La despedida que le da mi hermana a su novio
Vivíamos en un pueblo pequeño y todas las tardes íbamos a jugar. Mi hermana tenía 18 años y la llamaremos N. Siempre me acompañaba a jugar, pero también se veía con su novio. A él lo llamaremos M. Se inventaba excusas para que le dieran permiso.
Su novio se iba a trabajar a EE. UU. y ella estaba triste. Antes de irse, siempre se quedaba más tarde y me decía que no se lo dijera a mis padres.
El último día que iba a estar con su novio, ella se arregló, se puso una falda corta, algo inusual en ella. Estábamos jugando y ella estaba con su novio y no paraban de besarse. Él le metía mano y ella decía: «Espera, nos van a ver». Entonces se fueron a un lugar más oscuro. Dieron las 10 de la noche, se fueron casi todos a sus casas y le dije: «Vamos, ya es tarde». Y me dijo: «Espera un poco más, por favor».
En el pueblo había una escuela ya abandonada y ahí se fueron a meter. Al rato salió y me dijo: «Espérame un rato más». Le dije que sí y yo me quedé solo ahí y pensé en ir a ver qué estaban haciendo.
Ya que otras veces mis amigos los habían visto chupándosela a su novio, me dio curiosidad y me fui por detrás de la escuela para ver en qué aula estaban. Me acerqué sin hacer ruido, ya que estaba oscuro por partes, ya que solo había una lámpara que alumbraba, y tuve que tener cuidado para que no me vieran. Escuché un ruido, como un gemido, y vi que era mi hermana. Decía: «Te voy a extrañar mucho». Me asomé con cuidado y la vi sentada sobre una mesa que había en el aula, con las piernas abiertas. Se la estaba chupando la vagina y ella solo gemía suavemente. Ver a mi hermana de esa manera hizo que se me parara la polla.
Su novio se paró y le dijo: «Te voy a extrañar, putita», y ella contestó: «Yo también».
Vi cómo le bajaba los pantalones, se puso de rodillas y se metió la polla en la boca. Me sorprendió, ya que no parecía muy tranquila, pero al ver eso y oír cómo le decía «M, eres una putita». Se la chupaba y se veía que le gustaba hacerlo. Le decía: «Me comeré toda esta verga, ya que no estarás conmigo más», y él le respondía: «Así, por eso me gustas, come mi verga». Ella decía: «Hu, hu, hu». Se paró y le dijo: «Meteme tu verga». Se subió a la mesa y le dijo: «Quiero que me dejes tu leche dentro, corre, métela ya». Le subió las piernas a los hombros y empezó a meter y sacar. Solo veía cómo lo disfrutaba, gemía suave, pero lo disfrutaba. Y le decía: «Puta, te voy a extrañar», y ella decía: «Yo a ti y a tu polla también». Me cambié de lugar, ya que le veía la espalda a M y quería ver cómo le entraba la polla a N y su cara. Me arriesgué a que me vieran, pero me cambié de lugar. Me puse de rodillas junto a la ventana y era una vista mejor. Veía a N disfrutar de la polla de M. Cuando sacó su polla, le vi toda su vagina. Estaba rica, yo tenía mi polla bien dura, saqué mi polla y me empecé a masturbar. Ver cómo se la metían. M le dijo a N: «Ven, ponte aquí». Era una butaca. Le paró el culo y veía todo. Ver a N así ya la veía de otra manera. A mi hermana. M le dijo: «Te ves hermosa». Ella le contestó: Mete tu polla en mi culo, quiero quedarme con un recuerdo tuyo.
M se puso saliva en el culo de N y veía cómo M intentaba meterle su polla en ese culo cerrado. Fue metiéndola lentamente hasta que entró una parte. N dijo: «Despacio, me duele». M siguió lentamente, pero N ya lo estaba disfrutando, gemía suavemente. Cuando sintió toda la polla de M, N dijo: «Ya no me duele, pero me gusta». M le dijo: Me gustas por cómo eres , me gusta tu culo, es rico y está bien cerrado, te lo voy a dejar bien abierto.
M empezó a meter las yemas de los dedos hasta el fondo, ya lo tenía bien dilatado. Yo con mi polla masturbando, como se cogían. Mi hermana no aguantó más y se vino, dejó su leche en la pared de ese salón. Ella gemía y él también. ¡Qué rico! Así, dame más. Sabía que ya no iba a coger con él y quería que se lo dejaran abierto.
M, me vengo, lléname de leche, lo quiero todo adentro, y me viene, y le da unas buenas en vestidas que hasta la butaca se movió. Se da la vuelta, me besa y, mientras, me agarra la polla. Me sienta en la butaca, ella alza su falda, se deja meter la polla. Quiero sacarte hasta la última gota de leche. Ella movía su rico trasero. Solo miraba y me di cuenta de que mi polla se ponía dura. Me empecé a tocar nuevamente. Se daba de sentones. Me decía: «Qué rico, mami, así, así». Y le decía: «No soy tu puta, cariño». Y le daba más fuertes los sentones. Yo viéndolo todo, esa puta que era mi hermana y me masturbé fuerte, que me vine de nuevo, viendo cómo mi hermana se daba ricos sentones en la polla de M. Solo decía: «Sí, rico», y ella con sus gemidos: «Sí, así, soy tu puta, papi, deja tu leche adentro y mía, sí, mi putita, para». A N le alzó la pierna derecha y la puso sobre la mesa y le empezó a meter duro. Ella decía: «Sí, así, dame, dame y gemía rico. A, ah, ah, ah, qué rico, quiero tu leche, quiero tu leche». Mi vagina quiere sentir tu leche, sí, así, dame, y M la agarró fuerte y la enviaste más hasta que dijo que rico. Ella también, ufss, que rico. Le llenó la vagina de leche. Ella quedó embrocada en la mesa.
Me imaginé que la leche de M se escurría por las piernas. Ella se levanta, le besa, le dice «te amo», «me has hecho una puta», «te voy a extrañar, pero antes te la limpiaré», se baja y empieza a chupar la verga de M. Él solo gemía y veo que le agarra la cabeza a N y le empieza a meter la polla fuerte. Ella decía «qué rico», se la chupaba. Se para y se besan de nuevo. Él dice: «No te voy a extrañar mucho», se abrazan y M baja su mano por la espalda de N, alza su falda, le abre las nalgas y le mete la mano. Ella solo gime: «Ah, qué rico». Saca la mano y le dice: «Me tengo que ir». Salgo rápido, pero despacio para que no me vean. Estaba yo sentado cuando vi que venían los dos caminando. A ella le salieron unas lágrimas. Se dieron un beso grande.
M le dijo adiós y ella también, pero no se dio cuenta de que llevaba la falda muy arriba y yo pude ver sus nalgas. Se fue y ella se quedó triste. Me abrazó y me dijo: «Ya se fue». Le dije: «Sí», aproveché para bajar mis manos y tocar sus nalgas. Mi hermana estaba triste y yo aproveché esa oportunidad: le subí lentamente la falda y le toqué el culo. Ella estaba llorando, así que le dije: «No llores», y se sentó con la cabeza en mis piernas. Quedó con el culo de lado y le veía cómo estaba. La falda se le subió y quedó todo a mi vista. Fui bajando lentamente mi mano hasta tocar sus nalgas y bajé más. Toqué su vagina, estaba mojada, y olí mi mano: olía rico. Volví a hacerlo: acaricié sus nalgas hasta que ella dijo: «Vámonos, ya es tarde». Y le dije: «Está bien».
Me acosté en mi cama y olí mi mano, tenía un olor rico. No creía que mi hermana fuera así de putita y que le gustara la polla.
Ella se ve seria, pero es todo lo contrario. Desde ese día ya no la veo como mi hermana, sino como una putita. Desde ese día, ella cambió su forma de vestir: se ponía faldas cortas y tangas. En el baño, yo las olía y me masturbaba muchas veces con ellas. En ocasiones, las dejaba llenas de lechita, no sé si se daba cuenta. Había días que nos dormíamos juntos en mi cama y le alzaba la falda o el pijama para tocar sus nalgas. En una ocasión le metí los dedos en su vagina, me los dejó húmedos y los olí; olían rico.
Espero que les guste.
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