Unge relatos gratis xxx

Autor: carola | 14-Jul

Lesbianas

Llegué al sauna, la chica muy atenta me guió a las cabinas, me desvestí me calcé las zapatillas y me cubrí con la gran toalla blanca, si, pedí shampoo, y acondicionador ya que tenía sachettes de mi marca habitual ah, dime, ¿está abierto el masaje? Por supuesto, señora. . Entré a la sala grande desde la cual se podía ir al sauna seco de mayor temperatura que estaba al fondo, a las duchas a un costado, y a la sala de masaje al otro.

Estaba bastante lleno, las típicas gordas, gordas, jeje, y varias mujeres de mi edad. Algunas conversando en grupo semicubiertas por las grandes toallas, una mujer de rasgos nórdicos, cabellos cortos, estaba tendida   aparte en completa desnudez. Lucía sendos piercings en sus pezones. Me tendí frente a ella y entrecerrando mis ojos solté la toalla que se deslizó de mi cuerpo. ¿Qué buscaba?, no lo tenía claro, había ido al sauna para relajarme, pero no era sólo eso, las vivencias lésbicas con Belinda se habían vuelto a despertar en mí,   la conversación con Germán había reabierto en mí ese mundo que había vivido de la mano de Belinda. De reojo me percaté que la mujer me miraba. ¿Pardon, podía tú mojarme con la piston? Mi español es pésimo, malo, lo sé, jejeje, poco tiempo acá, secretaria Denmark?s Ambassy. Sí, te entiendo muy bien, tú danesa, sí, y quieres que yo te tire agua con la manguera, le hacía la mímica, ella se rió asintiendo con su rubia cabeza, nos reímos, mi nombre es Julia, yo, Unge, fuimos a las duchas, el agua caía sobre sus rubios cabellos, se veía aún más niña de lo que seguramente era, se enjabonaba las piernas curvando su larga espalda , sus nalgas duras sobresaliendo hacia mí, luego se puso de frente , mis ojos se extasiaron en su vulva de rosados labios, totalmente rasurada, ella se dio cuenta de mi mirada, simplemente se rió mientras me indicaba hacia mi vulva semioculta en mi mata de vellos, tú no como yo, y se rió con una risa que suavizó sus rasgos nórdicos, ven acá, wow, no me importó que nos estuviesen viendo las demás, nos jabonamos, es un decir, nuestras manos dibujaban nuestros cuerpos, mis senos más grandes se rozaban con los suyos, los pezones se encontraban, nuestros vientres se conocían, dejamos los jabones y el agua nos lavó, la tomé de la mano y le indiqué la salida, ok, my dear, nos sonreímos abiertamente, la deseaba y ella a mí. Abrí mi cabina y entramos, cerré la puerta, dejamos caer las toallas, sus manos alrededor de mi cuello, me gustas, me dijo juntando sus labios a los míos, no pude responderle con palabras, si con mi boca ansiosa de probar esos dulces labios, mis ansias se desbocaron, le metí la lengua en su boquita, Unge suspiró, muy buena besadora tú, le chupé su labio inferior, la deseaba, sin abandonar su boca llevé mis manos a su vulva desnuda, preciosa, le susurré, linda, muy linda, ella exhaló un gemido, yo mucho tiempo, sin amiga, el lenguaje del sexo es universal, pronto estaba yo arrodillada entre sus muslos abiertos, lamiendo esa hermosura de vulva, rosada, desnuda, le cogí un labio y se lo estiré, sus manos me presionaban mi cabeza, pasé mi lengua por su raja abierta, supe de sus extranjeros sabores, sus gemidos se mezclaban con los míos, en una danza de deseos, no me bastaba, volvía a ser la misma mujer ansiosa de amar, la misma que supo del amor lésbico en brazos de Belinda pero ahora con toda la experiencia.

la hice darse vueltas, esas nalgas duras me exaltaban, se las cubrí de besos, se las lamí, ella se dobló hacia delante apoyando sus manos en la pared, nos entendíamos, un espasmo recorrió mi cuerpo, mi clit hinchado, mis jugos saliendo de mi vulva inflamada, ella separó sus pies yo le abrí esas nalgas que me enloquecían, le pasé un dedo por toda su raja, dio un salto, me gusta, me gusta me decía, le apreté las nalgas mis uñas se clavaron en su carne dura, apoyé mi cara en su raja, mi boca en su rosado ojete, mi lengua lamiendo, lamiendo, ella estremecida, entregada, gozando, me gusta, me gusta, bajé mi boca hacia su vulva, sus jugos abundantes, se la abrí , ahí estaba su rojo capullo, se lo soplé, ah, ah, la sentía, la sentía, mi lengua subió por su raja hacia el rosado ojete, se lo lamí con intensidad, y puse un dedo en él, me gusta, me gusta, tú, yo, caliente, presioné el pulsante anito rosado, hacerlo me provocó nuevos espasmos, presioné más, mi dedo la penetraba, la sentí gritar, su cuerpo se tensó, sus jugos bajaban por sus muslos, ah, ah, besé sus nalgas, se las lamía mientras mi dedo se apoderaba de su ojete, aumentando el ritmo, entrando y retirándose, ayudado por el vaivén de sus caderas, mi otra mano en su vulva abierta, chorreante, Unge me regaló su primer orgasmo, yo iba por más, bajé hacia su vulva, bucee en ella, mi boca encerró su botón, mi lengua se lo batía, sus convulsiones, sus gemidos, le apreté las nalgas, amiga mía, sí, tuya, tú mía, si, yo quiero tú, sí, se lo succioné, la sentía gemir de ardor, sus piernas tiritaban, puso una en mi hombro, la tenía entregada , abierta, mi lengua la penetró, se convulsionó, gemidos, gemidos, se corrió locamente, me bebí sus jugos, me puse de pié, nos abrazamos, Julia, muy caliente, Unge, muy caliente, yo quiero, me puso contra la pared, nuestras bocas fundidas, en un beso eterno nos trasmitimos nuestras ansias, me fue besando, mi cuello, mis hombros, me elevó los brazos. su lengua en mis axilas, me gusta, me gusta, sus lamidas me enloquecía, sigue , sigue, su boca se apoderó de mis senos, duros, aumentaban mis gemidos, sus dedos me tomaron mis pezones, me los apretó, me los retorció, amor, amor, suspiraba, su boca me hizo dar un salto ah, ah, caliente, caliente, mi amiga, si, sí, mis manos en sus nalgas ondulantes, la apreté contra mi vientre, ah, ah, entrelazamos nuestros muslos, las vulvas se acoplaron, la urgía, mi henchido clit la penetraba, nuestras bocas abiertas, nos besamos locamente, mis caderas se impulsaban contra su carne, nuestras chorreantes vulvas se besaban, sumidas en el mutuo orgasmo. Nos quedamos, abrazadas, acezando, nuestros rostros juntos. Salimos abrazadas a ducharnos.   

Ya fuera intercambiamos nuestros fonos, nos besamos intensamente, nos separamos.

Cuando llegué a casa ya Marian dormía plácida, casi al posar la cabeza en la almohada me dormí.

Unge me llamó a la mañana siguiente, me invitaba a su casa, cena, ok, llevo vino. Un beso. Salí de la oficina y enrumbé hacia la dirección que me había dado. Tendría que contarle a Germán de Unge, no creo tengo suficiente material con Belinda, me sonreí coqueta a las miradas que le lanzaba el hombre desde el coche detenido a su costado, la falda subida le permitía ver mis muslos desnudos y el profundo escote de la chaqueta del traje de dos piezas. Llegué al fin a la casa, espléndido jardín con árboles muy crecidos. Estacioné y caminé hacia la puerta. Toqué el timbre.

Una sonriente Unge se lanzó a mis brazos apenas cruzar el umbral. Estaba radiante en su vestido rojo y blanco, escotado y corto, sandalias blancas. Reconocimos nuestras bocas en un apasionado beso, amiga mía, te deseo mucho, yo también, amor, le respondí metiéndole mano bajo el vestido, su carne desnuda me sorprendió, no llevaba nada, mmm, me gustas, me gustas le susurraba, y la desnuda vulva ya era mía.

Dear, come, pls. Nos fuimos a un cómodo sofá de cuero blanco. Le entregué el vino.

Lo dejó sobre la mesa y volviéndose hacia mí, se sacó el vestido. Me erguí, sentándome en la orilla del plumón, me abrí la chaqueta y bajé el cierre de la falda, quedando en el conjunto negro, ven aquí, hermosa danesa, eres un sueño, quiero besarte toda. Su vulva frente a mi boca, la tomé por las nalgas y la acerqué más, ella abrió sus muslos, besé esa carne rosada, qué bella eres, mi cielo, lamí esos labios largos, noté como se hinchaban ante mis pasadas de lengua , me gusta, me gusta, gemía Unge, mi lengua se adentró entre sus labios, ahh, ahh, murmuraba sabiendo de sus jugos, interrumpí mis caricias, me saqué brassier y tanga, y la arrastré sobre la alfombra poniéndonos en posición de 69, yeah, yeah, me gusta, me gusta, la escuchaba entre mis piernas, de ahí sólo fue un concierto sincopado de gemidos, suspiros, grititos in crescendo hasta alcanzar el primer orgasmo de la tarde, nos besamos sintiendo en la otra boca el sabor de nuestros propios jugos.

Me incorporé, deseaba penetrarla, me senté a horcajadas sobre ella de modo tal una pierna se entreverada con las suyas permitiendo que mi vulva quedara sobre la suya, así tenía toda la libertad para penetrarla a mi antojo, ah, Julia caliente, te deseo, amiga mía, yo también, Unge, te haré mía, mía, mi clit ya sabía de su gruta chorreante, mi dureza dentro de ese cuerpo perfecto, Unge se estrujaba los senos y sus caderas subían y bajaban cada vez más violentamente al ritmo que yo le imprimía a mis propio cuerpo, me inclinaba a ratos y nos besábamos, le mordía el pezón más cercano, envueltas en nuestro ardor sentimos el sonar del fono, seguimos, nada nos importaba más allá de nosotras, así hasta que estallamos en un orgasmo fantástico.

El fono de nuevo, Unge contestó. Una risa irrefrenable me dominó, no se entendía nada lo que hablaba Unge., debía ser alguien danés que llamaba. Sí, una chica danesa nueva, ambassy, ¿quiere conocer a Helga, puede ser nueva amiga? Ok. Viene, más tarde, dos horas. .Ok, dije y comencé vestirme, no, no, primero ducha, ok. Recogí mis ropas, y subimos a bañarnos. ¿Hambre? Sí, mucha, yo también, nos secamos y ella me pasó una corta bata floreada y ella se puso otra, mientras anudaba el lazo a su cintura me dijo, bajemos, ¿así no más?, y le indicaba mi ropa sobre su cama, no necesaria, ok, bajemos, tendría que acostumbrarme a sus liberadas costumbres, salvo en la puntualidad, descalzas fuimos al comedor,

La cena fue exquisita, pescado con salsa y ensaladas mixtas, el vino que había llevado era el adecuado, blanco y helado. Conversamos de nuestras vidas, supe que Unge era una chica bisexual como muchas de su generación. Le confidencié que yo también. Ella se sonrió, Julia, con ese portento ahí, uff, debes tener muchas chicas... Su boca apresó la mía, mientras su mano se apoderaba de mi clit, me gusta, me gusta, ¿me lo das? Unge, querida, vamos a la alfombra, agitada ya por sus avances. Esta chica está obsesionada por mi clit, bueno, con razón, no has sido la única, pensaba yo, mientras ella se colocaba entre mis piernas a lamerme hasta hacerme estallar una vez más.

Descansamos unos momentos... Me habló de Helga, la chica que vendría más tarde. Me contó que recién la había conocido. Esa semana había llegado desde Dinamarca, que era una fotógrafa y venía a realizar un reportaje de algunas regiones donde se había instalado colonos daneses. Le había ayudado a instalarse en un departamento, y que sentía una gran atracción por ella. Yo sin amiga, antes de conocerte, Julia. Puso el dvd, una agradable música, me ofreció cognac, me gusta, a mi también y ¿un pito?, mmm, yo nunca. Ok, prueba conmigo. Así de simple. Se desató la bata la imité. Encendió dos velones rojos, apagó la lámpara y de un pequeño cofre extrajo dos pitos. Ok, enséñame. Aspiramos y bebimos. Compartimos los dos pitos. Simplemente, me fascinó la marihuana. Nos quedamos quietas, desnudas, tendidas en la alfombra, en la penumbra de los velones. Comencé a sentir la música dentro de mí, me sentía liviana, la luz danzando en las murallas, todos mis sentidos estaban abiertos, me deleitaba el olor de la hierba, de la alfombra, la seda de la bata abierta ya, sentía cada parte de mi cuerpo, me agradaba la suavidad de mi piel sentía mi clit vibrando entre mis piernas abiertas, es maravilloso, susurré, mi mano tomando la suya. Sí, vamos por otro, dijo Unge, pero antes de levantarse, sonó el timbre, habían pasado dos horas.

Ninguna de las dos hizo amagos de vestirse, simplemente fuimos a recibir a Helga. Si Unge era más alta que yo, Helga lo era aún más, pero no sólo más alta, su cuerpo de anchas espaldas y tipo atlético me decía que seguramente era nadadora. Su pelo muy corto, sus facciones más bien duras, sus ojos de un azul más profundo que Unge, se pasearon por mi cuerpo, con una desfachatez que me excitaba. Esa desfachatez que ya me era tan atrayente. Esa desfachatez que me recordaba a Gabriela en el colegio de las monjas, y a Belinda. Helga se sacó la blusa, y se abrió el jeans quedando desnuda, sus senos pequeños con sendos piercings en los pezones, su vulva depilada toda lucía piercings en ambos labios, se me acercó, cogió mi cara entre sus dedos grandes y firmes y me estampó un beso en mi boca entreabierta, supe de su lengua invasora. Me sentí desprovista de cualquier reacción, quedé parada a su disposición. Pero, ella me dejó y besó a Unge. Volvimos a la alfombra, Helga aceptó la copa de cognac y todas bebimos y aspiramos un nuevo pito. Unge algo le susurró a Helga, ésta me miró, ambas me rodearon, Unge me besó y luego me abrió las piernas. Sus dedos abrieron mis labios, como asimismo los ojos de Helga. La vi pasarse la lengua por sus labios. Se dio vueltas y con las piernas abiertas me puso su vulva sobre mi boca mientras la suya bajó hacia mi expuesto clit. Le abrí su rosada vulva, sus jugos ya eran abundantes, mi lengua la recorrió toda, ella movió sus nalgas haciendo que su mojada vulva me mojara toda mi cara. Se frotaba con una rudeza conocida por mí aunque un poco lejana, ay, cómo me excitaba, y cuando su boca se metió en mi vulva palpitante, empecé a gemir sin remedio. Los labios de Unge recogían mis gemidos y sus labios lamían la vulva encima mío. Mis gemidos fueron en aumento, la boca, la lengua de Helga me hacían arder de placer, el alcohol, la hierba se confabulaban en mi cuerpo y mi mente para entregarme por completo a sus ansias de gozo. Nuestras bocas se encontraban en su vulva, en sus labios largos con los piercings nuestras manos en sus nalgas, en su ojete, yeah, exclamó la voz ronca, yeah, y su cuerpo se estremeció, ah, ah, un glorioso orgasmo nos cogió. Helga se bajó de mí, las veía a ambas trenzadas retorciéndose, sus vulvas se fundían, ven, chupa, me ordenó Helga, montada sobre Unge, fui hacia sus cuerpos, y pronto lamía los jugos que brotaban a raudales de ambas vulvas rosadas. Mis manos acariciaron sus rajas y mis dedos presionaban sus ojetes, Unge se corrió gimiendo. Helga se dio vuelta hacia mí, se abrió de piernas y me dijo, hazme acabar, me puse acostada frente a su vulva chorreante, ella subió sus talones sobre mi espalda. Me zambullí en la gruta abierta, dichosa sentía los talones golpeándome, dirigiéndome marcando el ritmo, guiándome, y mi dueña gozaba, gozaba y yo también, emocionada hasta las lágrimas, eran lágrimas de felicidad.

.

Me despedí con húmedos besos de ambas amigas danesas, Helga me entregó una tarjeta, llámame mañana, ok?

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