EL PRIMER SEXO EN GRUPO DE MI NOVIA

Autor: GALENO ARDIENTE | 16-Feb

Intercambios
Llevábamos cosa de seis meses cogiendo y realmente hacíamos casi vida de casados, ya que lo hacíamos de cuatro a seis veces a la semana. Únicamente cuando había bastante trabajo en el pequeño sanatorio de la colonia Narvarte donde los dos trabajábamos era que no pasaba nada, pero en cuanto podíamos recuperábamos el tiempo perdido, y aunque casi siempre cogíamos en el sanatorio mismo, con todo y que el patrón se molestaba si mantenían sus empleados alguna relación sentimental, la verdad es que las agasajadas que nos dábamos Lupita y yo valían la pena de verdad. Lo que voy a relatar fue antes de que la convenciera de irse a coger con un amigo de ella, debido a que el patrón nos traía cortitos exigiéndonos que no hubiera nada entre nosotros, y más cuando fue la esposa del doctor la que nos vio cogiendo y tuve que surtir a la señora ya que el patrón, aparte de estar ya de cierta edad, creo que era maricón o cuando menos afeminado pero eso, como dice la Nana Goya, esa es otra historia que en algún momento les contaré.

Yo quería tronarle también el culito a Lupita. Había sido el primero en su conchita pero creo que a todos los hombres nos agrada la idea de cogernos a nuestra novia o a nuestra pareja por el agujerito trasero y yo no era la excepción. Lupita tenia bonitas nalgas, duras levantaditas y grandes, pero a mí me gustaba verle el Aniceto cuando me la cogía de a perrito porque de verdad me encantaba verle el esfínter, fruncidito, y de un color más oscuro que sus nalgas? era algo estupendo y yo soñaba con meterle la verga por ese estrecho agujerito pero como mi cuñada, hermana de Lupita, le había dicho que no era bueno coger por atrás, que porque le crecían a la mujer las caderas, que a veces se iba a andar cagando sin sentir, etc. Ella se negaba a darme el regalo de su fundillo pero como dice el refrán, el que persevera alcanza? y alcancé mi objetivo un sábado en que el patrón y su señora se fueron, junto con sus hijos, a Xalapa, para ver a los padres del patrón.

Le propuse a Lupita que no guisara sino que comiéramos carne asada y nada más, y así lo íbamos a hacer cuando, a eso de la una de la tarde de ese sábado glorioso, llegó de visita Don Pepe, un amigo del doctor y para colmo iba acompañado de su novia, Lulú, una rubia de pelo corto y mirada traviesa que siempre estaba de buen humor. Don Pepe venía a ver al doctor pero como no estaba y vio el asunto de la carne asada se hizo el invitado y ni modo de negarnos a atenderlo. Mientras Lulú y Lupita terminaban de preparar la carne, Don Pepe fue por unas cervezas y yo hacia la salsa, una bastante picosa, y nos pusimos a comer. Las cervezas nos entonaron y después de comer nos sentamos en la sala. Don pepe, sin recato, empezó a contar algunos incidentes de su vida íntima con Lulú, pero a esta no parecía importarle y solo se reía. Contó que esa misma semana habían ido al vapor y ahí jugaron echándose espuma de jabón y que en un descuido, le cayó en la boca a Lulú y que casi se ahoga. Dijo Don Pepe entre risas:

-¿Se imaginan que hubiera pedido ayuda y entraran los empleados viendo a Lulú desnuda y atragantada con el jabón?-pero Lulú solo se reía del incidente y no se mostraba apenada de que supiéramos Lupita y yo que ellos cogían y de esa forma. Y la verdad es que Lulú era bonita, delgada, y tenía unas nalguitas paraditas y firmes que ella lucia mucho. De repente ellos comenzaron a besarse de una forma muy cachonda y Lupita y yo solo nos miramos, un poco chiveados de verlos ahí fajando frente a nosotros, porque la mano de Don Pepe sobaba el muslo desnudo de Lulú y ella parecía disfrutar mucho. De repente vimos cómo él subía su mano y ella abría sus piernas permitiendo así que Don Pepe le tocara aquellito y Lupita y yo, medio sacados de onda, la oímos suspirar de excitación. Lógicamente yo ya tenía la verga durísima y el rostro de Lupita estaba rojo de excitación de ver todo aquello. De reojo, Don Pepe me vio y con una sonrisa me dijo:

-¿Y ustedes a qué hora?... aprovéchense ahorita que estamos solos los cuatro. -Me acerqué a Lupita y le di un beso en los labios. Ella, en voz baja, me dijo:

-Oye, como que me da pena? no vaya a ser que más adelante Don Pepe sienta que puede presionarnos por esto? ¿Te imaginas que quiera metérmela solo para no decirle nada al doctor?

-No creo, mi amor? además, ni modo de que él mismo le diga al doctor que vino y que se puso a coger con Lulú aquí mismo en la sala. Y quiero decirte que te ves linda hoy mamacita-le dije y comencé a besarla con más intensidad. Sinceramente nunca había yo participado activamente en un asunto así de cuartetos y esas cosas pero me sentía excitado al igual que Lupita. Comencé a fajarla y ella, quizá por la cerveza que había tomado, se mostraba receptiva y animosa. Con ternura comenzó a tocarme la verga por encima de mi pantalón, mientras yo acariciaba su muslo y poco a poco iba subiendo mi mano en busca de su cucarachita.

Alcancé su conchita y para mi sorpresa no sentí sus pantaletas, o sea que ese día Lupita andaba a raíz, al natural, lo que evidenciaba lo cachonda que se había vuelto. El asunto es que rápidamente alcancé su clítoris y con ello el estímulo se hizo más fuerte y sentía en mi mano la humedad cada vez más intensa de su ponche. De reojo volteaba a ver a Lulú, que sonreía y disfrutaba de lo que con ella hacia Don Pepe. Debo decir que ella tendría unos 23 o 24 años y él ya unos 40 pero estaba bien conservado. Pasaron unos 20 minutos o más en los que solo se oía la música del estéreo y una que otra expresión de excitación de ellas, sobre todo gemidos, y Lulú era la que más gemía y sinceramente esto me mantenía muy excitado, además, de que ya había provocado dos orgasmos en Lupita. De repente, Don Pepe se colocó a su novia a horcajadas y así, sin la menor pena, pudimos ver Lupita yo cómo hacia a un lado la tanguita de la chica y ponía su verga en la entrada del coñito que, al igual que Lupita, ella traía bien afeitado. Sin recato alguno, ella misma cuidó de que la verga de su novio estuviera en su lugar y luego comenzó a mover las caderas de arriba abajo para ensartarse por completo la verga de Don Pepe que, sinceramente, era de buen grosor aunque no muy larga, y pensé que se le veía así porque aún no se había bajado el pantalón, sino que solo se había sacado su arma por la bragueta. Nadie hablaba pero los cuatro actuábamos. Ya ellos estaban cogiendo y Lupita y yo solo nos dábamos gusto con las manos y nos besábamos, así que le dije a mi novia en voz baja:

-Mira, mi amor, no quiero que te sientas forzada a nada. Estoy muy caliente de ver esto? ¿Cómo estás tú, mi cielo? ?pero la pregunta era meramente retórica porque sentía los chorros de jugos vaginales en mis dedos. Era obvio que Lupita estaba hirviendo de excitación, pero tampoco era cosa de forzarla mucho, y como pensé, Lupita dio la pauta para continuar, ya que sentadita como estaba, se inclinó y abrió el cierre de mi pantalón, sacó mi verga y con cierto aire de superioridad, comenzó a mamarme la verga como solo ella sabe hacerlo. Para esto, pude así alcanzarle el culito y como no traía más que su vestido, quedaron sus nalgas al aire, y pude ver una mirada de aprobación en los ojos de Don Pepe, ya que las nalgas de Lupita estaban duritas, alzadas y mucho más grandes y atractivas que las de Lulú. Ella no dejaba de mamarme mientras yo hurgaba en su culito. Ponía mi dedo en el agujerito trasero y se lo sobaba en círculos y ella estaba encantada según podía yo percibir en la forma en que me la estaba mamando. Hasta el día de hoy, no he encontrado una sola mujer que no disfrute de la estimulació0n en su ano. No me refiero a metérsela por ahí, ya que eso es otro cantar, sino solo a estimular ese lugar tan lleno de terminaciones nerviosas.

Lulú cambió de posición y se sentó en Pepe dándole la espalda, y ella misma colocó la verga de su novio mero en su vagina y era un espectáculo estupendo ver a Lulú con las piernas abiertas y moviendo en círculos sus caderas mientras nos miraba a Lupita y a mí. Con un gesto y una sonrisa, animó a Lupita para que se desatara de plano y Lupita, ya enardecida, se puso de pie y se despojó de su ropa quedando por completo desnuda. Los senos de Lupita eran más grandes y atractivos que los de Lulú, y los pezones más oscuros, además de tenerlos ya muy erectos por la excitación del momento. Ya sin ropa, Lupita podía moverse con libertad y me quitó por completo la ropa. Lulú hizo lo mismo con su novio y ahí estábamos ya los cuatro encueraditos, y no pude evitar pensar en lo que dirían tanto el doctor como su mujer si se llegaran a enterar de lo que estábamos haciendo en la sala de su casa. Nunca, ni en sueños, se me hubiera podido ocurrir pedirle a Lupita que se dejara coger estando alguien más presente, y menos aún si esa persona era conocida, como era el caso de Pepe, el amigo del patrón. Por un momento pensé en hacer un intercambio de mujeres pero no me atreví ni siquiera a sugerirlo no obstante verle las nalgas a Lulú, pero ya era suficiente estar ahí cogiendo en presencia de otra pareja? ¡La de cosas que ahora he hecho en cuanto al sexo!

Lupita se colocó en la misma posición que Lulú y le metí la verga hasta el tope mientras ella movía en círculos su colita. Con la mano acariciaba su clítoris y los dos estábamos felices de la experiencia, y fue en se momento que sorprendí la mirada de Lupita, solazándose con la verga de Pepe entrando y saliendo de la vagina de Lulú y pensé: -?A mí se me hace que esta vieja quiere con Pepe? voy a ver hasta donde llegamos? y total, como decía la hermana de Lupita, Raquel, ESE ES JABONCITO QUE NO SE GASTA, así que disimulé un poco pero no dejaba de estar al pendiente de lo que ocurría. Pepe le dijo a Lulú que se acostara en el sofá y abriera las piernas. Él se colocó frente a ella y comenzó a metérsela mientras le sobaba los senos. Había que reconocer que Pepe tenía fortaleza y vigor porque su verga no perdía dureza. Lulú se dejaba hacer, y gemía que era un gusto, y fue en ese momento que Pepe dijo que si cambiábamos. Yo no dije nada, y hasta fingí no haber oído pero Lupita dijo:

-Por mi parte no hay problema? ¿Tu qué dices, mi amor? ?dirigiéndose a mí. Yo casi empiezo a eyacular de lo excitado que me sentí con la propuesta de Pepe pero solo me alcé de hombros y dije que, por mi parte, tampoco habría problema y propuse que si íbamos a usar condón. Nuevamente Lupita me sorprendió porque dijo con la voz ronca de tan excitada como estaba:

-No, yo creo que hay confianza y nadie de nosotros está enfermo de algo? ¿O sí? Miren los tres ?dijo, sin dejar de moverse con mi verga dentro de su coño- vamos a hacerlo así, al natural? yo acabo de pasar mi regla y no estoy fértil? ¿Y tú, Lulú, no hay peligro de que salgas preñada?

-No, para nada? además, tomo la píldora desde hace ya meses? ¿Verdad, mi amor? ?dijo Lulú dirigiéndose a Pepe que solo sonrió asintiendo con la cabeza y luego agregó:

-Es cierto, además, a Lulú le encanta sentir el semen en su panochita? ¿Verdad Lulú? Y diles lo que haces con mi leche, mi amor? a lo mejor Lupita quiere hacer lo mismo.

-¡Ay, Pepe, tú y tus indiscreciones! Bueno, lo que pasa es que cuando Pepe se viene, a mí me encanta untarme su leche en la cara? dicen que es muy buena para que no salgan barro. A veces recojo un poco de leche cuando se sale de mi ponche, pero casi siempre le hago una chaqueta a Pepe y me unto toda la leche? ay, siento rico con lo que estás haciendo papacito? no te vayas a venir mi amor? ándale Lupita, echamos cambio-dijo, animando a mi novia que estaba muy excitada.

Y como la cosa más natural del mundo, cambiamos de pareja. Las dos se mantuvieron en la misma posición y a Pepe y a mí se nos hizo fácil meter ahora nuestras vergas en el ponche de la novia del otro. Seguimos cogiendo como si nada, y pude ver que Lupita enlazaba con sus tobillos las caderas de Pepe, haciendo que este la penetrara lo más profundo posible, hasta que casi nos venimos de forma simultánea. Yo tarde unos segundos más que Pepe pero mi orgasmo fue muy intenso por lo cachondo de la situación. Luego que mi leche inundó el ponche de Lulú y le saqué la verga ya medio aguadita, vi que Lulú tomaba un poco de mi semen mezclado con sus jugos y comenzaba a untárselo en su rostro, como si fuera una costosa crema facial? y Lupita hizo lo mismo con la leche que Pepe había depositado en ese ponche que ahora ya no era de mi exclusiva propiedad? Fue una cogida realmente impactante y que nos abrió inmensas posibilidades sexuales a Lupita y a mí.

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