Una amiga fogosa

Era un 24 de diciembre de 2020 y yo estaba en mi cama porque ese día no había ido a celebrar Nochebuena con la familia. Aburrido, miraba mi celular cuando recibí un mensaje de una amiga de la facultad preguntándome qué estaba haciendo. Mi respuesta fue corta y simple: “En la cama acostado”. Ella comenzó a preguntarme cosas al azar y sin sentido y así estuvimos hablando varios minutos por mensaje, cuando de repente me preguntó sobre el tamaño de mi pene y su grosor, a lo que yo respondí que era mejor que se lo enseñara y ella misma lo viera.

Todo esto ella lo decía en un tono de embriaguez extraño y yo en varias ocasiones le advertí que se detuviera porque no estaba en sus cinco sentidos para decirme todo eso.

Para ese momento yo ya tenía una erección firme, las venas de la piel sobresalían y la cabeza ya se mostraba toda después de que yo había metido mi mano debajo de mi bóxer para jalarme la piel hacia atrás. Me pidió la foto, me dijo: “Quiero verla, enséñamela, mándame una foto”. Me acomodé en la cama, desabroché mi pantalón, me bajé el bóxer y me tomé varias fotos para enviárselas. Cuando las vio, me dijo que “tenía una verga rica, que se le antojaba, que si ya la tenía mojada”. Le respondí a todo que sí mientras me empezaba a masturbar; de pronto decidió llamarme y comenzamos a hablar.

Tengo que decir que ella es una de esas amigas que suelen contarte santo y seña de lo que hacen con sus novios, parejas o gente random con la que se acuestan. Lo cual quiere decir que yo conocía bien sus historias; incluso años atrás me había enseñado un video en el que ella estaba haciéndole un oral a una de sus parejas.
En la llamada me pidió que le dijera cosas, cosas que me gustaría hacerle a ella si la tuviera enfrente. Cohibido y tonto, no pude articular ninguna de mis fantasías, pero tengo bien claro haberle dicho que me gustaría tenerla de misionero, de perrito y que me gustaría cargarla. Es delgada y de estatura media, piel morena como la leña.

Me decía que le dijera más cosas; por su tono de voz, imagino que ella se estaba masturbando, lo mismo que yo. Yo tenía la verga escurriendo de preseminal, la cabeza brillaba y sentía los testículos palpitando, a punto de explotar.

Después de varios minutos me hizo una propuesta, que fuéramos a un hotel al día siguiente; le dije que sí y me preguntó que cómo la prefería: “rasuradita o normal”. Le dije que normal, a lo que completó con otra pregunta: “¿Qué quieres que me ponga?”. Yo tenía la fantasía de verla en tanga y creo que se lo hice saber. Me dijo que nos veíamos en el hotel que está a unos metros del metro Jamaica; en eso quedamos y colgamos.

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Marquesdesade
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