Una tarde de verano

Esto me pasó hace un par de años así que me voy a referir a la historia como si hoy fuera ese día. Estábamos en casa sólo mi cuñadita y yo, ya que mi esposa salió de viaje. Era una tarde de verano, una tarde caliente de aquellas que te llaman a estar en pelotas, pero como vivo con mi cuñada, tengo que conformarme con estar en bóxer.

Luego de estar leyendo algo casi por instinto llegué al baño de la casa y como este no tiene seguro en la puerta, casi siempre nos damos cuenta que está ocupado cuando alguien se baña por el sonido del agua. Pero cuando llegué todo estaba en silencio y aparentemente no había nadie, por lo que sin preguntar empujé la puerta e ingresé muy sigilosamente. Grande y gratísima fue mi sorpresa al encontrar a mi cuñadita bajo la ducha ya cerrada casi desnuda, ya que ella se suele bañar con la tanguita puesta (rara costumbre). La imagen que mis ojos vieron fue la más espectacular que jamás me había imaginado, mi cuñadita tiene 20 añitos, es de piel canela claro, de cabellos negros lacios, ojos color miel y labios carnosos pero rosaditos, de cuerpo delgado, bonitas piernas y un traserito pequeño pero redondito.

Lo que esa tarde vi fue una imagen de joven mujer con el cabello negro mojado ligeramente pegado a su bonito rostro, con la fresca agua que aún recorría su cuerpo desde sus carnosos labios bajando por su delgado cuello, dibujando la redondez de sus pequeños pero erguidos pechos con unos pezones color canela que me excitaron sobremanera.

Luego el agua seguía bajando ahora por su vientre plano y sus curvas caderas, llegando hasta su monte de venus que se podía ver claramente ya que su tanguita era blanquita y por lo húmeda estaba prácticamente transparente, y finalmente el agua bajaba por sus redondas piernas hasta llegar a sus delicados pies. Fue un infinito segundo, un interminable instante en el que sus ojos color miel se posaron en los míos, al comienzo con sorpresa, para luego dejarme ver todo lo que había en su alma. En un instante pude ver y reconocer una mirada sensual, llena de deseo pero también de pudor. Ese tonto pudor fue el que la hizo voltear algo avergonzada y me permitió ver sus redondas nalgas que solo estaban cubiertas por su blanca tanguita. Pero luego se arreglo el cabello y se lo llevo hacia adelante y me permitió ver su delgado cuello y excitante nuca, que es una de las partes de la mujer que me excitan tanto.

Casi sin darme cuenta me acerqué a ella y la cogí de la mano derecha y la traje hacia mí. Ella volteó y puso sus lindos ojitos en los mío y yo sentí mi cuerpo estremecer. Con la otra mano le retiré el cabello mojado que le tapaba parte del rostro y acaricié su mejilla izquierda y baje mi mano hacia su cuello y la acerqué a mí. Pude sentir los latidos de su agitado pecho y pude respirar de su fresco aliento, tenía sus carnosos labios color carmín a solo milímetros de los míos. Con mi nariz recorrí su suave mejilla mientras sus pequeños pero redondos pechitos me dejaban notar su excitación ante esta situación y sin pensarlo más la besé y sentí su cuerpo estremecer. Me soltó de la mano y se abrazó de mi desnuda espalda tanto que sus erguidos pezones empezaron a rozar mi pecho. Mis manos también la aprisionaron contra mí. Primero por su delicada espalda para luego llegar a su redondo culito, y la pegue contra mí que en ese momento tenía el pene erguido y era muy notorio frente a mi delgado bóxer. Pude sentir que se estremeció al sentir mi caliente pene sobre la piel de su virginal vientre. Estuvimos así besándonos y acariciándonos por interminables minutos hasta que intenté bajarle la tanga y ella se negó. Se despegó de mí y me dijo que esto no podía estar pasando. Que pensara en su hermana y todo ese rollo propio de una formación cristiana... Pero en sus ojos lindos podía ver que ella deseaba que siguiera besando sus labios calientes. Deseaba sentir nuevamente como mis ansiosas manos dibujaban su cuerpo, pero me dijo no.

Entonces nos calmamos sólo un instante. Estuvimos por casi un minuto mirándonos sin decirnos nada. Me parecía increíble tenerla prácticamente desnuda frente a mí. Con toda la frescura de su virginal y joven sexo frente a mí, del que emanaba su miel salada cuya fragancia podía ya sentir. Se me ocurrió decirle que no debería bañarse con la tanguita puesta, que no era muy higiénica y que podría hacerle daño ya que esta mantenía el frío del agua a la altura de su vientre, pero me dijo que así estaba bien. Entonces le dije que como había interrumpido su baño sin querer queriendo, la iba a ayudar así que le dije que se volteara para jabonarle la espalda a lo que accedió y entonces con el jabón en mis manos empecé a dibujar su espalda y su tersa piel era mucho más suave al contacto con el jabón, me parecía estar tocando la piel de un ángel, un ángel del deseo y la pasión, y dibujé su delgado cuello para luego bajar por toda su espalda y ya sin el jabón empecé a masajear su espalda y probé a tocar sus redondos senos y lo hice pasando mi mano con jabón como si se me hubiera corrido la mano al enjabonas su espalda, para mi fortuna cogí su seno derecho y sentí su pezón erguido por lo que sin dudarlo cogí su otro seno y empecé a enjabonarlo. Ella me dijo que ya habíamos quedado en olvidar el asunto por su hermana, a lo que le dije: Ahora que tus ojos no pueden ver los míos, imagina que soy quien tu deseas y por favor olvídate de tu hermana. Ella solo se quedó callada, mientras una de mis manos dibujaba la redondez de sus senos y mis labios besaban su excitante nuca y mi lengua llegaba a acariciar el lóbulo de su orejita para besar luego su cuello.

Pude sentir que se emocionó cuando le acerqué en ese momento mi endurecido y caliente pene en su traserito y sin dejar de acariciar su pecho me retiré y con una mano me quite el bóxer. Ahora pude poner mi gruesa pieza sobre el final de su espalda que estaba desnudita y enjabonada y ella se estremeció al sentir un pedazo duro y caliente prácticamente en sus nalgas. Mientras seguía besando su cuello y sus orejitas y mis manos pellizcaban los excitados pezones de su erguido pecho. Suavemente intenté bajarle la tanga y ella se quiso oponer por lo que le cogí las manos y acaricié sus brazos en la parte interna, allí donde toda mujer se excita y suavemente puse sus manos sobre la pared y luego pude bajar su tanguita, suavemente por sus redonditos muslos y luego por sus lindas piernas hasta llegar a sus pequeños pies y tenía sus nalgas frente a mi cara por lo que empecé a mordisquear sus nalgas hasta llegar a poner mi nariz sobre el ajustado agujero de su culito, creo que eso no le gusto por lo que se retiró un poco y quise subir sus piernas para sacarle la tanguita a lo que ella en una tonta reacción de justificación, de que ella no quería, no me permitió quitar esa tanga jodida de sus pies. Pero eso no fue impedimento para abrir sus piernas hasta donde la tanguita en sus pies me permitió. Con su espalda enjabonada y mis manos en sus pechos empecé a frotar su pecho contra mi espalda y mi pené se posó sobre la rayita de su culito. Me parece que esto la puso un poco nerviosa ya que habrá pensado que se la quería meter por el culito y te imaginarás lo que habrá pensado una chica virgen que si por delante duele imagínate por detrás. Por lo que me retiré un poco y con el pecho enjabonado de frotarle la espalda había enjabonado también sus firmes nalguitas y le puse mi pieza en su entrepierna y me volví a pegar a ella.

Pude sentir su sorpresa al sentir mi gruesa pinga en la puerta de su sexo, pero la tenia afuera sobre los labios de su vagina la que se protegía con sus rizados vellos, pero así mientras mis manos empezaron a subir por entre sus caderas y llegar nuevamente a sus redondos senos y acariciaban sus pezones y mi ansiosa lengua excitaba el lóbulo de su oreja izquierda, empecé a moverme como si le estuviera haciendo el amor y dejé caer el agua de la ducha y esta nos recorrió desde la cabeza hasta los pies, bajó por su pecho y llegó hasta su virgen sexo que a esa hora empezaba a humedecerse con los roces de mi pieza y ella en una reacción reflejo al sentir el agua en su vaginita y el primer moco erótico que se le venía, pensó que le había llevado jabón a su partecita y llevo su mano hacia su conchita y sin querer cogió la cabeza de mi pinga que en ese momento sentía explotar al sentir la humedad de su conchita. Al comienzo quiso retirar su mano, pero al empujar nuevamente mi pinga llego a su delgada manito y ella esta vez no retiró la mano, al contrario empezó a acariciar su enorme cabeza, y empezó a gemir ya que con los roces de mi pinga contra los labios de su conchita, esta se había humedecido y con los movimientos se empezaron a abrir y le permitieron a la cabeza de mi pinga frotar su ya excitado clítoris. Esta sensación la hizo agitarse más y empezó a aprisionar mi pinga mientras se volteó para besarme incansablemente mientras su ansiosa lengua se fundía con la mía, hasta que al fin dejó de estar recta para inclinarse suavemente y dejar su intacto himen a la altura de mi pinga que se encontraba con todo el cuerpo bañado por la salada miel de su conchita.

Entonces supe que era el momento, le acaricié la conchita toda mojada Me llevé los dejos a la boca mientras la besaba, por lo que pudimos disfrutar de este excitante manjar y mientras colocaba la enorme y caliente cabeza de mi gruesa pinga en la, hasta ahora intocable, entrada de la conchita de mi cuñadita, mis manos bajaron a su pecho y en un sincronizado movimiento le pellizque tan fuerte los pezones que ella dio un quejido mientras me besaba y de un solo tirón pude romper su ya vencida conchita, en el primer tirón solo se metió la cabeza de mi pinga y pude sentir nuevamente (la primera fue de su hermana) una conchita virgen y ajustadísima, pero a la vez mojadita, y esto me excitó sobre manera. El dolor de los pezones le hizo olvidarse del ardor de la piel rasgada de la puertita de su conchita, por lo que nuevamente empuje muy fuertemente y esta vez mi pieza se le clavo hasta la mitad, esta vez si me dejo de besar y se quejó, era un quejido mezclado con gemido, ya que cerró los ojos y solo ella sabe que sensaciones y pensamientos tenía en ese instante.

Ahora si empecé a sacársela y a metérsela hasta donde su apretada vaginita me había permitido, esto lo hice para lograr una mejor lubricación ya que por el dolor la conchita se le había contraído, así que me la empecé a tirar de lo más rico hasta donde su inaugurado huequito me permitía... Y acariciaba sus tetas, su cintura y sus caderas mientras besaba su cuello y ella empezaba a gemir. Así estuvimos por unos diez minutos, hasta que noté que su conchita ya estaba preparada para la arremetida final, y se la saque hasta afuera y empecé a acariciar con la cabeza de mi pinga su ajustadito ano y luego se lo pasé nuevamente por su erecto clítoris y luego nuevamente se lo puse en la entrada de su conchita y con mi mano empecé a acariciar su clítoris y ella empezó a empujar su traserito hacia atrás para que mi pinga se metiera a su conchita. Pero no imaginó que esta vez se metería hasta lo más profundo de su ser y esta vez si sentí como mi pinga se esforzaba por abrir las paredes de toda su vagina y esta contracción hizo que casi reviente la cabeza de mi caliente pinga y empujé todo lo que pude hasta que casi pude sentir la entrada de su útero cuando ella dejó escapar un gemido mezclado con una exclamación de dolor y se volvió a mirarme y antes de empezar a besarme me dijo: Mi amor te amo... Y empezó a besarme y a enredar su lengua con la mía mientras sus manos me cogieron por las nalgas para que no me saliera de ella y así se la seguí empujando hasta que ya no pude más y sentí la cabeza de mi pinga casi reventar y entonces esparcí mi leche dentro, muy dentro de ella y esto hizo que ella a la vez se viniera conmigo y de la excitación me mordió los labios y sentí como su cuerpo casi se desfallecía y de lo rígida que estaba se empezó a desvanecer, hasta quedar de rodillas frente a mí.

Y este fue el inicio de unas muy, pero muy lindas tardes de verano.