Cogida por dos en la biblioteca!! Me encantó
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Hoy tenía ganas de leer, leer un libro que distrajera mi mente de lo cotidiano y entré a una librería. Ya era de noche por lo que no había gente y creo casi ya cerrando la tienda. Así que rápidamente empecé a recorrer los anaqueles. No sabía que tema así que sin saber cómo, fui a los que estaban en el fondo. Solo estaba un hombre, que por su figura me llamó la atención. Era alto, fuerte, moreno, buen peso. Estaba de espaldas a mí pero cuando se volteó para tomar un libro lo vi de frente y me impresionó el paquete que tenía, se veía que era grande y abultado. Yo me incliné para ver los libros de un estante abajo, pero en realidad quería verle más de cerca y cerciorarme si mi vista no me había engañado y en verdad ?lo tenía grande?. Y si?. Era grande lo que traía en su entrepierna. Pero bueno después de verlo y disfrutar esa vista le di la espalda y seguí viendo sin ver, los libros. Pero alcancé a observar que él se quedó viendo mi trasero muy interesado, lo que me agradó y me volví a agachar esta vez dándole la espalda para que observara bien lo que yo traía. En ese momento me acordé que solo traía el vestido y había olvidado ponerme mi tanga porque no había encontrado la que quería, pero bueno de eso él no se iba a dar cuenta, solo estaba viendo de lejos.
De pronto otro hombre que había estado viendo de lejos se acercó a mí y me dijo que desde que había entrado me había visto y que después de estar leyendo unos libros eróticos, se sentía muy excitado y que al verme interactuando con aquel otro hombre se le había despertado el deseo de coger en ese lugar. Pero que le encantaría ver cómo me cogía otro hombre y que estaba seguro que mi cuerpo deseaba estar cogido por más de una verga. Yo le contesté que eso era imposible, que no cabría más de una. Para entonces el otro hombre que había escuchado todo dijo que él también estaba leyendo libros muy excitantes y que se había dado cuenta que ella le había visto su gruesa verga que estaba ya muy parada y que ya no podía tenerla dentro, estaba tan dura y crecida que le dolía tenerla aprisionada y que le era urgente que alguien se la exprimiera, que ya no podía ni caminar de tan cargados que traía los huevos. Yo no sabía qué hacer, de momento pensé en esas dos vergas sólo para mí y empecé a sentir como me humedecía en la medida que me estaban diciendo sus deseos. Y sin más aquel hombre moreno se acercó a mí y me puso de frente a un anaquel, me subió el vestido y se sacó tremenda y deliciosa verga que alcance a ver con el rabillo del ojo. Pero de inmediato la puso atrás de mí y empezó a tratar de meterla poco a poco, yo estaba inmóvil, no podía hacer nada, estaba atrapada entre el anaquel y su deliciosa verga así que solo estaba disfrutando ese momento. Sin embargo una vez que la tuvo dentro, tuve uno, dos, tres orgasmos y fue cuando el otro dijo, esperen, falto yo, y pensé me iba a poner su verga que ya la tenía fuera, en la boca, en mis manos. Y así lo hizo, le pidió al otro que se recostara boca arriba, sin sacar su verga y yo montada en él, así que se puso frente a mí y me la metió una y otra vez en la boca, entre mis senos, me pidió se la mamara muchas veces y luego la frotara entre mis manos, la volvió a meter a mi boca otra vez, pero de pronto, la saco y me dijo que quería cogerme y meterla a mi vagina. El otro hombre iba a sacar la suya pero él le dijo que no que la dejara y entonces se puso detrás mío y empezó a meterla poco a poco y dijo que quería que yo sintiera las dos vergas juntas. Era imposible, pensé pero poco a poco empezó a entrar y yo sentía el cielo, dos vergas para mí, cogida por dos vergas al mismo tiempo, y ya adentro el volumen me hizo venirme otra vez y al frotarlas ellos, sentían mi vagina y el rose entre ellos de sus grandes, gruesas y deliciosas vergas, los tres frotamos, entraban y salían dentro de mí y cambiamos a diferentes poses, de lado, yo boca arriba con uno abajo y otro encima de mí, pero siempre yo bien cogida en medio de los dos, disfrutando esas vergas. Al fin después de tanto frotar, meter y sacar los dos dijeron ya no aguantaban más y empezaron a venirse y bañarme con su leche tibia, espesa y chorros entraron en mí, llenándome por completo, cogiéndome a su antojo. Era mucho lo que escurría, mojamos todo, pero los orgasmos que tuvimos, los gemidos que hicimos fue un concierto de placer entre los tres. Después, cada uno se retiró con un libro en la mano con la promesa de volver.