Los celos y la curiosidad
Este es el relato de lo que me sucedió durante el Puente del Pilar. Mi novia hacía unas semanas se llevó una sorpresa al curiosear a escondidas los mensajes en mi móvil (como siempre hace suponiendo que yo no me doy cuenta) y eso deparó lo que sucedería después. Todo por intentar hacerle una broma pesada para que dejase de coger mi móvil a mis espaldas. Luego la sorpresa me la llevé yo...
Me llamo Jorge y tengo 29 años. Mi novia Ana, tiene 28 años y aunque llevamos muchos años juntos, aún sigue teniendo celos por temor a que me pueda interesar otra persona. Ella siempre dice que las mujeres me miran mucho cuando paseamos por la calle, pero yo siempre le contesto con franqueza (y es verdad) que no me doy ni cuenta de ello. Reconozco que físicamente estoy bien, me gusta el deporte practicando regularmente ciclismo, natación y pesas en el gimnasio. Tengo el pelo largo entre castaño claro y rubio a mechas, mido 1.80m y peso 80kg. A pesar de que ella siempre me dice que soy muy guapo, que si tengo unos ojos verdes preciosos, que si le encantan las facciones masculinas de mi cara, que si mi pecho, mi espalda... en fin, siempre me está diciendo lo guapo que soy para ella y yo siempre le contesto que, por supuesto, me gusta gustarle tanto, que me cuido por y para ella, pero que para nada me creo guapo, sino un chico común y corriente. Ella sin embargo sí que es guapísima, es rubia de ojos marrones, de 1.65m de altura, ni delgada ni rellenita pero lo que más me gusta es su culito, que es lo más sexy que jamás he visto en una mujer. Honestamente, yo siempre soy el que teme que se pueda interesar por otro chico, quizá por ello me cuido e intento estar siempre bien y atractivo para ella.
Desde hace unos meses estamos usando el mismo modelo y marca de teléfono móvil. Antes de esto, siempre la veía pendiente de la pantalla de mi móvil, de si tiene algún mensaje o llamadas perdidas y si la hay, viene y me lo dice en un tono claro de celos. Pero desde que usamos el mismo móvil, la cosa ha empeorado hasta el punto de hartarme, porque ahora ya entraba en mi móvil a escondidas mías y miraba si tenía algún mensaje sospechoso de otra chica y tracé un maquiavélico plan para escarmentarla. Tengo muchos amigos, quizá más mujeres por el entorno en el que me muevo, pero son sólo amigas y nunca he pretendido tener ninguna relación a sus espaldas, porque no me gustaría que eso me lo hiciese ella a mí.
Entonces se me ocurrió la idea. Pensé en poner un mensaje como enviado por mí, ofreciéndome para tener sexo con mujeres con los pechos grandes. En realidad esa siempre ha sido una fantasía mía, pero nunca he necesitado ponerla en práctica, pero resulta que ella está un poco acomplejada porque, a pesar de tener un cuerpo de vicio, siempre se queja de que tiene el pecho un poco pequeño, aunque mí me encantan sus pechos, especialmente sus pezones que son grandes y gordos, y que le encanta que juegue con ellos cuando hacemos el amor. Pero me iba a aprovechar de ese punto débil que tiene. Pues así lo hice, escribí el mensaje y lo guardé, y pasaron los días, tanto que hasta ya se me había olvidado la trampilla. Hasta que un día, ella salió a comprar unas cosillas al súper mientras yo me duchaba. Cuando volvió, yo había terminado y me estaba secando con la toalla. Ella entro en el baño pálida y sudorosa, sin saber qué decirme. Yo la miré y ví que algo pasaba, pero ni imaginaba lo que iba a ser. Le pregunté qué le pasaba, y ella, después de dar varias vueltas con las manos en la cabeza y muy nerviosa me contestó que no deberíamos tener los móviles tan parecidos. Yo pensé que había cogido el mío por equivocación y que se le habría caído, rompiéndose (ya que es un poco manazas y a veces se le caen las cosas).
Luego de mucho insistirle en que me contara lo ocurrido, me dijo que había visto el mensaje trampa en el móvil. Se puso furiosa porque decía que eso no se lo esperaba de mí. Yo me enfadé con ella por andar cogiendo el móvil a mis espaldas, ya que me fastidiaba que fuese tan desconfiada conmigo. Nosotros siempre hemos tenido un diálogo muy bueno, y en materia de sexo mejor incluso, porque siempre nos hemos dicho todo lo que nos gusta para así saber como complacernos mutuamente. Le dije que había sido una trampa para pillarla y darle una lección, y se tranquilizó aunque no del todo. Al día siguiente volvió a sacar el tema más calmadamente, y yo le confesé que siempre me habían excitado los pechos grandes, que eran una fantasía mía de adolescente, pero que ella me gustaba mucho, estaba enamorado de ella y no era algo que me quitara el sueño. Parece que mi confesión la ayudo un poco más a calmarse, y así quedó la cosa hasta el viernes pasado.
Resulta que llego a casa cuando ya anochecía y escuché dos voces femeninas charlando muy distendidamente. Entré y me dirigí al salón, donde hallé a Ana con una amiga suya que yo jamás había visto pero de la que ella me hablaba mucho por ser una chica que estaba un poco triste por haber terminado una relación en la que había puesto muchas ilusiones. Se llama Eva, una mujer preciosa de 35 años, un poco más alta que Ana, de ojos verdes, piel morena y pelo negro largo y lacio. No pude evitar el notar enseguida un detalle que me llamó mucho la atención. Sus pechos eran enormes, y con una forma un poco respingona que provocó ya en ese momento alguna reacción involuntaria en mi pene. Pasé dentro, besé a Ana y ella me presentó a su amiga. Yo me senté al lado de Ana y frente a Eva, y por más que quise no pude evitar seguir fijándome en esos exuberantes pechos, hasta el punto de notar a los pocos minutos que tenía mi polla completamente erecta.
Intenté distraerme con algo para relajarme, si no no podría levantarme de allí sin quedar en evidencia ante Ana. La conversación se alargaba y me polla parecía que iba a explotar. Empecé a sudar y Ana notó algo raro en mí. Mientras charlábamos, ella le hizo un comentario un poco picante a Eva sobre mí. Estábamos hablando de las infidelidades, y Ana le picó el ojo a Eva mientras le decía que yo jamás le haría una cosa así, al tiempo que deslizaba su mano sobre mi muslo hasta que inevitablemente, rozó mi polla y la sintió tiesa como una estaca. Ella volvió a acariciarme y volvió a rozarla, esta vez con más intención que antes. Entonces me miró fijamente mientras no quitaba su mano de mi polla y luego miró a Eva y en tono un tanto morboso le dijo que yo sólo tenía la fantasía de follarme a una mujer con grandes tetas. Eva, que aparentaba tímida, se sonrojó un poco y noté cómo emergían dos bultos como garbanzos justo en el centro de cada uno de sus pechos. Eran sus pezones, tan grandes como sus preciosas tetas, y deduje en seguida que no llevaba puesto el sujetador bajo el jersey de punto que llevaba. Eso me hizo ponerme a mil, y noté que a Ana, también le gustaba lo que estaba pasando.
Eva se puso de rodillas sobre la alfombra y se deslizó casi gateando hasta nosotros, aunque sin mirarme a los ojos ya que parecía un poco avergonzada en aquél momento por lo que intuía que iba a suceder. Cuando se acercó se puso frente a mí y puso sus manos sobre mis rodillas, separándolas lentamente y acercando su cintura hasta mi entrepierna que estaba ya al rojo vivo. Mi polla estaba tan tiesa que latía, y Ana al verme tan empalmado me desabrochó los pantalones, me bajó la cremallera y metió su mano en mis slips. Eva mientras me miró fijamente y de repente se quitó el jersey, momento en que ví como sus dos tetas se balanceaban, botaban y chocaban lentamente entre sí. Ana también miraba, y cuando Eva ya tenía sus dos tetazas desnudas frente a mí, me sacó la polla erecta de dentro de los slips, no sin algo de trabajo porque estaba tiesa como una barra.
Ana sujetaba mi polla con una mano y mientras miraba a Eva y a mí, empezó a hacerme una paja. Yo con tanta excitación que tenía desde hace más de media hora, tenía el capullo lleno de flujo, y cuando Ana retiró el capuchón empezó a derramarse por todo mi pene hasta cubrir sus dedos que la sujetaban con firmeza. Ella se excitó muchísimo al verme así y se acercó a mi oído y me dijo que no me preocupase, que eso lo había planeado ella y que quería verme disfrutar. Yo me relajé y me dejé llevar, estaba tan empalmado que si no me corría ese día, me moría. Tras susurrarme eso al oído ella se apresuró a recoger con sus manos todo el flujo que no paraba de manar de mi polla debido a la gran excitación que tenía, y con las manos llenas de ese líquido transparente y viscoso, empezó a sobarle las tetas a ella, sobretodo en el medio y en los pezones, que pude ver cómo se ponían como piedras.
A Eva se le empezaron a escapar lo gemidos y pronto los tres estábamos gimiendo como animales. Eva también puso sus manos en mi polla para impregnarlas de mi flujo y ponerlo en sus tetas. Estaba claro que eso le excitaba, y mientras Ana no paraba de besarla apasionadamente, metiendo su lengua profundamente en su boca. Cuando ya habían limpiado casi totalmente mi polla erecta de tanto flujo, Eva se acercó y se metió mi polla en la boca, poco a poco, pero entera, hasta que resbaló por su garganta. Sentí un placer enorme con aquella mamada tan profunda, notaba mi polla entrar y salir de su garganta y en ningún momento la dejó salir de su boca, que estaba ardiendo. Yo notaba como de mi polla no paraba de salir más y más flujo, tanto que hasta yo me quedé sorprendido, y sentía como a ella le encantaba, lo relamía con su lengua directamente de la cabeza de mi polla y luego se lo bebía. Mientras Eva se estremecía con mi polla en su boca, Ana me desnudaba lentamente, luego se desnudó ella y finalmente desnudó a Eva.
Ya estábamos los tres desnudos, y entonces Eva, con sus tetazas embadurnadas en mi flujo, puso mi polla entre ellas y empezó a moverlas de arriba a abajo, chupándola o lamiéndole la punta de vez en cuando. Ana se colocó sobre mí, de pie sobre el sofá, y se agachó ligeramente hasta dejar su almeja abierta y chorreando su líquido frente a mi boca. Yo no dudé y comencé a comerle el coño suavemente, introduciendo mi lengua en él todo lo que podía. Ella gritaba de placer, y a veces se inclinaba para besar a Eva, chupar mi polla o lamerle sus tetas. Luego Eva se separó un poco, me volvió a hacer esa mamada profunda que por poco me hace perder el control y correrme sin remedio. Pero pude controlarme y al sacar mi polla de su boca, Ana que estaba inclinada sobre mí, se agachó un poco más y mientras sujetaba mi polla con una mano, la introdujo poco a poco hasta el fondo de su vagina. Eva se levantó y se puso frente a nosotros, y mientras miraba cómo Ana me follaba ella le ponía sus pezones a ella en la boca, y Ana los chupaba con placer, mientras Eva seguía gimiendo. Luego de un momento Ana se corrió por primera vez, mientras me follaba y chupaba los pezones y metía sus dedos en el coñito de Eva, de pié frente a nosotros.
Tras correrse, Ana se quitó de encime de mí y se puso frente a mí de rodillas, y Eva se puso a su lado. Ana metía su mano en su entrepierna llena de flujo tras un gran orgasmo y lo pasaba por mi polla, por sus tetas, por las tetas de Eva y hasta metía sus dedos llenos de su flujo en la boca de Eva, que le chupaba los dedos húmedos con gran placer. Entonces comenzaron las dos a lamerme y chuparme la polla, cada vez más rápido y más fuerte. Ana me cogía el rabo con fuerza, pero Eva era más delicada, y masajeaba suavemente mis huevos. Empezaron a chuparme los huevos, tirando de ellos para introducirlos en sus bocas, mientras masajeaban sin parar mi polla. Yo empecé a pensar que lo que quería Ana es que me corriera para chupar mi leche junto con Eva, y empecé a relajarme pensando de correrme en unos minutos, ya que tenía la polla y los huevos a reventar. Pero me sorprendió cuando Eva se subió sobre mí y se sentó con mi polla dentro de su coño y sus tetas en mi boca. Ana se subió al sofá también y se colocó entre los dos para que Eva pudiera lamerle el coño mientras me follaba. Al estar inclinada sobre mí, yo no paraba de chuparles las tetas a las dos. Las de Eva, que eran mucho más grandes, a veces dejaban escapar algo de leche de sus pezones. Y eso me excitaba muchísimo. Las tenía agarradas con mis manos con fuerza, ella lo disfrutaba, y chupaba con fuerza de sus pezones, al tiempo que los mordisqueaba suavemente.
Eva no paraba de gemir, Ana volvía a gritar de placer y el tono de los gemidos de los tres iba in crescendo. Eva ya daba botes sobre mi polla que era como una estaca, saliendo y entrando por sí sola de su coño empapado. De pronto empecé a sentir como su coño se contraía con fuerza agarrando fuertemente mi polla, Eva empezó a gritar como una posesa sin parar de dar botes ni de chuparle el coño a Ana, que comenzó a correrse por segunda vez, cayendo toda su corrida sobre mi abdomen, mientras yo sentía cómo el coño de Eva ahora latía de placer y al no poder soportarlo más, descargué mi leche dentro de su coño y me corrí como nunca me había corrido antes. Los tres empezamos a suspirar y a gemir suavemente, acariciándonos mutuamente. Luego Eva se puso de pié y abrió sus piernas. Al hacerlo empezó a manar sin parar toda mi leche de dentro de su coñito, bastante sonrosado, y Ana se arrodilló frente a ella y lamió todo lo que iba saliendo de su interior, poniendo mi leche caliente mezclada con el flujo de Eva sobre sus tetas y dentro de su coño también.
Tras terminar ya era muy tarde. Habíamos estado follando como animales y nos entró mucha hambre y cansancio. Le dijimos a Eva, ahora ya mucho más relajada y menos tímida, que se quedara a cenar y a dormir en casa, y ella aceptó con gusto. Cenamos desnudos en la cocina y mientras lo hacíamos los tres notamos y comentamos lo mucho que habíamos disfrutado, además del fuerte olor a sexo que despedíamos y que volaba en el ambiente. Luego nos duchamos y nos acostamos los tres juntos en nuestra cama de matrimonio y dormimos toda la noche.
Al final la sorpresa fue para mí. Cumplí mi fantasía y no le fui infiel a mi novia, todo lo contrario porque encima ella disfrutó muchísimo también, lo que me alegró más. Esta experiencia avivó mucho el sexo entre los dos y ya me ha comentado que tenemos que volver a repetirlo. Yo no dudaría en repetirlo porque sin duda, ha sido una experiencia muy intensa e inolvidable. Si lo repetimos, a lo mejor os lo cuento.
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