Los bellos pies de Mariana relatos calientes

Autor: Fehr | 24-Jun

Fetichismos

MARIANA Y UNA SIMPLE CASUALIDAD Mi nombre es Fehr y hace no mucho tiempo me sucedió algo muy curioso. En la empresa en donde trabajaba conocí a una chica de nombre Mariana, ella tenia 26 años y laboraba como secretaria, era de estatura media, piel blanca, cabello a medio largo y un cuerpo muy sensual.

En una ocasión un compañero la invitó a comer a lo cual Mariana se negó rotundamente, de ahí partió la idea de mis compañeros, acerca de que Mariana era muy tímida y un tanto payasa. A mí sinceramente se me hacia la chica interesante, de hecho mi relación con ella era simplemente de conocidos de trabajo, un hola y adiós por mucho.

Un día mi jefe nos mando llamar a Mariana y a mí, esto con la finalidad de encomendarnos un trabajo acerca de la modificación de redes informáticas de una de las empresas, la cual se encontraba al oriente de la ciudad. Obviamente tuvimos que aceptar, al salir de la oficina algo llamo fuertemente mi atención, note que Mariana caminaba un tanto extraño, recuerdo que ese día ella llevaba un pantalón negro de vestir un tanto ajustado, acompañado de unas botas negras de tacón muy alto y una blusa escotada en color claro.

Yo siempre he sentido una gran atracción por los pies femeninos, así que de inmediato pregunte que le había sucedido, que por qué caminaba así. Ella me respondió que al bajar del microbús se había doblado el pie y probablemente se había lastimado un poco el tobillo, de inmediato sentí una gran excitación al escuchar ese argumento pues imaginaba que sería mi gran oportunidad de poder admirar con detalle sus pies, ya que casi siempre utilizaba zapato cerrado. Para esto ya casi era la hora de la salida, así que le propuse llevarla a una clínica de ortopedia para que revisaran su tobillo, ella curiosamente acepto, diciéndome que sería lo más conveniente ya que tiempo atrás ella había sufrido una fractura en el mismo tobillo, la cual le ocasiono usar yeso durante casi tres meses. Conforme transcurría el tiempo notaba que Mariana caminaba con mayor dificultad. Por fin llego la hora de la salida, así que me dirigí a la oficina en donde ella laboraba, al entrar ella estaba sentada sobre el escritorio, con la pierna cruzada y acariciando levemente su pie, esto con la bota puesta. Al mirarme me dijo que ya estaba lista. Nos dirigimos a mi auto, en el transcurso de la oficina a la clínica de ortopedia, mi excitación aumentaba al pensar que probablemente tendría en mis manos el pie de Mariana, el hecho de pensarlo me volvía loco. Ella me comentaba acerca de su familia y de su trabajo, cuando de pronto la interrumpí diciendo: Oye por que no te quitas la bota para que descanse un poco tu pie, ella me miro y me dijo: No como crees, que pena, imagínate quitarme la bota aquí en tu auto.

No te preocupes por nada, anda quítate esa bota, te sentirás mejor. ?respondí-.

Mariana accedió a quitarse la bota, obviamente yo estaba muy atento a cada moviento que ella hacia, ah que hermoso pie se notaba debajo de ese pequeño calcetín blanco, se notaban muy bien sus dedos, el contorno de su pie era perfecto, su tobillo tan fino. Al llegar a la clínica, nos recibió un doctor especialista en lesiones deportivas, ya en su cubiculo dijo: Permítanme un segundo, mientras señorita vaya desnudando su pie, el doctor se salió y de inmediato me ofrecí a ser yo quien desnudara su pie, Mariana sin sospechar mi gran fetiche por los pies femeninos, agradeció mi gesto, tome con suma delicadeza su pie y comencé a bajar el cierre de la bota, la cual llegaba cerca de la rodilla, poco a poco comencé a retirar la bota del pie de Mariana, el aroma que su pie despedía era maravilloso, sumamente limpio y cálido, después proseguí a retirar ese pequeño calcetín blanco, su pie era tan hermoso, tan terso, recuerdo que tenía pedicure francés, las ganas de besar y lamer ese bello pie estaban a cien, pero únicamente lo pude acariciar, tratando de que se impregnara en mis manos ese delicioso olor del pie de Mariana, el doctor llego y comenzó a revisar el tobillo de ella, después de examinarla le receto simplemente una pomada y aplicación de compresas calientes en el tobillo, diciendo que no era nada grave, simplemente una ligera torcedura.

Al llegar a su departamento, ella me propuso que me quedara a cenar, como agradeciendo mis atenciones, era imposible negarse a la invitación de tan bella mujer, preparó rápidamente la cena y comenzamos a entablar una deliciosa conversación de mas de dos horas. Al terminar nuestra agradable charla ofrecí darle un masaje en su tobillo lastimado, a lo que ella respondió: Siempre eres así de amable, se nota que eres muy caballero, sonrío y acaricio ligeramente mi mano, ella se sentó en un sofá y cruzo la pierna, como esclavo ante el amo me arrodille frente a ella y nuevamente comencé a desnudar ese hermoso pie, ella me miraba y sonreía de manera muy tierna, me contemplaba con mucha dulzura, tome su otro pie y de igual forma comencé a desnudarlo, al mismo tiempo le dije: Tienes unos pies muy hermosos, se nota que eres muy vanidosa con ellos, ella me respondió: Pues si, quizás es una de las partes de mi cuerpo que más cuido, para mí los pies expresan mucho, en ellos puedes notar que tanto se cuida la persona. Mientras tanto yo continuaba deleitándome con sus hermosos pies, me di cuenta de que ella hacia gestos y murmullos de placer, no lo podía creer a Mariana le excitaba mucho que le tocaran los pies, de inmediato y sin pensarlo dos veces, acerque su pie a mi rostro, puse mi nariz debajo de sus dedos y aspire y aspire, que olor tan excitante, después comencé a pasar mi lengua a lo largo ancho de ese hermoso par de pies, ella gemía de placer, de repente ella me dijo chúpame los dedos, yo casi explotaba de excitación. Jalándome de la corbata me llevo hasta su cuarto, hizo que me arrodillara frente a ella y comenzó a bajar su pantalón, quito su blusa y se sentó en la orilla de su cama, ella me ofrecía sus pies para que los besara y lamiera, terminamos haciendo el amor por largo rato. Desde ese día somos pareja y disfrutamos mucho la excitación que a ambos nos producen los pies.

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