Corriéndose como nunca lo habia hecho

Claudia llevaba varios años sufriendo por su complejo sexual, pero era el momento de mirar hacia adelante y olvidar el pasado. Acababa de romper una relación con su novio de toda la vida, y temía que llegara el momento de acostarse con otro hombre y que éste no entendiera su característica especial. Y es que Claudia lubricaba de forma exagerada cuando hacía el amor, y al llegar el orgasmo, conseguía eyacular como si de un hombre se tratase. A su ex novio nunca le gustó esa característica tan particular de ella, pero sabía que había muchos chicos que se volvían locos de placer cuando se follaban a una tía que era capaz de expulsar líquido a través de su vagina.

Por fin llegó el momento en el que Claudia iba a probar el sexo con un hombre distinto. Aquella misma noche había ligado con un tío en el bar de siempre, y ella le propuso que si quería tomarse la última en su propia casa. Él contestó que sí al momento, y ambos se levantaron y se dirigieron al pequeño apartamento de soltera de Claudia. Ella tenía aún algo de miedo por la reacción del chico a su capacidad de eyaculación o ?squirting?, como se llamaba ahora a tal fenómeno, pero no podía seguir viviendo atemorizada de por vida y decidió dejarse llevar y que fuera lo que Dios quisiera.

Ya en el ascensor, Claudia y su nuevo ligue se besaron apasionadamente. Sus manos buscaban el sexo del otro, y se estimulaban por encima de la ropa. Por fin, cuando el ascensor les dejó en su planta, Claudia abrió la puerta y se lanzaron derechos al sofá del comedor. Parecía como si no pudieran esperar más y tuvieran que apaciguar el calentón en el primer sitio disponible. Se arrancaron la ropa el uno al otro, hasta quedar completamente desnudos. Sus cuerpos calientes se frotaban entre sí al ritmo acompasado de cada penetración. Ella se puso de lado para que él, por detrás, le follara su coño sediento de placer. La lubricación era tan abundante que la polla del chico entraba con toda facilidad, sin hacer el más mínimo esfuerzo. Era obvio por la cara de él, que estaba disfrutando como nunca.

Siguieron follando de forma apasionada sobre el sofá, mientras Claudia notaba que se iba acercando el momento en el que alcanzaría un orgasmo vaginal. Recordó por un momento todos los malos ratos que había pasado con anterioridad al respecto, pero sacudió su cabeza y decidió sorprender al chico nuevo con un espectáculo acuático de los que hacen época. Claudia se corrió sin avisar, cubriendo la polla y el cuerpo de aquel chico de un suave y transparente líquido vaginal. Pequeñas gotas salpicaban a tolo lo que se encontrara en su paso, mientras Claudia seguía siendo penetrada sin tregua alguna.

-Joder, que puta pasada. Me encanta que te hayas corrido tanto mientras te estoy follando. ?dijo el tío con la voz entrecortada. Sin duda, estas palabras dieron un alivio enorme a Claudia, quien ya se preparaba para un segundo orgasmo en el que no se iba a contener en absoluto. Se puso encima del chico y dejó que éste le follara desde abajo. Él empezó a acariciar el dulce cuerpo de Claudia, recorriendo con sus manos sus enormes pechos, su cintura definida y su tierno culito. De repente, el muchacho avisó que estaba a punto de correrse, y esas mismas palabras pusieron tan cachonda a Claudia, que ella también se corrió de gusto en el mismo momento en el que lo hacía él. De repente, una oleada de fluidos fueron intercambiados por la pareja, siendo difícil distinguir de quién era cada uno. El semen inundó el cuerpo de Claudia, que a su vez lo expulsaba rociando al muchacho por todas partes de su propio fluido vaginal.

Tras recuperar la respiración, los dos se sentaron frente al sofá, que había quedado completamente húmedo tras el sexo. Ambos se miraron a los ojos y sonrieron, cómplices de que habían protagonizado una escena de sexo acuático como pocas existen. Sin duda, Claudia había descubierto que lo que antes consideraba que era un problema, ahora era una cualidad única para volver locos a los hombres, y de ahora en adelante pensaba ponerla en práctica en todo momento.