preocupes que no es molestia, yo también voy para allá.

– Bueno si en realidad no hay problema…

– No fresco, cámbiate, yo te espero y salimos juntos.

– Bueno listo, yo me cambio rápido.

Me senté entonces en la banca para esperar a que él se cambiara y para disfrutar mientras aquel hermoso cuerpo se descubría ante mí. Se quitó primero su camiseta sudada revelando un pecho amplio pero atlético, sin un solo pelo. Dividido perfectamente en dos, su pecho estaba algo enrojecido y húmedo por el ejercicio. Sus pezones eran pequeños y de color marrón claro. Como me hubiera gustado lanzarme a besarlos. Pero había más, pude ver su abdomen cuadriculado, todavía moviéndose agitadamente por el ejercicio, todavía con sudor y con una sola hilera de pelos que salía del ombligo hacia abajo y se perdía donde empezaba el resorte de su pantaloneta.

– Se ve que le pegas duro no? Sois flaco pero sois súper viga (musculoso).

– Si, es que no puedo aumentar mucha masa muscular para tener agilidad pero los músculos si se me marcan

– Pero bastantísimo, por ejemplo tu abdomen se ve que es súper fuerte…a ver endurécelo yo te golpeo allí.

Y levanté mi mano con mis dedos doblados en forma de puño lista para dar el golpe. El se paró mirándome de frente y endureció su abdomen. Di un golpe seco, no muy suave no muy fuerte, en la parte alta de su abdomen y sentí la dureza de aquellos músculos y la humedad de su piel sudada. Volví a dar otro golpe en el mismo lugar y luego baje un poco mi puño para golpear en la zona de la hilera de pelos justo debajo del ombligo. Si hubiera tenido mas valor hubiera seguido llevando mi mano mas abajo, pero no me atreví.

– Si está súper duro, no me imagino todo el trabajo que cuesta mantener un abdomen así

– En realidad no mucho – dijo Guillermo mientras se puso la camiseta limpia – durante el entreno se trabajan todos los músculos incluso sin darse uno cuenta.

– Y entrenando volleyball me imagino que debes tener firmes los brazos y las piernas por igual.

– Si claro, sobretodo las piernas porque hay que correr, reaccionar rápido, saltar y todo eso.

Dicho esto, procedió a quitarse su pantaloneta sudada revelando su par de piernas delgadas, con los músculos marcados. Yo las seguí de abajo hacia arriba, viendo como sus pantorrillas parecían talladas en madera y como sus pequeñas rodillas daban paso a unos muslos llenos de músculos largos que los atravesaban. A medida que subía mi mirada, también aumentaba la cantidad de pelos en sus piernas, hasta que sus boxers, más o menos largos y ajustados detenían el espectáculo. Sacó rápidamente el pantalón de la sudadera y se lo iba a poner. Yo tenía que decir algo rápido para poder observar ese par de piernas por más tiempo.

– No claro, es que no era para menos, mira como se te marcan los músculos de las piernas.

Guillermo se detuvo entonces un momento como para mirar sus piernas también y sonriendo, como siempre lo hacia, me dijo

– Ah si ja ja…, parecen las piernas de un robot.

– Ja ja… si, pero se ve que son súper fuertes, también haces atletismo?.

– No, solamente las ejercicio en los éntrenos de volleyball.

– A ver, endurece los muslos, yo quiero pegarte allí también

Guillermo estiró una de sus piernas levantando el pie del suelo y moviéndolo hacia arriba de tal forma que toda su pierna quedó rígida y marcada para que yo le hiciera el “test de fuerza”. Nuevamente estiré mi puño y di un par de golpes por encima de la rodilla y subí golpeándolo con firmeza hasta golpear encima de sus boxers. Cuanto hubiera dado por tener el valor de llevar mi mano mas arriba hacia ese bulto del cual solo podía ver una parte, pues la camiseta tapaba el resto, pero que se adivinaba grande, caliente, esperando a ser satisfecho.

– Súper duras tus piernas, mejor dicho todo tu cuerpo es bastante fuerte.

– Si ja ja…, dijo Guillermo mientras relajaba su pierna y volví a apoyarse en ella para ponerse el pantalón.

Había terminado el show por hoy? No podría ser, yo no podría dejar que las cosas se quedaran allí ahora que mi cuerpo me pedía a gritos ese postre tan delicioso. Guillermo se puso sus tenis y dijo

– Listo, salimos ya?

– Si listo vamos.

Caminamos hacia el parqueadero y nos subimos al carro. Empezamos a hablar de muchas cosas mientras tomábamos la avenida hacia el norte de la ciudad. Me contó que tenía 18 años, que vivía con sus padres etc. Yo no sabía como llevar la conversación hacia el tema del sexo. Pero también, de que me serviría? Si nada podría hacer en un carro en plena avenida principal. No sabía que hacer, entonces decidí volver a poner el tema de su abdomen y sus piernas y los duros que eran. Paramos entonces en un semáforo en rojo y decidí preguntarle.

– No Guillermo, me quedé aterrado con la dureza de tus abdominales. Pero es solo mientras estas de pie? Mínimo cuando te sentáis ya la cosa cambia no? Ja ja…

– Pues cuando estoy así sentado no tengo el abdomen extendido pero igual sigue siendo duro.

– A ver – dije yo mientras llevaba mi mano hacia su abdomen de nuevo, esta vez no con golpes sino con una especie de caricia firme.

Guillermo contrajo sus músculos nuevamente y lo toqué por encima de la camiseta.

– No pero levántate la camiseta Guillermo así no vale ja ja…

Guillermo sonrió nuevamente y levantó su camiseta. Llevé mi mano por su abdomen alto y con mucho disimulo, y con el pretexto de seguir tocándolo, la baje un poco hasta el ombligo y luego mas abajo. Guillermo debe haberse sentido incomodo porque bajó su camiseta y se reacomodó en el asiento como dejándome ver que ya lo había tocado lo suficiente. Como saber si el era gay? Como poder lograr algo con el? Algo tenía que ocurrírseme rápido.

– Guillermo, te molesta si arrimamos un momento al centro comercial, es para no tener que devolverme luego, yo compro unas cosas y listo.

– No no hay problema, fresco, ni mas faltaba, es tu carro, además me estas haciendo un súper favor arrimándome a la casa.

– Listo, seguro que no me demoro.

El centro comercial era el sitio ideal para cualquier charla porque a esa hora de la noche no habría muchos carros en el parqueadero y si algo pudiera pasar tendría que ser allí. En el camino, le puse a Guillermo el tema crucial.

– Ve Guillermo y tenéis novia?

– Si, tengo una novia desde hace 7 meses, pero ella no vive aquí.

Me explicó que su novia vivía en otra ciudad donde estudiaba y que se veían una vez cada dos meses o a veces con menor frecuencia

– Ah! una relación de esas es dura cierto?

– Si claro, me hace mucha falta

– Además la tentación es muy grande

– Como así?

– Si mira. Yo tuve una relación igual, a distancia, – le dije inventándome una historia similar – pero era muy difícil porque pues… yo soy hombre y pues… vos sabéis que uno tiene sus necesidades me entendéis?.

– Ah si, te entiendo.

– Claro, entonces la relación empieza a dañarse por eso, porque uno empieza a buscar con quien desfogarse me entendéis?

– Si claro claro, y por eso terminaste con ella?

– Si eso fue, entre otras cosas, eso fue lo que acabó la relación, yo necesitaba estar con alguien y pues busqué a otra persona solo para eso, luego mi novia se dio cuenta y bueno hasta ahí llego todo.

– Tenaz

Mientras conversábamos ya habíamos entrado al centro comercial y yo daba vueltas buscando un sitio no muy concurrido donde parquear.

– Y vos Guillermo, pues… si no es atrevimiento preguntarte… me imagino que también tenéis necesidades sexuales no? Como haces entonces?.

– Si claro que las tengo, no pues no hay de otra, como dicen por allí, la mano es la mejor consoladora

– Eso si es cierto, y mas cuando uno tiene tu edad…Que, ¿te la jalas mucho o que?

– Si guevón pues vos sabes, cuando se necesita…

– Si, pero igual hace falta el sexo no?

– Si pero pues toca aguantarse.

– Pues mira, eso es lo que creía yo, que uno podía aguantar pero ni modo, fue difícil.

Detuve el carro en un espacio, sin detener la conversación. Ya sabía que le iba a decir y tenía temor por su reacción

– Si es difícil pero que se le va a hacer.

– Mira, te cuento algo, de hombre a hombre. Como te decía yo me conseguí a una vieja para desfogarme, ya estaba cansado de masturbarme, pero para no sentirme tan mal con mi novia, lo único que hacia con esa hembra era dejar que me la mamara.

– En serio? Yo no creo que seria capaz de hacerle eso a mi novia.

Entonces pretendí estarle hablando con mas confianza y me acerqué un poco mientras apoyaba mi mano en su pierna como si fuera el acto mas natural del mundo

– Mira Guillermo, en la edad que vos tenéis no debes privarte de esas emociones, no me parece, eso déjalo para cuando tengas esposa, hijos etc.

Guillermo se notaba un poco extrañado, seguramente por haberle puesto mi mano en su pierna, podía notar que no le estaba gustando el tono de la conversación

– Bueno no se, no tenías que ir a comprar las cosas?

Entonces, pretendiendo que no lo escuchaba le dije:

– Yo de vos no desaprovecharía las oportunidades que se te presenten, igual sois joven y tenéis un cuerpo muy chevere me imagino que no te faltan propuestas – le dije mientras acaricie muy disimuladamente su pierna, y subiendo un poco mi mano camino a su bulto.

– Mira Iván, yo creo que mejor me bajo aquí, es que en serio ando como de afán

– Espérate Guillermo, una ultima cosa – Decidí atreverme a lo que fuera, ya no podría volver a tenerlo así tan cerca

– Decirme – dijo el acomodándose de nuevo en la silla

– Mira en serio que busca la forma de desfogar tus necesidades – le decía yo, por decirle cualquier bobada para hacer mi próximo movimiento – Me imagino, y es normal, que a tu edad sintáis muchos deseos de muchas cosas.

Y en ese momento hice el movimiento final, levanté mi mano de su muslo y la puse en su bulto de una forma descarada.

– Que te pasa maricón!!! – gritó Guillermo – Ya me suponía que estabas buscando pedazo de marica – siguió gritando mientras abría la puerta para salirse del carro.

Yo ya me imaginaba que eso iba a pasar, sin embargo, traté de hacer algo que podría terminar de dañar las cosas o podría arreglarlas.

– Espérate Guillermo espérate, no te bajes – le dije tomándolo firmemente del brazo.

– Déjame salir de aquí que a mi esto no me gusta

– Pero cálmate, cálmate, perdóname, fresco, yo no te toco más, pero cálmate ya tranquilízate como te vas a ir a tu casa a pie ya no pasan mas buses.

Guillermo dejó de gritar y de hacer fuerza por salir. Su respiración era profunda, se notaba la ira que tenía. Se acomodó en la silla y mirando hacia el frente me preguntó en un tono violento.

– Que es lo que queréis

– Mira fresco, primero no me digas maricón que yo tengo novia, lo que pasa es que también me gusta de vez en cuando charlar con un hombre como charlo con vos

– Charlar o tocar hombres querrás decir

– Bueno si tocarlos, mejor dicho, me gustan los hombres pero es una cosa muy secreta y por eso no busco a una loca sino que busco tipos serios como vos

– Si pero es que yo soy un tipo serio vos bien lo decís a mi no me gustan las maricadas

– Pero yo no te estoy pidiendo nada de maricadas

– Ah no? Y tocarme que es…

– Bueno esta bien, me pasé pero ya fresco, te voy a contar algo. Yo conocí a un muchacho así como vos y pasó casi lo mismo, yo quería tener algo con él pero el tipo no era gay.

– Y eso a mí que me importa

– Espérate, deja tu ira y escúchame, cálmate. Yo le dije al tipo ese que todo lo que yo quería hacer era mamársela

– Mira o cambias de tema o me bajo

– Fresco Guillermo, eso fue todo lo que le pedí al tipo, que me dejara mamársela pero obviamente, pagándole un buen dinero por eso. Al principio me dijo que no pero luego fue aceptando

– Pues yo no se, si me lo estas proponiendo te digo que a mi no me gustan esas maricadas yo nunca haría eso y ahora si chao.

– Espérate, no te vas a salir… Guillermo pensarlo, mira, en 15 minutos podríamos estar saliendo de aquí mismo y vos te llevarías una buena cantidad de dinero

– No, a mi eso no me va, yo no voy a besar a un hombre ni nada de eso

– Tranquilo Guillermo, fresco, te hago el mismo trato, solo te la mamo, que decís? Una mamada, algo placentero para vos solamente…y te pago

– Ve, yo mejor me voy

– Bueno pues si no queréis entonces ven te llevo a tu casa fresco

– No, no, déjame yo camino, no me importa

– Guillermo abrió la puerta y se bajó del carro. Mientras se bajaba y se acomodaba su maletín dándome la espalda yo le dije:

– Vos pones el precio, pensarlo

Continuara…

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AlfredoTT
AlfredoTT
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