El abuelo de mi novio: su verga me hizo olvidar todo
Fui de paseo con la familia de mi novio a una palapa con alberca. Llevamos saliendo casi 6 meses. Ya habíamos cogido una vez, pero a mi novio erecto le medía 10 cm y era algo delgado. Siento que eso le daba pena conmigo. Yo no estaba flaca, pero tampoco gorda. Tenía tetas grandes y trasero normal. Decidí llevar un bikini algo ajustado que mi novio me pidió que usara para cachondear a gusto.
En la alberca noté cómo su abuelo ya de unos cincuenta y tantos años, un señor flacucho, me miraba bastante las tetas, que admito se salían un poco del bikini por lo ajustado y el movimiento del agua. Al principio me incomodé un poco, pero después me empezó a gustar; no sé por qué.
Entonces nos salimos de la alberca y fuimos al coche con el pretexto de que iba por mi mochila. Ahí, mi novio empezó a besarme y a chuparme las tetas, haciendo el bikini a un lado. Yo chequeaba que nadie viniera cuando vi que su abuelo nos observaba, pero hice como que no lo vi. No sé por qué, pero me excitó más saber que nos miraba. Entonces me agaché y le saqué la verga a mi novio para chupársela, sabiendo que su abuelo nos veía. No duró ni tres minutos cuando logré que terminara.
Volvimos a la palapa y vi cómo su abuelo se metía al baño. Comimos y estábamos nadando cuando el papá de mi novio lo mandó a comprar cerveza. Decidí esperarlo. Estaban su hermana más pequeña, su mamá, su abuelo y dos primas nadando también. Su abuelo no dejaba de verme cada que nadie lo notaba. Entonces me salí y me puse boca arriba en una camilla para que me viera mejor.
Entonces su papá le habla al abuelo y le dice: “Oye, llévale el gato a este güey que se le ponchó la llanta.” Le dije: “Espere, yo lo acompaño.” Estábamos lejos de la ciudad, así que no había mucha ayuda cerca. Íbamos por el camino de terracería y mis tetas saltaban con el bikini. Su abuelo me miraba, pero no decía nada.
Llegamos y mi novio quitó la llanta y se fue a buscar dónde repararla, mientras su abuelo y yo esperábamos. Empezamos a platicar y me contaba historias de mi novio. Eran cerca de las 6 pm y nada que llegaba. Me dice: “¿Traes tu celular para marcarle?” Le digo: “No”, mirándome de arriba abajo el bikini, y nos reímos los dos.
“Sí, ¿verdad? ¿Dónde lo guardas?”, y nos reímos.
“Me está dando frío, y este que no llega”, dije. Estaba empezando a oscurecer cuando me dice: “Ven, vamos a subirnos al coche.”
“¿No se cae?”, le dije, señalando el gato que lo detenía.
Me toma de la mano y me dice: “No, ven, métete para platicar… y se te quita el frío también. Mira cómo andas”, dijo, señalando mis pezones duros. Al rato llega aquel y se van los coches otra vez.
Le digo: “Sí, para que nos vea bien otra vez, aunque ni dura nada su nieto.”
“Está joven, solo los grandes duramos más”, me dijo.
“¿Pues cuánto dura usted?”, dije sonriendo. “¿A poco aún se le para?”, le dije.
“Pues viéndote bien, sí se levanta”, me dijo. Entonces, no sé por qué, me hice a un lado el bikini dejando que viera mis tetas. Se acerca tocándolas y jugando con mis pezones. Agarra mi mano y la pone sobre su short, en su verga. ¡Y ufff! Era del doble de largo y más gruesa que la de mi novio. Entonces metí mi mano y comencé a masturbarlo mientras tocaba mis tetas. Llevábamos así media hora y nada que terminaba, cuando vimos que venía el otro coche con mi novio. Me acomodé el bikini y salí del coche a recibirlo.
Seguía excitada de semejante verga en alguien tan viejito y flacucho. Cambió la llanta y ya iba a subirme con mi novio cuando su abuelo le dice: “Mándala conmigo, hijo, que ya no veo bien. Nosotros te seguimos.”
Me subí con él y le digo: “¿A poco no ve bien?” Se ríe y dice: “Sí, pero quería verte esas tetotas antes de llegar.”
“Yo creo que ya llegando nos regresamos, ya es noche para seguir acá”, le digo.
“Pues ni que ya nunca nos fuéramos a ver otra vez.” Y puse mi mano en su pierna.
“No deje de manejar”, dije, agachándome sobre sus piernas. Como pude, le saqué la verga y comencé a chupársela. Sentí cómo se ponía dura en mi boca. Entonces su mano comenzó a acariciar mis nalgas. Luego la metió sobre el calzón y empezó a sobar mi rajita ya húmeda. No logré que se viniera en esos veinte minutos que tardamos en llegar.
Le pedí su celular y nos regresamos todos. Mi novio me fue a dejar a mi casa, y cuando se fue, de lo cachonda que me dejó su abuelo, le mandé mensaje con una foto, diciéndole que lo extraño. Me manda foto de su verga dura y dice: “Sí, el también te extraña, amor.” Entonces me dice: “Ven a mi casa. Yo te pago el Uber.”
Rápido me metí a bañar y me puse una falda, tenis y sudadera sin ropa interior. Les dije a mis papás que iba con mi mejor amiga a quedarme. Como seguido lo hago, no me dijeron nada.
El señor vivía solo, así que sabía que nadie nos molestaría. Apenas llegué, me quitó la sudadera y empezó a chuparme las tetas.
“Qué grandes las tienes, putita”, me decía, lo cual me prendía más.
“Ufff, esta putita se cena a mi nieto. ¿Te gusta la buena verga, verdad?”
“Sí, mucho”, le dije.
“Así me gusta, puta. Ven, chúpala.”
Se sentó en su sofá y se quitó el pantalón, quedando desnudo. No entendía cómo se veía tan flaco, sin fuerzas, pero tenía una vergota y mantenía la erección tanto tiempo. Comencé a chupársela, ahora sí a placer. Entonces, sin sacarla, se para y me recarga de espaldas al sofá y comienza a embestir mi boca.
“Vamos, puta, aguanta”, me decía mientras sentía cómo entraba hasta mi garganta. Mi saliva escurría junto con sus jugos. Agarraba mi cabeza y metía y sacaba su vergota. Me dolía la boca, pero sentía cómo estaba súper mojada. No sé cuánto duró, pero me dice:
“Ahora sí, puta, trágatelos”, y me suelta el chorro, agarrando mi cabeza, empujando su verga hasta mi garganta.
“No sueltes nada, puta”, me dijo, y yo, obediente, tragué todo. La saca y dice:
“Límpiala, putita.”
Yo la lamía todita, su verga y huevos duros. Entonces me para y me pone de rodillas en el sofá, de espaldas a él, y empieza a lamer y morder mis nalgas. Luego siento cómo lamía mi culito y su lengua entraba en él.
“Ahora sí vas a sentir una buena verga cogerte, putita”, y empieza a rozar mi rajita ya húmeda con la cabezota de su verga.
“Ya cógeme”, le dije, y la mete toda de golpe. Yo gemía y gritaba mientras el abuelo de mi novio metía su verga en mí. Así me cogió por mi rajita y mi boca todo lo que quiso, hasta que nos quedamos dormidos.
Así me convertí en la puta del abuelo. Luego les cuento cómo estrené mi culito. Bye.
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