Sólo habría un ganador en la cama y no hay colores
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Aquella era una noche esperada, pero se anunciaba larga. Al final, como en el fútbol, sólo habría un ganador, por lo que tocaría celebrarlo o, por el contrario, lidiar con la derrota. Espe sabía bien que en casa no haría más que comerse las uñas, así que quedó con unos amigos en el bar de siempre. Bien dicen que una alegría compartida vale por dos, mientras que una pena, si se comparte, es tan sólo la mitad.
El recuento avanzaba y los resultados no eran nada esperanzadores. Mientras tanto, los botellines de cerveza iban multiplicándose en la mesa y los nervios, también. Se fijó que en una esquina había un grupo de chicos muy sonrientes frente al televisor y uno de ellos no paraba de mirarla. ?Un tanto pijo para mi gusto?, pensó.
Al cabo de un rato se fue al baño y tenía que pasar irremediablemente por aquella mesa. El chico clavó su mirada en ella de forma tan intensa que hasta pudo sentirla. Cuando salió, se lo encontró lavándose las manos. Ella esperó a que acabara y miró su móvil, incapaz de cruzar sus ojos con los de él.
? Está emocionante la noche, ¿no?- soltó él como si nada.
? Bueno, para unos más que otros, imagino- contestó irónica, ahora ya sí mirándole a la cara.
? Ja, ja. Sí, en eso tengo que darte la razón. Aunque ha ocurrido lo mejor que podía suceder.
? Ja, ja. Ahora soy yo la que se ríe. En fin, no voy a discutir en un baño público, claro.
? Pues vamos a otro sitio- dijo él sin pensarlo dos veces.
Esta vez Espe se río de verdad y sin ironía. El chico era mono y tenía su gracia, pero justo en ese momento no se veía capaz de tener una batalla dialéctica con él. No le apetecía.
Fue la primera de sus amigos en marcharse y, cuando iba de camino hacia el autobús, notó que un coche le hacía señales con las luces. Primero distinguió un BMW y luego a él. Insistió en llevarla a su casa una y mil veces, hasta que, finalmente, tuvo que decir que sí.
En las distancias cortas el chico ganaba mucho. Era moreno de piel, tenía los ojos verdes y estaba fuertecito. Quizás era una estupidez, pero también tenía una forma de conducir muy sexy.
? Hemos llegado- dijo él.
Espe no pudo más que reírse, ya que obviamente ese no era su edificio.
Apenas le había mostrado a esta una cuarta parte del piso cuando la locura se apoderó de ellos. Espe estaba deseando que se quitara ese polo celeste horrible que llevaba y se lo arrancó con ganas. Quería despeinarlo, quería morderlo y quería que le hiciera gemir.
Con aquel cuerpazo moreno la cogió en brazos y la echó en la cama, mientras él se desprendía de sus bóxers. Espe se sentó al filo de la cama y lo atrajo hacia ella. Tenía su erección a la altura de su boca. Se aproximó y empezó a comérsela, ensalivándola bien. Sus labios abarcaron toda su longitud mientras este empujaba sin disimulo la cabeza de Espe hacia su polla.
Entonces, le sugirió que se pusiera a cuatro patas. Enseguida sintió la lengua del chico recorriendo sus partes más íntimas mientras sobaba sus pechos. Le metió un dedo y acarició su clítoris, untándolo con sus propios fluidos. Espe estaba a punto de derrumbarse cuando advirtió que su pene se coló dentro de ella, llenándola por completo. Sentía los testículos de aquel chocando enérgicamente contra su trasero y eso le excitaba mucho.
Después, se tumbó en la cama boca arriba y él se lanzó a su sexo. Le tiró del pelo para dirigirle, moviendo sus caderas para sentir su lengua de forma más directa sobre su clítoris. Logró despeinarle, sí, y también correrse. Ahora necesitaba esperar un poco antes de que él volviera a entrar en ella.
En esos minutos de descanso pensó que, si querían llevarse bien, habría ciertos temas que era mejor no tratar. Menos mal que la cama estaba libre de líneas rojas.