A mi me gustó – I, II, III, IV

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PARTE I

Me asusté un poco cuando me dio besos cortos en la boca. El es un señor muy mayor y conocido donde vivimos, todos los chicos y padres lo saludan.

A mi me gustan sus regalos por eso ya no me molestan sus besos cortos ni que me acaricie los hombros mientras me pide que no le cuente a nadie sus regalos de helado, chocolate, caramelos para que los otros no le pidan.

Después de mucho tiempo sus besos se hicieron más largos, a mi me empezaron a gustar y una vez me acarició la cola y le saqué la mano enojada queriendo irme.

El me tomó del brazo y me dijo lo perdonara pero que yo era muy linda y no volvería a pasar. Me abrazó y empezó a besar de nuevo, lo hace despacio metiendo su lengua dentro de mí y yo tengo que ponerme en punta de pie para alcanzar su boca, me gusta, me gusta mucho.

Él tiene un auto con vidrios negros y una tarde de lluvia me llevó a la rambla y me dio alfajores riquísimos. “De exportación” me dijo que eran. Yo nunca había comido algo así, uno de chocolate y otro de dulce de leche, muy ricos.

Después me empezó a besar, yo ya había aprendido bastante como hacerlo, ya no sentía asco ni me ahogaba con su baba de viejo. Esa vez me pidió para besar mis tetas, las que tocaba por encima de la ropa. Yo no quería, eran muy chiquitas pensé y me daba vergüenza.

Me pidió tanto que mirando para otro lado lo dejé levantara mi remera y corriendo mi pequeño corpiño empezó a besarlas. Sentí que eso me gustaba también, y se me escapó un gemido mientras noté que contra mí deseo el pezón aumentaba y se ponía muy, pero muy duro.

Mientras me lamía él corrió su mano bajo mi pollera y acarició mis muslos; lo dejé, me ponía muy ardiente, no entendía que me pasaba pero empecé a sentir que no era yo; no sabría decir que sentía.

Yo había abierto mis piernas sin darme cuenta y cuando menos lo esperé su cara estaba entre medio de ellas. Quise empujarlo para sacarlo y él me dijo que solo me lamería sin sacarme la bombacha, que probara, si no me gustaba, dejaría de hacerlo.

Con mucho miedo lo dejé, y sentí su lengua escarbar ahí abajo. Sin darme cuenta fui abriendo más y más mis piernas y sin sacarme la bombacha me chupó ahí abajo, directo en mis carnes.

Ahí las cosas que sentía se me hicieron mas fuerte. Mi piel se puso diferente y por dentro sentí algo que me hacía retorcer y quería orinar. Me chupó mucho y sentí un temblor en mi cuerpo al tiempo que lo retiré de mi lado y quedé agitada, sin apuro por vestirme, tranquila; el me besó suave, sonriendo, diciendo lo orgulloso que estaba de mí, que era una mujer admirable.

Sentí en sus labios mi sabor, lo besé sentándome como pude sobre él, noté un bulto en su pantalón, duro el bulto. Me dijo que se ponía así porque yo era una mujer admirable. Él es muy viejo pero sabe de estas cosas que yo desconozco.

PARTE II

Cené en silencio y no podía dejar de pensar en la boca de aquel viejo adorable. Era mayor que mi abuelo pero más atrevido. Mamá me preguntó si me sentía bien y le dije que estaba cansada que me quería ir a dormir. Esa noche me acosté toda desnuda, me puse una mano entre mis piernas y con el otro brazo me tapé las tetas.

Me mojé los labios y traté de dormirme, me moví mucho esa noche y por momentos cuando me desperté, estaba toda abierta de brazos y piernas, sudada; como si esperara a alguien.

Al otro día casi no dejaba de pensar en él y en los recreos tenía ganas pero no quería jugar, me parecieron muy tontos los de mi curso. No lo ví en 2 días y le pregunté a mamá si yo era fea. me contestó que no, que de donde había sacado y porque preguntaba eso. Al tercer día cuando empezaba a desesperarme; apareció.

Me subí al auto y me preguntó quienes eran todos esos chicos que me rodeaban, “compañeros” contesté. Como te siguen eh?. Sonreí, me pareció celoso hasta que por fin estacionó en un lugar tranquilo. Lo miré y tragué saliva, me tomó de la pera y yo cerrando los ojos abrí la boca para recibir su lengua.

Lo abracé con furia y entre los besos le reproché que no hubiera venido antes, solo me besaba y sus manos empezaron el recorrido ya conocido sobre mis ansiosa carnes.

Terminamos en una pieza de un amigo en una linda casa que yo conocía de pasar por la vereda de la llamada zona residencial. Empezó a desnudarme y ya nada le costaba sacarme la ropa, comenzó a lamerme los pies, pensé que eso daba asco y cosquilla pero no, me hacía sentir un placer que desconocía.

Siguió por mis piernas subiendo hasta mi entre piernas y empezó su chupada espectacular. Lo tomé de la cabeza haciéndome mover de placer y morder mi dedo índice quejándome. Cuando quise darme cuenta lamía mis tetas y su lengua subió a mi cuello para meterla en mi oreja y ahí me salió el “mi amor, si, si” su lengua recorrió mi mejilla para meterse en la boca y fue cuando sentí su pito duro a la altura de mi inflamada vagina.

No sé en que momento se había desnudado; y cuando sentí que su pito buscaba entrar en mí me puse tensa.

Él me dijo que relajara el cuerpo, que todo iba a estar bien… y entonces entró haciendo tope con algo y acomodando su cintura dio el empujoncito… Me arqueé algo entre dolorida y ardiendo, sentí la humedad de mi sangre al desgarrarme el himen y fue su voz pausada y hermosa me dijo que era mujer y me daba las gracias por dejar que sea él.

Se fue reacomodando y sin dejar de mirarme a los ojos me penetró en su totalidad.

Nunca había visto un pito, no sabía si era grande o chico, el se movía despacio diciéndome cosas lindas al oído y yo abrí más mis piernas y aunque no me alcanzaban los brazos traté de rodearlo con los mismos.

Después de unos minutos salió de mi cuerpo para tirar la leche en mi pancita. Yo no sabía si también había acabado, con los dedos entrelazados se acostó al lado mirándonos de reojo, me pidió que no lo dejara, ahora yo sabía que era el amor y él era muy viejo para mí.

Me recosté en su pecho y le dije que era yo la que tenía miedo de que no quisiera verme más.

Mientras nos lavamos me hizo tocarle el pito, se fue poniendo duro de nuevo y me pidió que se lo besara, le dije que no e insistió sabiendo que en el fondo sí quería. Me agaché pero no me entraba en la boca, lo puse todo lo que pude pero no entraba ni la mitad.

Me levantó dándome las gracias y me hizo dar vuelta, abrió mis nalgas y jamás pensé que por donde hacíamos caca se podía disfrutar tanto de una lengua. Subió con su lengua por la espalda hasta llegar a mi nuca y chuparme con furia.

Ponete la ropa que ya nos vamos, armé mis coletas, tomé la mochila y salimos rumbo al garage, no nos cruzamos con nadie en el interior de la casa y creí que él era el dueño viviendo solo.

Antes de despedirnos en el auto con un beso descomunal me dijo que era una mujer soñada y que me quería solo para él.

Esa noche decidí no usar mas ropa para dormir, lo hacía desnuda boca abajo con las piernas abiertas y tocándome el agujerito la cola pensando que era su lengua.

PARTE III

Ardía por las noches pensando en el viejo y me cambiaba el humor cuando pasaba mucho tiempo sin verlo.

La maestra me llamó la atención un par de veces por contestar malhumorada y me preguntaba porque no jugaba con mis compañeros en el recreo. Solo me limitaba a encoger los hombros y prometer portarme mejor. Pero cuando él venía por mí enloquecía antes de subir al auto y al hacerlo le decía lo malo que era que me dejaba sola con esos tarados del colegio.

¡Como me besaba mi amor! Y metía mano a su antojo, ya una vez en la casa hermosa le contaba de mis cosas y de las veces que imaginé escaparme de mi hogar para venirme con él para siempre.

Los dos totalmente desnudos nos acariciábamos entre besos y comentarios. Una vez se sentó al borde de la cama y puso una almohada en el piso para que me arrodillara. “Veni amor, chupale la pija a tu macho, vamos mi nena demuéstrame porque estoy orgulloso de vos”.

Me tomaba de las colitas y pese a que casi no me entraba en la boca bombeaba su pito dentro de mi boca, a veces lo sacaba y se hacia besar las bolas.

Una vez me sentó encima de él, me subía de las caderas y me hacía bajar mirando como su pito desaparecía dentro de mi; el cerraba los ojos y sonreía, era una sonrisa entre idiota y de placer. Después me llevaba a su boca y entre besos de lengua y chupada de tetas, decía que nadie tenía una hembrita como lo era yo.

Mientras lo cabalgaba le pregunté si había tenido muchas, él decía que sí pero que yo era única y que me deseaban muchos.

Yo sabía cuando se venía su leche porque se ponía mas besador y me lo hacía más fuerte acariciando mi cola, apretando mis nalgas.

Después no parábamos de besarnos y aún con mi pequeña vagina mojada de semen, me lamía toda, me levantaba la pierna chupando mi culo.

Una vez se puso una crema en el dedo mayor; “es vaselina” me dijo, y chupando mi colita metió el dedo adentro. Se deslizó sin problemas entre mis nalgas y relajando el cuerpo cerré los ojos recibiendo su lengua en mi boca mientras dilataba mi culito.

Después de unos minutos lo sacó, y mirando como lo había agrandado se chupó el dedo. Lo miré entre asqueada y sorprendida y él me dijo “Nada de vos me da asco”, “Solo yo sé lo que es disfrutar tu cuerpo”. Y le mandé mi lengua en su pastosa y resbalosa boca con resabios de mi olor a caca.

Ese día me tenía que ir más temprano porque mamá notó que estaba engordando o creciendo y tenía que comprarme ropa nueva. Apenas comencé a colocarme mi uniforme cuando me hizo sentar y me pidió le chupara las bolas, los hice entre lengüetazos y mamadas totales de huevos.

El se masturbaba, muy rojo de cara y agitado, gimió como lo hacía yo cuando me penetraba y volcó su segunda leche dentro de mi boca y parte de mi cara. Era acuosa y muy poco salada, me dijo que me daba la segunda para que fuera acostumbrándome ya que la primera casi siempre es muy amarga.

Mientras me terminé de vestir no paró de tocarme por todos lados, cuando salimos a la sala principal de la casa hermosa había una señora que me dejó muda no por ver a alguien extraño si no por su belleza y vestimenta soñada. Debía de ser mayor que mamá, pero tenía una sonrisa divina, un perfume que te hacía olerlo profundamente y una altura que se sentía…no se como decirlo. Ella me tomó de la mano y la besó, miró a mi novio y le dijo “felicitaciones; es una nena soñada”, después volvió sus hermosos ojos hacia mí y tomando mi mano entre las dos de ellas la volvió a besar mientras me miraba.

Con un dedo de ella hizo un garabateo en la palma de la mía. Se alejó sin más y era imposible no mirarla al caminar. Quedé en silencio y tan embobada que ni le pregunté al viejo quien era; pero estaba segura que quería volver a verla. Quería ser como ella.

Mamá me esperaba en la tienda, algo enojada por mi demora y entre sus quejas fuimos a la sección de ropas.

PARTE IV

Mamá no entendía mi cambio por el gusto de los colores. Elegí los de esa hermosa mujer que había conocido con el viejo. En mis sueños me imaginaba como ella.

Salimos de la tienda y camino a casa charlamos de muchas cosas, entre ellas mis cambios en conducta que no eran malos pero muy serios y guiñando su ojo me preguntó si estaba enamorada de algún compañerito. Le pregunté si la maestra se había quejado de mí y me dijo que nunca. Salimos sonriendo y apuradas por los tiempos para el resto de las compras y hacer mis tareas.

Unos días después el viejo pasó por mí y llena de ansias llegamos a la hermosa casa. Entramos a un dormitorio donde ella estaba recostada en la cama sonriendo, tenía puesto una enagua transparente y pude ver sus hermosas tetas y una tanga negra transparente. Lo que pensé era una broma después supe sería un mensaje.

El viejo me levantó en sus brazos y me puso al lado de ella retirándose del lugar para dejarnos solas. Ella me recostó en su pecho acariciándome con besos en la frente. Yo estaba nerviosa, era una mujer imponente y la verdad no sabía que hacer frente a ella me hablaba muy suave y acariciaba mis hombros, cuando levanté la vista para contestarle me calló muy dulcemente con sus labios, me miró sonriendo y dijo, “Dios que hermosa sos”.

No precisé decir nada ella me dijo como me indicaría los pasos. Nos besamos muy lentamente y sobando nuestras lenguas, el viejo tal vez sea más pasional pero ella es un poco mas llevadora. Me sentía cohibida frente a ese cuerpazo y comenzó a desnudarme quitando mi uniforme. Viboreó su lengua desde el cuello para abajo y lamió mis senos con una maestría imponente. Me hizo saltar los pezones más allá de lo que recordaba y se tomó un descanso en mi ombligo para seguir rumbo a mis temblorosos muslos; sentí como respiró hondo frente a mi conchita y al susurro de “amooor…”

Sumergió su linda cara entre mis piernas para lamerla de una manera que JAMÁS olvidaré. Entrelazamos los dedos y me hizo retorcer de placer hasta sentir que me orinaba, el aroma de mi descontrolado sexo invadió el ambiente. Y aullé de placer pidiéndole que me haga de todo, para cuando quedé rendida y agitada ella llegó a mis labios besándoslo con el sabor de mis jugos y en un murmullo me pidió que la chupara a ella.

No podía con esas tetas grandes y me dijo que solo lamiera los pezones, me fué bajando de la nuca hacia su sexo y con la mano libre me indicó lo que después sabría era el clítoris de nuestro cuerpo. Me lo refregó en la cara mientras lloraba de placer y de reojo vI como masajeaba sus propias tetas. Sus muslos vibraron en mis mejillas al tiempo que agitada me llevó hasta su boca para besarme muy profundo.

Le pregunté si había hecho mal y ella con tono lloroso contestó. “Pendeja hija de puta, me hiciste acabar como una yegua”. Me dio una besada de lengua final y me puso boca abajo en la cama, abrió un cajón y se puso un cinto con un pito de plástico, era como el del viejo y lubricando mi cola me dijo me pusiera tipo cucharita. No sabía que era eso y entonces me ubicó a espaldas de ella. Fue mi desvirgación anal, ardía y sentía como dilataba mi interior, ella me abría la nalga hacia el aire y entraba despacito.

Yo mordía la almohada y lloriqueaba pero feliz de pertenecerle.

Sentí el sudor de sus tetas en mi espalda y su jadeo con un entrecortado; “me estás haciendo acabar de nuevo, que puta sos pendeja”. Sentí como llegó al fondo y quedamos buscando regular la respiración, agitadas, sudadas con mi promesa de amarla por siempre y ella dándome besos en el cuello diciéndome “mi amor, de todas las pendejas a las que le rompí la cola, sos la mejor, la mejor” una y otra vez.

Después retiró su juguete de mi culo y lo chupó sonriendo. “Ahora no sos más del viejo, pasaste a mis poder”. La besé aprobando lo dicho. Y en la despedida me repitió que era de ella y que me presentaría un amigo suyo. La miré cuando me iba, que mujer imponente y desnuda más aún…

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