Una sorpresa para mi novia

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Vivo con mi novia Ana, desde hace un par de años. Tiene 25 años y lo que más destacaría de ella es su dulzura. Es como una muñequita. Nunca lanza improperios, su tono de voz es cálido y pausado, exquisitamente educada. En fin, hasta nuestros amigos tienden a llamarla “Anita”. Físicamente es menudita, pero con curvas bien definidas. Sus pechos son “melocotones” firmes, que mis manos abarcan a duras penas y su trasero respingón, muestra una piel tersa y de carne tonificada.

Vamos, que no me quejo en absoluto. En el terreno sexual, el hecho real es que soy yo quien suele tomar la iniciativa. Me gusta probar cosas nuevas además de lo convencional. Aunque Ana, no “se lo curra” en lo que se refiere a proponer cosas nuevas, le gusta participar en mis ocurrencias y hasta ahora, no me ha dicho “no” ha nada; ni a sexo anal, ni a stripteases, ni a emplear cuerdas y esposas,… pero lo de hoy, es un reto distinto.

Es viernes y hemos llegado a casa de nuestros respectivos trabajos. Nos hemos dado una ducha antes de salir a tomar algo, como solemos hacer los viernes. No hace demasiado frío y Ana se ha puesto una camisa, una falda larga y fina, de algodón y una chaqueta. Yo me he vestido con unos “chinos”, camisa y mi americana de cuero. Huelo la colonia de Ana, con aromas silvestres, mientras bajamos en el ascensor que nos lleva al garaje.

– ¿Dónde quieres que vayamos, Anilla?

– ¡Sorpréndeme! – dice sonriendo.

Aunque creo que no se refiere a las veces en las que la he sorprendido llevándola a un portal desconocido y haciéndolo en el hueco de la escalera, o en el banco de un parque, o en el coche, junto a la tapia de un cementerio, la respondo:

– Vale, te sorprenderé.

Entramos en mi Chrysler monovolumen. Enfilo hacia una zona verde en la que hay grandes extensiones de árboles, en las que la gente acude a hacer footing, mountain bike, picnics, etc. Por la noche, sin embargo, el entorno se transforma y da paso a decenas de vehículos aparcados entre árboles, dejando ver siluetas dentro. También aparecen numerosas personas decididas a dar placer a cambio de dinero. En este parque existe un pequeño lago alrededor del cual hay agradables terracitas. La noche está fresca como para sentarse en una de ellas. Aparco el vehículo y le digo a Marta que me espere en la barra de una de ellas.

– Volveré en diez minutos.

Me mira, sonríe ladeando la cabeza, como queriendo adivinarme el pensamiento, se baja.

– Diez minutos, ¿eh?

Efectivamente, no tardo más en regresar. Ya he hecho las gestiones oportunas.

– Vámonos – le digo mientras dejo unas monedas, pagando su refresco.

– Tu conduces ahora.

Saco las llaves y las hago sonar delante de ella. Vamos al “cerro de los polvos” (es un lugar cercano, donde follábamos cuando no teníamos piso y que llamamos así). La abro la puerta del conductor y la beso haciéndola centrar su atención en mí. ¡Me encanta esta chica y su disposición para disfrutar! (Espero que no la pierda). La saludo con la mano mientras cruzo delante del capó del coche para entrar por el otro lado. Arranca y nos vamos. Algunos coches paran a un lado de la carretera para pedir precio a las prostitutas y otras nos hacen gestos para que paremos. Tomamos un camino que se aparta del principal. Ana conduce con una mano sobre mi muslo y mi mano sobre la suya.

– ¿Quieres que disfrute? – le pregunto obteniendo un “sí” casi inmediato – Bien, pues sigue conduciendo, pase lo que pase, ¿eh?.

-Ya puedes salir, Jessy – digo volviéndome hacia atrás.

Ante los atónitos ojos de Ana, que mira por el retrovisor, aparece en la ranchera del monovolumen una pelirroja que se sitúa en el asiento posterior.

– Mira Jessy, esta es mi novia Ana.

– ¿A que es preciosa?. Ya te lo dije. Jessy es una “amiga” que he conocido ahora Ana. Por cierto, no te olvides de lo hablado, sigue conduciendo cariño – La beso en la mejilla y paso entre los asientos delanteros hasta situarme al lado de Jessy.

Jessy lleva minifalda (como buena profesional de la prostitución) y una blusa sin mangas escotadísima. Sus tetas, pegadas una contra otra, se inflan y sobresalen en gran parte, por encima de su escote. Sus labios, están sin duda trabajados por la estética. Demasiado carnosos y sugerentes. Su bolso ya cuenta con un aumento de ingresos proveniente de mi compensación adelantada. Me sitúo a su lado.

– Ana, guapa, tienes un novio estupendo y que te quiere mucho, ¿eh? – dice con voz grave.

– Ana mira por el retrovisor y contempla como Jessy acaricia mis pectorales por encima de la camisa.

– ¡Eeehh, que es mío! – dice Ana haciendo un mohín mientras su mirada alterna entre la carretera y el espejo retrovisor.

La acaricio el cabello en gesto conciliador.

– Sssshh, cariño. Recuerda, quieres verme disfrutar… y yo también quiero que disfrutes.

Sitúo mi mano en uno de los muslos de Jessy y comienzo a acariciarla.

– ¿Queda mucho, Ana? Quiero que vengas aquí, con nosotros.

– Sí mi amor – dice Jessy – Aparca y vamos a pasárnoslo bien.

Coloca su mano sobre mi paquete, por encima del pantalón y comienza a acariciarme y amasarme el miembro, que reacciona poniéndose “morcillón” al principio y adquiriendo dureza poco a poco. Noto que Jessy usa colonia de bebé a medida que su rostro se acerca al mío. Me besa en la boca. ¡Joder, que labios!. La mano que tengo en su muslo, sube lentamente mientras nos morreamos. Se pierde debajo de la falda y llega a su objetivo. Alcanzo lo que espero. Noto que Jessy también está excitada. Echamos un pulso con las lenguas. Miro de reojo a Ana. Está agitada, deseando llegar y aparcar el coche. Jessy me baja la cremallera. Ruido metálico, me desabrocha el cinturón y la hebilla tintinea. Ana vuelve rápidamente la cabeza hacia atrás y de nuevo a la carretera. Me vuelve a mirar. La lanzo un beso. Jessy ha hecho saltar mi polla fuera. Un hilo de líquido aparece. Jessy embadurna todo mi miembro con él. Ya hemos llegado. Ana echa el freno de mano y quita el contacto.

– Mueve los asientos hacia delante – la sugiero, para que haya más espacio atrás.

Lo hace y se dispone a ir hacia atrás. Se vuelve. Queda parada un instante, contemplando a su chico, junto a un putón pelirrojo de impresionantes tetas y muslos, con la polla en la mano, acariciándola en una suave paja.

– Siéntate a mi lado, cariño – le dice Jessy a Ana.

Me echo hacia un lado para que Jessy quede en medio del amplio asiento trasero. Me incorporo y atraigo a Ana hacia mí. Espachurramos un poco a Jessy. Beso a mi novia con pasión. Separo nuestros labios dejando un hilillo de saliva. Beso a Jessy, que no suelta mi polla. Me incorporo lo que puedo, para que Jessy me baje los pantalones y el boxer. Comienzo a acariciar los pechos de ambas por encima de sus ropas. Una mano para las tetas de Ana, otra para las de Jessy. Cuatro tetas macizas… ¡qué gustazo!. Meto un dedo en la boca de Ana, que comienza a chupar empezando a entonarse. Mi otra mano ha extraído de su cárcel una de las tetas de Jessy. Ante mí aparece un pecho con una aureola oscura y generosa, con un pezón enhiesto, apuntando hacia mí.

Me acerco hacia él, mi boca semiabierta, lo acoge. Mi lengua comienza a hacer suaves giros alrededor del pezón. Ana se acerca a mí. Me acaricia el culo y su mano llega hasta mis testículos. Los sopesa y acaricia con sus uñas. Su boca se acerca a mi cara y comienza a comerme la oreja. Sabe que me encanta. Un latigazo me recorre toda la espina. Introduzco mis manos bajo la falda de Jessy. Atrapo y tiro. Al cabo de un segundo tengo un tanga rosa en la mano. Las tetas de Jessy están fuera. Su blusa está hecha un rollo alrededor de su ombligo. Arrojo el tanga hacia la parte del conductor. Me siento a horcajadas sobre Ana y la desabrocho la blusa mientras la morreo nuevamente. Ahora es ella la que se hace dueña de mi polla. Acaricia la punta, empapada de mi propio líquido. Desprendo a Ana de su blusa y sujetador.

– ¡Así está mejor, cariño! – le dice Jessy.

El putón comienza a acariciar las tetas de mi chica. Sus pezones manifiestan lo cachonda que está poniéndose. Ana y yo seguimos besándonos y Jessy se acerca a mi rostro. La beso y beso a Ana. Vuelvo a hacerlo. Los tres rostros se acercan más. Beso a Jessy, mi lengua juega con la de Ana… y con la de Jessy. Más cerca. Las tres se tocan. Jessy besa a Ana. Ana se deja hacer. La lengua de Jessy. La lengua de Ana. Se morrean. ¡Joder, cómo me pone verlas!. Me pongo de rodillas como puedo, entre las piernas de Jessy, que continua con la falda en su lugar. En esta postura alargo el brazo hacia Ana y levanto su falda hasta la altura en que aparece su tanguita negro. Mi novia, la muy picarona, se ha puesto uno de mis preferidos (se nota que es viernes). Su tela semitransparente deja entrever su coño arregladito, con escaso vello rubio a los lados de sus labios y una pequeña cresta sobre éstos. Le acaricio el coñito con dos dedos por encima del tanga. Lo noto mojado. Deja durante un segundo de darse el lote con Jessy para mirarme y sonreír con cara de lujuria, notando el placer suministrado por mis caricias. ¡Se está entonando a base de bien!.

Enseguida vuelve a ocuparse de Jessy. Ahora es Ana quien le acaricia las tetas. Las coge, las sopesa, las cubre de caricias, pellizca los pezones suavemente… Dejo de acariciar a Ana el chochete e introduzco la cabeza bajo la falda de Jessy. Libre del tanga que ya le he quitado, acerco mi boca a su sexo. Abro mi boca y le hecho el aliento. Caliente. Alargo la lengua y lamo un poco. Mordisqueo. Mientras, voy desabrochando la falda de Jessy. Ellas siguen liadas. Le bajo la falda y sigo con lo mío: Mamando. Jessy me agarra la cabeza. Sus ojos se entrecierran y empieza a gemir… ¡Ahhhh, síííí!. Ana me mira con los ojos entornados, sonrientes. De repente su boca y sus ojos se abren enormemente y contiene una exclamación. Me observa petrificada. Sus tetas y pezones rotundos, apuntando al cielo. La falda levantada y el tanga, que le ha bajado Jessy, tirante en las rodillas. Ana se queda boquiabierta observando como me estoy comiendo ¡la polla de Jessy!.

– ¡Ya me parecía a mí que ésta…! – piensa para sí Ana, que no por ello está menos alucinada.

Jessy no para de gemir. Se lame la punta de los dedos y me acaricia la nuca. Yo, glotón, me meto la polla en la boca, succiono, me la saco, la acaricio con la lengua, la mordisqueo, como si fuera un experto mamador y no, como si tal y como ocurre, fuera la primera vez que lo hago. Muevo la cabeza hacia delante y hacia atrás. Uno de mis carrillos se infla cada vez que el capullo de Jessy (¡A saber como se llama en realidad!), choca contra él. Agarro la base de la polla de Jessy y la acaricio con el pulgar mientras dejo de chupar y miro a Ana. Un hilillo pende de mi labio inferior. Ana me mira con un gesto indescriptible. Una especie de sonrisa tonta, de alucine, complicidad, excitación… como de decir… ¡mi novio comiéndose una polla!, ¡qué ideas se le ocurren!. La arranco el tanga y la abro de piernas, me sitúo entre ellas y las coloco sobre mis hombros. Me lanzo de cabeza a lo que de verdad me gusta (aunque no puedo decir que me haya desagradado lo que acabo de hacer instantes antes). Uuuhhmm!, ¡qué cosa más rica!, pienso mientras empiezo un cunni-lingus suave, húmedo y cálido. Levanto las cejas y miro a Ana. No la veo. Veo la cabellera de Jessy. La está comiendo las tetas. Ana también me agarra la cabeza con una mano y empuja hacia su coño. ¡Luego dicen de nosotros, cuando nos la chupan! – ¿Y la otra mano? – … Aaaaahh, mi chica ya está suelta del todo. Tiene agarrado el pollón de Jessy (gasta buena talla) y se la está meneando con vaivenes suaves y alargados. Escondiendo y haciendo aparecer la piel que recubre el glande.

Ahora el que se pone más cachondo con la escena soy yo. La sigo comiendo el coño con fruición. Ana se agita. Menea las caderas y me agarra con más fuerza la cabeza. Arquea la espalda y mira al techo. Lanza un prolongado -¡¡¡mmmmaaahhh!!…

– ¡Monstruo, vaya corrida que se ha pegado! – Me dice Jessy que vuelve a colocarse sentada.

Lleno de besos el rostro y labios de Ana. Me acerco a su oído.

– Cómesela, cariño – la susurro.

Me devuelve un beso. Agarra la polla de Jessy y la mira a los ojos. Luego a su polla.

– ¿Pero que tenemos aquí?! – dice Ana como si hubiera visto un cachorrito.

Ya no hay más palabras. Jessy se tumba en el asiento de atrás. Ana, a cuatro patas, empieza a mamar y a lamer. ¡Cómo puede una niña tan dulce poner esa cara de vicio, joder!. De rodillas, empiezo a comerme las grandes tetas de Jessy. Me ha agarrado la polla y me está pajeando. Hay un rato de gemidos, ruidos de succiones, de líquidos y carne húmeda. Me situo a horcajadas sobre Jessy y coloco el miembro entre sus tetas. Ella hace el resto. Se agarra los pechos y los aprieta contra mi polla atrapándola. Incorpora la cabeza y abre la boca. Muevo las caderas recibiendo una impresionante “cubana”. Al moverse hacia delante, recibo lengüetazos de Jessy. Decido dejar el miembro al alcance de su boca. Segundos después celebro la elección. ¡Con qué estilo y delicadeza la come… mientras se la comen!. Al cabo de un rato, noto riesgo de eyacular y me aparto. Me coloco dándole la espalda y el culo. Hago incorporarse a Ana, que en ese instante combinaba mamada y paja a Jessy. La abrazo y la atraigo hacia mí.

Ahora estamos ambos sobre Jessy, a horcajadas. Ana me besa y noto que mueve las caderas. Empieza a hacerlo rítmicamente. La miro. Se ha metido la polla del transexual. Empieza a cabalgar. Miro hacia el coño de Ana. Veo como sube y baja sobre el miembro grueso. Me inclino un poco y saco la lengua para rozar sus pezones mientras las tetas botan al subir y bajar. De repente, el que da un bote soy yo. He notado algo cálido y suave en mi ano. Me vuelvo un momento. Jessy tiene la cabeza metida en mi culo y me lo come como la profesional que es. Siento temblores en los glúteos y los muslos, pero me dejo hacer. Me mete un mordisco.

– ¡Cabrona! – le grito, riendo. Ana también ríe.

– Está tan rico – dice Jessy haciendo un puchero.

– Para rica, mi novia ¿eh? – vacilo yo.

– Y esto, también te ha gustado ¿eh? – me dice Jessy – Mira como me tiene la zorra de tu novia.

Estoy de rodillas y me pone la polla delante de la cara. Se la cojo y empiezo a mamársela de nuevo. Ana se arrodilla a mi lado y empezamos a comérsela simultáneamente. Jessy gime. Más fuerte. ¡Joder! Se empieza a correr y me lanza un chorro de semen a la cara. Ana, agarra el pollón y se lo mete en la boca. Se traga la corrida, como suele hacer conmigo. Me mira, sonríe y comienza a lamerme el lefazo que Jessie ha dejado en mi cara. Lo alterna con besos. Ana se acerca a Jessy y le susurra algo. Se ponen una junto a la otra, de rodillas sobre el asiento, mirando hacia la parte trasera del monovolumen.

– ¡Vaya par de culos!- digo acariciando ambos.

– Te estamos esperando, corazón – dice Jessy.

No lo pienso dos veces, comienzo a follar el coño de Ana por detrás, mientras la hago un dedo. Mientras, otros dedos se ocupan de preparar el ojete de Jessie. Permanezco así un rato y… ¡cambio! comienzo unas embestidas al culazo de Jessie. He dejado a Ana excitadísima. Se recuesta en el asiento. Completamente abierta de piernas. Se mete dos dedos en el coño, se acaricia el clítoris, colorado. Se va a correr de un momento a otro… como yo. Acelero mis embestidas al culo de Jessy.

– ¡Aahh, sí, mi amor, asíííí! – exclama.

– ¡Sí, así, así, así me corroooo! me sorprendo diciendo.

Se lo echo todo dentro del trasero. Jessy pone cara de gusto. Pues mejor. No he sido el único que se ha corrido. Ana está semicatatónica. Cuando se corre, se corre bien. Risas, besitos y comentarios de cuánto ha molado. No sé exactamente el tiempo que pasa hasta que volvemos a estar “arreglados”. Todos tenemos lo que queríamos.

Dejamos a Jessy donde nos pide. Cerca hay un pub del que salen dos cincuentonas de buen ver que dirigen su mirada hacia mí.

– ¿Volveremos a vernos pronto, no, corazones? – nos dice Jessy, sonriendo.

Vuelvo a mirar a las cincuentonas. Siguen mirándome, con disimulo.

– Quien sabe, reina, quien sabe – respondo.

Acelero. Coloco mi mano en el muslo de Ana. Sonreímos.

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AlfredoTT
AlfredoTT
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