Mi marido sabe que me cojo a Octavio… y quiero más
Desde que tengo a Octavio, mi compañero de trabajo y ahora mi amante, siento que me volví más puta que nunca. Durante la semana, a veces le mando un mensaje corto a mi marido: “Voy a llegar tarde, amor”. Él ya sabe lo que significa: que estaré en un hotel con Octavio, abierta de piernas, recibiendo su verga dura hasta quedar rendida. Vuelvo a casa relajadita, con el coño bien follado, y si mi marido me lo pide, le cuento todos los detalles sucios mientras me mira con la verga dura.
Le describo cómo Octavio me agarra del pelo, cómo me mete la verga en la boca hasta ahogarme, cómo me revuelca en la cama del hotel como a una cualquiera, haciéndome gritar sin miedo a que nadie escuche. Mi marido escucha, se masturba conmigo, y yo siento que lo excita tanto como a mí.
Pero lo que realmente me calienta es pensar en dar el siguiente paso: que Octavio no solo me folle en un hotel, sino que se quede en nuestra casa. Quiero que pase el fin de semana con nosotros, que ocupe el cuarto de huéspedes y me reviente ahí mismo, sabiendo que mi marido está al lado, en la sala, escuchando mis gemidos atravesar las paredes.
Me imagino la primera noche: viernes, tarde, Octavio llega, me besa como un animal en la puerta, me toma del culo y me lleva directo al cuarto. Yo con faldita corta, sin calzones, húmeda solo de pensar que mi esposo está ahí, escuchando cómo su mujer es usada como puta de trabajo.
Toda la noche sería de sexo sucio, de mamadas profundas, de gritos de placer, de gemidos roncos. Octavio me abriría de todas las formas, me haría suya como siempre, pero esta vez con la adrenalina de saber que mi marido está en la misma casa, que sabe exactamente lo que está pasando.
Y lo mejor sería despertar al día siguiente y ver a mi marido en la cocina, preparándonos el desayuno. Yo saliendo despeinada, con las piernas flojas, el coño aún húmedo, y Octavio detrás de mí con esa sonrisa de macho satisfecho.
Cuando se fuera, yo me acercaría a mi marido, me pondría de rodillas frente a él, y le diría al oído: “Ahora sí, amor, es tu turno… te la chupo toda, y luego me coges como quieras, con el coño todavía caliente del otro”.
Solo de imaginarlo me mojo. No sé si algún día se hará realidad, pero confieso que me excita como nunca pensar que mi esposo, lejos de enojarse, se vuelva cómplice de mis ganas de ser una puta feliz.
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ah bueno! jajaja me encanto, asi mismo me gustaria que fuera