¿Quien puede resistirse?
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Después de un día de playa, con juegos en el agua y algún que otro tocamiento, regresamos al apartamento. Después de charlar un rato, mi tía se fue a dormir, quedándonos mi hermana y yo en el porche tomando unas copas.
Nos pasamos un poco con el alcohol, y mi hermana se quedó dormida en el sofá. Me quedé un rato observándola, pues su vestido tenía un gran escote, por donde se le veían las tetas, cubiertas por un minúsculo sujetador, blanco, sin tirantas, por donde se le notaba un gran canalillo. La tiranta del vestido la tenía caída a mitad del hombro, por lo que una de sus tetas estaba a la vista.
Me acerqué y suavemente coloqué una mano sobre ella, notando la suavidad de su piel. Bajé poco a poco el sujetador, liberando sus tetas que aparecieron con dos sonrosadas aureolas, coronadas por dos erectos pezones. Me incliné sobre sus tetas y comencé a pasar mi lengua haciendo círculos por la circunferencia de sus aureolas, notando como sus pezones se endurecían poco a poco.
Puse mis labios en ellos, dándoles mordisquitos suaves con mis labios y mamándolos. Estuve un rato disfrutando de sus pezones con mi boca y me puse de pie delante de ella, bajándome el pantalón y el bóxer, me acerqué a ella y coloqué mi polla entre sus tetas y juntándolas con mis manos, aprisionándola, comencé un movimiento de mete y saca entre sus tetas, follandomelas.
Sentía la dulce suavidad de su piel, rodeando mi polla. Dejé de moverme yo, y comencé a mover sus tetas arriba y abajo, hasta que solté todo sobre sus vientre. Cogí un klinex de mi bolsillo y después de limpiarla, le di una última mamada a sus pezones, la vestí y me eché otro cubata. En ese momento mi hermana despertó y le hice otro a ella.
Nos los tomamos y nos fuimos a dormir.