De mujer a mujer
Tarde lluviosa, nostálgica, triste para su gusto. Se encontraba sentada junto al gran ventanal, mirando sin ver a un punto inexistente más allá de la calle. Los árboles agitaban sus ramas, como queriendo frenar con suma impotencia, el vendaval que los azotaba sin compasión.
Llevo la taza de café humeante a sus ateridos labios, recobrando un poco el color de sus mejillas. De pronto a través del cristal, siente una mirada especial, alguien la observa atentamente. Ya casi oscurece, por tanto la luz de la calle que aun no se ha encendido no le permite ver con claridad lo que llamo su atención de repente. Fija la vista, y reconoce unos ojos verdes gatunos, un cabello negro azabache, levemente ondulado, acariciando los hombros de un tapado negro. Mirada penetrante, segura de si misma, manos en los bolsillos del tapado.
Ana no sabe que hacer, por tanto gira la cabeza en busca del destinatario de esa mirada que la inquieto por leves segundos, y no lo encuentra. Su mirada recorre el bar, uno por uno los comensales, y nadie esta atento a esa mirada, parejas en amenas charlas, hombres solos o con otros, dialogando, pero nadie se ha hecho participe de esos ojos que la han impactado. Vuelve a girar la cabeza hacia el ventanal, pero no encuentra a la dueña de tan penetrante mirada. Toma la taza entre sus manos, recobra un poco el calor perdido, a través del contacto con ella, la deposita sobre el platillo, y en ese momento levanta la vista de la mesa y la ve allí frente a ella.
La dama misteriosa le esta sonriendo, con una mirada muy expresiva y sugerente. Ana no comprende, pero siente que un calor intenso sube y baja por su cuerpo, no llega ni siquiera a pensar que le esta sucediendo, cuando la desconocida se sienta enfrente suyo, sin pedir autorización. Llama a la camarera, pide otro café y la sigue observando silenciosamente. Eleva su taza, al tiempo que desprende los botones del tapado, debajo de el, se advierte una blusa blanca sumamente escotada, que deja ver el pliegue de sus senos y adivinar el botoncillo de los pezones levemente erectos. Ana no sabe que hacer con sus manos, nunca habia pasado por una situación semejante. Era bonita, muy bonita, rubia, ojos azules, cabello corto dejando ver su nuca despejada, lucia en ese momento, jeans y jersey negro, muy ceñido a su fina cintura y a sus senos, redondos y compactos. Su tapado permanecía sobre la silla contigua. Los hombres giraban la cabeza cuando ella caminaba sola por la calle, tuvo varias relaciones que lamentablemente culminaron en fracaso, por eso hacia mas de 1 año que se encontraba sola, muy sola, sin hombre, sin amor....
La desconocida, llevo una mano por encima de la mesa y apreso su propia mano, Ana hizo un intento de retroceder, pero la calidez que le trasmitía la desconocida fue suficiente para no retirarla.
- Mi nombre es Laura, no te asustes, no me tengas miedo, te note muy sola y muy triste, y esta tarde justamente no es para que una mujer se encuentre sola.
- Quieres hablar?
Asi, Ana se encontró contándole sus tristezas y desventuras amorosas a esta mujer que le escuchaba atentamente, sin despegar sus ojos verdes de la limpia mirada azul de la joven. Permanecieron mucho rato en sincero dialogo, se hizo la noche rápidamente, se bebieron mas tazas de café, y de pronto, Laura cerro su abrigo, llamo a la camarera y pago la cuenta de ambas. Luego miro a Ana a los ojos, y le dijo:
- Yo tambien me encuentro sola, te gustaría venir a mi casa?. Tengo una discoteca hermosa y no tengo ya con quien compartirla, además estaremos mas cómodas, te parece?
Ana dudo un instante, pero al pensar en tener que regresar a su frió apartamento, encendiendo luces y el televisor para no sentirse tan sola como cada fin de semana, asintió con la cabeza. Se paro, coloco su abrigo, mientras Laura no podía reprimir una mirada cargada de lascivia sobre ella. Ana no sintió rechazo, al contrario, algo le decía que hoy sucedería algo que tal vez no olvidara nunca, pero aun asi no retrocedió.
Salieron juntas del bar, apretando contra sus cuerpos, sus respectivos tapados, y Laura empujo suavemente a Ana hacia su coche, señalando uno blanco que se encontraba unos metros mas allá. Encendió la calefacción del mismo, al subir ambas, y encendió a su vez la radio, colocando una suave melodía que invadió totalmente el interior del coche. Unos 20 minutos después, estacionaban frente a un edificio de apartamentos, Laura la precedió y giro la llave en la cerradura, dejándola entreabierta para que Ana pasara. Cerro con llave tras de si, y encendió una luz tenue de una veladora que habia sobre una mesita a la entrada, sobre la puerta. Una pálida luz rosa se extendió por la habitación. Encendió la estufa a leña, y un agradable calorcillo comenzó a esparcirse por todo el apartamento. Bebieron vino blanco que Laura trajo en sendas copas, y comieron algunos bocadillos.
Laura no quería apresurar las cosas, pero sentía que debía poseerla, le habia gustado su perfil cuando la vio detrás del ventanal del bar, su mirada triste, solitaria, y pensó para si: No sabe como es estar con una mujer, la quiero para mí, quiero sentirla gemir entre mis brazos, y lo haré. Laura se alejo rumbo a otra habitación sin decir palabra, dejando a Ana levemente mareada por las dos copas de vino que se habia bebido(no estaba muy acostumbrada a las bebidas alcohólicas), y sentada lánguidamente en un hermoso sofá color caramelo, frente a la estufa a leña que despedía arabescos rojizos como sonriéndole cómplice. De pronto Laura la llamo, Ana con paso inseguro, vacilante, se acerco a la habitación desde donde Laura la llamaba, y su corazón se paralizo por un segundo. Laura estaba solo con ropa interior, negra, de fino encaje, su parte superior, dejaba traslucir unos pulposos pezones, grandes, redondos y oscuros, la parte inferior, casi metida en la rajita, dejaba escapar vellos negros y ensortijados, parada al costado de la cama con acolchado rosa.
Ana no sabia si retroceder o avanzar, pero sus pasos la guiaron dentro de la habitación, dirigiéndose titubeante a un equipo de música que habia sobre un costado, y “concentrándose” en buscar algo de música para evadir esa extraña sensación que le nacía en los labios y moría en su vagina, como caballo desbocado. Presintió, primero mas que sintió, unas manos que se posaban en sus caderas, subiendo y bajando a través del jean, trasmitiendo un calor más agudo que el de su propio corazón. Giro en esos brazos suaves que la acariciaban sensitivamente, y se encontró con su lengua, que navego entre sus labios, pasándola primero por el labio superior, luego por el inferior, al tiempo que Ana entreabría los suyos, ya deseando ser besada como nunca. Pero Laura retraso el momento, tomo la cabeza de Ana entre sus manos, para evitarle movimientos, teniéndola arrinconada contra el equipo de música, sin escapatoria, tironeo levemente de sus cabellos hacia atrás, rebusco en su boca, Ana la abrió, y la lengua de Laura exploro por un leve instante esos labios y esa lengua que se le ofrecían ávidas, solo un segundo duro la exploración, cuando mas tiraba del cabello de Ana hacia atrás, esta mas se calentaba.
Sintió que su vagina comenzaba a derramar jugos a través del jean, de la ropa interior, y no pudo evitar un leve jadeo. Las manos de Laura, acariciaron los pechos firmes de Ana a través del jersey, metiéndose por debajo de el, hasta alcanzar los pezones que sintió duros en sus manos, bajo su boca al vientre de Ana, y navego por el, mientras involuntariamente los músculos de Ana se contraían. Tiro hacia abajo del jean, lo quito con la ayuda apresurada de Ana, quien ya no media sus actos, y dejo ver una tanga blanca, muy cavada, por delante, que dejaba ver la rajita rasurada (que bien se dijo Laura, como me gustan!, sin vello!!), paso como al descuido una mano entre las piernas de la chica, y sintió su humedad, sonriéndose sin que Ana la viera, paso la lengua por sus propios labios, pensando en lo que se avecinaba. Le ayudo a quitarse el jersey, y Ana mostró un sostén blanco al igual que la parte inferior, que marcaba profundamente sus pezones, tan erguidos como los tenia por las caricias de Laura. Ambas chicas ahora en ropa interior se observaban como gladiadoras preparadas para la lucha. Laura tomo de la mano a Ana llevándola a la cama, allí la recostó, y se coloco a su lado. Se miraron a los ojos, los verdes gatunos y los celestes límpidos, en una meta común, disfrutarse mutuamente y totalmente. Ahora si, Ana no pudo contenerse mas y ella misma busco tímidamente la boca de Laura, quien paso su lengua por los labios de ella, meciéndola con fuerza en la boca de Ana. Esas lenguas húmedas, como viboritas que luchaban entre si, se chuparon, lamieron, tocaron apenas sus puntitas, se escondieron, volvieron a unirse, en un beso interminable plagado de sensualidad y pasión, mientras una pierna de Laura galopaba por encima de la cadera de Ana.
Laura quito la ropa intima de Ana de un tirón, dejándola totalmente desnuda e indefensa, y sin meditarlo ni dar tiempo a Ana a reaccionar, paso una mano entre las piernas de la chica, buscando su botoncito rosa, lo encontró de inmediato, mojado, a punto de estallar, y mientras su boca se apoderaba de un pezón rosado y abultado de la chica, sorbiéndolo, chupándolo como si fuera un bebe en la teta de su madre, su mano se agitaba, frotando arriba y abajo de la vagina de Ana, una y otra vez. Los gemidos de placer de Ana eran contagiosos, acalorados, candentes. Ana quiso quitar las prendas de Laura pero ella la aparto levemente.
- Chiquita este momento es tuyo, ya vendrá el mío, disfrútalo!
Hizo que Ana abriera sus piernas al máximo, y hundiendo su cuerpo por debajo del de la joven, abrió los labios de su vagina, totalmente, y acto seguido sumergió totalmente su boca dentro de la chica, succiono al máximo el botón rosa que latía bajo sus labios, lamió despacito como una gatita lamiéndose toda la leche, paso una y otra vez la lengua por la rajita, subió, bajo, lamió, succiono de nuevo, hasta adentrarse despacito y como al descuido hasta el anito de la chica, temiendo un rechazo, por ser la primera vez (tal como Laura presumía), pero no encontró rechazo alguno, al contrario, era tal la calentura de Ana, que ella misma se abrió las nalgas para que la lengua de Laura penetrara haciendo círculos en su ano, y punteara con su lengua la entrada prohibida. Laura mojo sus dedos en la vagina de la chica, que ya era un lago total, y con sus mismos jugos que chupo de sus dedos, vago hasta el ano de la chica de nuevo, y penetro con el dedo medio, un poco, al comienzo Ana dio un leve respingo pero luego pareció acomodar su cuerpo a ese nuevo placer, y mientras sentiese penetrada por el dedo de Laura, sentía su boca, nuevamente titilar sobre su clítoris inflamado y goteante. El dedo de Laura entro más y más en el anito de Ana, hasta el fondo, mientras seguia chupando, las manos de Ana apretadas sobre los negros cabellos enrulados de Laura, exigían en silencio; Sigue, no te apartes!!!.
De pronto, Laura sintió que el cuerpo de Ana se tensaba, de su boca escapaban gemidos agónicos y entrecortados, y un temblor le comenzó a recorrer el cuerpo. Ana prorrumpió en gritos de placer, incontenibles que solo eran amortiguados por la música que salía de alguna parte de la habitación.
- Masss, Masss asiii ayyy. Me gusta no saques el dedo, me corrooo aaahhh.
- Aaahhh, siii, siii.
Y fue como un rió cuyo cauce se descontrola, pareciera que litros y litros de leche calentita fueran expulsadas de esa vagina ardiente, los cuales fueron a parar a la boca de Laura, quien no quería desperdiciar ni un miligramo del orgasmo de Ana, provocado por ella misma. Cuando todo se calmo, y los cuerpos quedaron quietecitos sobre la cama, Laura, se quito en silencio su sostén y su bikini, ambas reposaban boca arriba, una junto a la otra sobre el acolchado rosa, Laura entonces tomo una mano de la chica y la poso sobre su propia vagina, haciendo que los dedos de Ana, rebuscaran entre sus vellos, Ana se coloco de costado, y hurgo tal como Laura exigía sin palabras. Encontró lo que buscaba, y cuando se disponía a penetrarla con los dedos, Laura hizo una seña al costado de la habitación, apareciendo a través de la puerta un perro de raza policía, enorme y juguetón.
Ana se incorporo presta en la cama, haciendo un leve movimiento de retroceso, se sentía aterrada, nunca habia estado desnuda ante ningún animal, y presentía que algo irracional sucedería si ella no se alejaba. La mano suave de Laura la sujeto, y Ana quedo quieta, sin despegar los ojos del perrazo que obediente aguardaba a un lado de la cama. A una seña de Laura el gran perro subió y se echo a los pies de la misma. Laura pidió a Ana que se abriera de piernas como antes lo habia hecho para ella. Ana movió la cabeza en gesto de negativa, y Laura le dijo:
- Vamos Ana, ya veras lo que es gozarla totalmente, nos divertiremos mucho, o quien crees que alegra mis noches en solitario últimamente?. Mi fiel SATAN!, Pues quiero compartirlo contigo, cariño!.
Ana obedeció con terror en la mirada, y se abrió de piernas al tiempo que cerraba fuertemente los ojos, temiendo lo peor, sentirse devorada por semejante perrazo totalmente desconocido para ella. El perro pareció entender, y se dirigió a Laura, que igual que Ana estaba con las piernas abiertas, el perro comenzó a lamer la vagina de Laura, despacito, su lengua algo rasposa, subía y bajaba por el clítoris de la mujer, una y otra vez, Laura ponía sus manos bajo sus caderas para quedar mas expuesta, y la lengua del perro bajaba y subía desde su ano, hasta su raja, una y otra vez, entre gemidos de placer de Laura. Ana miraba esta escena con ojos dilatados por la sorpresa pero a su vez se iba calentando nuevamente, y sin darse cuenta paso su propia mano por su vagina, notando que de esta fluían jugos nuevamente. A una seña de Laura, el perro olfateo, la entrada de Ana, y comenzó a lengüetearla como a su dueña, subiendo y bajando por su clítoris, Laura abría los labios de la vagina de Ana, y el perro lamía una y otra vez, Laura paso una mano bajo las caderas de Ana, y el perro siguió bajando hasta el anito que estaba sumamente dilatado.
Con sorpresa, Ana se dio cuenta que el perro, con solo un movimiento de dedos de Laura, dejaba su vagina y buscaba la de su dueña, asi alternadamente, dejándolas sumamente calientes a las dos. En la posición que se encontraba Laura, pudo ver que el pene del perro comenzaba a salir de su capullo, dejando ver una cabezota roja cada vez más enorme, Laura tomo unos trapos que tenia bajo la cama, envolvió las patas delanteras del perro con ellos, y se giro en la cama, quedando boca abajo, puso almohadas bajo su estomago dejando expuesto su ano al perro, este seguidamente brinco sobre su dueña, y atropelladamente intento penetrarla, Laura le guió, con palabras suaves, acariciándole el pene una y otra vez, hasta que el perro logro penetrarla y el ano de Laura se abrió como una flor, el perro embestía y Laura gritaba de placer, las patas delanteras del perro, se arrastraban por la espalda de Laura, pero no le hacían daño, ella tenia experiencia con su perro tan fiel todas las noches.
Ana mientras tanto, se masturbaba acostada al lado de ellos, sus manos parecían aspas en su clítoris, y a cada grito de placer de Laura, un gemido de agonía de Ana, Laura giro un poco su cabeza, de manera tal que sus bocas se encontraron y mientras el perro penetraba a Laura por el culito, Ana recibía los besos y lamidas congestionadas de Laura en su boca. Al fin el perro se corrió, tanto que se desbordo el culito de Laura, pero ella quedo quieta, y al parecer le habia enseñado a su perro que quedara igual, de lo contrario hubiera sido doloroso para ella que el perro intentara salir de golpe. Luego de un rato, el pene del perro quedo flácido y salió con facilidad.
Ana seguia caliente muy caliente, aun le faltaba a ella ser penetrada, pero con que?
Quien? El perro?
Este pareciendo adivinar, metió su cabeza entre las piernas de Ana, y busco de nuevo su vagina, la chica, ya no temía, caliente como estaba, quería ser penetrada con lo que fuera y como fuera. Laura extendió su mano, y tomo de su mesita de noche, algo dulzon que Ana no supo definir, ni siquiera pregunto, para que.... Lo esparció por el clítoris y el ano de Ana, metiendo nuevamente un dedo hasta lo más profundo, pero como lo que tenia en la mano era resbaloso, Ana no sintió incomodidad.
El perro atraído por ese nuevo aroma, deslizo su hocico, hasta el anito de Ana, y paso su lengua que raspaba por el ano de la chica, esta gimió, enloquecida y temerosa a la vez, por cualquier reacción canina, pero el perro estaba muy ocupado, lamiendo una y otra vez, su agujerito, Laura sonriendo, esparció mas de ese néctar en el clítoris de Ana, hasta profundizarle los labios vaginales, abrió con sus propios dedos la vagina de Ana, y el perro lamió y lamió muchas veces, en cada lamida Ana sentía que se diluya mas en jugos calientes, que el perro tragaba mas y mas, hasta que no pudo mas y le dijo a Laura:
- Por favor necesito que me coja alguien, es una dulce tortura pero quiero que me cojan.
Laura, coloco al perro sobre Ana, siempre las patas delanteras del perro envueltas, para que sus uñas no rasparan la delicada piel de la chica, pero el perro se negaba a salir con su hocico de la fuente dulzona que le habían preparado. Por tanto tironeo hasta hundirse más y más en la entrepierna de Ana, quien murmurando frases incoherentes, se dejo lamer, más y más, y más. Hasta que el perro nuevamente tenia el pene duro y rojizo, fuera de su capullo, entonces Laura volvió a colocarlo en posición, y Ana sintió como ese pene la penetraba, poco al principio, lo sentía corto, pero luego lo sintió crecer y crecer dentro suyo, el perro embestía y Ana sin pensarlo siquiera se aferró al cuello del can, el perro seguia y seguia penetrando, y los gritos de Ana colmaban la habitación.
De pronto como por arte de magia, el perro y ella lograron acabarse juntos, tal era la calentura reprimida de Ana, que estallo como mil fuegos de artificio, y el can dentro de ella. Este quiso quitarse, y Ana despertó a la realidad con un gemido de dolor. El perro la tenia tan hinchada dentro suyo que provocaba dolor agudo. Laura lo acaricio, metió sus dedos en su propia vagina, mojo en sus jugos y se los dio a olfatear al perro que lamió dedo por dedo, distrayéndolo asi por un rato, hasta que su pene quedo fláccido de nuevo, y con un movimiento brusco lo quito. A una orden de Laura el perro salió de la habitación. Laura rumbo al baño, lleno la bañera, con abundantes sales de baño, y se sumergió en el agua caliente y jabonosa, llamando a Ana desde su lugar. Esta apareció con el cabello rubio enmarañado, con rostro cansino pero feliz. Se hundió junto a Laura, y ambas quedaron abrazadas entrelazando sus piernas frente a frente. Se jabonaron, lavaron sus partes intimas cada una, mientras la boca de Laura se diluía en besos de fuego dentro de la de Ana que respondía, sintiéndose desconocida ante lo vivido, pero para nada arrepentida. Los pezones de ambas erectos, se unieron, se rozaron, parecían una sola mujer de tan juntas que estaban.
Al terminar, se secaron una a la otra, cambiaron la ropa de cama, y se tendieron desnudas como estaban al calor de la estufa de leña. Los dedos de Laura incansables vagaban por el anito de Ana, hasta que esta se giro en la cama, y la boca de Laura cayo vertiginosamente sobre el, besando, lamiendo y penetrando, adoptaron la clásica posición 69, y se lamieron la una a la otra, lo que hacia una, lo hacia la otra, por tanto Ana, chupo, lamió, recorrió vagina y ano de Laura una y otra vez, envolviéndole el clítoris en un beso de fuego, mientras Laura hacia lo propio, provocándose múltiples orgasmos una a la otra.
Asi llego la mañana, y las encontró desnudas, abrazadas, y dormidas una en brazos de la otra. Ambas con una sonrisa en los labios, acariciándose mutuamente al despertar, y dándose un beso de amigas, de amantes, de aventureras. Que en lo sucesivo probarían hacerse el amor, para no sentirse tan solas, y descubriendo que no solo un hombre puede dar felicidad y buen sexo, que dos mujeres solitarias tambien pueden encontrar la felicidad sexual si se lo proponen.
Sylvia de Uruguay (Jueves 10/05/01)
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