Marcos y mi primera vez
Recuerdo que fue en verano, una tarde muy calurosa, cuando me encontré con Marcos por primera vez, en una camioneta blanca doble cabina, esas fueron sus indicaciones.
En aquel momento yo tenía 28 años y hasta entonces sólo había estado con chicas, aunque no con muchas para ser sincero. Por aquel entonces, yo frecuentaba sitios web de citas y cosas por el estilo (también sitios de relatos excitantes como este). Fue en uno de esos sitios que conocí a Marcos. Hasta entonces, yo me consideraba 100% heterosexual, pero debo reconocer que al ver sus fotos la curiosidad se apoderó de mí. Aclaro que se trataba de un sitio de encuentros sexuales, por lo que casi nadie publicaba fotos de su rostro y Marcos no era la excepción. Sólo había fotos de su torso desnudo, sólo con un bóxer azul que dejaba resaltar un bulto en su entrepierna. Su descripción decía que era un hombre de 38 años, soltero y bisexual.
Tomé valor y decidí escribirle. Fue un tímido “hola” y él respondió. Comenzamos a hablar, me preguntó de dónde era y le respondí que de un pueblo a unos 200Km de donde él vivía. Para mi sorpresa, me dijo que solía pasar por mi pueblo en dirección a otra ciudad. Viajaba frecuentemente por trabajo. “Avisame la próxima vez” le dije, sin intenciones reales de verlo; yo sólo buscaba una charla hot con personas desconocidas.
Continuamos hablando de vez en cuando por las siguientes semanas, de experiencias y fantasías. Le conté que yo no tenía mucha experiencia con las mujeres. Me preguntó qué tal con los hombres y le dije que no, que nunca se me había cruzado por la cabeza… hasta ese entonces. Le confesé que ver sus fotos y charlar con él me generaba una extraña excitación y cierta fantasía. Unos días después me llegó un mensaje, diciéndome que estaba de paso por mi pueblo, pero lo leí tarde, ya se había ido.
Así pasó un par de veces, hasta que un sábado de verano, cerca de las 15hs entre a la web y me llegó su mensaje “estoy acá”. Los nervios me invadieron, me empezó a temblar todo el cuerpo. Llegó otro mensaje: “nos vemos?”; respondí que sí pero que estaba muy nervioso y no podía prometerle que fuera a pasar nada. Me dijo que me quedara tranquilo, que estaba bien.
Yo estaba cerca del centro y coordinamos rápidamente vernos frente al banco. Le dije eso para llegar y meterme en el cajero automático por si es que había gente alrededor. Eso hice, aunque no había nadie en la calle. Mi pueblo es chico y a esa hora no suele transitar gente. La calle estaba desierta y del otro lado un solo vehículo estacionado: una camioneta blanca doble cabina.
Volví a mirar a ambos lados de la calle, tomé aire y me dirigí a la camioneta. Escuché que quitó el seguro de la puerta y subí. Marcos era musculoso, de 1,78 metros aprox. Cabello corto y barba, lentes negros, camiseta blanca y jeans ajustados. Literalmente, parecía un actor porno. Yo más bien flaco, 1,72 de altura, lampiño y pelo largo.
Me preguntó adónde íbamos y yo no había pensado en eso… pero recordé un lugar en el que no suele transitar gente; era un camino entre las montañas de mi pueblo y quedaba a 5 minutos. No hablamos en todo el camino, llegamos al lugar y estacionó a un costado. Deslizó su asiento hacia atrás y estiró las piernas; yo me quedé mirando su cuerpo unos segundos y puse mi mano sobre su entrepierna. Sentí su pene duro y calentito, lo acaricié sobre sus jeans.
De repente, él tomó mi mano y la apartó… Pensé que le había molestado, pero entonces desabrochó sus pantalones, abrió la bragueta y sacó su pene. Era grueso y la cabeza color rosado pálido. Me dijo “¿querés probar?” Y yo sin pensarlo me incliné acercando mi boca a su entrepierna hasta rozar su pene con mi lengua. Fue una sensación extraña para mí, el olor y el sabor eran peculiares, y me gustó. Pasé mi lengua por la cabecita por un momento, y luego la cubrí con mis labios. Podía sentir su respiración acelerarse mientras yo hacía movimientos lentos con mi boca. Me reincorporé por un momento al asiento, por si alguien se aproximaba por el camino, pero no se veía nadie cerca. Marcos me preguntó si me gustaba y le dije “me encanta”, mientras volvía a metérmela en la boca.
Lamí su verga dura un momento más y volví a mirar si alguien venía por el camino. Estaba desierto. Por el calor, yo estaba con un pantalón corto de fútbol, mi pene estaba como una piedra. No quiero sonar presumido, pero estoy bien dotado (Marcos también). Creo que vio mi erección y eso le excitó, porque inmediatamente me bajó los pantalones y en dos segundos ya estaba mamando mi verga hasta casi metérsela por completo en la boca. Yo estaba muy excitado y no duré mucho, me la chupaba tan fuerte que sentí que me vendría en cualquier momento. Le avisé “voy a acabar” mientras intentaba apartarlo, pero él hizo una seña como diciendo “no quiero parar”. Volví a decirle “voy a acabar… voy a acabar…” y finalmente estallé… Sentí ese orgasmo mientras mi semen salía disparado dentro de su boca, entonces él dejó escapar unos gemidos, saboreando mi leche.
Cuando terminé de eyacular, Marcos se enderezó en la silla y, aun con su boca llena de leche, abrió la puerta y escupió el semen al costado del camino. Yo volví a tomar su pene con mi mano, pero me dijo que no podía concentrarse, estaba muy nervioso por si alguien lo veía. Así que arrancó la camioneta y me dejó cerca del lugar donde nos habíamos encontrado. Yo volví a mi casa caminando, aun sentía mi pene todo mojado y el sabor del suyo en mi boca.
Esta fue la primera vez que vi a Marcos, pero no fue la última…
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