Mi novia se animó a publicar unos pics sexy
Este relato es breve y tal vez no tan emocionante. Sin embargo, cuenta algo que sucedió y que me excita muchísimo y por el título ya deben saber sobre qué va.
Para empezar, quiero decir que mi novia, Sara, es una mujer por momentos muy tímida. Muchas veces tiene problemas de confianza y no se siente atractiva.
Dicho esto, hay ocasiones en las que, sin aviso, se siente muy guapa y a gusto con su cuerpo. Cuando eso pasa, se transforma. No es solo que se tome selfies. Es otra energía. Otra actitud. Fotos de sus outfits, de su lencería… y sí, bastantes imágenes subidas de tono. Y yo, cada vez que la veo así, me derrito.
Una noche cualquiera, mientras estábamos en la cama, ella se tomó una foto frente al espejo. Ropa interior roja, la luz tenue del cuarto, su cabello suelto cayendo sobre los hombros. Me la mostró, sonrojada. Como si no supiera el efecto que tiene en mí. Le dije lo que pensaba, sin filtros: Podrías publicar eso. En serio. Anónimo, claro. Pero la gente merece ver lo que yo veo. Y vos merecés saber lo jodidamente deseable que sos. Ella se rio, con esa mezcla de vergüenza y picardía que me enloquece. Estás loco – me dijo, pero no lo descartó.
Pasaron los días. Yo no insistí, pero cada tanto dejaba caer algún comentario. Le hablaba de cómo muchas personas suben fotos anónimas y reciben una lluvia de deseo, de halagos. De cómo me calentaba imaginarla ahí, entre tantas, sabiendo que ella era la más hermosa… pero solo yo sabía quién era.
Una tarde, me escribió mientras trabajaba: ¿Aún querés que lo haga? Mi corazón dio un salto. Le respondí de inmediato: “Sí. Pero solo si vos querés. Solo si eso te excita tanto como a mí.” No dijo más.
Horas después, en plena noche, me llega un enlace. Sin contexto. Entro. Un subreddit de contenido erótico. Anónimo. Seguro. Y ahí estaba ella. La foto era perfecta. Artística y sucia al mismo tiempo. Ropa interior negra, sin cara visible, cuerpo medio girado, ese trasero que conozco de memoria… iluminado como una obra de arte. El título del post decía: “¿Qué opinan? Primera vez.” Me quedé en shock. Luego, caliente como nunca.
Los comentarios empezaron a llegar. “Espectacular”. “Más, por favor”. “10/10”. Y yo, leyendo todo, con una sonrisa posesiva. Orgulloso. Casi celoso. Pero más que nada, hambriento.
Le escribí: “¿Esa sos vos?” Ella contestó con un emoji de diablita.
Esa noche no hablamos mucho más. Pero cuando llegué a casa al día siguiente, estaba esperándome en bata, sin nada debajo, y el teléfono en la mano. ¿Leemos los comentarios juntos? Y eso hicimos. Cada palabra la hacía sonrojarse, pero también la encendía. Lo notaba. Su respiración. La forma en que me apretaba la pierna mientras leía cosas como “cuerpo de diosa” o “quiero casarme con esa espalda”. Todos te desean – le susurré. Pero solo yo puedo tocarte.
La besé con rabia. Ella se dejó llevar. Hicimos el amor como si acabáramos de conocernos, con esa urgencia nueva, esa mezcla de morbo, juego y complicidad. Después, tirados en la cama, con el cuerpo aún temblando, me dijo al oído: Tal vez mañana publique otra.
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