La envidia sucia de querer una puta como la tuya
Carolina. Desde que leí tu relato no dejo de pensar en ti. Me dejaste con la verga dura, con las ganas acumuladas de encontrar una mujer igual de puta que tú, que goce, que se entregue, que abra las piernas sin miedo. Tu marido es un cabrón con suerte, y yo lo envidio… pero no con rabia, sino con esa envidia sucia, morbosa, la que me hace paja cada vez que me imagino lo que viven juntos.
Eres una diosa, y no exagero. Porque solo una diosa puede calentar a un hombre con sus palabras, hacer que un desconocido se quede al borde del orgasmo sin siquiera haberte visto. Tu forma de escribir, de confesar lo puta que eres, es más excitante que cualquier porno.
Me excita imaginarte montada sobre tu marido, clavándote su verga mientras lo miras a los ojos y le dices que eres su puta. Me corro solo de pensar en tu culo rebotando, en tu coño mojado tragándose cada centímetro. Y él ahí, feliz, con la sonrisa de un cabrón que sabe que tiene a la mujer más caliente de la tierra.
La envidia me mata, pero es una envidia deliciosa. Porque sé que él vive lo que yo solo fantaseo: escuchar cómo gimes cuando te parten el culo, ver cómo abres las piernas pidiendo más, tener la suerte de correrse adentro de ti mientras tú gritas como una perra feliz.
Quisiera tener una mujer como tú, de esas que no tienen límites, que no se reprimen, que disfrutan el sexo sucio y real. Una mujer que pida ser usada en la mesa, en el carro, en la cama, en todos lados, y que termine riendo, con el coño goteando leche y con ganas de más.
Tu marido es de los hombres más felices del mundo, porque lo que otros solo soñamos, él lo vive cada noche. Y yo, mientras tanto, sigo acá, leyéndote, pajeándome con tus letras, imaginando cómo sería tenerte un instante, aunque sea en un sueño húmedo.
No cambies nunca, porque tu puta esencia es lo que nos vuelve locos a los que te leemos. Sigue siendo así, atrevida, sucia, libre, porque gracias a ti muchos tenemos en qué pensar mientras nos cascamos, deseando lo que tu marido disfruta de verdad.
Eres suya, pero en la mente de todos los que te leemos también nos perteneces un poco. Y con cada paja que me hago pensando en ti, siento que por un momento, aunque sea solo en mi imaginación, te estoy follando yo también.
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