Seducción por un café

Autor: Anónimo | 20-Mar

Confesiones
Siempre tuve la fantasía de tener sexo con un hombre mayor que yo pues sentía que mi experiencia sexual era muy poca debido a que solo mi marido y un amante ocasional eran todo lo que yo había probado y la experiencia de ambos tampoco era basta.

Cambie mi residencia, mientras me resignaba a ser una buena esposa y una buena madre, un buen día después de dejar a mi hijo en el colegio, caminaba hacia casa cuando de pronto ví a un señor como de unos 40 años que esperaba a sus hijas en su coche. El salió del auto y pude ver que era alto 1.90 y estaba un poco pasado de peso, pero con unos brazos marcados y un tono tostado de piel. Al verlo solo pude pensar “He aquí al señor de mis fantasías”. A partir de ese momento todos los días pasaba a la misma hora y veía al mismo señor, siempre suspiraba y me despedía de el en silencio.

Pasaron las semanas y un buen día decidí cambiar mi peinado y me puse una blusita sexy que ya no usaba. Me sorprendí al ver que mis senos habían aumentado y se veían muy sugerentes. Puse mis manos alrededor para constatar su tamaño y no me cabían en ellas, y solo para variar decidí maquillarme y peinarme solo para llevar al niño al colegio. Al pasar por donde vivía mi fantasía, grande fue mi sorpresa cuando note que me estaba observando y por primera vez sentí su mirada de fuego sobre mi, lo que me hizo estremecer. Camine despacio y le sonreí tímidamente moviendo mi cuerpo de manera sugestiva lo que debió provocar una reacción pues al voltearlo a ver empezó a murmurar algo que no entendí pero lleno su mirada de lujuria. Al regresar en la tarde por el crío, el llegaba con sus hijas y al verme bajo el vidrio de su coche me sonrió y me dijo “hola” a lo que respondí con un “hola” sonriendo y fue entonces cuando me imaginé teniendo una sesión sexual dando trabajo a mi febril imaginación en como conseguirlo.

Al día siguiente me puse una blusa de fibra elástica que se pegaba a mi cuerpo, no me puse sujetador y me enfundé en una minifalda que permitía ver mi piel bronceada y unas hermosas piernas. Antes de salir me embarré un hielo en los pezones que hizo que se me pusieran durísimos. Como la blusa era blanca mis tetas y sobre todo los pezones se veían paraditos y resaltaban. Me puse una chamarra para taparme pues solo quería que el me viera. Cuando pase a dejar al crío y lo vi a el, abrí la chamarra discretamente y pudo ver mis tetas sin ningún recato. Dejé al niño en la escuela y al regresar descubrí que el me veía desde el espejo de su auto y nuevamente abrí la chamarra para que pudiera verme otra vez. Pasé despacio al lado de su auto y para sorpresa mía no había nadie mas que el. Seguí caminando y al llegar a la esquina me alcanzo en su coche, lo detuvo, bajo la ventanilla y me dijo “¿A donde vas?”… Por toda respuesta abrí la puerta del coche y me subí:

- ¿A donde vas tu? - y arrancó su coche.

- ¿Qué es lo que quieres? - me preguntó al mismo tiempo que manejaba y me recorría con la vista.

- Que me invites una taza de café. ¿Puedes llegar tarde a tu trabajo? - Le dije casi inocentemente.

- Si… pero ¿Qué estas buscando? - volvió a preguntar.

“Quiero tener sexo contigo” - pensé. - Solo verte pues me gustas mucho - mentí.

El viró en una calle y nos encontramos en unos departamentos, al bajarse del coche me dijo con voz muy ronca:

- Sube

Una sensación intensa me recorrió el cuerpo. Al entrar al departamento, me ofreció café y al acercarse a mi, me abrazó por la cintura y me pegó a su cuerpo mientras me decía al oído:

- No creo que te hallas vestido así solo para verme - y me empezó a besar en el cuello.

- Yo creo que eres una putita a quien no satisfacen en su casa - y me restregó su bulto en la entrepierna mientras continuaba lamiendo mi oído - O acaso me equivoco?.

- No dejaste que terminara - y lo bese buscándolo con mi lengua sedienta en un beso profundo y completamente sexual.

- Quiero verte la verga pues no alcanzo a imaginar de que tamaño la tienes y las maravillas que puedes hacer con ella - deslice mi mano hasta tocar el bulto y comencé a bajarle el cierre.

No alcance a decir más, pues ya estaba yo de rodillas teniendo semejante miembro ennegrecido y palpitante frente a mi, comencé a besarlo dulcemente y mi lengua poco a poco lo fue humedeciendo y cada vez crecía mas y más, dejando una vista espectacular de la roja cabeza con lo que enervaba mas mi sangre de tal forma que pude sentir como mi conchita seguía mojándose cada vez mas. El me quitó la blusa mientras escuchaba su respiración entrecortada y comenzó a gemir como un macho en brama, lo que me estimuló a pajeársela. Seguí lamiendo y succionando mientras el se retorcía y gemía cada vez mas fuerte. No había palabras pues estábamos fuera de la realidad, mientras me introducía su enorme verga que sentía llegar hasta mi garganta y todavía quedaba carne que engullir. Cuando más engolosinada estaba, me apartó y pude contemplar semejante miembro que tantas veces imaginé sin siquiera acercarme a lo que en verdad era, escupir una enorme cantidad de leche sobre mi la cual trataba a toda costa de obtener pero mi reacción había sido tardía, pues casi toda había ido a parar en mis tetas y quedo embelezado contemplando lo duro de mis pezones

Me ayudo a repartir el preciado líquido mientras me lamía muy suavemente, me levantó y me llevó al sillón sin dejar de besarme ni de explorarme. Me deslice la falda mientras el seguía pegado a mi sin dejar de decir:

- ¡Que tetas tan ricas tienes, zorrita!

Me apretó, me beso y mordió mientras con la otra mano comenzó a deslizar sus dedos apartando la pequeña tanga blanca y cuando tocó mi conchita completamente húmeda no pude reprimir un gemido con lo que él sonrió. Yo trataba de masajear su falo, acariciándolo con suavidad, esperando ansiosamente que recobrara su vitalidad, mientras que el interrumpía mi tarea porque a cada roce, a cada mordida a cada exploración de su lengua sobre mi, sentía responder voluptuosamente atrayéndolo cada vez mas y mas a mi cuerpo. Gimiendo de placer, él bajo poco a poco su mano e instintivamente abrí mis piernas. Sus dedos dominaban el arte sexual pues mi cuerpo se arqueó buscándolos con ansiedad cuando el apenas me había rosado. El placer era tan intenso que me retorcía cada vez más a cada movimiento de sus dedos. Ni siquiera sentí en que tiempo metió tres dedos en mi coñito, solo sabía que quería más:

- Dame más por favor!

- ¿Quieres mas zorra? Seguirás suplicando hasta que yo quiera!

Me acomodó de tal forma que sus labios fueron bajando hacia mi coño, a lo que respingué y le dije.

- Sexo oral no por favor - supliqué en un murmullo.

- ¿Nunca te lo han hecho? - separó mas mis piernas.

- Solo unas veces y no me gustó - murmure con una voz tan ronca que me desconocí.

- Solo dame unos minutos y te garantizo que suplicarás que no pare de hacerlo.

Me atrajo hacia él y me acercó su lengua. Tenía muchos nervios y aunque estaba tremendamente excitada me resistía a la idea. De pronto su experta lengua me recorrió primero delicadamente haciéndome estremecer y cuando encontró mi clítoris lo masajeo de tal forma que comencé a gritar de placer:

- Aaaaahhhhh

Siguió sin piedad y me corrí en su boca, pero el no detuvo su delicioso tormento. No tardo mucho tiempo la enorme verga en emerger, mientras yo continuaba en mi éxtasis y como loca empecé a gritarle:

- ¡Quiero que me penetres ya! - sentía que mi conchita se encontraba palpitando tan fuertemente que me contraía a cada latido.

- ¡Todavía no!. ¡Hasta que lo supliques! - me sonrió orgulloso.

- ¡Cabrón! ¡Méteme la verga ya! ¡Quiero sentir como entra y me abarca toda! - volví a gritarle.

- ¡Suplícame puta! ¡Eres mi puta, di que eres mi puta! - seguía torturando mi conchita con su lengua.

- ¡Si! ¡Soy tu puta y tú mi cabrón! ¡Por favor! ¡Te suplico! ¡Necesito tener esa tranca en mi!.

- Ya estas a punto putita, ahora te voy a follar como nunca lo han hecho.

Nos extendimos en la alfombra y nuevamente su enorme verga estaba a todo lo que daba. La sacudió un poco antes de apuntar hacia mi coñito y la primera embestida llego hasta el fondo sin dudarlo y comenzó a entrar y salir. En cada nueva embestida la sentía llegar hasta el fondo de mi ser. El placer era tan intenso que yo no paraba de gritar y sacudirme:

- ¡Estás bien rica mi putita! - Se mordía los labios de una forma tan sugestiva que me excitaba más.

- ¡Sigue follándome cabrón!.

- ¿Te gusta así o más rápido?.

No respondí. El empezó a moverse más y más rápido y sentía el choque de sus huevos y empecé a gemir más fuerte. El lo hacía cada vez más rápido, sentía su verga durísima, grande cómo entraba y se clavaba más fuerte cuando regresaba, qué placer, qué caliente estaba. Yo empujaba mi cadera contra él, estaba a punto de venirme, él se hincó colocando mis piernas alrededor de su cuello.

- ¡Qué manera de follar, papi! - grité - ¡Qué rico metes la verga en mí! ¡No pares!.

- ¿Quieres mas mi puta?.

- ¡Siiiii! Aaahhh Uuuummm.

- ¡Grita que quieres más!

- ¡No pares! ¡Quiero más! Siiii aaaahhhh.

No paró. Seguía recibiéndolo como poseída. Una follada espectacular. Sentí como me corría una y otra vez y el no paraba. Cuando estaba por estallar una vez mas los dos gritamos al mismo tiempo y el derramó su leche en mi gimiendo de placer. Exhaustos nos separamos, descubriendo el sudor que tremenda sesión me había dejado. Aun con la boca seca me levanté y di un sorbo a mi café frío que me supo a gloria pues resulto refrescante a mis sentidos.

Comencé a vestirme y aunque el todavía se encontraba en la alfombra me acerque a besarlo y me dijo:

- Espera un poco, todavía me falta follarte por el culo.

- Ah sí pero ya es tarde. Será para cuando me invites otro café. Este estuvo ¡Delicioso!.

- No te vallas todavía - suplico

- Ahora suplica por que me quede cabrón.

- ¡Por favor!.

Le pasé la lengua por los labios volviéndolo a besar profundamente mientras comenzaba a desvestirme lentamente. Esa parte es otra historia.

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