Mi obsesión

Autor: aloisis | 02-Jan

Amor Filial
¿Hasta donde puede llegar un hombre que está obsesionado con su sobrina?. La has visto crecer, la has visto hacerse mujer, has compartido sus confidencias sobre sus primeros escarceos amorosos. La has aconsejado, pero no has podido evitar la excitación que te producen sus formas de mujer, sus pechos, sus movimientos. Por su parte siempre parecían inocentes, hasta que un día te das cuenta de que sus miradas y sus gestos tienen algo más que simple coqueteo, parece como si hubiese notado que puede excitar a un hombre y disfruta con ello. Como premio tras su graduación, mi mujer preparó un viaje a Paris, y puesto que ella no podría venir, nos reservó los hoteles para 3 días. Lucía estaba feliz. Era su viaje soñado. Y por mi parte, no me lo podía creer: iba a estar solo con ella durante esos días.

Salimos el 1 de julio.

Cuando al anochecer llegamos al hotel desde el aeropuerto, acudimos a recepción.

- Tengo una reserva a nombre de...

El empleado asintió, y solicitó nuestra documentación. Yo le mostré mi pasaporte, y mientras llenaba el formulario pidió también el de Lucía. ¡Vaya!. Ahora se dará cuenta de que no coinciden los apellidos, veremos a ver su cara. Pero el hombre no mostró ningún reparo.

- Una habitación con dos camas... ¿verdad, señor?

- Si, así es - dije tratando que mi voz pareciese firme.

- La 313, el ascensor del fondo.

En el ascensor hice un comentario que trató de aparecer casual

- Me parece que nos han tomado por un ligue.

- Claro - dijo ella

- ¿Te importa?... Si quieres pido otra habitación individual.

- Para nada. Si además son camas separadas.

La habitación era pequeña, con dos camas juntas, y todos los lujos que un hotel de 4 estrellas puede tener. Hacia un calor horroroso y estábamos sudando tras el caluroso viaje desde el aeropuerto.

- Voy a ducharme- dijo Lucía - estoy muerta de cansancio

Mientras estaba en el baño, me puse el pijama y entonces se me ocurrió una idea diabólica: disolver una pastilla de Rohipnol en la pequeña botella de agua del minibar. Quizás si se dormía, podría tocarla. Cuando volvió del baño estaba envuelta en una toalla, que marcaba claramente sus senos. Disimulé cogiendo un libro, mientras notaba el inicio de una fuerte erección, aunque casi no podía separar los ojos de ella.

- Vuélvete... voy a ponerme el pijama - dijo, mientras se sentaba en el borde de la cama.

- Si claro... – y así lo hice, pero justo enfrente estaba el espejo de la cómoda.

Ella se soltó la toalla y se puso de pie, dejando su figura desnuda, con unos fabulosos pechos que oscilaron levemente al moverse.

- No mires ahora ¿eh? Voy a dejar la toalla en el baño.

- No descuida - pero mi vista permanecía clavada en su figura, mientras mi erección crecía por momentos. Notaba el fuerte golpeteo mi corazón.

Cuando pasaba por mi lado la cogí por la cintura y la senté a mi lado.

- Tienes que contarme cosas de tu novio... - dije sonriendo, tratando de dar un aspecto confidencial a mis palabras.

- Ehh... déjame... - dijo sin malicia.

Se revolvió un poco, pero no hizo un intento serio de apartarse. Puse mi brazo alrededor de sus hombros, mientras Lucía cubrió sus pechos con la toalla, apretando sus brazos sobre el pecho. Entonces le hice cosquillas en un costado, mientras se retorcía y reía.

- ¿Qué haces?... suéltame - dijo riendo.

Mi erección crecía por momentos, sobresaliendo bajo el pantalón del pijama. Entonces se dio cuenta de ello. Sus ojos se fijaron en mi abultamiento, y con una reacción de alarma, trató de apartarse de mi abrazo.

- ¿Qué té pasa?... Quita... déjame.

Mi voz tembló.

- No pasa nada... es que me he puesto algo nervioso - pero no solté mi abrazo de ella.

Lucía trató de apartarse mientras miraba, no sé sí con miedo o con asombro a mi erección.

- No me lo puedo creer... ¿qué quieres?... ¡te has empalmado!

- Es un momento, ya sabes... estabas desnuda.

- ¡Déjame!. Eres mi tío. ¡Estás empalmado! Déjeme.

Estaba realmente alarmada, era la primera vez que me veía con una erección, y seguramente también notó el brillo de mis ojos, y la ansiedad de mis movimientos. Tenía los brazos cruzados sobre el pecho, y yo no podía apartar la mirada de ellos, sin preocuparme ya de cómo mi erección crecía por momentos como un inmenso poste apuntado hacia ella bajo la tela de mi pijama. Quería tocar sus pechos, quería gozar de su cuerpo. Sin hacer caso de sus intentos de librarse, la mantuve fuertemente asida, mientras mi mano cogía una de las suyas y la forzaba aparte del pecho. La toalla cayó, quedando el seno al descubierto. Ella se retorció, tumbándose de lado en la cama en un intento de ocultar su desnudez.

- Por favor... déjame, por favor, déjame... no sigas, por favor - dijo en voz baja intentando librarse de mi abrazo mientras retorcía su cuerpo.

Me tumbé sobre ella y simulé unas cosquillas, aunque realmente le estaba tocando el pecho y por vez primera aplasté mi polla sobre su vientre.

- No... no... quítate de encima, no sigas… no quiero que sigas!

Mientras seguía presionando mi miembro sobre ella, aparté la toalla del todo y dejé sus pechos al descubierto. ¡Dios, qué maravilla!. Los pezones estaban tiesos... como nunca me podía imaginar que los tenía. Avancé mi mano sobre su pecho y comencé a sobarlo, a estrujarlo suavemente, toqué su pezón lo estrujé con suavidad, y noté que se ponía más rígido. Mientras mi polla seguía presionando sobre su bajo vientre.

- No puedes hacer esto... No puedes hacerme esto - decía intentando librarse de mí.

- Eres tan maravillosa, estás buenísima... Dios, ¡qué buena estás! - es lo único que podía decir, mientras me bajaba el pantalón del pijama.

- Por favor... no... no...

Mi polla apareció libre y enhiesta apuntando hacia ella. Su mirada quedó fija en ella, mientras le contemplaba en sus movimientos oscilantes que delataban mi ansiedad sexual por poseerla.

- No quiero.

Pero yo seguí acaricienadola los pezones con suavidad, sin hacerla daño, notando cómo se excitaba con ello.

- Cariño... solo quiero tocarte, no te voy a hacer nada, no te voy a violar, solo quiero tocarte, menos de lo que te hace tu novio.

- Eres un viejo asqueroso, me estas asustando, estas empalmado, me quieres violar.

Tenía que tranquilizarla...

- Solo quiero tocarte, me vuelves loco, no podré aguantarme - y la besé con pasión en el cuello, y luego comencé a chuparle un pezón, notando cómo estaba rígido en mi boca.

- Ohhh... no... no lo hagas, ooohhh.

Ahora su voz había cambiado, ya no se la notaba asustada ni irritada, su lucha había cesado y relajaba su cuerpo. Seguí disfrutando de todo su cuerpo, chupando los pezones, amasándole los pechos y cogiendo mi polla tiesa se la acerqué a la boca.

- No... No... eso no. Nunca lo he hecho, eso no - y la apartó mientras sujetaba mi polla.

Me quedé quieto, creyendo que iba a correrme, notando los espasmos de mi miembro pero entonces, ella comenzó a mover rítmicamente su mano sobre mi polla, con suavidad, desplazando toda la piel hacia abajo y volviendo a subir, con un ritmo que coincidía con mis chupadas en sus pezones. ¡Dios, me estaba masturbando! ¡Me estaba haciendo una paja mientras la chupaba los pezones!.

- Ohhh... me gusta... sigue...

- ¿Así? ¿Te gusta así? - dijo con la voz temblorosa.

- Si sigue... joder... qué bueno - era todo lo que podía decir mientras disfrutaba de sus pezones y notaba cómo se aproximaba el orgasmo

- Sigue... uuuaaahhh...

Ella siguió masturbándome con fuertes empujes, y noté cómo movía las caderas e intentaba aproximar su pelvis hacia mi polla. Abrió las piernas y dirigió mi polla a punto de estallas a su vagina.

- Metemela... ahora... metemela entera.

De un fuerte golpe le metí la polla y comencé a moverme con un ritmo loco, empitonándola locamente cada vez más hondo y con mas fuerza.

- Toma... uuuaaahhh...

- Mas... mas... uuuaaahhh... uuaahh

Mantuve mi ritmo con fuerza, mientras notaba cómo me subía la leche y estrujaba sus pezones. Ella se retorcía con locura, envolviéndome con sus piernas.

- Mas... dame mas, así.

- Toma... ¿Oh Dios!, voy a correrme - grité mientras con mi último empuje descargué varias oleadas de mi semen en su interior, manteniendo fuertemente apretada la polla dentro de ella.

- Uuuaaahhhhh... - gimió prolongadamente mientras una oleada de espasmos cubrió todo su cuerpo que se apretaba contra el mío con fuertes convulsiones.

Caímos en un profundo sueño. Lucía y yo habíamos iniciado una nueva vida... que cambiaría todo en el futuro

(Continuará)

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