Mi nueva secretaria

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Esta historia me pasó en enero de este año y duró unos cuentos meses, por alguna razón cambiamos de secretaria en la oficina a finales de diciembre y un buen día que llegué a trabajar me encontré con una joven morena, delgada, de hermoso culo, cabello largo azabache y cara pícara, a quien llamaremos Moni. Ella al verme entrar me saludo sin ponerme mucha atención, mientras recibía una avalancha de información de la secretaria saliente.

Pasados dos días ya estaba sola en su puesto y yo como era normal le pedí su correo, para comunicarle cualquier cosa que necesitara. Pero para mi sorpresa en los primeros minutos de charla virtual nos entendimos tan bien que entramos con facilidad a temas candentes en medio de comentarios de doble sentido. Y es que la princesa es todo un diablo y entre más hablábamos por msn mas se iba calentando la charla hasta el punto que al elogiarme la camisa que llevaba, le dije que hacia juego con mi bóxer y su respuesta fue un clarísimo: estoy muy mojada.

A partir de ese punto la conversación fue directa, sin dobles sentidos, ni palabrería innecesaria; los dos sabíamos que queríamos del otro y por eso fue que en algún punto le dije que se girara en su silla para que viera los resultados que sus palabras tenían en mi anatomía. Afortunadamente su puesto de trabajo colindaba con el mío por una ventana que iba del piso al techo y que carecía de vidrio desde siempre, Moni ante el espectáculo de mi erección contenida bajo la tela del pantalón solo abrió como lunas llenas sus ojos cafés y esbozo esa sonrisa de pícara acompañada de una relamida de labios.

Tras un cruce de palabras acordamos que esa misma tarde al finalizar la jornada haríamos lo que fuera para que ella pudiera llevarse a la boca ese dulce, que contemplaba aprisionado pero palpitante y a solo dos metros de sus labios. Cuando ya se acercaba el final de la tarde los dos estábamos al borde de la locura de tanto excitarnos mutuamente, y entonces me acorde de la existencia del baño del quinto piso, rodeado de unas cuantas oficinas que servían de bodega y por lo tanto nadie lo utilizaba.

Sin dudarlo acepto mi propuesta de que saliera despidiendose de todo el mundo y subiera al quinto piso para esperarme 5 minutos en aquel baño, ni que decir que el tiempo se hizo eterno y con toda naturalidad me despedí sin que nadie sospechara nada. Al entrar al baño la vi recargada contra la pared mordizqueándose el labio inferior, el primer beso fue ardiente, salvaje, sin pudores, prueba del deseo que nos surgió en horas. Mis manos fueron directamente a sus nalgas, duras y redondas, las acaricié sin afanes mientras nuestras lenguas se enredadan en una lucha sin cuartel por comernos la boca.

Recordando porque estábamos allí Moni buscó el objeto de su deseo y se arrodilló en el suelo, sin dejar de mirarme a los ojos, y ya cuando su cara estaba al nivel de mi cremallera bajó sus ojos para sacar mi pene de su prisión; al sentir sus manos estaban un poco frías pero su tacto incendió aun más mis ganas si eso era posible, sus dedos rodearon el grosor de mi verga para sacarlo y dejarlo frente a su boca apuntando su cabeza rosada y brillante de humedad con su extensión venosa tras ella.

Por alguna razón extendió su mano izquierda y apago la luz del baño e inmediatamente sentí la calidez de su boca rodeando la cabeza de mi verga, comiéndose centímetro a centímetro ese dulce que le llenaba la boca hasta la campanilla. Podía sentir su lengua aprisionando mi miembro contra su paladar mientras ella con movimientos de cabeza buscaba introducírselo cada vez más profundo, su respiración dejaba claro lo mucho que le estaba gustando lo que hacía, sin mencionar que sus manos estaban aferradas a mis nalgas para darle fuerza a su mamada.

Yo tal como me lo había pedido por msn una hora antes le tenía el cabello cogido en una cola con la que le ayudaba a aumentar los embates de Moni al tragar, aquello se convirtió en una sinfonía de gemidos húmedos y respiraciones entrecortadas, prácticamente estaba culiándole la boca con fuerza y ella quería más. Era una mamada increíble, tal vez en parte por la oscuridad y el morbo de estar a punto de llenarle la boca a la nueva secretaria con mi eyaculación.

Tras no se cuanto tiempo sentí que su esfuerzo tendría la anhelada recompensa y sin parar la fuerza de mis movimientos me vine en su garganta, sin soltar su cabello y sintiendo su respiración pegada a mi vientre y su lengua reptando al rededor de mi verga, paladeando el sabor de su premio. Encendí la luz solo para verla con la boca llena y sus ojos me decían lo mucho que había disfrutado ese momento y lo ratificó al decirme en un tono de pequeña sacándoselo de la boca: quiero otra vez!!!, cabe decir que me acostumbre a escuchar esas mismas palabras tras una buena mamada.

Finalmente, Moni la nueva secretaria se puso de pie y se arreglo el cabello, me dio un beso diciendo que tenía que irse porque su novio estaba abajo desde hace rato, afuera del edificio esperando para recogerla y quería saludarlo con un profundo beso, aún con el sabor de mi semen en la boca. Como dije eso se repitió muchas veces durante el tiempo que trabajó en la oficina, pero poco a poco iré contando como nos fuimos arriesgando cada vez más, aún con la oficina llena.

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Harrison Ayala
Harrison Ayala

Profesional, Dominante, sin esposa ni hijos, hipersexual.

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