Todo lo que se, lo aprendí todo con una escort de lujo

Autor: Escritora | 15-Oct

Confesiones
Nunca había estado en España. Acababa de cumplir los treinta, era ya todo un experto sobre la historia de aquel país y sin embargo no lo había pisado, pero con mis ahorros de profesor conseguí un mes entero de vacaciones para visitar las principales provincias.

Granada, Toledo, San Sebastián y Barcelona eran mis destinos, pero dejaba para Madrid el final, unos diez días en la capital que quizá es donde hay más que ver.

Realicé mi itinerario en primavera, antes de que entrara el caluroso verano español, y mis últimos días en Madrid los dediqué de pleno a callejear, ver grandes espectáculos, conciertos, todo por internet claro. Desde mi pequeño portátil me conectaba a todas horas. Pero una noche decidí quedarme en el Hotel, ya pasaban factura los días lejos de casa, y el descanso me sentaría de maravilla.

En la televisión no ponían nada interesante, y después de cenar tampoco me apetecía callejear más. Así que de nuevo engañado a la red. Pero no os he contado una cosa, en mi viaje también había un propósito, si, algo muy intimo, y era estar con una chica española fuera como fuera.

Se acababan los días y mi timidez me impidió entablar una conversación normal con las que fui conociendo, todas preciosas, acogedoras, sensuales y muy divertidas. Pero nada más, yo quería hacer con una de esas preciosas morenas lo que no había conseguido realizar en mis treinta años. Os diré que mis novias, por llamarlo de alguna manera, no pasaron de restregármela de cualquier manera, y ponerme caliente para que cuando pudiera me masturbara yo sólo. Vamos, que era virgen, si, ya lo sabéis, a ver si ahora entendéis mi situación.
De todas las agencias de escorts que se anunciaban en internet había una que me llamaba poderosamente la atención. Ya había curioseado otros días, pero por mucho que miraba, siempre dejaba para el final la que más me gustaba. En ella las chicas parecían de verdad, es decir las fotos eran magnificas, y una de ellas me atrapaba. Confieso que la primera vez que vi sus fotos me masturbe pensando en ella. Morena, alta, con grande pechos, y al parecer muy sexy y atrevida con los hombres. ¿Su nombre? Nuria. Pero no me quedaba claro si vendría ella a mi habitación del hotel o yo debería ir a donde suponía que ella estaría.

Apunté el teléfono de la agencia, y cerré el pc. Me recosté sobre la cama pensando en ella, en como sería en persona, como seria en realidad estar con ese bombón, y mientras más vueltas le daba a la cabeza, mi pene se iba excitando. Yo jugaba con él, pero no quería más. Debería estar preparado para un encuentro y darlo todo.
Pasó un largo rato, me quedé medio dormido pensando en Nuria, pero al despertar, no pude resistir más y llamé a la agencia.

Una voz cálida y sensual me atendió. Enseguida notó mi torpeza. Le conté una batalla y en realidad sólo quería decirle que me gustaría conocer a Nuria. Era una escort que se dedicaba a esto de manera esporádica, comprendí que la inmensa mayoría no sólo viven de estar con hombres, sino que además tienen sus asuntos. Nuria era universitaria y ya había acabado con los exámenes. Estaba de suerte.

Di la dirección del Hotel mi número de habitación, y fue entonces cuando los nervios se apoderaron de mi. En una hora llegaría. No sabía que hacer, quizá era demasiado para mi, o yo muy poco para ella, no sé. Que inseguridad, que angustia, ya pensaba anular la cita cuando sonó el teléfono. Era la misma chica de la agencia que llamaba para asegurarse que la cita iba en serio, al parecer hay mucho gracioso. Le pregunté si podría esperarla en la cafetería, y me contestó que si, que en media hora estaría allí.

Después de una ducha rápida y ordenar la habitación, me puse la mejor de las camisas que tenía, la había reservado por si surgía una ocasión especial, y esta sin duda lo era.
Tomé dos cervezas casi a la vez, allí las ponen heladas y no dejaba de mirar hacia la puerta. El camarero notaba mi nerviosismo, no hacía más que romper servilletas de papel, con lo que sin pedirlo me puso otra cerveza. Invita la casa, dijo. Esta vez no había terminado mi copa cuando de repente apareció. Era mucho más sensual que en las fotos, caminaba despacio, con unos tacones preciosos atados al tobillo, un vestido blanco como de lino y sus gafas de sol.

Se las quitó y me clavó la mirada, cuando le hice un pequeño gesto, esbozó una sonrisa preciosa. Se acercaba hacía mi con la delicadeza de una gacela, presumida, segura de si misma?.era increíble.
Después de presentarnos, pidió un refresco frio, y enseguida rompió el hielo. Yo creo que mi cara lo decía todo. Estaba pasmado, pero Nuria sabía como crear un clima amigable desde el principio.
Sacó un paquete de tabaco y me invitó a que saliéramos al pequeño patio que había en el Hotel. Allí la veía mucho mejor. Cruzó sus piernas de manera elegante tras sentarse y cuando me quería decir algo más privado, se acercaba hacia mi dejando caer un pecho precioso. Sabía que estaba nervioso, con lo que sin dudarlo me cogió la mano y empezó a besar mis dedos.

¿Vamos? Le pregunté después de una breve conversación llena de tópicos. Cuando gustes, me contestó.
Ya en el ascensor noté su perfume, fresco, agradable, par mi todo un afrodisiaco. Ella no me soltaba de la mano, y yo lo tuve que hacer para abrir con la tarjeta mi habitación.

Nada más entrar ella me preguntó por el baño, le indiqué y no sabía donde ponerme mientras la esperaba. Tardaba mucho, así que me empezó a preocupar, o quizá era yo que la espera se me hacia eterna. No había cerrado la puerta, y el sonido de la ducha cesó. Se escuchó una voz cariñosa y muy femenina que me decía?¿No vienes?

Me quedé perplejo, tenía que decir que si, claro. Pero era miedo lo que sentía combinado con la excitación de haberme fijado en su cuerpazo que sabia que iba a ser mío.

Entré, y allí estaba ella, aclarándose el gel. Yo me quedé contemplando ese cuerpo de diosa mientras me miraba pícaramente de reojo a la vez que dejaba que el agua corriera sobre su piel delicada y dorada por el sol.
¡Ven! - Insistió. Y yo, después de quitarme la ropa y quedarme en calzoncillos me acerqué como un bobo con una toalla. Ella se sonrió aún más, y cuando menos me lo esperaba, me cogió de la mano y me metió en la ducha.
Me abrazó con fuerza a la vez que lamia mis oídos, mi cuello y mi pecho. No soltaba mi culo, y decidió bajarme el calzoncillo a la vez que se iba arrodillando. Estaba excitado, quizá demasiado, pensaba que sólo con verla ya me iba a correr?

Y casi fue así. Cuando cogió con las dos manos mi pene estaba empapado de semen, ella me miró y me comentó, ¿tendrás balas para luego? Yo le dije que si sin saber exactamente a que se refería. Con lo que empezó a lamerla, desde abajo hacía arriba, chupando el glande, metiéndola cada vez más en su boca?
No pasaron muchos minutos cuando sentía que me corría, ella no sé como se daba cuenta y aceleraba todo con las manos y la boca. Tras mis gemidos la apartó de sus labios y mi semen salió disparado hacia su cuerpo. Chorreaba sobre sus pechos y tripa. Lejos de enfadarse volvió a coger el gel, y de nuevo se limpió.
Yo lo había sentido fugaz, pero intenso. El placer de que estuviera mi polla en su boca era indescriptible, notar como eyaculaba era fantástico. Pero algo me decía que no era tal como lo imaginaba, me había corrido muy pronto. Lo que yo pensaba, no estaba a la altura.

Silenciosamente salió del baño cubierta por una toalla, dejaba ver esas piernas perfectas, pero cuando se sentó observe su precioso coño, estaba cuidadosamente depilado.

Ella, mientras se encendía un cigarro, me comentó, ?tu no te preocupes? aun nos queda mucha guerra por delante.

Tal y como me lo dijo sabía ya todo de mi. La verdad es que no hacía falta ser muy lista para notar mi inexperiencia, pero yo ya confiaba en ella.

Sin decir nada sacó un par de botellitas del mini bar, y empezó a tranquilizarme con sus palabras dulces y comprensivas.

Se metió en la cama con la toalla, y quitó la colcha donde yo me había refugiado. A la vez que me la cogía con su mano derecha me besaba dulcemente, hacia dibujos con sus dedos en mi pecho, bajaba a acariciármela, y sorprendentemente empezaba a estar dura.

Después de intimar más yo deseaba gozar de ese precioso cuerpo, apenas si había tenido oportunidad de deleitarme con él. Por eso, y después de besarla con pasión me dirigí a masajear esos pechos erectos, yo diría que perfectos, con unos pezones que se iban poniendo cada vez más duritos según los lamia.
Ella me agarraba la cabeza, metía sus dedos entre mi pelo, y con sus largas piernas rodeó mi cintura y empujó mi cuerpo hacia el suyo. Yo solo con el roce de mi polla en su ingles estaba empalmado de nuevo, pero como ella decía quedadaba mucha guerra.

En esa misma postura nos dimos la vuelta, y yo quedé colocado encima. Fue entonces cuando ella me colocó rápidamente un preservativo, y tras hacerlo la colocó en su vagina. De ahí empezó a empujar hasta que entró del todo. Yo hacía fuerza, sólo me faltaban los huevos para meterlo todo.

Ella decidió cambiar de postura, y tras comérmela durante un rato, se sentó encima. Ahora si que todo iba de maravilla, sus pechos se movían con sus cabalgadas feroces, su pelo era maravilloso, y de vez en cuando se acercaba a mi boca para darme besos que eran casi mordiscos.

Esa era la pasión, eso era lo que buscaba, estar con una mujer tan maravillosa en la cama, y sintiendo realmente lo que era follar como un loco.

No paraba, me ponía las manos sobre el pecho para hacerlo todavía más fuerte. De vez en cuando se daba la vuelta, y se ponía mirando hacia el otro lado, así se recostaba sobre mi y se tocaba su clítoris. Ella estaba muy cachonda, mucho, sus flujos invadían todo, pero lo más importante era que por primera vez mi polla se había puesto tan dura como un palo. No sabía yo de lo que era capaz, y sólo una escort de lujo como ella fue capaz de hacérmelo notar.

Y a la vez?nos corrimos, yo pensaba que eso sólo pasaba en las películas, pero no, los dos gemíamos, nos besábamos, ella me arañaba de tanto placer, y yo parecía que me había por fin liberado de treinta años de tensión.

Pasó un rato hasta que los dos nos recuperamos un poco. Habíamos sudado tanto que nuestra piel se unía mientras nos abrazábamos. Terminamos las copas, y ella de nuevo se dirigió a la ducha. Esta vez no me llamó. Presentía que todo había terminado y que se marcharía, pero yo me adelanté. ?Te propongo una cena tranquila y?.? ? follar toda la noche? Terminado ella la pregunta.

Nos sonreímos. Nos preparamos para la ocasión, ella apenas me dejaba vestirme con sus juegos, y yo noté que para salir, no se había puesto ni bragas.

Cuando pisé la calle de su mano notaba que estaba en el paraíso, mi cuerpo y mi mente estaban calmados, despejados, como si me hubiera quitado un gran peso de encima.

Pasamos una velada estupenda, risas, picardías, era como estar con una amiga, pero con la que luego terminaría haciendo más locuras en la cama, tantas, que vimos amanecer desde la terraza del Hotel.

Mi viaje tuvo muchas cosas buenas, aprendí mucho de lo que había estudiado, pero Nuria fue lo más maravilloso que descubrí, y ella no aparece en los libros. Su seguridad, su paciencia me ha convertido ahora en un hombre capaz de enfrentarse a cualquier hembra que desee probar mi pene, ese que Nuria le dio la vida.

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