In Crescendo
Autor: Dunadearena | 09-Dec
Mi querido vicioso: hoy me has hecho pasar uno de los mejores días de mi vida en muchos, muchos meses, si los cuento... son al menos desde septiembre, cuando empezó el tema de la medicación, y echando atrás la vista, hasta el mes de mayo incluso. Me encantaría hacer el amor contigo, claro que sí, hace mucho tiempo que ese deseo va conmigo, a veces secretamente, porque como tú bien dices, la atracción que hay entre nosotros es, creo, mucho más grande de lo que pensábamos que podríamos llegar a tener con prácticamente un desconocido, y fíjate lo que me atrevo a decir.
No sé si por tu vida han pasado mujeres que te han hecho sentir como yo te hago sentir, ojalá no haya habido ninguna para tener en exclusiva todo esto que hay entre los dos. Yo, cuando perdí la cabeza por aquel tipo, sentí cosas muy fuertes pero solo eran pasionales, carnales, no como contigo, que hay un algo que no sabemos explicar y de lo que me considero afortunada de experimentar antes de morirme. Muchas personas no tienen nunca en su vida este tipo de sentimientos o sensaciones y yo me siento afortunada por ello. Me haces sentir tan, tan sexy. Si pienso en tu voz susurrándome al oído cualquier cosa ya se me va poniendo la carne de gallina, si imagino que haces lo que te dije esta mañana de apartarme el pelo y traerme hacia ti cogiéndome por la nuca, puf!, es que ya puedo perder algún que otro papel, porque son cosas que no he experimentado nunca, bueno, tampoco las he pedido, más bien he esperado a que fueran capaces de leer mi mente, mal por mi parte, claro.
Te imagino desnudándome, uf!, mientras me susurras, tu voz para mí también es muy... vamos, de las que desarman, aunque si fuera un poquito más grave, ya me tenías con el tanga en la mano sin decirme nada!!!. Me encantaría sentir el peso de tu cuerpo sobre el mío, sentir que me haces el amor despacio, la mente se me va a esas escenas de las películas en las que sobre un sofá él la posee y la cámara marca cada movimiento de penetración de él dentro del cuerpo de ella, haciéndola suya de a poquitos, esto es algo que me parece arrebatador... Pero también me encanta eso de que estés tan cachondo, que vengas, me rompas la ropa si hace falta, o no me la quites del todo y me hagas tuya contra cualquier pared, a lo bruto, a lo animal, totalmente sucio, carnal, y yo te pediría más y no pararía de comerte la boca, porque es otra de las cosas que me encantan, besar largo y tendido, suavemente, luego con fuerza y pasión, metiendo mi larga lengua hasta lugares insospechados.
Hablas de mis caricias y me voy a la cama contigo, me subo encima de tu cuerpo, a la altura de tus caderas pero procurando que tu pene roce mi cuerpo, note su calor y cómo se excita mi sexo cerca del tuyo, cómo empieza a fluir suavemente. Empezaría besándote, porque no entiendo mejor forma de empezar a hacer sentir, te mordería suavemente los labios, jugaría a provocarte con mi lengua, yo soy de usar mucho la lengua en la boca o cerca de ella. Luego podría besarte las mejillas mientras mi cuerpo se iba contoneando sobre el tuyo y tus manos buscaban mis caderas, uf!, que me toquen las caderas también es algo que me gusta mucho. Subiría a tus párpados y te los besaría para dejarme caer sobre los lóbulos de tus orejas, te los mordisquearía y chuparía y luego, a ratitos, me iría apoderando de tu cuello, con mordiscos, chupetones, besos, lengüetazas.
Mientras te atreves a meter tus manos entre mis piernas y tocas mi sexo, que a estas alturas, ya estará lo suficientemente húmedo para que te apetezca chupar tus dedos cuando los apartas de mi cuerpo y luego besarme apasionadamente con ese flujo colándose entre nuestras bocas, yo voy bajando por tu pecho, primero te acaricio suavemente, con las yemas de los dedos, con la palma de la mano, con su envés y me voy dejando caer sobre tus pezones, los mordisqueo y me aparto para ver el placer que se refleja en tu cara y observar esa mirada con la que me dices que no pare, que estás pasándolo muy bien, te los lamo como si fueran una piruleta, así, con lametones largos, luego te los chupo como si los exprimiera y tu excitación sigue subiendo, como la mía, en ese momento es cuando te haces con mis pechos y levantas la cabeza para chuparlos y jugar con ellos pero yo no te dejo, no es el momento, y retomo lo que hacía con tu cuerpo.
Bajo, sigo bajando por tu pecho acariciándotelo, besándotelo y es el instante en que coges mi cabeza, simplemente revuelves mi pelo largo, siento que estás excitado, además, tu pene ya me lo está diciendo con sus palabras. Estoy a la altura de tu pubis y jugueteo con tu vello mientras acaricio tu pene con el movimiento suave de mis pechos, hacia delante y hacia atrás y tu pene me dice que eso te está volviendo loco así que lo meto en mi boca y empiezo a chupártelo, a estas alturas tu pene ya ha dejado de ser pene para ser polla, polla dentro de mi boca y mi boca chupándote en un movimiento de arriba a abajo, apartándome de tu polla y volviéndome a acercar para metérmela en la boca. Luego la agarro, empiezo a chuparla por la base, te chupo los huevos, el periné, y ahí tu cuerpo emite pequeños gritos de placer que noto con la presión de tus manos sobre mi cabeza y mis muslos, estoy entre tus piernas, te miro, eres mío. Tu apartas mi pelo para ver mi cara, mi expresión y yo me vuelvo a tu entrepierna, empiezo a chuparte la polla desde abajo, te voy lamiendo con la punta de la lengua así, por un lateral, y voy chupando y saboreando tus fluidos iniciativos. Cuando llego a la altura de tu glande me pongo a juguetear con él, lo chupo sin parar pero a bien ritmo, y, de vez en cuando, echo hacia atrás tu capullo para juguetear con ese agujerito delicioso que tienes en la punta de tu polla, lo chupo, lo lamo y mojo mis dedos con tus fluidos para acariciártelo suavemente y tu cuerpo se retuerce nuevamente de placer.
Pero el tiempo de tu entrepierna ha pasado y bajo por tus testículos, juego con mis manos con ellos, los chupo, los huelo, huelo tu olor, tu cuerpo, tu sudor, y bajo por el periné con la punta de mi lengua. Estando ahí levanto la cabeza, te miro, y con una mirada viciosa te coloco suavemente con las piernas más abiertas y el culo más a la vista, te vuelvo a acariciar la polla con la mano para mojarla bien y empiezo a juguetear con uno de mis dedos con tu ano, te pongo una mano en el pecho para que no te preocupes y te dejes llevar, luego me agacho, y te lo lamo con los labios, con la lengua, tú te retuerces y eso me excita a mí más aún y vuelvo a la carga de nuevo con tu ano, chupo mis dedos y ahora jugueteo con dos y me voy atreviendo a penetrarte suavemente con uno y a veces con los dos, tu placer va en aumento, lo sientes, lo siento, y sigo metiendo hacia atrás ese dedo, buscando el punto de placer hasta que lo encuentro, lo toco y miro tu cara, que me da un visto bueno para que siga lo que estoy haciendo, tu polla está muy dura, tu glande muy rojo y tus manos me buscan para parar un poco esa excitación y dedicarte a mi cuerpo. Así que yo me detengo. Me empujas despacio hacia atrás para que caiga con la espalda sobre la cama y de tanto placer que estás sintiendo abres mis piernas bruscamente y te lanzas a mi clítoris, lo chupas, lo absorbes, me excito, jadeo, vuelvo a jadear, encorvo mi espalda y lanzo fuertes suspiros de placer al aire para que me escuches.
Estoy tan excitada que aprieto tu cara contra mi coño para que sigas pero después de unos momentos ya no te lo permito y cierro mis piernas. Te marco con mis dedos una ruta, quiero que subas por mi cuerpo, empiezo a sentir el calor de tu piel sobre la mía, me agarro a tu espalda con suavidad y te acaricio lentamente, palpo tu sudor, levanto mi cara y me acerco a tu cuello para morderte. Vuelvo a mi posición sobre la cama y tu mano traza un camino por el borde de mi cuerpo para quedarse debajo de mi nalga izquierda y empiezas a besarme, a mirarme a los ojos mientras notas cómo se agita mi cuerpo bajo el tuyo, hace mucho calor, el sudor se hace hueco entre nosotros dos y la mano que tienes bajo mi nalga sube a la altura de mi cintura, mientras no dejas de mirarme. Tu lengua juguetea con mis orejas, me susurras algo sucio para que me excite aún más y lo consigues. Yo te contesto: golfo!. Eso también te pone loco a ti y empiezas a darme bocaditos por el cuello, a besármelo, a darme lengüetazas, buscas mis labios y siento que te pierdes en ellos y por un momento, solo un instante, te paras y reposas tu mejilla sudorosa contra la mía para volver a empezar a besarme.
Mi cuerpo se sigue moviendo bajo el tuyo, busca tu roce, así que quitas la mano de mi cintura y devoras mis pechos, primero los tocas con lentitud, luego los rozas con las yemas de tus dedos y, a veces, coges mis pezones erectos con tus labios. Tu mirada se clava en la mía y te pido que sigas, que hagas lo que quieras conmigo porque eso es lo que deseo, que me hagas tuya. Tus manos aprietan mis senos, los chupas, los magreas, me muerdes los pezones, que cada vez se ponen más marrones y más tiesos si cabe, luego pasas por ellos tu lengua y yo me sigo retorciendo de placer.
Luego bajas por mi cuerpo, tus manos acarician mi suave barriga y a la altura de mi ombligo metes tu lengua una sola vez y vuelves a mirarme, yo levanto mi cara y te pido que bajes hasta mi sexo. Empiezas a juguetear con mis labios, me penetras con un par de dedos la vagina y das rienda suelta a tu lengua para que chupe mi clítoris de nuevo. Estás chupándome y me encanta, me pone muy cachonda, mi cuerpo se retuerce aún más, sabes que me gusta mucho y sigues lamiéndome, sorbiéndome, un gran suspiro de placer sale de mi boca al vacío, tu me separas las piernas y sigues lamiendo mi coño húmedo, mi clítoris hace rato que ha crecido y salido de su capucha y se te antoja delicioso, tanto que te separas de mí, y de rodillas, te pajeas un poco para volver a subir tu erección y mojarte. Cuando lo consigues te agachas y rozas mi capuchón con tu polla mojada, lo estamos pasando muy bien pero no te dejo que me penetres, en la cama no.
Tú estás sobre las rodillas y yo me elevo hacia ti, me agarro a tu cuerpo, a tu espalda y mientras te beso te clavo mis tetas en tu pechos, tu me agarras por la cintura y seguimos besándonos hasta el momento en que yo me detengo, me bajo de la cama y te alargo mi mano para que la cojas y me sigas. Tú lo haces y yo te dirijo hacia una buena silla o un sillón. Estás sonriendo. Yo te miro. Sonrío. Te siento en la silla y me pongo sobre tí pero sin penetrarnos, acerco mi cuerpo contra el tuyo, me abrazo a tu espalda con la mano izquierda y con la derecha busco tu pene duro y acaricio con él mi sexo. Tú empiezas a susurrarme pero yo sólo me quedo con el timbre de tu voz..., luego soy yo quien te susurra: te deseo... y un escalofrío te recorre el cuerpo. Te beso, jugueteamos con las lenguas, nos besamos y entonces yo me pongo un poco de pie, agarro tu polla dura y me penetro con ella.
Nos miramos. Estamos muy a gusto, el sudor resbala por tu espalda y cuando te aferras de nuevo a mi cuerpo, con ambos brazos, sientes que mi pelo también está húmedo por el sudor y me lo apartas un poco con una mano para que no me moleste. Yo empiezo a subir y bajar por tu polla. Mientras lo hago buscas mis pechos con una de tus manos y te los llevas a la boca, me encanta que me lamas el cuerpo, que dejes tu saliva por mi piel, sentir tu lengua recorriéndome, uf! mis gemidos son más fuertes, algunos los hago juntos a tus oídos para que me escuches cerca. Te deseo, te deseo mucho, me encanta lo que estamos haciendo, a tí también. Y así seguimos un ratito, unas veces más lento y otras más rápido, pero sin perder compás.
Más tarde me vuelvo a levantar, me separo de tu cuerpo y te pido que nos vayamos a la cama. Me acuesto de perfil, dándote la espalda. Tú sabes que me vuelve loca todo lo que me hagan en la espalda y mientras vas acoplando tu cuerpo al mío, siento cómo recorres mi espina dorsal con tu lengua, cómo coges con tu brazo derecho mi cintura para apretarme contra ti. Yo me muevo intentando buscar tu excitación y echo hacia atrás una mano para buscar tu pene, tocarlo y colocarlo entre mis nalgas.
Tú buscas también el juego y empezamos a movernos juntos, yo siento entre mis muslos tu pene súper húmedo y la excitación, un poco perdida de antes, vuelve a crecer. Después de unos instantes me clavas por detrás según estamos colocados y nuestros cuerpos jadean juntos hasta que me dices que no puedes más pero que quisieras que yo me corriera primero en tu boca así que cambiamos de nuevo de postura, abres mis piernas y con el juego erótico haces que me corra. Mientras me sorbes te digo que ahora es tu turno, que no te escapas y te pongo de piernas abiertas, vuelvo al juego de tu ano con mis dedos y mi lengua y me vuelves a decir que no puedes aguantar más, así que me paro.
Empiezo de nuevo pasado un momento. Te lamo el pene, te lo toco con una mano, busco tu semen y acaricio tu puntita con la yema de mi dedo índice, eso te da un gustito especial y sigo un poquito más, bajo hacia tus huevos, te los como, te los chupo, sigo bajando a tu periné y te rozo con la punta de la lengua, sientes como escalofríos, tu sudor se vuelve frío y definitivamente me pierdo en tu culo, te lo vuelvo a excitar como la vez anterior, con cuidado, buscando no hacerte daño, y me dirijo de nuevo a tu puntito de placer, ahí, detrás de la próstata, y te lo acaricio con un dedo nada más, tu excitación va en aumento, me miras y me lo dices todo, pero murmuras que te vas a correr de un momento a otro. Suspiras, jadeas, como yo lo hacía en la silla, ¿recuerdas?, y empiezas a pajearte con una mano, tu excitación es máxima y eyaculas, ha salido con fuerza y se ha repartido por tu cuerpo y el mío. Terminamos abriendo una ventana y acostándonos en posición fetal.
- Ha sido estupendo, espero que te haya gustado - te digo.
Tú no dices nada, tan solo me aprietas contra ti y dejas escapar un suspiro profundo.
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