Experiencias que he tenido haciendo cruising por diferentes sitios

A través de un chat, me enteré de que había un lugar de cruising en un bosque a las afueras de la ciudad donde vivía antes y que estaba cerca del trabajo y un día que iba muy caliente, después de salir de la empresa fui a ver.
Acababa por la tarde, cuando todavía había luz me fui para allá. Yo nunca lo he hecho de noche y por todo lo que se cuenta, no es aconsejable hacerlo en la oscuridad en un lugar sin ningún tipo de control.
El coche se puede dejar aparcado en una calle de una urbanización cercana y luego caminar un poco. Es un paseo agradable entre pinos con senderos que se entrecruzan. Lo único que me pareció un poco desagradable fue la cantidad de condones, papeles y porquerías que se veían esparcidas. Pensé que de esa manera habría quejas de los vecinos de la urbanización y ese lugar dejaría de ser un lugar tranquilo para disfrutar de lo que nos gusta tranquilamente.
En esa época mi experiencia con el cruising era muy poca y solamente el hecho de estar paseando por unos senderos rodeados de árboles imaginando lo que podría pasar, me excitaba mucho y llevaba la polla bastante tiesa.
Yo no entendía todavía las señales que se mandan las personas que tienen más experiencia y me crucé con algunos hombres maduros que paseaban por esos estrechos caminos sin girarme para mirarlos una vez nos habíamos cruzado, cosa que por lo que más tarde aprendí, es lo que hay que hacer si te interesa lo que has visto. Así que me crucé con par de hombres a los que ni siquiera miré y tampoco me giré, aunque no me habría importado que cualquiera de ellos me hubiese comido la polla, que eso es lo que yo en ese momento deseaba.
Después de dar dos vueltas por el mismo circuito ya estaba empezando a cansarme un poco y ví que se acercaba hacia mi en dirección contraria un hombre de pelo cano con el que me había cruzado antes. Aparte del cabello gris, le recordaba porque me había mirado directamente a los ojos, aunque yo no había respondido a su mirada. Como ya estaba un poco cansado de dar vueltas, esta vez sí que le miré cuando nos cruzamos y un par de segundos después giré la cabeza y vi que se había parado y seguía mirándome y al ver que le miraba, se salió del sendero y se internó en el bosque. Un hombre de pelo canoso, con el periódico debajo del brazo, la viva imagen de algún jubilado que va de paseo disfrutando de la naturaleza y se lee las noticias a la sombra de un árbol. No lo dudé y entré por el mismo lugar donde él se había metido. La maleza hacía casi imposible ver nada, pero al poco le pude ver parado detrás de un árbol y me acerqué hasta una distancia prudente. Yo llevaba las manos en los bolsillos jugando con mi polla, cosa que era evidente y él se acercó sin decir nada, me puso la mano encima del bulto de mis pantalones y como si ya tuviera bastante experiencia en ello, puso el periódico en el suelo, se arrodilló encima, me desabrochó los pantalones y de un tirón me los bajo junto con los calzoncillos hasta las rodillas liberando mi ya dura polla como si tuviera un muelle.
Un hombre maduro con experiencia, según lo veo yo, es la persona indicada para hacer una buena mamada y aquel hombre debía de ser un mago en ese campo, porque me corrí en su boca muy rápidamente. Algunos se tragan la leche y otros no. Éste era de los segundos, pues después de vaciarme todo, giró la cabeza y escupió el contenido de su boca al suelo. Se levantó, me dio una palmadita en el culo y se fue. Esta vez fue la primera que hice cruising en un bosque, pero no la última.