Víctor me cogió en la pileta de natación del club

Hace ya bastante tiempo que compartía las prácticas de natación con mi primo Víctor. El es robusto y dos años mayor. Concurríamos al club B T y practicábamos estilos libres, siempre a última hora. En ese horario, disponíamos de toda la instalación casi para nosotros.

Me encantaba ver el cuerpo de Víctor desnudo cuando nos encontrábamos en el vestuario. Un poco más alto que yo, bien proporcionado con una verga que se me ocurría sería deliciosa. Muchas veces nuestros cuerpos tenían contacto en la pileta. Eso ponía a mil mi cabeza. Deseaba que se diera cuenta y me propusiera algo. Pero nunca pasaba nada.
Una noche, cuando nos encontrábamos quitando los shorts de baño, vi el miembro de mi amigo un poco crecido. Aún colgando pero había aumentado su grosor. Creo que Víctor percibió que lo miraba y preguntó― ¿Rober, le agradará a Laura mi pija?
Me inquietó su pregunta e intenté responder con normalidad―Tienes un buen pedazo. ¡Le encantará!
Víctor continuó secando su cuerpo, dándome la espalda. Yo aún sentado en el banco de madera con la toalla cubriendo mi cabeza y hombros. Víctor se acercó a mi con el torso desnudo y la toalla ceñida a su cintura. Por la aproximación; mi cara enfrentaba su vientre.
― ¿Te gusta? ―Dijo dejando caer la prenda azul al piso. Su dura verga había crecido mucho y hacia movimientos hacia su vientre.
Aproxime mi boca y abriéndola introduje el capullo rosado. Hice movimientos de tragar algo y Víctor emitió un gruñido. Sentí las contracciones de su falo y el semen que llenaba mi boca. Ese fue nuestro comienzo. Duro menos de dos minutos. Desde ese momento.
En la pileta, tocábamos nuestros cuerpos con propósito. Me encantaba provocarle erecciones. Él deslizaba una mano dentro de mi shorts e intentaba hurgar mi ano. Antes de retirarnos a nuestras casas. En el vestuario, le chupaba la pija todas las veces que Víctor me lo pedía. Nuestra relación de amigos era buena. Nuestros encuentros también eran gratos para mí; pero yo deseaba ser penetrada, sentirme poseída por él.
En algunas ocasiones, cuando me colgaba del borde de la pileta, Víctor me tomaba por los hombros y apoyaba su miembro en mi trasero. En el vestuario, eran momentos cortos pero deliciosos para mí. Siempre terminaban en que Víctor se corría en mi boca.
En la pileta de natación
Intentábamos juegos en el que cruzábamos nuestras piernas intentando derribar uno al otro. El fin buscado era tener contacto fisico y lo disfrutábamos mucho.
Durante la temporada de verano asistíamos de 21 a 22, ultima hora de pileta y cierre del club. Otras personas que practicaban, se retiraban antes de las 21,30. Era nuestra hora de privacidad.
Noches muy calurosas y con cortes de energía eléctrica; en Buenos Aires año 2015. Una noche lluviosa. Únicamente Víctor y yo; permanecimos en la última hora de pileta. Nos tocábamos mucho. La verga de Víctor hacía carpa en su shorts de baño, mi mano palpó su cabeza caliente y el cuerpo duro como mástil.
Sus dedos buscaban mi ano debajo del agua. Nos disfrutábamos… y terminaría en que Víctor llenara mi boca con su semen.
Estaba tomado del borde de la pileta cuando se cortó la energía. Se enciende la luz de emergencia y nuestra posición quedó oculta en un cono de sombra. Víctor tiró de mi shorts hacia abajo. La cabeza de su verga se apoyó en mi culito aún cerrado. Y el empujó para abrirlo. Me separé un cachete para facilitarle algo. Acomodó Víctor nuevamente su pene  y presionó. No pude contener un grito, me estaba lastimando. Pedro, el responsable del club preguntó:― ¿Quién se golpeó?
Salí fingiendo haberme torcido un pie y Víctor cubriendo un poco su erección. En el vestuario con muy poca luz; Víctor se ayudó con un poco de crema para manos y logró meter la cabeza de su pija en mi adolorido agujero y descargarse. Mientras yo lloraba en silencio apretando los dientes.
Luego de esta experiencia continuamos teniendo encuentros. Los que fueron verdaderamente placenteros como yo lo esperaba.
Nota aclaratoria : Víctor es poseedor de un miembro que mide quince centímetros de largo y tiene  cuatro y medio de grosor. Hoy me río al relatarlo pero en ese momento me resultó insufrible.
Roberta
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