La muerte de su marido nos unió (hermano y hermana)

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Como otras tantas veces recibo un e-mail.

  • Hola Luisfa, he leído tus relatos y a sabiendas que vas a poder organizarlo, quisiera que relates lo que me ha sucedido si es que no tienes inconveniente.
  • Hola Thomas no hay inconveniente, como siempre tengo la costumbre, primero lo escribo luego te lo envío y si estás de acuerdo lo subo a la página.
  • Buenísimo gracias.

Hecho los pasos de rigor, paso a publicar el relato.

Con mucho sacrificio y años de estudio he finalizado una de las partes más complicadas de mi carrera como médico, el título de especialista, hoy puedo decir orgullosamente que soy médico traumatólogo.

Las horas de estudio me habían quitado muchas cosas, entre ellas una que relegue durante toda la carrera, tener una pareja estable.

Lo que me sucedió fue en una circunstancia fea para el entorno familiar, un grave accidente automovilístico arrebato la vida de mi cuñado y su madre, dejando herida a mi hermana y un amigo de ellos.

Estando de guardia en el hospital general, pasada menos de la mitad de mi turno, recibo el alerta de una persona herida, voy hacia la sala de triage (lugar donde se califican los ingresantes para derivarlos al servicio correspondiente) encontrándome con los oscuros cabellos de mi hermana, mechados con manchas escarlata que habían dejado la sangre del incidente. Tratando de guardar la compostura me aboque a evaluar la situación, siendo como resultado una fractura de fémur (hueso de la parte superior de la pierna). Indico que la lleven al quirófano.

Luego de resolver la fractura en forma quirúrgica, la llevan a la sala para su recuperación con un yeso desde la cadera hasta el tobillo.

En días subsiguientes y de haberme relatado lo del accidente, la psicóloga de la institución le comunico la muerte de su esposo, yo como familiar, ya que tampoco debía atenderla, no quería comunicarle el deceso de la persona con la cual se había casado hacia un año.

Luego de haber pasado la crisis inicial, iniciamos una recuperación de pre alta, así podía llevarla a mi casa para tenerla más controlada y contenida, ya que aquí, ahora quedo sola al igual que yo ya que nuestros padres están a muchísimos kilómetros de distancia siendo muy viejitos para semejante viaje, una vez recuperada iríamos allá. No les habíamos dicho nada de lo grave para no angustiarlos, pero como dije, al llegar y viéndola bien, el impacto de lo ocurrido sería menor para dos personas de su edad, puesto que le habíamos contado una versión minimizando los pormenores.

Ya instalados en casa, en una pieza, que le podríamos decir de huéspedes, le arme su cuarto tratando de darle el toque femenino y las comodidades que necesitaba.

Le ofrecí la contratación de una persona para su cuidado, higiene y confort.

  • No Ricardo, para que entrar en gastos, sos mi hermano, si no tenés inconvenientes yo me arreglo sola para algunas cosas, el resto me ayudas vos, si es que no podes o querés.
  • Como no voy a estar para mi mejor hermana.
  • ¡¡¡Soy tu única hermana!!!
  • Por eso…

Ambos reímos como cuando éramos niños.

La siguiente quincena, transcurrió con normalidad, hacía los quehaceres del hogar y atendía a Soledad, ayudando con su higiene personal hasta donde su pudor permitía.

Llegado el momento de sacar el yeso que la inmovilizaba, me tome un mes de licencia que me adeudaban para apoyar en la rehabilitación.

Estaría demás decir que el yeso se lo saque en casa.

Ya liberada de lo que ella denominaba su “prisión” inmediatamente le iniciamos el proceso, su pierna había quedado más delgada, Soledad tiene un físico privilegiado debido a su actuación en el equipo de hockey de la universidad, deporte que practicaba de pequeña.

Un culo descomunal, unas piernas bien modeladas, sus pechos totalmente deseables y había sacado el rostro de nuestra madre, muy bonita, su pie aceitunada hacia contraste con el negro del pelo y el azabache de sus ojos. En cambio yo, no digo que no me mantengo en forma, pero saque la genética de mi padre, un sirio libanes llegado a la Argentina allá por el taitantos, no tan alto, algo panzón (no tanto) y en mi cabeza unas incipientes entradas que vaticinan la calvicie.

A los tres días de iniciada la rehabilitación casera, ya deambulaba, un poco, dolorida pero daba unos pasos, a lo que me pregunto si y se podía bañar en la ducha, afirmé su inquietud, me abrazó dándome un beso enorme largo y duradero que me dejo la mejilla colorada.

  • Cuando quieras te ayudo Sole.
  • Dale Ricardo, ¿te parece bien después de cenar?
  • Si fantástico así podes descansar bien.

Así hicimos, luego de la cena, le acondicione el baño que tanto deseaba, agua a temperatura y los elementos de higiene a mano.

  • Sole ya podes venir.

Despacito se acercó al baño, e ingresando me agradeció.

  • ¿Te ayudo en algo?
  • Por ahora no, cualquier cosa te aviso.
  • Listo, quedo escuchando.

Se sentía el caer del agua sobre su cuerpo y su voz cantando algo bajito, debo reconocer que canta lindo por no haber estudiado nunca canto.

  • Ricardo podes venir por favor.
  • Si corazón en que te ayudo.
  • Dos cosas, si me podes enjabonar la espalda y luego si podrías sacarme esto… (señalando los bellos púbicos que habían crecido bastante)
  • Si como no.

Debo aclarar que, durante todo el proceso ya la había visto desnuda varias veces, donde fue perdiendo el pudor y la vergüenza ante mí presencia.

Jabonando su espalda pase mi mano por los glúteos duros y parados, los que estiro hacia atrás al sentirlas pasar por su turgencia, lo mío fue instintivo, deje perder el jabón entre ellos y con mis dedos circunde el orificio anal, dejo escapar un suspiro de su boca, ninguno de los dos dijo absolutamente nada, solo nos miramos con una mirada cómplice.

  • ¿Te rasuro acá o en la cama?
  • (Casi susurrando) en la cama.
  • Bien, secate y anda yendo para allá mientras preparo las cosas.

Obediente hizo lo que le sugerí, mientras preparaba los elementos despacio fue hacia la pieza, totalmente desnuda, acostándose boca arriba.

  • Cuantos trastornos hermanito.
  • Cállate pavota, soy tu hermano, vos hubieras hecho lo mismo por mí. ¿Preparada?
  • Listo mi rey.

Primero le rebaje con máquina de cortar pelo, su vibración también la hizo suspirar en varias oportunidades, sobre todo cuando pasaba por la zona del clítoris. Observe en varias ocasiones salir por el medio de los labios vaginales un goteo viscoso casi transparente.

Con una brocha, hice espuma de afeitar con jabón, y comencé a pasarla por todo el bello que quedaba, tanto fue el roce que en un momento suspiro, gimió y me dijo.

  • Perdón Richard, mucho tiempo.

Hice caso omiso a sus palabras y continué rasurando, creo que también se dio cuenta de mi gran erección, no soy de madera.

Luego de un orgasmo más, termine con la tarea, ya descaradamente y a mano limpia lave y seque la vagina que aún se encontraba destilando fluidos, la excitación pudo más que cualquier cosa, acercando lentamente mi boca a su piel, le bese el ombligo y toda la zona circundante, para ir bajando hacia su breva deseosa, a puro gemido, no dijo nada, solo suspiraba acariciándome el pelo, en ningún momento puso resistencia, ni siquiera cuando empecé a sacarme los pantalones y ropa interior para quedarme desnudo, con mi pene endurecido, palpitante, ya deseoso de sexo. Mi boca se acercó lentamente a la entrepierna recién depilada, iba a sentir por primera vez el sabor de mi hermana, deje mi lengua suave para poder recorrer toda la extensión de la zona. Sin mucho esfuerzo esos labios carnosos se abrieron para dar paso a mi objetivo, saborear ese jugo agridulce proveniente de su interior. Una vez saciado y extasiado de él, dedique mi tiempo, que fue muy corto, a su clítoris erecto y duro, su orgasmo fue tan intenso que roció mi rostro en toda su extensión.

Mientras soledad jadeaba aún, la ubique de costado, teniendo en cuenta la pierna lastimada, que quedo arriba, puso su culo en pompa y de costado la penetre, introduciendo todo mi falo sin mucho esfuerzo debido a su lubricación, los movimiento de ida y vuelta eran acompasados con su ir y venir de cadera, el interior de la vagina me apretaba el miembro, por un momento me dijo que me detenga y la deje toda adentro. Contraía rítmicamente los músculos de la base pélvica aprisionando mi miembro, manteniéndolo cautivo de su son, la sensación fue indescriptible, pues entre la estrechez vaginal y su “juego” no hizo falta que me mueva, la sensación de la eyaculación inminente comenzó inmediatamente, cuando sentí que no podía aguantar Salí de su interior introduciendo el pene en su boca para realizar la descarga seminal que recibió de buen gusto, sin desperdiciar una sola gota, sintiendo ambos sabores, los propios y los míos.

La expresión fue unísona.

  • ¡¡¡Te amo!!!
  • Ricardo, no sabes cuánto tiempo espere este momento.
  • Te confieso que nunca pensé en llegar a esto, pero si me ponía celoso cuando te miraban y el día que te casaste sentí morir.
  • Bueno pero ahora estamos juntos y quiero aprovechar para agradecerte todo el cuidado que me brindaste.
  • Te mereces eso y mucho más.

Esa noche dormimos juntos muy abrazados, hicimos el amor dos veces más. No veo la hora de comenzar con algún método anticonceptivo para poder bañar sus entrañas con mi semen, cosa que le dije.

  • No hay problemas, yo también quiero sentirte dentro, mientras tanto podes depositarlo por donde no nacen los niños. (me guiño un ojo) pero hoy no, pues el movimiento me hizo doler un poco la pierna.

En días subsiguientes todo transcurrió con normalidad, del tema ni se habló, ya había una sonrisa en su rostro y de poco retomaba el ritmo normal, igualmente yo.

Una semana antes de reintegrarme al trabajo del hospital, Salí a hacer el mercado y un poco de calle, le compre algunas prendas para que se sintiera un poco mejor. Llegue a la hora de la cena, pensando en encargar un delivery, pero Soledad ya tenía la cena pronta, una genio la enana. Luego de cenar y los baños de rigor, nos fuimos a la cama habiendo programado su primer paseo para el día de mañana.

Aproximadamente a media hora de habernos acostado escucho que me llama, salgo para su cuarto pensando que le habrá pasado. Al entrar me la encuentro desnuda, con su mano derecha da pequeños golpecitos en el colchón como diciendo veni aquí, me acerco sentándome a su lado, se incorpora abrazando mi cuello fusionando nuestros labios en un dulce beso, beso que transmite mucho amor.

Su beso fue muy tradicional rozando nuestros tibios labios, su intensidad fue creciendo muy lentamente, me sorprendió pasando su lengua, muy suavemente por el contorno de mi boca para irla introduciendo muy sutilmente, la excitación se estaba haciendo sentir, comenzó a bucear con ella en el mar de mi cavidad bucal.

Teníamos algo inconcluso y hoy lo iba a culminar…

Nos practicamos sexo oral mutuamente, la primera en tener un orgasmo fue ella (me sorprende la capacidad de terminar rápidamente que tiene). Me posicione para lo que tenía pensado, aunque tenía más libertad de movimiento, aún seguía con alguna limitación que no le permitía disfrutar de lo que vendría, tomándola de la mano la ayude a pararse y fuimos hasta la mesa, recline su torso sobre la tabla dejando expuesto su sexo a mi voluntad como así también su orificio anal, arrodillado en el duro piso, frente mi rostro estaba el plato fuerte, continué lo que había empezado en la cama, pasando mi lengua desde el clítoris hasta el esfínter anal, cada vez que daba toques con la punta de mi lengua, era un suspiro y un estremecimiento de su cuerpo, no puedo expresar las sensaciones que sentía Soledad cuando comencé a, literal, chupar su hermoso agujero que luego de un rato comenzó a palpitar, parecía tirar besos.

Ambas manos de mi querida hermana buscaron sus nalgas, abriéndolas, lo que me permitió un acceso casi total a su intimidad.

  • Metela ya Ricardo por favor, quiero sentirla adentro y quiero que bañes mis entrañas con tu leche.
  • Si hermanita querida, tu deseo es una orden para mí.

Posicione mi verga en ese agujero hermoso, le costaba entrar, metí mis dedos en su vagina para humedecer la zona con su fluido, ayude con un poco de saliva, volví a la carga empujando un poco más fuerte, hasta que entro la cabeza.

  • Si hermoso si, así, duele pero seguí, quiero sentir más ese hermoso dolor, toda hasta el fondo, no tengas pena, el dolor me excita.
  • Pero te voy a hacer daño.
  • Cállate y coge boludo, no escuchas lo que te digo.

Salive un poco más la piel de mi verga y empuje de una vez, entro hasta que los testículos hicieron tope.

  • Sí que rico que hermoso dolor, cógeme duro.

Ahí empecé en un frenesí de ida y vuelta, entrando y saliendo de ese culo hermoso, ella se movía haciendo círculos, cuando yo bajaba la intensidad ella iba de atrás hacia adelante marcando un nuevo ritmo más rápido y duro.

  • Soledad me voy, termino, te lleno ese culo hermoso de leche.
  • Si dale lo espero.

No creo haber terminado nunca con tanta intensidad, mi semen caliente impacto en las vísceras de mi querida hermana, no sé si fue causa o efecto, antes o durante, la cuestión que los dos nos fundimos en un solo grito de placer, Sami tuvo un squirt intenso con chorros intermitentes que se fusionaban con las palpitaciones de mi pene cada vez que salía el semen por la uretra.

Caí rendido sobre su espalda, mi verga aun palpitaba en el interior, jadeando juntos intento darse vuelta para besarme, pero no pudo, aún estaba limitada para ese movimiento, por lo que decidí salir de su interior para incorporarla y si, frente a frente poder besarnos.

En el baño sentándose en el inodoro, descargó la simiente que hacia un rato le había entregado.

Abrazados en la cama, dormimos, creo que enseguida.

Pasado un tiempo, ya casi repuesta totalmente, viajamos para informar a nuestros padres, los que con gran sabiduría supieron asimilar la noticia de la desgracia ocurrida.

En el viaje de regreso, de casi dos días, paramos en unos moteles a descansar y entregarnos al placer el mismo que nos esperaba en nuestra vida futura como hermanos pareja.

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