El primer anal a la caderona Claudia
Buenos días, tardes, noches: según corresponda el horario.
Al poseer a Claudia y percibir lo sumisa que era, me propuse a penetrar ese bello y rosado culo que ella poseía.
Acordamos en vernos en su casa al finalizar el horario de trabajo, ella salía a las 9 PM y yo a las 10:15 PM, pero como era el supermercado número uno en ventas en aquel momento, siempre tardaban en «desalojar» a la clientela y la hora de salida era a las 11 PM, y algunas veces casi a media noche, así que llegué a su casa a las 00:40 AM. Cuando llegué, la vi esperando fuera de su vivienda; pensé en un momento que su tía estaba allí, pero mi premonición se equivocó.
Ella me recibió con un beso e ingresamos a su casa y me sirvió limonada y pan con jamón, sinceramente no apetecía en comer a esa hora y sólo quería poseerla una vez más. Al terminar, ella me dijo que la acompañe al grifo, ya que allí había un minimarket y quería comprar algunas cosas, accedí y fuimos al grifo (establecimiento donde los autos se abastecen de combustible y también venden productos comestibles).
Al regresar a su casa, ella me dice que tiene que hablar conmigo, me abraza del cuello y me pide que no juegue con ella, que me amaba desde que me vio y deseaba que fuera su «papi». Cuando oí eso, me sentí mal e imaginé que, al ser abandonada por su papá desde niña, buscaba una figura y protección paternal. Y, como en ese momento estaba tan caliente, le bajé el pantalón y su calzón de abuela y puse mis manos entre sus nalgas y le respondí: «Tu ya eres mi bebé y mi hembra» y comenzamos a besarnos y pude oír sus primeros gemidos. Ella se empinó y puso a frotar su vientre con el mío, le quité la blusa y el sostén y como empecé a tocar y succionar sus pequeños senos, mientras con una mano tocaba su vagina y con la otra mano abría sus nalgas y penetraba su culo con mis dedos.
Ella se contorneaba y me decía que quería ser mi mujer para siempre. Recuerdo que la levanté y la llevé al sofá, y allí terminé de desnudarla y le puse mi pene en sus labios. Ella me dijo que no le gustaba eso, pero yo insistí y le respondí que si quieres ser mía debes entregarte por completo. Y comenzó a chupar mi pene de manera delicada, tal como ella era.
Así estuvimos muchos minutos disfrutando de las caricias mutuas, cuando en eso ella gira y se pone en cuatro y me dice: besa mi ano como la vez anterior, y yo muy obediente separé sus enormes nalgas para ver su ano como se abría y comencé a meterle dos dedos y después mi lengua lo más profundo que pude.
Ella solo gemía y vi como se mojaba su vagina y decidí penetrarla con fuerza, como ella estaba en cuatro me puse encima de ella y con mi brazo derecho hice que rodeara su cuello, puse mi pecho sobre su espalda y la penetraba con fuerza, luego, sin cambiar de pose, le pongo el glande en la entrada de su culo y empujo para penetrarla y ella me dice: despacio. Yo le respondí: ese Culo es mío y mi pene es tuyo, debes acostumbrarte porque siempre te voy a dejar el culo lleno de leche, al terminar de pronunciar esas palabras vi que abrió su boca y gimió, le gustó que la dominara, así estuve hasta que terminé dentro de su ano, ella después se levanta y va al baño y se pone a orinar frente a mí, esa actitud me puso muy caliente y apenas se levanta del inodoro le como la concha y después, la volteo y le como el culo y la vagina.
Regresamos al sofá y, como la sala era alfombrada, la pongo sobre la alfombra y le digo: siéntate encima, dame ese culo. Ella me dijo que le ardía, pero insistí y le dije: ese culo debe acostumbrarse a ser penetrado y tiene que acostumbrarse a sentir mi pinga. Así, comencé a entrar en su culo otra vez mientras acariciaba su cuerpo desnudo. Cada vez que ella se sentaba sobre mi pene, al rato ella deja de moverse y se queda sentada y penetrada. Y le digo: ponte en cuatro. Al verla así, la penetré con tanta fuerza que el preservativo se rompió y ella me dijo: siento tu pene caliente, papi, dame más… qué rico… hasta que me vine dentro de ella.
Terminamos sudorosos, después ella va al baño nuevamente y la sigo, se pone a orinar y cuando se levanta me como su culo otra vez. Le dije: me tengo que ir, pero antes chúpame la pinga, y ella lo hizo, después nos vestimos y me despedí bajándole el pantalón con el calzón y poniendo mis manos entre sus nalgas, le dije: ese culo es solo mío, y ella respondió: solo tuyo, papi, pero no me engañes, como era casi las tres de la mañana, subí a un taxi y me fui.
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Me encantó tu relato. Entregar el chiquito por primera vez, siempre es un acontecimiento para nosotras.
Claudia estaba enamorada y deseosa de ti, por eso acepto tu propuesta. Ella disfrutó el anal. Buena dilatación o el grosor de tu pene es tolerable ?
Hola , gracias por tu comentario y respecto a tu pregunta creo que ambas opciones son correctas.