Julián un joven de unos veintidós años
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Julián es un joven de unos veintidós años. Algo tímido y retraído. Trabaja en una oficina con cinco empleados mas y su jefa. Ashley, así se llama su jefa, es una mujer autoritaria y un tanto irascible. De unos cuarenta y cinco años, delgada, alta, y pechos prominentes.
En la semana previa a los hechos aquí relatados, en la oficina, estaban organizando festejar el cumpleaños de una de las empleadas en una disco. Pero Julián les había dicho que no podía ir, estaba comprometido con otra actividad. Sus compañeros tomaron esto como un desprecio, y fue objeto de burlas durante esa semana. A pesar de la insistencia de sus compañeros, Julián se mantuvo firme y no concurrió a la fiesta.
Finalmente llegó ese día, viernes, y Julián se retiro a su casa al final del trabajo. Sobre su cama, preparado desde la mañana, estaba el motivo por el que no iba a la fiesta. Un hermoso outfit de chica. Unas bragas y corpiño de encaje negros. Medias con ligas ultra finas con unos dibujos de fantasía. Un vestido corto floreado y zapatos de tacón al tono.
Había quedado con Luli, su amiga, también femboy a tiempo parcial como él, de salir a bailar “montadas” ya desde casa. Daba la casualidad que ellas solían ir al mismo lugar donde sus compañeros de trabajo iban a ir, por lo que Julián le había sugerido ir a otro sitio.
Se baño, completó la depilación de sus piernas, y se sentó frente al espejo para comenzar a maquillarse. Delineo sus ojos, rímel en las pestañas que ya eran largas por naturaleza, y completo su makeup con un brillo labial rojo.
Se vistió, termino de colocarse toda la bijouterie que encontró y retocó su maquillaje. Se puso los zapatos y practicó caminar con ellos, moviendo acompasadamente las caderas, pero sin contornearse demasiado. Completó su atuendo una pequeña cartera rosa, con colgante de cadena fina, y estaba colocándose los aros, unos pendientes ajustables, (todavía no había decidido perforarse las orejas), cuando recibió un mensaje de Luli que estaba indispuesta y no podía salir.
Frustrada, parada frente al espejo, mirando a Gloria. Ya no era Julián, era Gloria, su nombre de chica. Decide ir igualmente, sola.
Pidió un Uber, y se trasladó al bar/disco. En el trayecto, el chofer, no paraba de mirarle las piernas y es la pus alegre.
El sitio elegido como alternativa era relativamente mediano, con una pista de baile en el centro, una amplia barra lateral y mesas adelante y en la parte de atrás. El lugar no era exclusivamente para gays / lesbianas, lo frecuentaban de todas las inclinaciones. Ella/él fue hasta la barra, se sentó, y pidió una copa.
No hacia mas de media hora que había llegado, cuando sintió que se quería morir. ¡Sus compañeros de trabajo, acababan de entrar! ¿Cómo podía ser? Habrían decidido el cambio de lugar a último momento. Quería irse, pero estaban ubicados cerca de la salida por lo que era imposible que no la vieran si pasaba cerca, por lo que se trasladó a una mesa, al lugar más alejado que pudo.
Pero lo que más le impacto de verlos, es que también estaba su jefa. ¡Estaba despampanante! Increíble el cambio. Con una minifalda de cuero muy ajustada, medias negras y botas hasta las rodillas. Una blusa negra super escotada que dejaba ver sus prominentes pechos. El pelo negro azabache suelto le caía sobre los hombros.
No podía sacarle la vista de encima. Julián, a pesar de travestirse, nunca había tenido una relación con un chico, aunque esperaba tenerla pronto (tampoco con una chica), pero seguían atrayéndole las mujeres, su forma de ser, su ropa, su andar, y también sus cuerpos… y Ashley, su jefa, esa noche estaba increíble, muy sexy y provocativa. Seguía observándola como bailaba y se movía y creyó que en mas de una oportunidad ella también lo miraba, y eso le preocupó.
No supo cuánto tiempo había pasado, ahora estaban todos sus compañeros en la pista de baile, por lo que decidió que era una buena oportunidad para irse, por lo que primero fue al baño.
Acababa de entrar cuando detrás de ella se abrió la puerta y entró Ashley. Se quedo fija frente a los lavabos sin saber que hacer y tratando de mirar para otro lado.
Ashley se le acercó un tanto tambaleante por las copas que había tomado, y le dijo, mirándola a través del espejo:
-Hola, linda.
Contestó con un hola susurrante, manteniendo la cabeza gacha.
-vi como me mirabas… eres muy bonita, – dijo. Y a continuación comenzó a pasarle una mano por la espalda. Se le acercó más, y soplo en su oído, mientras su mano continuaba bajando y ya estaba en sus nalgas.
Si hasta ahora estaba duro/a ahora quedo petrificada/o cuando Ashley comenzó a besar su cuello y recorrer sus nalgas por debajo del vestido. Sintió una erección y pensó como podía ocultarla, aunque no tenia mucho para mostrar.
La mujer siguió con su recorrido y de repente se encontró con el bulto…
Ho! – Dijo. – Que sorpresa!
Inmediatamente lo tomo por los hombros y lo metió dentro de uno de los cubículos de los inodoros. Cerro la puerta, lo puso con las manos contra la pared, le subió el vestido y bajo sus bragas…
¡Mira lo que tenemos aquí! ¡Quien lo creería! – dijo. Él quería negarse, pero no podía. Hasta ahora ella no había dado muestras de haberlo conocido, estaba borracha y eso era su esperanza. Iba a dejarse hacer.
Mientras le masajeaba el culo, se pego a el y le mordió la oreja. intento penetrarlo con un dedo, pero dijo:
-Humm me temo que voy a lastimarte con mis uñas largas, de haberlo sabido, me cortaba una o dos, jaja!, pero no te preocupes tengo la solución. siempre voy preparada.
Sacó de su cartera un dildo, lo accionó y comenzó a pasárselo por la raya del culo, hasta que terminó introduciéndoselo.
-Tienes una cosita muy chiquita ahí adelante, – le dijo- veo porque te vistes así, no podrías satisfacer a ninguna chica.
Julián tuvo un orgasmo en ese momento y comenzó a gotear semen por su pollita. Ella puso su mano y recogió toda la lechita que salió e hizo lamerle la mano y limpiar todo.
Acto seguido, lo puso de rodillas frente a ella, se levantó la pollera, y bajó sus pantys y bragas. Y literalmente le aplasto la cara contra su coño rasurado.
-Vamos cómeme el coño! Quiero ver que sabes hacer con esto.
El comenzó a lamer, ya estaba húmeda y sus jugos le impregnaron la boca. Quiso respirar y ella lo volvió a apretar contra su vulva.
-Sigue! ¡No pares hasta que yo te diga! – le dijo mientras pasaba su coño por toda la cara. Un tiempo después, ella comenzó a temblar y termino viniéndose sobre su cara.
Luego, se sentó en el inodoro con las piernas abiertas, mientras él todavía estaba arrodillado en el suelo.
-Ven, límpiame esto, pasa la lengua otra vez, suavemente, para que no quede nada. El obedeció mansamente.
Finalmente, salieron del cubículo.
-Mira, le dijo ella. – estas hecha un desastre, ven que te arreglo… – Limpió su cara, mojada todavía con sus jugos, con toallitas, arreglo y peino su peluca y terminó su maquillaje con el de ella misma. Incluso, uso su labial rojo intenso, para sus labios.
- Estuviste genial, espero encontrarte otra vez, – dijo. le dio un beso en la boca y salió del baño. Julián, se miró al espejo y allí estaba otra vez Gloria… aunque le faltaba un aro. Lo busco en el baño, pero no lo encontró.
No supo como se fue del boliche, ni que paso en todo el resto del fin de semana, con semejante experiencia… De repente fue lunes otra vez, ocho de la mañana, y aunque estuvo tentado a faltar al trabajo e incluso renunciar, decidió ir igual.
Su jefa llegó a las ocho treinta, como siempre y volvía a ser una mujer normal. Con pantalones jeans, blusa, saco azul y zapatos de taco alto.
Pasado un rato, escucho desde la oficina de ella… ¡Julián!
Él se levantó y fue a su oficina. Cuando entró, casi se desmaya. El escritorio estaba casi vacío, excepto por unos pocos papeles y justo en el centro, un aro. “su” aro, el que había perdido en el baño.
Ella le dio el trabajo del día. Tenia que contactar a un par de clientes y pasar unos escritos en la computadora y enviarlos por e-mail.
Él, no se atrevía a mirar el aro, su corazón le latía a mil y no se tranquilizó hasta que ella le dijo que era todo y que podía irse. Al llegar a la puerta ella lo llamó de nuevo.
- ahh Julián…- al darse vuelta vio que ella tenia el aro en la mano.
- Creo que esto es tuyo…