Cinco pollas para la putita y su coño depilado

Autor: Ithan | 11-Jul

Infidelidades
Allí estaba ella, Alicia, desnuda, acostada en una estera acolchada en el medio de la sala, rodeada por nosotros, introduciéndose un consolador en su depilado y ahogado coño, mientras movía rítmicamente sus caderas al compas de su mano derecha con la que aferraba el largo y grueso artefacto, era un poema de erotismo lo que presenciábamos, ella susurraba palabras que apenas alcanzábamos a oír, pero no había duda que estaba gozando, y no demostraba cohibición alguna a pesar de ser observada por cuatro pares de ojos, más bien, el hecho de que la vieran parecía influir grandemente, aumentando aun más sus ganas de provocar y de exhibirse en todo su esplendor. Siguió moviéndose cadenciosa, a veces desordenada, ello cuando una corriente de electricidad parecía invadirla. Con la mano libre, se apretujaba y acariciaba los senos o se mecía el largo cabello negro, con la otra se sacaba y metía el artefacto, parecía que no era la primera vez que lo hacía o más bien el innato saber de la mujer lo era todo sumado al alcohol que había ingerido.

¿Cómo había comenzado tal situación?, pues con un cándido juego: póker desnudo, inicialmente quien ganara escogía quien se quitaba una prenda de vestir, es así como, después de despojarnos de la mayoría de nuestra ropa recurrimos a las penitencias. Esta era la primera y Alicia debía masturbarse delante de todos, lo más sorprendente fue que la proposición, provino de ella misma, era su fantasía y la estaba cumpliendo.

Allí estábamos los cuatro, desnudos o casi, viendo la espectacular paja que se hacía Alicia. Mi mujer, Elena, estaba sentada en el amplio sofá, con los senos al aire, solo su corta falda la vestía, su mirada estaba prendada del cuerpo de Alicia y de sus movimientos. Los otros dos invitados: Armando, que había quedado solo con su pantalón deportivo flexible, con un inocultable bulto, mientras sus ojos iban de la paja que le regalaba Alicia a las formidables tetas de mi mujer, y viceversa; y Deborah, su hermosa mujer, quien estaba totalmente desnuda y cautivada por la escena, se paseaba dando cortos pasos alrededor de Alicia, sin saber qué hacer, pero sensiblemente excitada, y lo demostraba el brillante hilillo de fluido que se deslizaba por sus piernas. Su hermoso trasero era una tentación. Yo no cabía de excitación, la prenda que había logrado conservar era mi bóxer, pero ya había liberado mi parado miembro al que acariciaba abiertamente desnudando y cubriendo mi glande, en una paja suave pero continua, viendo como Alicia se gozaba al Sr. Goma y como el magnífico cuerpo de Deborah y su exuberante culo transpiraban erotismo.

Los movimientos espasmódicos de Alicia no se hicieron esperar, ella aumentó el meneo de sus caderas y las entradas y salidas del artificial miembro en su vagina, sus gemidos se hicieron más intensos y largos. Elena no pudo contenerse, me vio como solicitándome permiso, fue hasta Alicia, acostándose a su lado y prodigándole caricias y besos. El juego de poker desnudo había culminado para iniciar un nuevo juego.

Alicia quien tenía los ojos entornados, se sorprendió al ver aquel rostro pegado al de ella, y como aquella boca se apoderaba de la suya, pero su adaptación fue rápida y respondió de inmediatos a las caricias. Elena se paseo por aquel rostro por aquel cuerpo, visitó su boca donde sus lenguas se enredaron, su cuello depositando lamidas y besos, las bonitas tetas donde chupó y lamió pezones, hasta llegar entre sus piernas, aquello pareció llevar a Alicia al máximo placer. Elena, una mujer comiéndole el coño y de qué manera, se arrodilló entre ellas y separándolas aun más hundió su rostro en su rebosante y caliente hendidura. Alicia con una de sus manos siguió trabajando su vagina con el consolador mientras que con la otra le atrapó la cabeza presionándola contra el caliente surco. Con ojos incrédulos veo como Elena azota y chupa el parado clítoris. Los tres nos acercamos más a las amantes, especialmente de Armando, quien ahora totalmente desnudo se pajeaba abierta y descaradamente, pues mi mujer, al iniciar la sesión, se había despojado de la corta falda y lucia su parado culo como ofreciéndonoslo, sin duda lucía único, provocativo y con toda frescura ella lo ofrecía a quien quisiera observarlo, ¿tenerlo?, lo movía al compas de las lamidas a Alicia, y en trío de ocasiones sus manos fueron hasta sus nalgas separándolas, para mostrar sus labios mayores jugosos entre sus piernas, y las aberturas vaginal y anal, que lucían cubiertas de goteante fluido, fue un regalo para nuestros ojos, no sé cómo pude contenerme para no poseerla, ella lo estaba ofreciendo sin duda. Alicia elevó las piernas, así su apretado ano estuvo dispuesto para las caricias, la lengua de Elena lamió el apretado esfínter y luego trató de penetrarlo. Pude detallar un fluido denso y oloroso cubriendo toda su hendidura. Al sentir la violación anal Alicia se introdujo casi completo la verga artificial y la dejó dentro, solo emergiendo la base de la misma y presionó aun más, ahora con ambas manos, aquel rostro contra su sexo. El accionar de las dos mujeres era la viva imagen del erotismo y el contraste de sus cuerpos lo intensificaban aun más, ambas hermosas, Alicia delgada, de suaves curvas, de tez blanca, mientras que Elena de curvas rotundas y de tez morena. Ellas parecían saber de los estragos que estaban causando entre quienes las mirábamos. Elena pareció intuir el pronto orgasmo de Alicia, se regodeo esperándolo mientras seguía cogiendo el rosado culo, los cadenciosos movimientos de Alicia se tornaron ahora en sobresaltados, hasta que un magnífico orgasmo acompañado de gemidos de placer la hizo envarar su cuerpo para luego buscar y dejarse caer exhausta sobre el cuerpo de Elena, besándolo suave y cálidamente en agradecimiento.

Alicia permaneció acostada boca arriba, jadeante, sudando copiosamente, sin rasgos de pudor, con una sonrisa plena de felicidad y satisrfacción. Ya me había deshecho de mi bóxer, uniéndome al grupo de cuerpos desnudos de aquella sala. Miré a los ojos a Elena, y no vi rastros de vergüenza, se levantó y al oído me preguntó: ? ¿Te gusto la lamida que le hice?, ¿La disfrutaste?-, su voz era distinta, cargada de morbo, mi respuesta fue dirigir mi mano hasta su entrepierna y palpar la humedad de su fruta, al contacto, ella, por instinto reculó, pero después separó más las piernas y bajó su tronco, mirando audaz y directamente a la pareja de Armando y Deborah, que no nos quitaba ojos de encima. La besé probando de su boca los restos del néctar de Alicia, ella con un -hummm- , lo volvió a saborear, le digo: -excelente sabor, me hubiese gustado hacerlo yo directamente ? ella me respondió prueba el mío. Sentí un escalofrío de placer, ?comerme a mi mujer delante de otros?. Me llevé los dedos untados de su fluido a mi boca probándolos con deleite, busque a Armando y a Deborah, en mi mundo de lujuria no me había permitido percatarme, pero ellos estaban a nuestro lado escoltándonos, repetí la penetración con mis dedos tratando de colmarlos con más fluidos y mirándola a los ojos se los ofrecí a Deborah, esta los lamió presurosa pasando su lengua y luego se introdujo mis dedos en su boca, luego tomando mi mano se la llevó entre sus piernas, mis dedos hurgaron en toda la extensión de su hendidura para por último penetrar con mis dedos medio e índice la rebosante vagina, estaba inundada y caliente, un gemido largo acompañó la caricia, ella sin soltar mi mano me la hizo probar, se repitieron unos dos viajes más a aquel horno pero ésta vez el producto fue vaciado en la boca de Elena. Apresé el caliente cuerpo de Elena entre mis brazos, haciendo que mi barra presionara con su vientre y sus tetas con mi pecho, -Ven- le dije y la hice retroceder y suavemente la hice sentar en el sofá, quedando mi verga a la justa altura de su boca, no hizo falta ninguna palabra o gesto de ofrecimiento Elena comenzó una paja y una lamida espectacular. Deborah se sentó a su lado ocupándose de la barra de su marido, el hecho de estar ejecutando un acto sexual tan íntimo observados y practicado también por otros incorporaba al mismo una excitación adicional, en mi y seguramente en todos, tan o más que el sentir de las caricias, más aun cuando Deborah con ojos velados por el morbo, no perdía detalle de las ejecuciones de Elena, esta sacó su lengua y como un helado la hizo recorrer desde mis testículos hasta la roja cabeza de mi verga. Entre nubarrones por la caricia y que nos vieran en el trance, escuche decir a Deborah, dirigiéndose a Elena: ?Chúpasela rico-, ella no dejó que le repitiesen el pedido y bajando un poco mi hinchada barra, comenzó a dar de chupadas al rojo glande, para luego introducírsela parcialmente en su boca. Baje de nuevo mi vista y para mi grata sorpresa Deborah me apretaba mis testículos mientras su boca seguía ocupada con la larga verga de Armando. La expresión de este era de gozo y lujuria, no le importaba lo que hacía su mujer con mis bolas, su atención estaba dirigida a la mamada de Elena me aplicaba.

?Siempre quise hacer esto- señaló Deborah y apartando suavemente a Elena de mi verga, le dio de pajas a ambas, Elena le dijo: ? Tómala es tuya-. Sentí como aquella boca tomaba gran parte de mi barra, y como mi glande chocaba contra las paredes de su garganta y discurría atravesándola, la sensación del borde interno de mi glande al entrar y salir de su garganta era magnífica, la vi lagrimosa pero no por ello dejó ni deje de penetrarla. Retuve por largos segundos la penetración de su garganta, para luego sacar suavemente mi hinchado miembro, Deborah pudo ahora respirar sin dificultad, tosiendo ligeramente aclaró su garganta y de nuevo hizo pasar mi ahora más gruesa barra, mi glande supero el canal de su garganta y fue más allá, ella hacia movimiento como para tragar, estos me estaba volviendo loco, un poco mas y derramaría mi semen totalmente en aquella garganta, debía controlarme. Me sentí liberado por un momento de aquella boca, pues ella estaba ocupada ahora con la de Armando, pero no de su mano que me la subía y bajaba. Elena, mientras se acariciaba delicadamente su fruta, permanecía a su lado, observando su quehacer comiéndose y pajeando alternativamente las dos barras, interrumpió a Deborah suavemente y teniéndola por la barbilla le dijo con su rostro muy cerca al de ella ?¿Sabes lo que yo siempre he querido hacer?-, sin esperar respuesta, la besó apasionadamente, el morbo que me infundió la caricia fue inmenso y quise participar en ella, besando ambas bocas fundiéndome en ellas.

Deborah como si se tratara del montaje de una obra, donde ella indicaba la posición en el espacio de cada uno de nosotros, con calma, sin apuros, nos fue distribuyendo, hablándoles a cada uno de sus personajes al oído, a mi me dijo: -vas a gozar, te lo prometo, y me harás gozar, ven siéntate aquí-, y con aquella soltura desconocida, prodigando sutiles y atrevidas caricias a los tres, como si lo hubiera hecho antes o imaginado miles de veces, fue adecuando su ambiente a sus pretensiones. Cuando consideró que estábamos listos, aumento la intensidad de luz de la sala y sirviéndose una copa de vino, tomó un buen sorbo del cual directamente de su boca nos dio un poco a cada uno, incluso a Alicia que aun yacía en la estera, y el resto de la copa la derramó desde su cuello al resto de su cuerpo.

Deborah se acercó a mí que estaba sentado, con mi vara a millón apuntando el techo, me dio la espalda y certera se ensartó aun que suavemente mi erguida barra, penetrada bajó y subió en mi gruesa pinga, con una variedad de movimientos mágicos, al frente Elena y Armando nos observaban, dirigiéndose a él le dijo: ?Ven amor, dame lo tuyo-, este fue a su boca besándola largamente, luego pasó a sus tetas devorándolas entusiasmado, ella le retenía la cabeza sin dejar de subir y bajar en mi barra, vi como ella proyectaba su tronco hacia adelante atrapando la barra de Armando y se la llevó a la boca mientras lo retenía por sus caderas con ambas manos, así Armando comenzó a proyectar sus caderas adelante atrás, adelante atrás, mientras la retenía por la cabeza, haciendo desaparecer su barra en la hambrienta boca de su mujer. Ella estaba poseída, salivaba abundantemente pero no por ello dejaba de tragarse aquella barra ni de penetrarse con la mía, sus gemidos eran ahogados ahora más abruptamente pues Armando había entrado en un estado de paroxismo que se estaba cogiendo la boca de Deborah, esta la detuvo teniendo que hacer una fuerte presión en sus caderas y deteniendo el casi violento movimiento, -espera, espera- dijo mientras buscaba aire para no ahogarse, -ahora le toca a Elena-, Armando a duras penas se apartó. Sumisa Elena fue a nuestro encuentro, Deborah nunca dejo de moverse de encima de mí, y dándole mimos y diciéndole dulces palabras la atrajo hasta ella ?ven linda, ven aquí estoy para ti, ven por favor-, aun cuando no había intención alguna de rechazarla, Deborah insistía ?ven hermosa, ven hasta mi-, la besaba tiernamente mientras seguía: -ven hasta mi coño, es tuyo, cómetelo bella -. Así comenzó Elena a merendárselo, sentía como separaba sus labios mayores para dejar al descubierto su hinchado clítoris y como su lengua hurgaba en todo aquel recorrido, mis bolas y parte del tronco de mi barra también disfrutaban de la exquisita caricia, pues aquella lengua llegaba hasta ellos, por un momento la saque del caliente foso y Elena lo atrapó con su boca, que delicia sentí al momento eran magníficas las sensaciones de aquella chupada, de aquellas sensaciones, la volví a meter pero esta vez por el reducido esfínter, al principio hubo cierta resistencia pero luego mi glande fue abriendo camino, en este momento Deborah se rindió, parecía sentir dolor pero como si fuese atenuado por sus ganas de gozar y de ser violada, violentada, cogida, lamida, cingada, culeada. Ella estaba sentada totalmente en mi barra, con suma lentitud la elevé para luego dejarla caer de nuevo en el, lo repetí unas tres veces, luego no tuve que hacerlo, Elena se posó en sus pies y comenzó una danza única de entrada y salida. La escuche decir ?ven ahora tú, háganme suya-, y allí estaba de nuevo frente a ella Armando, ella se apropio de nuevo de aquella barra, la retuvo en su boca por unos segundos la saco plena de su saliva y luego, subiendo las piernas le dijo o nos dijo: -tómenme, soy toda suya-. Armando bajo su tronco, mientras apuntaba con su barra aquella vagina, así la penetración doble se ejecutó firme pero suavemente, ella pudo sentirse doblemente invadida, doblemente penetrada, -asiii, asiiiiii- dijo, mientras atraía al cuerpo de Armando que la atacaba desde adelante y mantenía sus piernas alzadas y separadas sosteniéndolas con sus manos. Mientras Armando completaba la introducción y yo, que ya sentía la reducción del espacio de su esfínter, al estar ocupada su vagina, la retuve por sus caderas haciendo más profunda la enculada, al principio resultó incomodo acomodarnos al vaivén de ambos, pero luego nos amoldamos al juntarnos más, y seguir parcialmente las instrucciones de Deborah: -así, acércate mas, eso es, así de rico-. Armando y yo tratamos de llevar el ritmo, cuando yo penetraba el salía y viceversa, pero noté que cuando ambos coincidíamos en el movimiento, Elena experimentaba mayores sensaciones de placer y sus expresiones estaban cargadas de gemidos y siseos incesantes: shhhh, asiiii, sigan, cójanme asiiii de rico, échenme por favor- Yo estaba a punto de orgasmear, morbo y sensaciones eran máximas, pero la incorporación de Deborah y Alicia quienes comenzaron a acariciarnos, me hicieron concentrar en no hacerlo, pues quería probar con ellas lo que con Elena. Esta no pudo más, con desespero atrajo a Armando sobre si, clavándole sus uñas en la espalda, y prorrumpiendo en una sarta de vulgaridades se rindió a un orgasmo magnifico quedando rendida sobre mí a los pocos segundos, pero aun así recibía verga de ambos.

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