Lo filmo a papá (padre e hija)

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Hace varios años que estoy “casada” con el mejor hombre del mundo. Nuestra vida de pareja no puede superarse, tierno, cariñoso, buen amigo, compañero, sobre todo buen amante y buen padre (literalmente).

Nos entregamos indiscriminadamente a todo lo sugerido por nuestras pasiones.

La conciencia no es la voz de la naturaleza, sino solo la voz de los prejuicios; con mi padre, solemos componer debajo de las sabanas las mejores canciones de una pasión desenfrenada.

No tenemos problemas con la familia, pues mi papá no tiene hermanos; sus padres, mis abuelos, fallaron. De parte materna, ella se fue; lo dejo a mi papá por tonta; hoy vivo en su casa.

Se nota nuestra diferencia de edad; me tuvieron cuando eran muy chicos, pero no nos importa. Al día de hoy, papá tiene cuarenta años y yo veinticuatro; pocas cuentas, me tuvieron a los diecisiete.

Todo comenzó con mi afición a las películas, carrera que estoy estudiando. Quiero ser director de cine.

Presento a mi padre.

Iker, profe de educación física en un colegio y posible futuro dueño del gimnasio donde también da clase.

Llega agotado a diario, las horas de cátedra más el gimnasio; después de ayudar a los clientes, pasa una hora y media entrenando.

Rutina, pura rutina; llega a casa, baño reparador, cena, descanso, al otro día levantarse y al yugo nuevamente. Vida social, casi nula. Los fines de semana nos juntamos a cenar y beber algo.

Yo me llamo Amparo, hija de Iker, el apolíneo y bello padre que Dios me dio. Hace dos años comencé a estudiar dirección de cine, carrera que me encanta como ya he dicho.

Un poco porque me gusta, otro para conservar mi silueta, otro para estar cerca de él y su futuro emprendimiento gimnástico; lo ayudo en el Gym.

Tiene el arte del deseo tatuado en cada centímetro de su piel; era mi intención plasmarlo en una película. Ahí es donde comienza nuestra historia.

Tratare de ser breve. Mi padre es una persona que habitualmente está relacionándose con otras por razones de su trabajo, pero es un poco introvertido y sobre todo muy serio en cuanto al trato interpersonal se refiere. Me atrevería a decir que da un giro rotundo a su personalidad cuando estamos juntos.

Como sé que me negaría la posibilidad de la filmación, instale tres cámaras, esas denominadas del tipo espía, una en la cocina, otra en el comedor y una tercera en la pieza, para así poder hacer un documental de su vida.

Los primeros días venían bien; es muy rutinario y todo lo hace secuencialmente: llega, se pone unos cortos, deja preparada la ropa para bañarse sobre la cama, toma unos mates, ve un noticiero en TV. Prepara la cena, lleva la ropa al baño, se baña y sale del baño con su pijama, pone la mesa, cena, limpia todos los trastos, toma un café, se acuesta y duerme hasta el otro día.

Los fines de semana eran casi iguales, la diferencia que en vez de ir a trabajar, leía o miraba algún documental.

Lo hice por un par de semanas.

Ese sábado que me cambiaría la vida, algo varió en su rutina; lo veo levantarse y preparar la ropa para ducharse, con la diferencia que en vez de ir al baño se desnuda en la pieza.

Al caer su bóxer al piso veo su tremendo miembro, el que nunca lo había imaginado así, largo y horrible; lo que era seguro es que su tamaño era más grande que el de mi novio. No sé qué me pasó por la cabeza, pues mi vagina hizo agua inmediatamente, mojando mi ropa interior; lleva mi mano a ella acariciándola, busca mi clítoris para masajearlo y alternaba metiendo dos, y a veces tres dedos dentro. No duré mucho en ese juguete; una intensa corriente me recorrió el cuerpo, explotando en tremendo orgasmo.

Generalmente en mis sesiones masturbatorias incluyo mis duros pechos y sus pezones, con algún que otro juguete, lo que hace mis juegos más placenteros, pero esta vez sentí una sensación nunca antes vivida, con un orgasmo increíble.

No sé qué me pasó, cómo se me pudo ocurrir semejante cosa y con mi padre, lo que es real, me gustó; ese morbo me elevó a las nubes y me iba a arriesgar, iba a ir por más.

En su horario laboral, puse una cámara más, ¿adivinen dónde? Si ahí mismo, en el cuarto de baño.

Por suerte estaba encargada de ayudar a mi padre con la limpieza del departamento, teniendo libre acceso.

Deje de darle importancia al resto de las cámaras; esas me indicaban solo rutina, rutina y más rutina, o inconscientemente quería que así fuera.

Cada vez que recuperaba la memoria de las video-mini cámaras, era una sesión masturbatoria distinta, siempre con más intensidad cuanto más lo veía. Solo pensar en verlo me ponía a mil; lo único que me apetecía era verlo desnudo, con su virilidad colgando entre sus piernas torneadas.

En varias oportunidades lo he visto enjabonando su miembro. Mientras lo hacía, este iba cobrando vida, irguiéndose orgulloso de su tamaño, mientras mi ahora, amor platónico Iker, lo movía de hacia atrás, una tras otra vez…

Me daba cuenta que estaba por llegar al orgasmo porque incrementaba el ritmo, cerraba sus ojos y decía algo; solo podía ver que movía los labios, no tenía audio. Los movimientos de vaivén cada vez eran más rápidos hasta que un chorro de semen salía raudamente de su orificio uretral, impactando con violencia sobre el vidrio que cubría la ducha, al grito de (lo único que alcanza a leer de sus labios): Te amo…

Luego de varias semanas de ver rutinas, baños y sesiones de masturbaciones, ocurrió algo inesperado…

Estaba viendo la llegada a su domicilio, entrando con una carpeta bajo el brazo, el dejo sobre la mesa y obviando la rutina diaria: pieza, ropa, mate, noticiero, baño, cena, café. Lo noté raro; había cosas que no cuadraban, digo por sus actitudes y movimientos; todo era muy raro.

Después de que tomó el café y dejó la cocina limpia, entendí todo.

Tomo la carpeta, saco una hoja que había dentro, regreso al baño, miro a la cámara y apunto la hoja escrita por computadora a ella. Mi corazón parecía salirse de mi pecho.

En el papel rezaba lo siguiente:

“CUANTO ANHELO SENTIR TU CUERPO FUNDIDO CON EL MÍO Y QUE TE DESVANEZCAS ENTRE MIS BRAZOS CON MIS BESOS”.

Sé lo que estás haciendo.

Creí que iba a morir. Fue recorriendo toda la casa, frente a todas las cámaras distribuidas en ella, mostrando el cartel.

El viernes por la tarde recibí un mensaje, pues no le atendía sus llamados.

  • Amparo, todo acto tiene sus consecuencias; si fuiste tan adulta para hacer tu “travesura”, sé adulta para enfrentarla. Te espero a cenar hoy.

A lo que respondí con un simple “OK”.

Iba en camino hacia la casa de Iker, me temblaban las piernas y mi rostro estaba rubicundo. A pesar de que estaba fresco, un calor recorría todo mi cuerpo. Lo único que me dejaba tranquila era el texto que había escrito.

Llego a la puerta del edificio; toco con mi dedo el pulsador del timbre; su voz firme pero paternal, sin preguntar quién es, me dice, pasa.

Mientras subía con el ascensor, mi corazón latía como nunca y había empezado a transpirar.

La puerta estaba entreabierta. Entro y me recibe con su mirada más tierna. Yo, estaqueada, no podía ni moverme; extiende su mano agarrando la mía, y con un pequeño jalón me invita a pasar al interior; me dejo llevar.

Estoy acostumbrada a guardar silencio cuando no tengo nada que decir, y encima soy como esas ciudades que entran en guerra; tengo un lado indefenso, y así me sentí.

Me sorprendí por lo ocurrido a continuación; mi padre cogió mi otra mano, con su pie arrimo la puerta para cerrarla; me llevó así, tomado de mis manos, hasta el comedor, donde me soltó para pasar una mano en mi cintura y otra por mi cuello. Acercando mi cara hacia la suya, diciéndome.

  • La mejor forma que tengo para expresar mi tentación es caer en ella.

Me dijo susurrando.

  • No tengo ninguna idea de todo lo que pasa por mi mente, cuanto te deseo, como crece dentro de mí a pasos de gigante. Te ves increíble; he tenido tantas preocupaciones últimamente que necesito olvidarlo todo, y creo que lo voy a hacer entre tu cuerpo y el mío.

Acercó su boca a la mía; con suaves besos fue buscando la complicidad de mis labios, que se fueron abriendo lentamente para dar vía libre a su lengua, que ávida comenzó su sensual baile de exploración junto con la mía.

Con una mano me soltó el pelo; lo llevaba atado con un broche, dejándolo caer sobre los hombros; a la vez, con la otra, iba levantando mi remera para sacarla, al tiempo que yo hacía lo propio con la suya. Con delicadeza me despojo del brasier, dejando expuestas mis firmes tetas con sus ya endurecidos pezones, que comenzó a chupar delicadamente…

Mi braga empapada y mi vagina palpitante me pedían entrar en acción.

Me arrodillé ante él, besando su pecho trabajado, bajando de a poco su pantalón deportivo y calzoncillo a la vez. El miembro, tan grande como lo había visto en los videos, salió eyectado fuera de la ropa que estaba por el piso; acariciaba sus testículos a la vez que besaba esa hermosa herramienta. Con mi pequeña mano comencé a masturbarlo a la vez que pasaba la lengua por el glande, como preludio a la mamada que vendría. Mientras lo hacía, acariciaba suavemente sus testículos, acompañado por momentos con algunos roces de mi lengua, hasta que lo introduje en mi cavidad bucal. Comienzo adentro y afuera, rodeándolo con mi lengua, y seguía acompañando con mi mano. Iba adentro, afuera, arriba, abajo, alternando el ritmo. Tiré mi cabeza hacia atrás para mirarlo a los ojos, sabiendo que a los hombres les gusta. ¡¡¡Cuanto placer!!!

Tocar, acariciar, chupar, lamer, succionar, secuencia que se repetía a distintos ritmos. Su miembro comenzó a latir como avisando el final esperado, pero mi papá no quiso que ahí concluyera todo. Me alzo con sus fuertes brazos, llevándome a la cama; me deposito en ella, terminando de sacar toda mi ropa, dejando descubierta mi totalmente depilada y húmeda vagina.

Beso mis tetas con la delicadeza que lo caracteriza, acariciando suavemente con la yema de sus dedos mi piel erizada. Fue bajando con sus besos hacia el sur de mi anatomía. Pasó la lengua por mis muslos, haciéndose desear en el lugar “prohibido”, cuando sin esperarlo su lengua se posó sobre los labios vaginales. Suavemente sintió ese paso de abajo hacia arriba, sin intensidad, casi con movimientos circulares; se centró en mis labios menores, mientras sus dedos hurgaban la entrada vaginal, ejerciendo presión de a poco. Ya estaba excitadísima, ardía de calentura; él se dio cuenta; sus dedos emprendieron su juego con el clítoris que se iba hinchando de un poco. De repente sentí la succión en él. En este punto me retorcía en la cama del placer que me estaba proporcionando, hasta que la presión de sus dedos y la humedad reinante permitieron su entrada en la vagina. Comenzó a buscar mi punto G, no hizo falta mucho tiempo para que explotara en tremendo orgasmo que lleno su boca de mis jugos.

El olor a sexo inundaba el impoluto departamento de papa; el silencio que allí habitaba solo fue roto por mis gritos de placer.

  • Quiero seguir explorando juntos aquellos lugares en donde el mundo desaparece, donde estamos solo vos y yo entregados al placer de nuestro encuentro.
  • Sí, papá, a partir de hoy va a ser así.
  • Mis ganas de vos no se van a terminar nunca, muy por el contrario, se van a acumular.
  • Podes hacerme lo que quieras, me calentas mucho, esto es lo mejor, por favor, dame más.

Y vaya que me dio más: sacó las sabanas de la cama, atándome con ellas de las manos y los pies; quedé formando un equis perfecto en su lecho. Sus manos volvieron a su trabajo de acariciarme el cuerpo, alternando con pequeños masajes, besos, chupaditas de pezones y caricias. Pasaba suavemente sus manos por mi vagina, dando cada vez más placer.

  • Por favor, papá, métemela ya, no aguanto más.

Hacia oídos sordos a mis súplicas.

  • Por favor, te necesito ya dentro de mí; quiero llenarme de tu verga.

Ya le gritaba suplicando.

  • Tranquila, hija, tu cuerpo es el más bello paño donde quiero dejar pintado mi arte. Disfruta.

Siguió con su recorrido corporal, al punto que tuve varios orgasmos, solo con sus caricias y sus besos, orgasmos que no me cuidé de demostrarlos con mis gemidos y gritos. Ese orgasmo que solo permite el gemido, el aullido, pero no la palabra.

De repente se detuvo; se posicionó entre mis piernas, apoyando su miembro en la entrada de mi vagina. El glande se fue abriendo paso con dificultad en mi estrecha vulva, despacio, suavemente, centímetro a centímetro. Yo la quería toda y de golpe hice fuerza hacia arriba con la pelvis, pero mi papá no lo permitió. La situación la maneja él.

  • Por favor, métela ya, no aguanto más, dame todo, necesito sentirla adentro, toda.
  • ¿Nunca te dijeron que el orgasmo es el gran devorador de palabras?

Me callo con un beso.

Y de un solo empellón, introduciendo su gran pene dentro de mi pequeña vagina, pegué un grito mezclado de dolor y placer que hizo detener a mi padre.

  • Seguí, no pares, por favor; por fin tengo un hombre que sí sabe lo que hacer dentro de mi concha.

Retomó el bombeo suave, incrementando de a poco la intensidad. Algo que no me van a entender nunca, porque ni yo lo puedo entender, era que cada cinco o seis penetraciones profundas tenía un orgasmo, uno tras otro.

Lo poco que podía observar, debido a la excitación que tenía, era la cara de sorpresa por parte de papá. De repente sus ojos se pusieron en blanco; su pene se tensó expulsando su líquido espeso y caliente dentro de mi cavidad vaginal, golpeando contra el cuello. Del útero una y otra vez, llenando cada espacio libre, del poco que quedaba, con su simiente. Al sentir esa hermosa sensación, mi cuerpo explota en un último gran orgasmo. Creí haber perdido el conocimiento por unos minutos. Luego de ese orgasmo hay un momento que se me borró.

Me desato, muy lentamente, besando mis labios y cuello.

Fue a preparar un café para ambos. Nos sentamos en el living, desnudos, sin pronunciar casi palabras. Era todo agradecimientos por parte de ambos y lisonjas por parte de él sobre mi comportamiento sexual.

Al acabar el café, fui al baño para higienizarme, mientras él esperaba.

De regreso, lo miré con mi mejor cara de prostituta que me salió en ese momento.

Mirándolo a los ojos, le hice un baile sensual moviendo mis caderas, mientras papá se ponía cómodo en el asiento (sabíamos lo que se vendría).

Fui hasta la alacena para traer un pote de dulce de leche. Con mis dedos y manos, unté todo su gran miembro mientras lo miraba a sus ojos sin bajar la mirada; una vez bien embadurnado, chupaba mis dedos mientras seguía con el baile; una vez limpio, hice lo propio con su pene, sacando hasta lo más mínimo que podría quedar.

Ya con ese venoso miembro erguido, me posicioné a horcajadas sobre el miembro; lo tomé con mis manos apuntándolo a mí, otra vez mojada vagina. Fui bajando de a poco, con movimientos de vaivén, haciendo que se perdiera dentro de mi golosa cueva del placer. A la vez que Papa me apretaba y mordisqueaba las tetas, iba y venía de atrás adelante, subiendo y bajando por ese palo hermoso que portaba mi amado Iker.

Me tomó de los glúteos, los acariciaba y apretaba delicadamente, pasaba sus dedos por el agujero del ano, haciendo pequeñas presiones en él; alguna que otra vez, una falange se colaba dentro, produciendo más placer.

Luego de cabalgar y disfrutar de esta sesión de sexo, ambos terminamos con nuestros respectivos e intensos orgasmos.

En esa posición y con su verga llenando todo mi sexo, nos quedamos besando y acariciando por un rato, bueno, hasta que su cipote perdió la erección.

Fuimos al baño y nos duchamos, bañándonos mutuamente, tocándonos por todas partes.

Salimos del baño para ir a la cama. Nos acostamos dispuestos a descansar.

  • Consuelo, Tengo que agradecerte, no sin antes decirte que en un principio estaba enojado, que en realidad, no sé, fueron los famosos sentimientos encontrados, porque, desearte, lo hago desde hace tiempo, pero hija, tus métodos…
  • Papi, en realidad las filmaciones las hice en principio en lugares donde no quedabas expuesto en tu desnudez, solo para hacer un video que sea espontáneo, sin guion, pero un día vi tu miembro y no me pude resistir; puse una cuarta cámara en el baño para verte, desearte en silencio.
  • ¿Por qué no me lo dijiste?
  • Por vergüenza, pero también dejaría de ser espontánea la filmación.
  • No, eso no, porque no me dijiste que me deseabas.
  • Es que sos mi padre.
  • Yo también te deseaba; antes de darme cuenta que había una cámara en el baño, esos pijamas eran por vos; cada vez que eyaculaba gritaba, te amo consuelo, te amo hija.

Papa me abrazó; me dio un beso de amor, y me susurró al oído…

  • Te amo consuelo, te amo hija.
  • Lo sé, lo sé, papá.

Al día siguiente, me cito con mi novio para cortar nuestra relación.

Hace un tiempo largo me recibí; hoy soy director de cine; me dedico a la fotografía hasta que salga algo inherente a mi profesión.

Iker cumplió su sueño del gimnasio propio, en el cual también le doy una mano; así mismo sigue dando clases en los colegios.

Como dije al principio, hace rato vivo con mi papá como marido y mujer, y estoy esperando un buscado hijo. Tiene fecha de nacimiento dentro de cuatro meses.

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