Mamá se alimentó con mi semen
📋 Lecturas: ️23721
⏰ Tiempo estimado de lectura: 3 min.
Tras el susto que pasamos al ponerse enferma mi madre, se tuvo que venir a casa para recuperarse. Aunque no quería porque prefiere la intimidad de su hogar, finalmente tuvo que aceptar.
Estaba bastante débil, le indicaron muchos medicamentos y una dieta balanceada que, sin estar programado, incluyó mi semen.
Les cuento:
Recuerdo que eran las seis de la mañana cuando me levanté para ir al baño. Andaba en bóxer, estaba bastante cachondo, con el pene erecto que casi rompía la tela. Me senté en una de las sillas de la cocina, puse bastante yogurt en mis vellos, en todo el pene, desde los huevos hasta el tronco, así como en la punta y comencé a pajearme, primero lento, después rápido.
Estaba a poco de venirme cuando vi llegar a mi madre, quedó sorprendida al verme con mi enorme tranca en la mano y dudó si se regresaba por donde llegó, pero se acercó decidida y me dijo: “espera, te ayudo, al tiempo que se agarró de mi mástil para empezar a masturbarlo, ponle más yogurt” y acto seguido se metió todo mi rabo en la boca, empezó a darme una mamada de campeonato, estaba que no sabía si ya venirme o seguir disfrutando de lo rico que me lo hacía, pero ya no aguanté y comencé a venirme, mi mamita se tragó toda la leche, no estaba dispuesta a desperdiciar nada. Me la dejó bien limpia.
Empezamos a besarnos, la desnudé, comencé a comerme sus tetas, están muy ricas, sus pezones estaban erectos como me gustan. Empezó a gemir, también le metí los dedos en su peluda panochita, estaba bien mojada, la puse de cuatro patas, le di una buena mamada de culo, de panocha y de clítoris, al tiempo que pegaba mi cara para que sus babitas me quedaran impregnadas. Así tuvo su primer orgasmo de la mañana.
De una estocada le dejé ir toda mi verga, hasta el tronco, se movía bien rico la cabrona, empezó a gemir, se estaba viniendo otra vez, ya no aguanté más y le llené su panochita de leche. Mi mamita sabe cómo disfrutar y como hacerme disfrutar.
Más tarde mis hijas tenían que ir a su clase de natación y mi esposa se ofreció a llevarlas porque aprovecharía para realizar unas compras. Me quedé con mi mamá, ella en la sala viendo la televisión y yo pintaba la cocina. Me llamó para decirme que lo de la mañana había estado bastante rico, que hacía tiempo que no se venía de esa forma y que ya le hacía falta mi leche, que la tenía muy abandonada.
Acto seguido se quitó la blusa y me ofreció sus tetas, que, aunque ya están bastante caídas por la gravedad, siguen estando bastante ricas y además esos pezones hermosos que parecen dos puntas de acero cuando están bien erectos, son parte de su punto débil. Cogimos bien rico, me vine dos veces y ella otro tanto igual, me dijo que gracias por haberla alimentado con mi semen todas estas semanas que estuvo en recuperación.
Una vez que mejoró de salud tuvo que regresar para su casa, pero nos la pasamos bien durante varios días, con el compromiso de que trataré de llegar más seguido para que tengamos intimidad. Mis visitas se han espaciado por cuestiones de trabajo, pero me daré mi tiempo nuevamente.
El día que la llevé a su casa, me recordó una propuesta que me había hecho: que incluyamos a mi esposa en nuestras sesiones de sexo.