Pelirroja y peligrosa
Era domingo por la mañana. Estaba algo aburrida, así que entré en un chat de sexo, más que nada por hacer algo. No sentía necesidad de excitarme, pero me apetecía echar un vistazo. Puse mi nick de siempre, Paqui, y entré. No había demasiada gente, mayoría de chicos, como suele suceder en estos sitios. Empezaron a abrirse en mi pantalla ventanitas de privados: José, Mario, Tino, Cachondo, Guaperas,... Como de costumbre no eran demasiado educados. Se ve que aún no se han enterado de que a una mujer no se la excita de esa manera. Fui cerrando las ventanas, pero al rato se abrió alguna más. Algunos insistían, con frases tales como: Estás sola?, Podemos pasarlo muy bien, Deja al otro y vente conmigo, etc. Otros eran nuevos, que acababan de entrar en el chat y buscaban compañía. Repetí la operación de cerrar ventanas, cuando se abrió otra. En un acto reflejo coloque el ratón sobre la cruz, al objeto de hacerla desaparecer. Pero lo que leí era diferente al resto:
Lola31: hola
Era una chica. Nunca me había pasado esto, así que decidí contestar, pensando que tendría algún problema y que le apetecía charlar con alguien de su mismo sexo. Así que empezamos a conversar:
Paqui: hola
Lola31: como estás?
Paqui: Bien, y tú?
Lola31: muy bien. te apetece charlar?
Paqui: sí, claro.
Lo que yo pensaba. Seguro que tenía problemas con su novio, con sus padres o con su trabajo, y necesitaba desahogarse un rato. Dado que en ese momento yo no necesitaba escuchar las tonterías sexuales de algún idiota del chat, me pareció buena idea escuchar a esa tal Lola.
Lola31: que haces en un chat de sexo?
Paqui: realmente nada. Ver las tonterías que me mandan un montón de buitres.
Paqui: supongo que a ti también te estarán bombardeando a privis.
Lola31: si, pero no hago caso, no me interesan
Paqui: a mi tampoco, es difícil encontrar un tipo educado aquí.
Lola31: verás, es que yo soy les, me gustan las mujeres.
Tardé unos segundos en asimilar aquello. Lola me acababa de romper el esquema que yo tenía de lo que iba a ser aquella charla entre mujeres. Así que era lesbiana. Yo sexualmente me considero muy normalita. Había perdido la virginidad muy joven. Desde entonces hasta ahora (ocho años casi exactos) había tenido relaciones con varios chicos. Realmente todo aventuras fugaces, excepto la última, que duró tres años. Se había acabado tres meses antes, cuando mi novio (Paco) decidió dejarme. La verdad es que no lo sentí demasiado, ya que las cosas no nos iban nada bien. Cuando acabé de pensar todas estas cosas, respondí a Lola con un escueto:
Paqui: ah, ya. No hay un canal para chicas?
Lola31: sí pero cada vez entran más chicos camuflados allí. Pero es fácil descubrirles.
Paqui: como lo haces?
Lola31: haciéndoles preguntas de mujeres, tarde o temprano meten la pata
Lola31: a ti no te gustan las mujeres?
Sus preguntas me descolocaban. Noté que las manos me temblaban, así que respiré hondo para calmarme y seguí tecleando. La charla empezaba a interesarme.
Paqui: no sé, nunca lo he probado.
Paqui: bueno, una vez sí, con una amiga y con su novio.
Lola31: entonces sí lo has probado.
Paqui: sí, pero había un chico por medio. Eso hacía las cosas algo diferentes.
Lola31: pero a que te gustó más lo que te hacía ella que lo que te hacía él?
La seguridad de Lola era aplastante. Era cierto. Recordé la lengua de mi amiga Ana comiéndome el coño deliciosamente. También me gustó mucho cuando fui yo la que lamió su rajita mojada, mientras el novio de ella nos follaba sin parar. Fue divertido, pero yo nunca me lo habría montado con Ana en solitario. En realidad la idea fue del chico y nosotras aceptamos, pero nunca repetimos aquello.
Paqui: sí, eso es cierto. Ella lo hacía con más cariño.
Lola31: claro, las mujeres somos mucho más cariñosas. Cómo eres Paqui?
En ese momento aunque hubiese querido mentir no habría podido. Estaba como ida, atontada, siguiendo con atención aquella frases de Lola. Respondí con sinceridad:
Paqui: normalita, supongo. tengo 24 años, soy morena, pelo rizado, ojos marrones. 1,65 cm, 50 kg, pecho normal.
Lola31: mmmm, estás muy bien Paqui.
Aquello me provocó un escalofrío por la columna vertebral. Me estaba excitando, casi a lo tonto. No sabía a donde quería llegar aquella chica, pero el caso es que no quería dejar de charlar con ella.
Paqui: gracias. Tú eres guapa?
Lola31: sí, soy guapa, no soy ninguna machorra.
Paqui: perdona, no quería decir eso.
Lola31: No te preocupes. De donde eres?
Paqui: de Palencia
Lola31: yo soy de Cádiz. Te gustaría acostarte con una mujer?
Paqui: no lo sé, no lo he hecho nunca
Lola31: si me conocieras, seguro que te acostarías conmigo.
Uuufff. Aquello era una pasada. Noté que me estaba mojando. La excitación me subía por todo el cuerpo. La sesión de chat estaba resultando muy diferente a lo que yo tenía pensado. Tenía ya los pezones duros y notaba su roce contra la camiseta. El tono rotundo, seguro, estimulante de ella era delicioso.
Paqui: Cómo eres Lola?
Lola31: soy pelirroja y pecosa, mido 1,75 cm, 55 kg
Paqui: que alta!
Lola31: y tengo buenas medidas: 95-65-92
Paqui: eres una mujer cañón
Traté de imaginarme a la chica, lo que hizo que mojase un poco más las braguitas. La curiosidad me invadía por todos los lados. Me sentía como una exploradora, que se adentra en un terreno desconocido, peligroso, sugerente, prohibido. Decidí preguntar algunas cosas:
Paqui: nunca te gustaron los chicos?
Lola31: me acosté con uno cuando tenía 18. Nunca lo he vuelto a hacer.
Paqui: no te gustó?
Lola31: no me gustó nada
Así que era eso: la primera relación puede marcar la tendencia sexual de una persona. Mi primera experiencia había resultada bien y tal vez por eso a mí seguían gustándome los chicos. En su caso la cosa fue al contrario.
Lola31: no fue para nada como esperaba. Después conocí a una chica y me cambié de acera.
Paqui: pero con lo buena que estás los chicos no pararán de tirarte los tejos.
Lola31: a veces sí, pero por lo general voy a sitios donde ya me conocen, ya saben como soy.
Ni una vacilación en sus respuestas. Yo tenía que respirar y pensar bien lo que escribía, pero ella tenía una fluidez envidiable. El subidón de adrenalina ya circulaba por todo mi cuerpo, pese a ser domingo por la mañana. Decididamente, aquella mujer me estaba sacando de mis casillas, pese a que me considero persona tranquila.
Paqui: pero con ese cuerpazo que tienes...
Lola31: También tengo el coño depilado, del clítoris para abajo. Y tú?
Paqui: no, yo tengo el pelo recortado, negro, rizado, pero no me depilo
Lola31: tendrías que probarlo, es sensacional. Además tengo un tatuaje y dos piercings.
Paqui: perdona si me pongo pesada a preguntas, pero donde los llevas?
Lola31: el tatuaje, al final de la espalda, justo encima del culo
Lola31: los piercings, uno en el ombligo y otro un poco más abajo
Desde luego, si ella trataba de excitarme, lo estaba consiguiendo. Volví a representarme mentalmente su cuerpo, añadiendo estos últimos detalles. Casi me caigo de la silla.
Paqui: en el clítoris?
Lola31: si
Paqui: es tan placentero como dicen?
Lola31: muchísimo. Cuando me rozan allí me derrito.
Paqui: uf, eres una bomba
Lola31: te estás poniendo cachonda, Paqui?
Esto sí que era una indirecta de lo más directa. Para qué mentir. Estaba ya como una gata en celo, deseando empezar a masturbarme, sentir placer con ella.
Paqui: me has puesto mojadísima, excitada
Paqui: no sé como lo has hecho
Lola31: lo siento pero ahora me tengo que ir. Si quieres quedamos otro día y nos masturbamos juntas, vale?
Paqui: yo entraré hoy a eso de las once y media de la noche
Lola31: no sé si podré. Pero si entro te buscaré
Paqui: me debes algo
Lola31: el que?
Paqui: una satisfacción por el calentón que me acabas de dar.
Lola31: cuenta con ello. Debo irme, un beso
Paqui: otro beso
Y así salimos las dos del chat. Apagué el ordenador (no quería oír más tonterías de los chicos del chat aquella mañana) y me di una ducha. Por la tarde había quedado con unos amigos y amigas a tomar un café, pero en toda la conversación no pude quitarme a Lola31 de la cabeza. Casi no hablé, ni escuché, estaba como ida. Mi cuerpo estaba allí, en aquel bar de universitarios, pero mi mente estaba en Cádiz, al lado de aquel cuerpo tan fascinante. Por lo general soy una chica que da mucho juego en las tertulias, pero aquel día no era yo. Una de mis amigas sugirió:
- No sé lo que te pasa Paqui, pero te encuentro rara. ¿No estarás enamorada?.
- No digas bobadas - respondí.
Todos rieron por la ocurrencia, incluida yo misma. Pero la verdad es que estuve en Babia toda la tarde. La charla, amenizada por unos vasitos de whisky, se prolongó hasta casi las diez de la noche. A esa hora nos disolvimos y yo me dirigí a casa a cenar. No tenía casi hambre, así que tomé un buen tazón de leche, acompañado de unas tostadas con mantequilla y mermelada. Me senté un ratito a ver la tele, pero no presté atención a la película. Seguía desasosegada y nerviosa. Mi mente no quería centrarse en nada. Para tratar de calmarme llené la bañera de agua templada, añadí un buen chorro de gel y me metí en ella. Disfruté del agua un ratito, más relajada.
Cuando salí eran las once y veinticinco. Me puse unas braguitas, una camiseta y un pantalón de chandal. Dudé si entrar en el chat. No tenía esperanzas de que Lola estuviese allí. Seguramente yo no le había parecido nada más que una niñata tonta. Una mujer con su experiencia preferiría buscar mejores amistades femeninas, más excitantes, en lugar de una ignorante que no hace más que preguntas. De todos modos decidí probar. Entré de nuevo en aquel chat, recibiendo a modo de bienvenida un aluvión de ventanitas de los mismos pesados de siempre. Como me había convertido en una experta en el cierre de pesados, no tardé en dar buena cuenta de ellos. Miré en la lista de visitantes, pero ella, como yo suponía, no estaba. En fin, que se iba a hacer, me pondría a charlar un ratito en el general, que estaba bastante animado. Iba a hacerlo cuando se abrió la ventanita de ella:
Lola31: hola cariño
Tardé unos segundos en responder, al quedarme paralizada de nervios. Cuando mis dedos me obedecieron escribí con rapidez:
Paqui: me alegro de verte, Lola
Lola31: no pensaba entrar esta noche, pero me apetecía charlar contigo
Paqui: a mí también.
Otra ventanita, de un tal Polladura. La cerré y sugerí a mi amiga:
Paqui: por favor, vámonos a otro canal. Aquí no nos dejarán en paz.
Lola31: de acuerdo, al que tú quieras.
Paqui: te va bien el canal finanzas?
Seguro que se me ocurrió ese canal porque soy economista. En cualquier caso me habían dicho que en el resto de canales no había más que parejitas, que buscaban un lugar tranquilo para evitar ser molestadas. En un momento nos cambiamos de lugar. Las ventanitas dejaron de aparecer y pudimos charlar con más tranquilidad.
Lola31: has pasado bien la tarde?
Paqui: sí, estuve tomando café y una copita con antiguos compañeros de la universidad.
Lola31: has pensado en mí?
Paqui: la verdad es que no te he podido quitar de la cabeza en toda el día, desde esta mañana.
Lola31: a mi me ha pasado lo mismo.
Vaya, no pensé que alguien como yo pudiese impactar de ese modo a alguien como ella. Desde luego ella sabía que yo no era ninguna experta en sexo entre mujeres, más bien todo lo contrario, pero la aventura seguía siendo excitante. Lola continuó:
Lola31: cómo vas vestida?
Paqui: normal, con una camiseta y un pantalón de chandal.
Lola31: ropa interior?
Paqui: solo braguitas, no me he puesto el sujetador
Ya estaban de nuevo mojadas las braguitas, por cierto. Aquello me superaba. Los pezones rozaban contra la fina tela de algodón de la camiseta, haciéndome sentir un gustito delicioso. Me imaginé de nuevo el escultural cuerpo de ella, por lo que pregunté:
Paqui: como estás tú ahora?
Lola31: me acabo de duchar y solo llevo el albornoz. Lo llevo abierto, así puedo mirarme
Paqui: debes estar para comerte
Lola31: te gustaría comerme?
Paqui: no lo sabes tú bien...
Lola31: me estoy secando el pelo y puedo verme el coño
Paqui: Cómo lo tienes?
Lola31: lo tengo mojadito. Y el tuyo?
Paqui: el mío está empapado, me pones malísima
Paqui: y tengo ya los pezones tan duros que se me van a salir de la camiseta
Lola31: los tienes duritos, eh? Yo también, los tengo puntiagudos
Lola31: Por qué no te desnudas, Paqui? Yo ya he empezado a tocarme
Paqui: mmmm, ahora mismo
Sospecho que me hubiese acabado desnudando aunque ella no me lo hubiese pedido, pero el leer que ella lo quería dio mucho más morbo a la situación. Tiré de la camiseta hacia arriba y de los pantalones hacia abajo. Como medida de precaución coloqué una toalla sobre la silla, para no mancharla con mis jugos, cada vez más abundantes.
Paqui: ya está, solo me quedan las braguitas
Lola31: anda, quítatelas, porfa
Sus líneas sonaban a música celestial. Me quité las bragas y las dejé sobre el monitor. Estaban húmedas y olían de maravilla, aunque debo reconocer que me hubiese gustado más oler el coño de ella.
Paqui: ya estoy desnuda del todo y muy caliente
Lola31: yo también mmmm me estoy acariciando, me gusta hacerlo
Paqui: yo también, me encanta estar contigo.
Lola31: quieres saber lo que me gustaría hacerte?
Paqui: sí, por favor, házmelo
Lola31: te tumbaría en la cama. Acercaría la lengua a tu cuerpo y me pondría a recorrerlo
Lola31: empezando por las orejas, sin dejar nada por lamer nada de tu cuerpo
Lola31: mmmm, me estoy metiendo el dedo en el coño, es delicioso
Se me erizó toda la piel al leer estas líneas. Acaricié mis duros pezones, luego los pellizqué y, por último, bajé una de mis manos hasta el caliente coño. Froté con suavidad los labios, mojándome la mano.
Paqui: sigue, por favor. Me estoy acariciando el coño y los pezones, me gusta
Lola31: te comería entero ese coñito tan mojado que tienes, te haría diabluras con la lengua
Paqui: mmmm, sí, sí, me encanta como lo haces
Lola31: métete un dedo e imagina que soy yo quien te lo está metiendo
Por supuesto que me lo metí. Aquel jueguecito de Lola era de lo más excitante que me había pasado nunca. Mi dedo índice resbalo con facilidad por la entrada de mi coño, mientras que con el pulgar me acariciaba en círculos el clítoris. Sentí que no podría resistir mucho más aquella deliciosa tortura, por lo que, con gran esfuerzo, escribí:
Paqui: no puedo más, si sigues así me voy a correr.
Lola31: me encanta excitarte, quiero que te corras de gusto.
Lola31: ahora me voy a tumbar sobre tu cuerpo.
Lola31: acerco mi lengua a tu boca y la meto dentro, jugando con la tuya
Lola31: y froto mi coño con fuerza contra el tuyo, lo notas?
Vaya si lo noté. En realidad me pareció sentir su piercing rozándome el clítoris. Me dio una especie de calambre por todo el cuerpo y las fuerzas me abandonaron. Sentí un orgasmo impresionante, lo cual no es extraño, ya que lo llevaba deseando todo el día, desde que conocí a Lola por la mañana. Mientras me corría pude escribir:
Paqui: mmmm, aaaahhhh, yaaaa
Paqui: me corrooo
Lola31: me encanta ver como te mueres de gusto, cariño.
Lola31: yo también estoy calentísima, me correré muy pronto
Paqui: eres maravillosa
Lola31: uffff, yo también me corro
Recuperé el aliento con trabajo. Cuando mis jadeos se calmaron algo pude seguir escribiendo:
Paqui: ha sido una pasada
Lola31: mmmm, he disfrutado mucho contigo, pequeña
Paqui: yo también, aún noto un cosquilleo por todo el cuerpo.
Lola31: yo estoy temblona todavía
Toqué la toalla que tenía debajo. Estaba muy mojada, por lo que iría decididamente a la lavadora. Pregunté lo siguiente:
Paqui: sigues ahí?
Lola31: sí sigo
Paqui: en la realidad esto será aun mejor, supongo.
Lola31: mucho mejor, mucho más largoooo
Paqui: lo único que siento es que no he podido decirte nada para excitarte
Paqui: no he podido más que tratar de seguirte
Lola31: no te preocupes, soy yo la que te está enseñando.
Lola31: además me hace ilu pervertirte
Aquello me hizo sonrojar. Noté que empezaba a excitarme de nuevo, pero ya era tarde. Miré el reloj y vi que era más de la una de la madrugada.
Paqui: me encanta que me perviertas
Lola31: te ha sabido rico el estreno?
Paqui: delicioso
Lola31: a lo mejor el colectivo les de Palencia me lo acaba agradeciendo
Paqui: pues mira, a lo mejor sí
Lola31: ja ja ja
Paqui: pero me vas a provocar una crisis de identidad
Lola31: por que?
Paqui: porque no sé si ahora me van a seguir gustando los chicos.
Lola31: disfruta de la vida todo lo que puedas. Yo lo hago con chicas, tú a lo mejor con ambos.
Paqui: sí es posible. No te molesto más, es tarde y querras dormir.
Lola31: sí, es cierto. A qué vas a dormir relajada?
Paqui: muchísimo, muy satisfecha además
Lola31: un beso. Nos volveremos a ver?
Paqui: seguro que sí. Otro beso
Paqui: muaaaa
Lola31: muaaaa
Y así nos despedimos. Lo cierto es que fue una experiencia deliciosa con una mujer deliciosa. Me metí en la cama y lo único que lamenté es que ella no estuviese conmigo y dormir abrazada a su cuerpazo. Pero la vida seguía y a las ocho en punto sonó el despertador. Me lavé, me vestí, desayuné y me encaminé a la facultad, donde estaba recibiendo unos cursos de derecho mercantil. Allí me encontraría con Tino, antiguo compañero de carrera, que siempre me tiraba los tejos. En el fondo a mí eso me gustaba, me hacía sentir deseada. Hasta era posible que lo nuestro llegase al cuerpo a cuerpo. Si el efecto de la pelirroja peligrosa me dejaba, claro.
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