Me entregué a un hombre por primera vez

Conocí a Salvador en un chat gay. Se describía como “Adulto mayor  muy cariñoso. Bien activo de 53 años”. El saber que es activo, cariñoso y su edad me motivó a confiar en él. Por mi parte le dije que era menudo. Mi estatura 159. Mi peso 63 quilos.  Tengo 20 años. Muy pasivo.

Luego de chatear varias veces me invitó a cenar en su casa. Llegado el día acordado estuve en la dirección señalada aguardando.

Resultó ser un hombre de cabello negro,  con bigotes cortos,  1.75 de estatura, de complexión robusta y agradable voz. Salvador vestía  pantalón gris. Me dijo:- Te esperaba e imaginaba. Eres muy lindo, tu cuerpo es de niña.!!! Cómo quieres que te llame?

Llámame Roberta. Quiero ser tu chica.- Le dije a Salvador.

Nos besamos  en la boca y pasamos al interior de la casa. Vivía solo y tenía la mesa puesta  para dos.

―Ponte cómoda preciosa. Dijo.

Respondí― Estoy bien así.

―Si estas muy bien !! ―Dijo. Y abrazándome  metió su lengua en mi boca. Apoyaba sus labios con tanta  fuerza que me costaba respirar. Noté entonces sus brazos fuertes y velludos. También que la pelambrera del pecho asomaba en el escote de su chomba.

Me comentó que tenía un buen vino para celebrar lo nuestro, que había cocinado él, que el postre sería helado, si me apetecía. Me miraba a los ojos constantemente. No me molestaba, ya que nada ocultaba.

Estábamos brindando por nuestro encuentro cuando me preguntó si su persona es agradable y sí deseaba tener sexo con él.

―Claro que si ―respondí― eres agradable y cariñoso. Eres el hombre que elegí para perder mi virginidad. Me encanta que tengas buena pelambrera, cuerpo robusto y tu edad me fascina, me inspiras confianza Salvador.

Y agregué― Me haces sentir muy a gusto en tu casa. No usas palabras groseras y me tratas como la mujer que llevo escondida y deseo mostrar.

―Quédate toda esta noche conmigo Roberta, serás mi mujer.―Propuso.

Hice silencio, luego dije― Si, me encantaría!

Se incorporó de su silla y me besó en la boca. Luego dijo:- Esto merece un brindis!!

El vino estaba exquisito y comencé a soltar la lengua, también a sentir mayor confianza en él. Y a ser más desinhibida. Realizando movimientos sensuales y permitiendo que Salvador viera mi culo cuando me ponía de pie.

Luego, Salvador sirve el postre helado.

― ¿Quieres que le agregue whisky?. Preguntó

―Muy poco ―respondí.

Pero lo poco era mucho sobre el vino ya bebido.

―Ponte cómoda en el sillón, preciosa ¿Quieres que veamos una peli o escuchar música.?

―Prefiero escuchar música ―Respondí―y me acomodé en el sillón.

La luz era tenue y sonaban notas de los años 90. Su música preferida.

―Me pondré cómodo ―dijo Salvador y  fue al baño  de donde regresó vistiendo una bata roja de toalla, se sentó a mi lado.

―Ponte cómoda Roberta

―No traje ropa para cambiarme, voy al baño, me ducho, cepillo mis dientes y estoy contigo. Regrese bien perfumada muy higienizada vestida únicamente con mí tanga negra. Me recibió con un abrazo juntando mi pecho a su pecho. Su lengua penetró mis labios y se movió. Yo lo abracé a la altura del cuello. Sus manos recorrieron mi espalda y mis nalgas. Su boca devoró mi cuello y orejas, haciendo que mi cuerpo contorsione entre sus brazos

Deslice mis manos dentro de su bata, encontrando su hermosa pelambrera negra de macho. Acaricie sus pectorales. Sus manos grandes buscaron mis nalgas por debajo de la tanga negra y con un dedo llegó hasta mi ano. Con suavidad lo introdujo en mi. Cuánto placer !!!- Exclamé.

Salvador desató el cinturón de su bata quedando ante mi un enjambre de pelos jamás visto, una verga erecta de unos dieciocho centímetros y muy gruesa. El permanecía recostado yo de rodillas en el piso comencé a pasarle la  lengua por el glande. Salvador, suspiraba entrecerrando los ojos

Al cabo de un rato, yo deseaba ser penetrada. Continúe mamando su pene gordo hasta que él habló.

―Vamos a la cama, nena ―Sugirió.

Fuimos luego de beber un trago más. Me quité mi única prenda, el se despojó de su bata y se tendió boca arriba. Me arrodillé junto a sus piernas y comencé a chupar sus gordas bolas que grandes y cubiertas de pelos me excitaban más.

―Acuesta sobre mi ―Dijo y tomándome de una pierna me condujo hasta quedar sobre él en inverso sentido. Yo hacia esfuerzo por meter toda la verga  en mi boca pero su grosor no me permitía mover la lengua.

Sus manos habían separado mis nalgas y me mordía la parte interna pasaron muchos minutos hasta que logre meterla más de la mitad en mí boca y garganta. El logró llegar con su lengua a mí orificio en una embestida de su lengua en punta sobre mi ano, derramé semen sobré las sábanas el jadeó y eyaculó también sobre mi culo. Luego nos besamos largamente.

El se notó pegajoso en el vientre y me preguntó― ¿Eyaculaste?

―Si, no pude no mojar, me tenias aprisionado.

― ¡Que rico! Me gusta que disfrutes como yo.

Nos duchamos,  él secó mi cuerpo con una toalla blanca y fuimos a dormir, desnudos.
―¿En que posición te gusta dormir Roberta ?

―Haciendo cucharita. Respondí.

Nos acomodamos, sentía su piel como una manta tibia y lanuda. Un brazo me rodeaba  y notaba su respiración en la nuca Tenia yo las piernas levemente dobladas para que mis nalgas tuvieran mejor roce con el vientre peludo de Salvador.

Me dormí pronto ayudado por el desgaste físico y la ingesta de whisky. Por momentos escuchaba la respiración de Salvador. Su brazo permanecía rodeando mí cintura.

Creo que ya estaba próximo a amanecer cuando moví su brazo para ir al baño.

Oriné,  me higienicé y  apliqué crema humectante en mí zona anal volví a la cama, el reloj de pared marcaba las cinco y quince. al acomodar mí posición, desperté a Salvador.

― ¿Estas despierta Roberta?

―Si, fui al baño.

Inmediatamente se paró y dirigió a orinar.

Me acomodé en la posición que estaba, dormitando. Llegó, se acostó y me besó una oreja. Apoyó la cabeza en la almohada  y con una mano acomodó su pene tocando me mi culo. Al cabo de un rato lo noté  crecer a su pene.

Salvador se movió y con una mano lo situó en medio de las dos nalgas. Mi excitación fue creciendo e involuntariamente me movía para que la cabeza se apoyara en mi ano. Salvador comenzó a apretarme los pezones y me untaba con líquido preseminal. Yo tenía toda la zona anal mojada y eso ayudaba. Su mano se apoyó en mi vientre, me tocaba en círculos, con sus dedos rozaba mi pequeño pene ya tieso. Me llevó hacia su cuerpo y sentí la cabezota queriendo entrar en mi ano. Movió su pierna poniéndola sobre las mías, y la cabeza de su verga  pujaba por vencer la resistencia de mi esfínter. Casi grité, pero no pude evitar gemir. Tome las sabanas fuertemente y apreté los dientes.

Brotó esperma de mi pene, sin aviso  cuando la mitad del mástil de Salvador me entró . Luego de eyacular se me hizo imposible seguir aguantando su verga.

―¡No puedo más!. Me estás partiendo, Salvador.

— Te deseo tanto Roberta !! Dijo a mi oído.

Salvador me apretó fuertemente junto a su cuerpo, sentí las contracciones de su miembro. Metió un dedo en mi boca, y descargó todo su semen caliente dentro de mi cuerpo.  Fui su mujer !

Roberta

 

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