Por la rendija de la puerta de tu cuarto entreabierta
Apenas alcanzas a ver unas piernas morenas, musculadas, aunque sin excesos, una polla, gruesa, curva y oscura, de capullo descubierto, fuertemente marcada por una red de venitas violáceas. La mano de tu mujer, arrodillada entre ellas, la estrangula por la…